18/09/2020 Nuestra resurrección: la más cierta y mejor esperanza cristiana

 

 ¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 18 SEPTIEMBRE 2020

Nuestra resurrección: la más cierta y mejor esperanza cristiana

-Proclamamos -gritamos- que Cristo ha resucitado de entre los muertos.
En efecto, en el texto auténtico, hay escrito el término «grito», -Kerigma en griego-. Pablo dice que «está gritando al mundo que Jesús ha resucitado». Un grito es una palabra... pero una palabra vehemente, toda ella cargada de afectividad y de emoción, una palabra activa que remueve al que la oye y lo hace sobresaltarse... es en fin una palabra urgente: se grita en el peligro para alertar rápidamente a todos los que están alrededor.
Mi fe en Cristo resucitado ¿tiene estos caracteres? ¿Es una fe apagada, fría, formal? o bien penetra hasta el hondón de mi alma. ¿Puedo decir que mi Fe compromete todo mi ser: intelecto, corazón, acción?
Primera lectura 1Co 15,12-20
La base del cristianismo es la resurrección. No hay ningún evangelio aparte de este gran hecho de la fe
Si Cristo no ha resucitado, nuestra fe no tiene sentido.
Hermanos: Si proclamamos que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo es que decía alguno que los muertos no resucitan? Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo. Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo, cosa que no ha hecho si es verdad que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido, seguís con vuestros pecados; y los que murieron con Cristo, se han perdido. Si nuestra esperanza en Cristo acaba con esta vida, somos los hombres más desgraciados. ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos.
1 Hay que “ponerse” en la tierra de Aristóteles y Platón, patria de la dicotomía del cuerpo y alma, y origen de las teorías de los dos filósofos citados que tanta influencia han tenido... y tienen, en el cristianismo
2 En Corinto, pues, muchos pensaban que, después de la muerte, el alma inmortal sale del cuerpo y sigue viviendo sola... hasta que, “al final de los tiempos” se reúne con su cuerpo. Esta era la teoría de Aristóteles, acogida por Santo Tomás y ¿todavía vigente en nuestra “religión”?
3 Entre hoy y mañana veremos la belleza con la que Pablo trata esta fundamental esperanza de la resurrección, de nuestra inmediata acogida por ese Dios: “Dios no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mt 22, 32)
4 Hay que resaltar que los apóstoles, y concretamente Pablo, no conciben la resurrección de Jesucristo como simple reanimación de un cadáver, accesible directamente a la investigación histórica, sino como algo perteneciente ya al mundo escatológico y que cae fuera de la percepción y comprobación normales.
5 Sabemos que el hecho de la resurrección de Cristo no es accesible y cognoscible en sí mismo mediante los métodos propios de la investigación histórica a través de los testimonios de los que la hubiesen visto; pero nos basta con reconocer que es un hecho real y objetivo, independiente de la fe de los apóstoles y que precede a ella.
6 Y es que la resurrección de Cristo es la base fundamental de nuestro ser cristiano; sin ella, sin la resurrección de Jesús, “no queda nada de lo que creemos” (v. 14).

Armados con la certeza de un Dios que escucha, se puede incluso afrontar serenamente el desierto de la indiferencia, de la hostilidad y de la insensibilidad general. Es el salmo del «derecho de asilo» para el inocente. Es el salmo que canta la fortuna de los refugiados junto a Yahvé. Puede se la mejor definición de Dios: el que escucha.
Salmo 17,1.6-7.8.15
¿Andamos en la verdad?
Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño.
Yo te invoco porque tú me respondes,
Dios mío, inclina el oído y escucha mis palabras.
Muestra las maravillas de tu misericordia,
tú que salvas de los adversarios
a quien se refugia a tu derecha.
Guárdame como a las niñas de tus ojos,
la sombra de tus alas escóndeme.
Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante.
Estamos plenamente convencidos, Señor, de que nos has creado por amor, y por ello sabemos que siempre atenderás nuestras súplicas, dándonos un corazón sano y misericordioso, que atienda a los necesitados y que sepa aceptar los males que nos afligen, fruto de la libertad del hombre.
Te rogamos, Señor, que mantengas tu oído atento a nuestra oración y que nos guíes en todo momento hacia Ti, con esa gran misericordia tuya que salva constantemente al hombre que a Ti se acerca
Que sepamos, Señor, refugiarnos en Ti en nuestros momentos de angustia, para vivirlos insertos en tu bondad y misericordia, con la alegría de reconocer el alivio que tu presencia comporta

