13/04/2021 Icemos las velas del barco de nuestra vida según la dirección del viento, del Espíritu

 ¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 13 ABRIL 2021
Icemos las velas del barco de nuestra vida según la dirección del viento, del Espíritu

Éste es el segundo «compendio», o cuadro recopilador, donde Lucas presenta el nuevo estilo de vida de la Iglesia, fruto del Espíritu. Se subraya aquí la comunión de bienes, descrita de un modo más bien detallado.
Aparecen dos prácticas de comunión: la primera consiste en poner en común los propios bienes o comunión de uso. Cada uno es propietario de sus bienes, pero se considera sólo administrador de los mismos, poniendo el fruto de los mismos a disposición de todos. La segunda práctica consiste en la venta de los bienes, seguida de la distribución de lo recaudado. Esta distribución la hacen los apóstoles después de que se deposita a sus pies el importe de la venta. Estas dos prácticas de comunión no son las únicas: los Hechos de los Apóstoles presentan otras. Pablo habla del trabajo de sus propias manos para proveer a las necesidades de los suyos y de «los débiles» (20,34s).
Lo que le importa a Lucas sobre todo es mostrar que las distintas prácticas de comunión de bienes están arraigadas en una profunda comunión de espíritus y de corazones. Del conjunto se desprende que estamos en presencia de la comunidad mesiánica, heredera de las promesas hechas a los padres: «No habrá ningún pobre entre los tuyos, porque Yahvé te bendecirá abundantemente en la tierra que Yahvé tu Dios te da en herencia para que la poseas, pero sólo si escuchas de verdad la voz de Yahvé tu Dios» (Dt 15,4s).
Primera lectura Hch 4,32-37
La fraternidad es marca de calidad cristiana
Todos pensaban y sentían lo mismo.
En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y Dios los miraba a todos con mucho agrado. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían tierras o casas las vendían, traían el dinero y lo ponían a disposición de os apóstoles; luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno. José, a quien los apóstoles apellidaron Bernabé, que significa Consolado, que era levita y natural de Chipre, tenía un campo y lo vendió; llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles.
1 No hace mucho veíamos un video del Cardenal Bergoglio, actual Papa Francisco, dirigido a un colectivo de Cáritas argentino, en el que expresa con claridad y determinación la labor cristiana en el compartir.
2 Va más allá de la necesaria solidaridad, incluye la comprensión y la compasión, el acompañamiento y el consuelo. Es el modo de compartir cristiano que, quizá, sólo pueda tener lugar en una comunidad viva, en la que todos somos hermanos y vivimos las inquietudes y preocupaciones de los demás
3 Es decir, que debemos pasar de la “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”, a la “amistad o afecto entre hermanos o entre quienes se tratan como tales”, definiciones que da el Diccionario de la Real Academia Española a la solidaridad y a la fraternidad, respectivamente, y que definen perfectamente lo que decíamos en el párrafo anterior.

El Salmo 93 comienza repentinamente y de manera maravillosa, con la proclamación del reinado de Yahvé. Esto eleva al Dios del pacto de Israel sobre cualquier ídolo y pretendiente de gobernar.
El salmista celebra la realeza activa de Dios, es decir, su acción eficaz y salvífica, creadora del mundo y redentora del hombre. El Señor no es un emperador impasible, relegado en su cielo lejano, sino que está presente en medio de su pueblo como Salvador poderoso y grande en el amor.
Sal 93, 1ab.1c-2.5
Alabemos al Señor en su Reino
El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad, el Señor,
vestido y ceñido de poder:
así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Levantan los ríos, Señor,
levantan los ríos su voz,
levantan los ríos su fragor;
pero más que la voz de aguas caudalosas,
más potente que el oleaje de la mar,
más potente en el cielo es el Señor.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa, Señor,
por días sin término.
Este salmo tiene su más plena realización en la Pascua de Jesucristo que hace poco hemos celebrado.
Los ríos de la persecución y de la muerte levantaron su voz contra el Señor, las aguas caudalosas del infierno se levantaron contra su Dios y contra su Ungido, pero, pasada la hora de las tinieblas, el Señor reina vestido de majestad y ceñido de poder, porque más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor: su trono ahora está firme y no vacila.
Israel cantaba entusiasmado con este salmo el nuevo Reino de Dios restaurado después del exilio de Babilonia.
Nuestro entusiasmo, el del nuevo pueblo de Dios que constituimos, en el que Dios reina en la persona de Cristo resucitado, no debe de ser menor: tu triunfo, Señor, es admirable.
Llenos de alegría celebramos tu reino y tu resurrección que nos da la vida eterna

