17/02/2020 La fe no puede depender de los milagros; al contrario, son los milagros los que dependen de la fe.

 

 

 

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 17 FEBRERO 2020
La fe no puede depender de los milagros; al contrario, son los milagros los que dependen de la fe.

El texto que hoy nos propone la liturgia es el inicio de la carta de Santiago, en el que se expresa quien es el autor y quienes son los destinatarios de la misma. Esta carta que parece escrita por Santiago, el hermano del Señor, considerado en el concilio de Jerusalén como una de las columnas de la Iglesia (Hch 15, 13-21) y líder de la comunidad de Jerusalén (Gal 1,19). Se dirige a las doce tribus de Israel en la diáspora o lo que es lo mismo a la totalidad del pueblo de Dios.
El autor presenta, a modo de índice, diversos temas que desarrollará a lo largo de la carta, tales como: la sabiduría que permite al cristiano reconocer en la prueba, un crisol para crecer en la fe, o el tema de la riqueza, uno de las principales tentaciones de la comunidad.
Santiago exhorta a vivir como un gozo la experiencia de la prueba, pues la crisis nos obliga a pararnos, a pensar, y nos conduce al estudio de la realidad y a la reflexión. En ella se depuran las motivaciones (Gn 22,1.12; Dt 8,2), y quedan a la vista las actitudes o capacidades de las personas.
La crisis es una oportunidad para tomar conciencia, para abrir los ojos y ver aquello que no podíamos o no queríamos ver. Es un puente necesario para llegar a los territorios esenciales y más valiosos de uno mismo. La crisis es una oportunidad para re-crearnos tanto a nivel humano como de experiencia de fe. Santiago invita a vivir desde esta perspectiva de crecimiento, la experiencia de la prueba. El creyente cuenta en este tránsito con la sabiduría, que si no tiene puede pedir a Dios que “se la da a todos generosamente”. ¿Vivo las pruebas en mi existencia como una oportunidad de “re-crearme” y “re-nacer”? ¿Cuento con la sabiduría que me regala Dios?
Primera lectura St 1,1-11
Fe, paciencia, sensatez y sabiduría son virtudes que Santiago nos recomienda
Al ponerse a prueba vuestra fe, os dará constancia, y seréis perfectos e íntegros.
Santiago, servidor de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus dispersas. Hermanos: Que el colmo de vuestra dicha sea pasar por toda clase de pruebas. Sabed que al ponerse a prueba vuestra fe, os dará aguante. Y si el aguante llega hasta el final, seréis perfectos e íntegros, sin falta alguna. En caso de que alguno de vosotros se vea falto de acierto, que se lo pida a Dios. Dios da generosamente y sin echar en cara, y él se lo dará. Pero tiene que pedir con fe, sin titubear lo más mínimo, porque quien titubea, se parece al oleaje del mar sacudido y agitado por el viento. Un individuo así no se piense que va a recibir nada del Señor; no sabe lo que quiere y no sigue rumbo fijo. El cristiano de condición humilde, esté orgulloso de su alta dignidad, y el rico, de su pobre condición, pues pasará como la flor del campo: sale el sol y con su ardor seca la hierba, cae la flor y su bello aspecto perece; así se marchitará también el rico en sus empresas.
Comienza hoy la lectura de la carta de Santiago, el hermano del Señor, cabeza de la Iglesia de Jerusalén y responsable de todas las comunidades cristianas de mayoría judía de Palestina y Siria.
Los estudiosos pregonan el contraste de esta carta con las de Pablo en lo que a la ley, la fe y las obras se refiere: Santiago en versión conservadora, Pablo en el lado progresista. Santiago con la ley como educadora para la libertad, Pablo con el amor como vehículo de libertad. Santiago como defensor de la inutilidad de la fe sino se traduce en obras, Pablo afirmando que somos salvados por la fe y no por las obras. Podremos verlo en la atenta lectura de estos días, que se extiende hasta casi el inicio de la Cuaresma, teniendo siempre en cuenta que la necesidad de las obras también está presente en Pablo si se leen con atención sus cartas.
El saludo indica la dispersión de los judíos (y de los judíos cristianos, claro) por todo el mundo conocido. El precioso canto a la fe, a la austeridad y a la solidaridad discurre por el texto que hoy meditamos, y debe de llegarnos al corazón, llevarnos al examen de conciencia y marcar nuestro comportamiento cristiano. La sabiduría rogada al Señor para conseguir la adecuada conducta, nos llevará por la senda de la salvación y, por tanto, de la felicidad.

