22/09/2020 La comunidad es el lugar más eficaz para escuchar la palabra de Dios, reconocer la presencia de Cristo, percibir la acción del Espíritu

 

 

 

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 22 SEPTIEMBRE 2020
La comunidad es el lugar más eficaz para escuchar la palabra de Dios, reconocer la presencia de Cristo, percibir la acción del Espíritu

El Clamor del Necesitado. El libro de los Proverbios, en este día, comienza diciendo: “El Corazón del rey es una acequia en manos de Dios”. Una acequia es un canal de agua que sirve para regar, el corazón del rey es un canal donde Dios riega su presencia. Dios es quien pesa los corazones.
Dios prefiere la justicia y el derecho por encima de todo sacrificio, por eso, no podemos cerrar los ojos ante el clamor del necesitado. Y es que el necesitado pone a prueba nuestro corazón. Lo mostrará duro como una roca si nuestros ojos se cierran a su clamor. Lo mostrará misericordioso si nuestros ojos se abren y son capaces de mirar y contemplar su vida, y atender su necesidad.
Es una llamada a los que gobiernan. Los hombres de gobierno no pueden hacer políticas que empobrezcan más a la gente, que no tengan en cuenta un desarrollo social más humano. También es una llamada a la responsabilidad donde la justicia y el derecho se garanticen como algo propio de cuantos forjan los destinos de los pueblos.
El necesitado nos llama, clama al cielo, pero también clama a la justicia social que está en manos de los hombres. No podemos desentendernos con políticas precarias de los más vulnerables, se necesitan políticas integrales que saquen de la pobreza a tantos hombres que la guerra, la crisis, la migración... nos muestran cada día.
Primera lectura Pr 21,1-6.10-13
Debemos hacer de nuestro corazón una acequia para que el Señor le dé la orientación que quiera, que siempre consiste en la justicia.
Diversas sentencias.
El corazón del rey es una acequia en manos de Dios: la dirige adonde quiere. Al hombre le parece siempre recto su camino, pero es Dios quien pesa los corazones. Practicar el derecho y la justicia Dios lo prefiere a los sacrificios. Altivez de ojos, mente ambiciosa, faro de los malvados es el pecado. Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado traen indigencia. Tesoros ganados por boca embustera son humo que se disipa y lazos mortales. Afán del malvado es buscar el mal, no mira con piedad a su prójimo. Cuando el cínico la paga, aprende el inexperto, pero el sabio aprende con la enseñanza. El justo observa el corazón malvado y entrega al malvado a la desgracia. Quien cierra los oídos al clamor del necesitado, no será escuchado cuando grite.
1 Estas máximas que hoy vemos son aplicables a la vida cotidiana. El que manda debe siempre tener en cuenta que no puede hacerlo a capricho y que tendrá que rendir cuentas.
2 Siempre tendemos a justificarnos y nos es difícil aceptar nuestra responsabilidad. El derecho y la justicia son la base de la igualdad entre los hombres, y sin ellas siempre habrá grandes desajustes y peleas.
3 Jesús menciona esta frase casi al pie de la letra, y es muy aplicable a los cristianos de hoy en día que tenemos que disminuir los ritos e incrementar nuestro sentido de la justicia entre todos los componentes de la comunidad parroquial... y de los no pertenecen a ella, por supuesto
4 Nunca ser altivos con el humilde, sino ponernos a su altura. Debemos de pensar bien lo que hacemos, no andar “a tontas y a locas.
5 No podemos estar buscando riquezas por encima de todo; amar a nuestro prójimo es tarea principal del cristiano, oyendo y escuchando al que clama a nosotros.
6 Con frecuencia damos más importancia a las condiciones materiales, que al motivo espiritual, al que sólo el espíritu es sensible. Debemos ser conscientes que la obra material tiene principalmente el valor de la rectitud de intención con que se hace, el amor a Dios que en ella se pone.
7 Una gran ofrenda con poco amor, vale poco; un pequeño sacrificio con mucho amor, vale mucho

Salmo 119, 1.27.30.34.35.44
El salmista pide y el Señor actúa
Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos.
Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor.
Instrúyeme en el camino de tus decretos,
y meditaré tus maravillas.
Escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.
Enséñame a cumplir tu voluntad
y a guardarla de todo corazón.
Guíame por la senda de tus mandatos,
porque ella es mi gozo.
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás.
Te alabamos y te bendecimos, Señor, porque nos has trazado el camino que nos lleva hacia Ti, pasando por nuestros hermanos más necesitados.
Te damos gracias por tus maravillas que contemplamos a diario en la naturaleza y te rogamos que mantengas tu mano sobre nosotros, y que nos ayudes a cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón.
Danos la fuerza y la voluntad necesarias para seguir tus preceptos, que son camino, testimonio y alegría para nuestro corazón.

¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? A esta pregunta le acompaña una respuesta concreta. No es la misma pregunta que hace Caín, cuándo le pregunta a Dios ¿soy yo acaso guardián de mi hermano? Donde muestra indiferencia y falta de responsabilidad por lo que la envidia le llevó hacer.
Jesús en este caso da un sentido de amplitud. Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. Le da a María un sentido de maternidad más amplio, por haber escuchado. Y le da a sus hermanos un sentido de familia más amplio por haber escuchado la palabra de Dios. Pero no todo queda en la escucha.
A este gesto le acompaña el cumplimiento. La Palabra de Dios compromete la vida entera. Jesús quiere reunir en un solo pueblo, en una sola familia por medio de su palabra a cuantos le escuchan. Él es ese rey del libro de los Proverbios con el corazón regado por las manos de Dios. Un rey que le conmueve la justicia y el derecho.
Evangelio Lc 8,19-21
La familia es célula cristiana importante, pero no siempre se integra o forma comunidad
Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la palabra de Dios y la ponen por obra.
En aquel tiempo, vinieron a ver a Jesús su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte. El les contestó: Mi madre y mis hermanos son éstos: los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen por obra.
1 La familia es la primera comunidad a la que pertenecemos y es célula básica en la formación de una sociedad justa y equilibrada.
2 Pero no puede ser una “encerrona” para las personas, que deben de tratar que esa justicia y equilibrio esté presente en la familia, pero, de considerar que esto no es posible, debe acogerse con más fuerza a su comunidad cristiana con entera libertad y siempre dentro del buen juicio.
3 Jesús siembra esa semilla de contestación: la familia no es un bien absoluto. Escuchar y cumplir la Palabra del Señor son las bases de la nueva familia del Reino de Dios.
4 En un momento en que Cristo, rodeado de gentes, predica, su madre y sus "hermanos" desean verle. Como no pueden acercarse, por la multitud, se le pasa un recado.
5 Y Cristo aprovecha aquella oportunidad, no para negar el afecto filial y de piedad a los suyos, sino para comparar el simple afecto familiar humano al otro afecto de la gran familia cristiana, basada en el afecto y piedad sobrenaturales.
6 Por eso, desde este punto de vista, para cualquiera que "escucha" la "palabra de Dios”, y la "pone por obra," tiene para Él el afecto entrañable y familiar, aunque aquí sobrenatural, que corresponde a ese otro motivo más alto que los simples lazos de la sangre. Son los miembros del Reino.
7 Así pues, la escucha de la Palabra, el diálogo en oración con el Señor, conducirá nuestra vida por el camino que sigue su voluntad, y nos llenará de gozo, como anunciaba el salmo de hoy.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Las sentencias que el libro de los Proverbios pone hoy a nuestra consideración, son muy aprovechables, si nos detenemos con calma a considerar su aplicación a nuestra vida diaria. En esta meditación tendremos en cuenta que el Señor está en nuestro corazón... siempre que lo acojamos. Y acoger al Señor y su Palabra nos llevará a formar una familia en el Reino, en la que la familia de sangre debe de ser básica, pero no incondicionalmente.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Tratamos de llevar derecho y justicia a nuestro alrededor? ¿Caminamos en la voluntad del Señor? ¿Consideramos la comunidad como familia, y tratamos de que la familia sea comunidad?

LA ORACIÓN: Concédenos, Señor, un día lleno de paz, de alegría y de inocencia, para que, llegados a la noche, con gozo y limpios de pecado, podamos alabarte nuevamente. Que baje hoy a nosotros tu bondad y haga prósperas las obras de nuestras manos y mira con bondad a cuantos se han encomendado a nuestras oraciones y enriquécelos con toda clase de bienes del cuerpo y del alma. Te lo pedimos, Señor

Exhortación apostólica postsinodal: querida Amazonia
27. El diálogo no solamente debe privilegiar la opción preferencial por la defensa de los pobres, marginados y excluidos, sino que los respeta como protagonistas. Se trata de reconocer al otro y de valorarlo “como otro”, con su sensibilidad, sus opciones más íntimas, su manera de vivir y trabajar. De otro modo, lo que resulte será, como siempre, «un proyecto de unos pocos para unos pocos», cuando no «un consenso de escritorio o una efímera paz para una minoría feliz». Si esto sucede «es necesaria una voz profética» y los cristianos estamos llamados a hacerla oír.


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