Lucas es el único que menciona los nombres de las mujeres que acompañaban a Jesús a lo largo de sus viajes.
No olvidemos que los rabinos de la época excluían a las mujeres del círculo de sus discípulos. No olvidemos que según la organización del Judaísmo de aquel tiempo las mujeres apenas formaban parte de la comunidad: podían participar al culto de la sinagoga, pero no estaban obligadas a ello. La liturgia empezaba cuando, por lo menos, diez hombres estaban presentes, mientras que a las mujeres no se las contaba.
Evangelio Lc 8,1-3
En Jesús todos los prejuicios contra la mujer han caído, hombre y mujer tienen la misma dignidad. ¿Para cuándo su repercusión REAL en nuestra Iglesia?
Algunas mujeres acompañaban a Jesús y lo ayudaban con sus bienes.
En aquel tiempo, Jesús iba caminando de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo, predicando la Buena Noticia del Reino de Dios; lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que él había curado de malos espíritus y enfermedades: María la Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, mujer de Cusa, intendente de Herodes; Susana y otras muchas que le ayudaban con sus bienes.
1 La expresión “seguir a Jesús” indica la condición del discípulo que sigue al Maestro, veinticuatro horas al día, procurando imitar su ejemplo y participar de su destino.
2 Las mujeres siguen a Jesús. Lo sorprendente es que, al lado de los hombres, hay también mujeres que “acompañaban a Jesús”. Lucas coloca a los discípulos y a las discípulas en pie de igualdad, pues ambos siguen a Jesús.
3 Lucas también conservó los nombres de algunas de estas discípulas: María Magdalena, nacida en la ciudad de Magdala: había sido curada de siete demonios. Juana, mujer de Cuza, procurador de Herodes Antipas, que era gobernador de Galilea. Susana y varias otras.
4 De ellas se afirma que “sirven a Jesús con sus bienes”. Jesús permitía que un grupo de mujeres le “siguiera”.
5 La tradición eclesiástica posterior no valoró este dato del discipulado de las mujeres con el mismo peso con que valoró el seguimiento de Jesús por parte de los hombres. Una verdadera lástima que está teniendo un excesivo peso a la hora de calibrar el servicio de la mujer en la Iglesia.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: La seguridad en nuestra resurrección, al paso inmediato de la muerte física a la nueva presencia ante y con el Señor, es básica en nuestra creencia cristiana. El hecho de que el Señor siempre atiende nuestra oración forma parte importante de nuestra vida.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Creemos firmemente en nuestra resurrección, sin espera ni dilación posterior a nuestra muerte física? ¿Creemos es la escucha del Señor... y somos capaces, a su vez, de escucharle? ¿Cuándo se producirá una verdadera integración de la mujer en la actividad de la Iglesia? ¿Escritura o Tradición?

LA ORACIÓN.- Te damos gracias, Señor, por la resurrección de tu Hijo que da sentido a nuestra vida cristiana, y origen a nuestra esperanza de seguir en tu regazo una vida distinta pero plena. Te rogamos, Señor, que seamos capaces de proclamarlo a todos los que nos rodean, impregnando también a ellos de esa maravillosa esperanza.

Exhortación apostólica postsinodal: querida Amazonia
24. ¿Cómo están las instituciones de la sociedad civil en la Amazonia? El Instrumentum laboris del Sínodo, que recoge muchas aportaciones de personas y grupos de la Amazonia, se refiere a «una cultura que envenena al Estado y sus instituciones, permeando todos los estamentos sociales, incluso las comunidades indígenas. Se trata de un verdadero flagelo moral; como resultado se pierde la confianza en las instituciones y en sus representantes, lo cual desprestigia totalmente la política y las organizaciones sociales. Los pueblos amazónicos no son ajenos a la corrupción, y se convierten en sus principales víctimas».


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