19/09/2020 La oración y la comunidad son el impulso para estar siempre dispuestos a evangelizar, tanto de palabra como de obra.

 

  ¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 19 SEPTIEMBRE 2020

La oración y la comunidad son el impulso para estar siempre dispuestos a evangelizar, tanto de palabra como de obra.

La oposición entre los corintios y Pablo, venía, en gran parte, de dos esquemas mentales diferentes, de dos concepciones del hombre:
--Los griegos y los occidentales en general tienen una concepción dualista, que separa el cuerpo del alma, hasta llegar a dar a ésta una cierta autonomía.
--Los judíos, por el contrario, tienen una concepción unitaria del hombre: cuerpo y alma juntos constituyen la "persona".
Dios salva a todo el hombre.
Primera lectura 1Co 15,35-37,42-49
Para cada uno “el final de los tiempos” es el final de su vida terrena; no hay que esperar más para resucitar
Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible.
Hermanos: Alguno preguntará: ¿Y cómo resucitan los muertos? ¿Qué clase de cuerpo traerán? Tonto, lo que tú siembras no recibe vida si antes no muere. Y al sembrar, no siembras lo mismo que va a brotar después, sino un simple grano, de trigo, por ejemplo, o de otra planta. Igual pasa en la resurrección de los muertos: se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se siembra lo miserable, resucita glorioso; se siembra lo débil, resucita fuerte; se siembra un cuerpo animal, resucita cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual. En efecto, así es como dice la Escritura: «El primer hombre, Adán, se convirtió en ser vivo». El último Adán, en espíritu que da vida. El espíritu no fue lo primero: primero vino la vida y después el espíritu. El primer hombre, hecho de tierra, era terreno; el segundo hombre es del cielo. Pues igual que el terreno son los hombres terrenos; igual que el celestial son los hombres celestiales. Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial.
1 Recordamos aquellas palabras de Jesús contestando a las preguntas de los saduceos sobre la vida después de la muerte: “Cuando resuciten de la muerte... serán en el cielo como los ángeles”.
2 Pablo nos da aquí una preciosa explicación de la resurrección, de cómo nuestra materia se queda en tierra y nuestro cuerpo espiritual resucita para unirse más íntimamente con el Señor.
3 En el cielo ya no necesitamos todos los aditamentos carnales que aquí usamos para comunicarnos con los demás. “La resurrección consiste pues en despojarse de una vida natural para revestirse de otra donde lo sobrenatural, donde Dios que es la vida, todo lo polariza. El cuerpo deja de estar condicionado por la carne. El hombre, todo él, incluido su soma-cuerpo, se remonta a Dios. Por el contrario, su sarx-materia, que procede de la tierra, es devuelta a la misma tierra de donde nadie la podrá arrancar jamás”. (P. ANTONIO SALAS, O.S.A., en su “Catecismo Bíblico para adultos” (Biblia y fe, Escuela Bíblica)
4 Incluyo este extracto del agustino padre Salas, porque, aunque puede parecer un tanto “técnico”, creo que si lo leemos con atención describe “razonablemente” nuestra resurrección, que él afirma se produce en cuanto morimos a este mundo.

Salmo 56,10 – 14
Jesús nos ha marcado el camino
Caminaré en presencia de Dios a la luz de la vida.
Que retrocedan mis enemigos cuando te invoco,
y así sabré que eres mi Dios.
En Dios, cuya promesa alabo,
en el Señor, cuya promesa alabo,
en Dios confío y no temo:
¿qué podrá hacerme un hombre?
Te debo, Dios mío, los votos que hice,
los cumpliré con acción de gracias:
porque libraste mi alma de la muerte,
mis pies, de la caída;
para que camine en presencia de Dios
a la luz de la vida.
Creo firmemente, Señor, que libras y librarás mi alma, mi cuerpo espiritual de la muerte, que me esperas con los brazos abiertos para acogerme en tu morada celestial eterna, y por ello te alabo y te doy gracias.
Te ruego, Señor, que mis pasos no se aparten nunca de ese camino en el que Tú estás presente y que Tú iluminas con tu misericordia y tu fidelidad.
La senda que tu Hijo nos ha enseñado es camino que tenemos que seguir, siempre a la luz de la vida que Tu nos has entregado con tanta generosidad.