El diálogo de Jesús con Nicodemo se transforma aquí en un monólogo ininterrumpido que el evangelista pone en los labios de Jesús. Nos encontramos frente a palabras auténticas de Jesús y a testimonios postpascuales fundidos por el autor en un solo discurso. Se trata de una profesión de fe usada en el interior de la vida litúrgica de la Iglesia joánica. En ella se contiene, en síntesis, la historia de la salvación.
Evangelio Jn 3,5a.7b-15
Confesemos que Jesús es el Cristo
Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: «Te lo aseguro, tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu. Nicodemo le preguntó: ¿Cómo puede suceder eso? Le contestó Jesús: «Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos; de lo que hemos visto damos testimonio, y no aceptáis nuestro testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.»
1 Nicodemo, hombre culto y magistrado judío, ¿comprendió lo que Jesús le dijo? Nicodemo sabía por las escrituras que Moisés levantó una serpiente para librar a su pueblo del veneno de las serpientes, pero no llegaba a comprender que Cristo también sería levantado para librar, no ya a un pueblo concreto con un número determinado de personas, sino que libraría a todos los hombres de las picaduras del pecado.
2 Antes de elaborar proyectos pensados hasta sus últimos detalles, necesitamos transformar nuestra mirada, nuestra actitud y nuestra relación con el mundo de hoy. Necesitamos parecernos más a Jesús. Dejarnos trabajar por su Espíritu. Solo Jesús puede darle a la Iglesia un rostro nuevo.
3 Porque el Espíritu de Jesús sigue vivo y operante también hoy en el corazón de las personas, aunque nosotros ni nos preguntemos cómo se relaciona con quienes se han alejado definitivamente de la Iglesia. Ha llegado el momento de aprender a ser la «Iglesia de Jesús» para todos, y esto solo él nos lo puede enseñar.
4 El Espíritu de Dios no solamente tiene la libertad del viento, sino también la generosidad del viento, que sopla para todos por igual sin dejarse aferrar por nadie.
5 Este es el sentido real de la frase inicial de Jesús, referida a la libertad del soplo del Espíritu que invade a la persona que ha elegido en el momento que quiere; es la experiencia de fe que requiere, al mismo tiempo, deseo y acción por parte del que aspira a ella, especialmente en la escucha de la Palabra con la que llega el Espíritu.
6 Una vez aquí, al igual que el marino en la mar sabe de donde viene el viento y cual debe de ser su maniobra, así el cristiano tiene su vida entera inspirada por el Espíritu.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Nuestro comportamiento cristiano debe de estar siempre presidido por el amor, amor que nos llevará a atender las necesidades de tiempo, cariño, dinero... de las personas que más lo necesitan. El soplo del Espíritu nos impulsará en esta labor que llevaremos, indudablemente, a cabo en nuestra comunidad, pero que debe extenderse a nuestro entorno natural

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Compartimos o racaneamos? ¿Sentimos la seguridad y la fidelidad de los mandatos del Señor? ¿Sabemos “maniobrar” para recibir adecuadamente el soplo del Espíritu?

LA ORACIÓN: Con espíritu gozoso, invoquemos a Cristo a cuya humanidad dio vida el Espíritu Santo, haciéndolo fuente de vida para los hombres. Te lo pedimos, Señor

CARTA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE
LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL
Gratuidad que acoge 139. No obstante, no quisiera limitar este planteamiento a alguna forma de utilitarismo. Existe la gratuidad. Es la capacidad de hacer algunas cosas porque sí, porque son buenas en sí mismas, sin esperar ningún resultado exitoso, sin esperar inmediatamente algo a cambio. Esto permite acoger al extranjero, aunque de momento no traiga un beneficio tangible. Pero hay países que pretenden recibir sólo a los científicos o a los inversores.

 

 

 

 

 

 



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