29/07/2021 Dentro de la comunidad cristiana hay quien no vive la base del Reino: la ayuda al necesitado

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 29 JULIO 2021
Dentro de la comunidad cristiana hay quien no vive la base del Reino: la ayuda al necesitado

La presencia de Dios en Israel se manifiesta de formas distintas. En este capítulo del Éxodo se nos narra la construcción del santuario que Moisés levanta a Yahveh conforme a sus indicaciones. Un santuario móvil, para asegurar la presencia y la gloria de Dios en medio del Pueblo. Presencia que dirige la marcha del pueblo a través del desierto, hacia la salvación y la tierra prometida. Es el origen del futuro Templo de Salomón, que guardará como en este santuario de peregrinación las mismas formas y las distintas moradas que Dios indicó a Moisés.
El Templo y el arca de la Alianza, donde se guardan las palabras escritas por Yahveh, aseguran la presencia de Dios en medio de su pueblo. Significan el reducto, la nube, donde Dios manifiesta su poder y su gloria. Desde allí se concreta su promesa: Yo estaré con vosotros y os conduciré a una tierra nueva, donde “vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios”. Por el arca, manifiesta el Dios de la Alianza que está presente en medio de su pueblo, para guiarle y protegerle, para hacer conocer su palabra y escuchar su oración.
El Templo es así sacramento de la presencia de Dios. También para nosotros ha de tener este sentido. Cuando nos reunimos en nombre del Señor, Dios se manifiesta en medio de nosotros. En Cristo hemos sido constituidos parte de ese Templo espiritual que es la Iglesia, donde sigue revelándose la Palabra de Dios al mundo, y donde con nuestra oración, hacemos presente a Dios en el mundo.
La historia, nuestra propia historia, no pueden ponerse de espaldas a Dios. Dios habita en el mundo a través de nuestro testimonio y nuestra vida.
Primera lectura Ex 40, 16 – 21. 34 – 38
Hagamos que la gloria del Señor inunde nuestra vida
La nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario
En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.
1 Hemos llegado al final del libro del Éxodo. La imagen inicial de la opresión de Israel a manos del faraón, símbolo de los poderosos se ha transformado en la visión de un pueblo libre, que marcha, protegido y guiado por Yahvé, hacia la tierra prometida.
2 El puñado de fugitivos de Egipto aparece ahora como una comunidad bien organizada, de la que ha tomado posesión Yahvé, tras de haberse manifestado a ellos en el Sinaí.
3 El milagro de esta transformación es obra exclusiva de Yahvé. El es quien ha escogido este pueblo para que sea sacramento de su presencia salvadora, es decir, señal visible de su misterio salvador. Una gran responsabilidad.
4 Por eso lo ha llamado de la nada, lo ha sacado de la opresión, lo ha puesto en el camino de la libertad y le ha dado un sentido de marcha. Dios se revela en los acontecimientos de la historia. Por ello, la morada de Dios, su habitación, es esencialmente el pueblo, la comunidad humana.

Preparar una peregrinación es una expresión sugerente en la vida espiritual, para unos ejercicios, un retiro, un tiempo de silencio... Desde el momento en que se proyecta esta aventura espiritual, el alma se llena de gozo.
Sal 84, 3 – 6. 8. 11
Jesús nos prometió reservarnos morada en ese cielo en el que siempre nos acoge
¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume
y anhela los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor del universo,
Rey mío y Dios mío.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza;
caminan de baluarte en baluarte.
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa,
y prefiero el umbral de la casa de Dios
a vivir con los malvados.
El Espíritu quiso que este salmo quedara cristalizado en la Escritura, para acompañar también la peregrinación del nuevo Israel, nuestra comunidad, que camina hacia el reino.
También nosotros, peregrinando, deseamos la Jerusalén definitiva, donde contemplaremos al Dios vivo, y envidiamos a los que llegaron ya al término de su peregrinación: Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.
Pero, también, dichosos nosotros, que, preparando nuestra peregrinación, vivimos alegres en la esperanza y, cuando atravesamos áridos valles de dificultades, los convertimos en oasis; teniendo a Dios como sol y escudo que nos protege, caminamos, con esperanza firme, de baluarte en baluarte hasta que veamos a Dios en Sión.
Empezamos ahora un nuevo día, iniciamos una nueva etapa de nuestra peregrinación. Que la esperanza que nos insinúa este salmo convierta en oasis las posibles dificultades de nuestra jornada.
Vayamos hacia Él con alegría; es decir, no sólo con la esperanza de salvarnos, sino de llegar ante Él como hijos que ya desde ahora, mediante sus buenas obras y su auténtico amor fraterno, dan razón de su esperanza, y reflejan su fe en los que les rodean, en permanente evangelización, que es la responsabilidad de la Iglesia, tratando de converger todos en ese centro que Jesús representa y materializa.