Todos los mesianismos judíos esperaban una manifestación brillante y rápida de Dios.
Jesús parece querer rebajar su entusiasmo: el "Reino de Dios" está sujeto a los fracasos... va progresando penosamente en medio de un montón de dificultades... ¡Mucha paciencia es necesaria! Como Jesús, ¿me atrevo yo a mirar de cara las dificultades de mi vida personal... de mi medio familiar o profesional... de la vida de la Iglesia?...
Evangelio Lc 8,4-15
La oración es el abono; la Palabra y las obras, la semilla; el cariño y la dedicación, el cuidado para el crecimiento; el seguimiento de Jesús, la cosecha
Los de la tierra buena son los que escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto al ciento por uno. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. Entonces le preguntaron los discípulos: ¿Qué significa esa parábola? Él les respondió: A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la Palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la Palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la Palabra, la guardan y dan fruto perseverando.
1 “No hay peor sordo que el que no quiere oír”, dice el refrán.
2 Aquí Jesús pone esto de manifiesto, y, debemos de preguntarnos si a nosotros no nos pasará algo de esto: que oímos lo que el Señor nos dice, pero realmente no lo escuchamos, hacemos caso omiso de lo que nos dice.
3 O también, miramos a la gente necesitada, pero no nos interesa verla, no nos hacemos conscientes de su necesidad.
4 Entre otras cosas, la parábola tiene la intención de hacer que la gente piense en lo que Jesús le ha dicho, traten de entenderlo y así llegue más a su corazón.
5 La parábola que hoy nos trae Lucas es esplendorosa y muy gráfica. Se refiere a nuestra proclamación del Reino. La Palabra de Dios puede pasar por las mismas vicisitudes que una semilla. Creo que es fácil comprenderla (sobre todo si alguna vez se ha sembrado algo).
6 Hay quien oye la Palabra pero no la escucha; otro la acoge con entusiasmo, pero al poco oye otra cosa y detrás de ella va, olvidando la Palabra recibida; por último, los que oyen y escuchan la Palabra, la acogen en su corazón y en su mente y la acrecientan con la oración y la meditación.
7 Por experiencia agrícola, me atrevería a añadir la semilla que se le cae al agricultor antes de llegar al terreno elegido y, milagrosamente, da fruto. Son aquellos que observan el testimonio cristiano y buscan al Señor y su Palabra. Cuando el agricultor se da cuenta de que aquella semilla ha germinado, la riega y la cuida para que dé su fruto.
8 Precisamente hace un mes y medio, más o menos, sembré unas semillas de calabaza. Germinaron en quince días y ¡oh milagro!, empezaron a “andar”, como yo le llamo a su crecimiento que necesita terreno por donde desarrollarse y una mano que las guíe por “el buen camino”. Es una maravilla sentir la acción del Señor en la naturaleza, y como nos pone a nosotros para su desarrollo

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: La resurrección es una parte muy importante de nuestra fe cristiana; sabemos que vamos hacia un Dios que nos ha creado por amor, que por ello nos está salvando desde esta existencia terrenal y que nos llevará con su Hijo resucitado al final de nuestra estancia en la tierra. Hacia allí vamos por ese camino en el que Dios está presente y al que Dios presta su luz. Y ese camino será más fácil de recorrer si escuchamos la Palabra de Dios, la meditamos y la oramos.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Creemos verdaderamente en nuestra resurrección? ¿Alabamos al Señor y confiamos en Él? ¿Oímos y escuchamos, miramos y vemos todo lo que el Señor pone en ese camino de vida que nos da?

LA ORACIÓN: Escúchanos, Señor Padre de todos, que nos has hecho llegar al comienzo de este día, haz que toda nuestra vida, unida a la de Cristo, sea alabanza de tu gloria, y que sepamos contemplar y admirar tu acción en la naturaleza, dándonos cuenta de que nuestra colaboración es necesaria. Te lo pedimos, Señor

Exhortación apostólica postsinodal: querida Amazonia
25. No podemos excluir que miembros de la Iglesia hayan sido parte de las redes de corrupción, a veces hasta el punto de aceptar guardar silencio a cambio de ayudas económicas para las obras eclesiales. Precisamente por esto han llegado propuestas al Sínodo que invitan a «prestar una especial atención a la procedencia de donaciones u otra clase de beneficios, así como a las inversiones realizadas por las instituciones eclesiásticas o los cristianos».

 



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