El Salmo 119 es el salmo de la Ley. Caminemos en la voluntad del Señor, alabándolo, buscándolo y manteniéndolo siempre en nuestro corazón.
Sal 119,67.68.71.72.75.76
Tu Ley, Señor, es la base de nuestras vidas, siempre y cuando no sea su fin sino el medio para afianzar nuestro ser cristiano.
Cuando me alcance tu compasión, viviré, Señor.
Antes de sufrir, yo andaba extraviado;
pero ahora me ajusto a tu promesa.
Tú eres bueno y haces el bien;
instrúyeme en tus leyes.
Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata.
Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir.
Que tu bondad me consuele,
según la promesa hecha a tu siervo.
Este es el Salmo de la ley. Tu compasión, Señor, te ruego que llene mi vida, porque sin ella soy tan poco que temo no poder vivir; que sepa, Señor, seguirte en tu generosa promesa, en la seguridad de que nunca sufrimiento alguno me vino de tus manos, sino que puede ser consecuencia de la autonomía y finitud de este mundo, y que tú siempre me acompañas en mis angustias, me consuelas y me acoges en tu reino; gracias, Señor

El texto del evangelio de hoy se encuentra en la primera parte del relato de Marcos (1,1-8,26), en la que aparecen una serie de discusiones con Jesús. En este caso la controversia se produce con los fariseos, los piadosos, los cumplidores de la Ley de Moisés. Piden un signo a Jesús, aunque acaba de realizar uno suficientemente llamativo: ha alimentado a 4000 personas (8, 1-10).
El lector de Marcos, sabe por la narración del evangelio que este grupo ya se ha puesto de acuerdo con los escribas para matar a Jesús (3,22-30;7,1-13), por ello no le sorprende la falta de buena voluntad en la intencionalidad de su petición. Solo pretenden ponerlo a prueba. La respuesta de Jesús, como en más de una ocasión no es inmediata, sino que llega tras un profundo suspiro, y una pregunta: ¿Por qué esta generación reclama un signo? Con ella les cuestiona la intencionalidad de su búsqueda. Pero no se queda ahí. Jesús se niega a su petición y los deja plantados marchándose a la otra orilla.
Jesús en el Evangelio transmite el proyecto del Reino a través de palabras y de signos. Pero estos nunca los hace para imponer su mensaje con la imperiosa fuerza del signo o simplemente para exhibir su poder. Los signos del Reino son signos sanadores y salvadores para el ser humano. Con ellos, Jesús restaura al hombre y la mujer en su cuerpo o en su espíritu. Por ello, en este caso, no tiene sentido responder afirmativamente.
El Maestro es consciente de la intencionalidad de los fariseos y no se deja manipular. A Dios nunca se le manipula y a Jesús tampoco. Su libertad va más allá de cualquier pretensión de encorsetarlo en ningún esquema. La actitud de los fariseos nos interroga también sobre que intencionalidad que hay detrás de nuestras búsquedas y deseos ¿Qué tipo de signos le pedimos a Jesús? ¿Intentamos a veces manipular a Dios para que responda a nuestros intereses?
Evangelio Mc 8,11-13
Los signos o milagros que realiza Jesús son acciones de solidaridad y no espectáculos callejeros
¿Por qué esta generación reclama un signo?
En aquel tiempo, se presentaron los fariseos y se pusieron a discutir con Jesús; para ponerlo a prueba, le pidieron un signo del cielo. Jesús dio un profundo suspiro y dijo: «¿Por qué esta generación reclama un signo? Os aseguro que no se le dará un signo a esta generación.» Los dejó, se embarcó de nuevo y se fue a la otra orilla.
El fariseo es persona que confía en sus propios méritos y tiende a una forma de santidad en base a reglas, limosnas y servicios, y espera un tratamiento privilegiado como recompensa por sus méritos. Imagen y apariencia son caldo de cultivo.
El seguimiento de Cristo, la fe y las obras deben de formar un conjunto armónico en nuestra vida cristiana, en la que el Señor, sin duda, nos acompañará con sus señales y las de nuestros ángeles resucitados que con Él están.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Fe y obras, obras y fe, Marta y María, nuestro caminar cristiano nunca debe de olvidar las dos maneras de amar a Dios y a nuestro prójimo. Si escuchamos, oiremos, y si miramos, veremos, siempre que ese amor esté en nuestros sentidos; y así las señales del Señor caminando a nuestro lado serán asequibles.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Pedimos al Señor que nos dé fe? ¿Van nuestras obras en beneficio de aquellos que más necesitan de nosotros? ¿ Sabemos que el Señor no “nos manda” sufrimiento alguno? ¿Fiamos nuestra salvación en el Señor, Jesús, el Cristo?

LA ORACIÓN .- Para que nunca busque recompensa al dar mi mano o al pedir perdón, pon, Señor, una fuente de amor puro en el desierto de mi corazón. Para que no me busque a mí cuando te busco y no sea egoísta mi oración, pon tu cuerpo, Señor, y tu palabra en el desierto de mi corazón. Amén (de la Web El Testigo Fiel)

Exhortación Apostólica “VIVE CRISTO” DEL Papa FRANCISCO a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios
137. «La juventud, fase del desarrollo de la personalidad, está marcada por sueños que van tomando cuerpo, por relaciones que adquieren cada vez más consistencia y equilibrio, por intentos y experimentaciones, por elecciones que construyen gradualmente un proyecto de vida. En este período de la vida, los jóvenes están llamados a proyectarse hacia adelante sin cortar con sus raíces, a construir autonomía, pero no en solitario».


biblialdia anteriores Biblia de dias anteriores