Evangelio Lc 10, 38-42
Una oración que no lleva a la acción concreta hacia el hermano pobre, enfermo, necesitado de ayuda, en dificultad, es una oración estéril e incompleta”
Marta lo recibió en su casa. María ha escogido la parte mejor.
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada».
Y en eso de los dones especiales están Marta y María. La una en los “fogones”; la otra sentada a los pies del Señor escuchando su palabra. ¿Pretende el evangelista comparar dos líneas de actuación?
No parece, desde luego, lógico. ¿Entonces? Lo primero que vemos en este texto es familiaridad y cordialidad de Jesús con unas mujeres, en un mundo machista como aquél. Tanto la exigencia de Marta como la réplica de Jesús revelan una cordial amistad. Vemos a María en actitud de discípulo y en escucha, nueva revalorización de la mujer, en un mundo en el que un dicho judío rezaba: “el que enseña la Torah a una mujer, le enseña necedades”.
Entonces lo que debemos extraer de este texto es a nivel de escucha o no escucha de la Palabra, dos actitudes que pueden darse en una misma forma de vida. Bien sabemos en la Comunidad que la escucha de la Palabra es “la parte mejor”, de la que no se puede prescindir si se quiere ser discípulo de Jesús.
Y no es que lo cotidiano no sea necesario, pero siempre hay que atender a la Palabra y no dejar que la actividad, “el hacer mucho”, nos domine.
¿Comprendemos que la escucha de la palabra del Señor, la contemplación y el servicio concreto al prójimo son dos aspectos inseparables de la vida cristiana, vividos en profunda unidad y armonía? ¿Recordamos aquella expresión de San Benito que resumía el estilo de vida que indicaba sus monjes en dos palabras: “ora et labora”, reza y obra?

CARTA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL 231. Muchas veces es muy necesario negociar y así desarrollar cauces concretos para la paz. Pero los procesos efectivos de una paz duradera son ante todo transformaciones artesanales obradas por los pueblos, donde cada ser humano puede ser un fermento eficaz con su estilo de vida cotidiana. Las grandes transformaciones no son fabricadas en escritorios o despachos. Entonces «cada uno juega un papel fundamental en un único proyecto creador, para escribir una nueva página de la historia, una página llena de esperanza, llena de paz, llena de reconciliación». Hay una “arquitectura” de la paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, cada una desde su competencia, pero hay también una “artesanía” de la paz que nos involucra a todos. A partir de diversos procesos de paz que se desarrollaron en distintos lugares del mundo «hemos aprendido que estos caminos de pacificación, de primacía de la razón sobre la venganza, de delicada armonía entre la política y el derecho, no pueden obviar los procesos de la gente. No se alcanzan con el diseño de marcos normativos y arreglos institucionales entre grupos políticos o económicos de buena voluntad. [...] Además, siempre es rico incorporar en nuestros procesos de paz la experiencia de sectores que, en muchas ocasiones, han sido invisibilizados, para que sean precisamente las comunidades quienes coloreen los procesos de memoria colectiva»



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