07/12/2021 El pueblo necesita consuelo. La misma presencia del Señor consuela.

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 07 DICIEMBRE 2021
El pueblo necesita consuelo. La misma presencia del Señor consuela.

La deportación a Babilonia significó la catástrofe más estrepitosa de la historia para el pueblo de Dios; aquella nación la entendió como castigo a sus pecados. Pero un día todo cambió, y una voz profética anunció el retorno a la tierra de los padres: había que preparar el camino.
Preparación es quizá la palabra con menos eco en nuestros medios. Somos buenísimos improvisando. Preparar significa nutrir una visión de mediano y largo plazo. No dejar que la pereza y desidia se adueñen de nuestras disposiciones con eso de que “nadie sabe lo que va a pasar en el futuro”
Dejemos de agobiar a la Providencia responsabilizándola de nuestras irresponsabilidades: "Ya estaría de Dios", “Si Dios quiere...” y frases parecidas. Adueñarse de la historia, preparar, mirar el futuro que Dios coloca en nuestras manos, como Isaías recomienda.
¡A levantar cabeza y a trabajar! La justicia y el derecho abren la brecha. Algo nuevo y bueno se avecina, es un adviento. Dios se apresta a consolar a su pueblo. ¿Dónde están los lastimados?
Primera lectura Is 40,1-11
Abrid las puertas al consuelo del Señor
Dios consuela a su pueblo.
«Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha recibido doble paga por sus pecados.» Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos, que ha hablado el Señor.» Dice una voz: «Grita.» Respondo: «¿Qué debo gritar?» «Toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.» Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»
Estrenamos un nuevo Isaías, un segundo Isaías que abarca los capítulos 40 a 55 del conocido como Libro de Isaías. Titulado el Libro de la Consolación, el profeta trata de preparar al pueblo para una salida de Babilonia, un regreso del destierro.
Un libro, ¡vaya!, que podríamos necesitar en este mundo de hoy para salir del destierro de infidelidad y egoísmo en el que estamos metidos. Es el camino que los cristianos debemos de preparar en medio de este desierto, el camino que nos conduzca a la verdadera libertad.
Es el consuelo que necesitamos, y, al mismo tiempo, una misión que el Señor nos encarga, mostrando un hermoso camino y un apoyo fiel y permanente: la Palabra de nuestro Dios, que viene con su recompensa, que nos cuida como el Buen Pastor que Él es. Como siempre, Isaías dice cosas bellas, trascendentes y profundas.

La mar es siempre buena compañera; a veces un poco malhumorada, casi siempre alegre, siempre poderosa, reflejo del Señor; como a Él hay que respetarla y amarla; sabe recoger preocupaciones y angustias, aunque en ocasiones, muy escasas, las cree.
Sal 96,1-2.3.10ac.11-12.13-14
Aquí está nuestro Dios, que llega con fuerza
Nuestro Dios llega con poder.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Decid a los pueblos:
«El Señor es rey, él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos cuanto hay en ellos,
los árboles del bosque,
delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.
Gracias te damos, Señor por este anuncio de tu liderazgo, por la confirmación de tu justicia y fidelidad. Lo recibimos todo con alegría, con una alegría que debemos de ser capaces de mostrar a todos los que nos rodean, para que se acaben esos miedos, ese temor que tantas veces nos han enseñado a tenerte y que está muy lejos del amor que constantemente nos muestras.
Te rogamos por los quede una u otra manera nos gobiernan, para que los ilumines y les “prestes” un poco de tu justicia y generosidad.

El anuncio más consolador es que Dios llega, que llega con poder, que perdona a su pueblo sus pecados anteriores, que quiere reunir a todos los dispersos, como el pastor a sus ovejas. Es un retrato poético y amable de Dios como Pastor: «lleva en brazos los corderos, cuida de las madres». Tiene entrañas de misericordia para con su pueblo. No quiere que permanezcan más tiempo en la aflicción.
Evangelio Mt 18,12-14
A los primeros a quien Cristo Jesús quiere salvar en este Adviento es a nosotros mismos
Dios no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»
Ya Isaías anunciaba a este Buen Pastor que sabe cuidar de sus ovejas, y, ¡claro!, no le gusta que se pierda ninguna. En las familias nos pasa con nuestros hijos: tratamos de educarlos en el amor y en la senda de Jesús, pero o bien no acertamos, o bien no somos nosotros un adecuado testimonio; claro que también hay que contar con el ambiente general de la sociedad que es un lastre importante.
En todo caso no debemos de desanimarnos, porque el Señor siempre estará en su camino, cuidando de todas sus ovejas para bien.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Debemos de ejercer de buenos ayudantes de este Buen Pastor que tenemos la dicha de poseer, porque nuestras manos y nuestro testimonio deben de mostrar siempre la fidelidad del Señor que nos gobierna con tanto acierto. La alegría en nuestro modo de hacer y pensar en parte fundamental de nuestro ser cristiano, de nuestra misión de ayudante-pastor.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Cómo preparamos un camino al Señor en este desierto social en que vivimos? ¿Estamos normalmente alegres, conscientes de la presencia del Señor en nuestras vidas? ¿Cómo van “nuestros corderillos”?

LA ORACIÓN: Ven, Señor, a libertarnos, ven, tu pueblo a redimir; purifica nuestras vidas y no tardes en venir. Te esperamos anhelantes y sabemos que vendrás; deseamos ver tu rostro y que vengas a reinar. Consolaos y alegraos, desterrados de Sión, que ya viene, ya está cerca, él es nuestra salvación. Te lo pedimos, Señor (de la web El testigo fiel)

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POSTSINODAL, QUERIDA AMAZONIA
56. Despertemos el sentido estético y contemplativo que Dios puso en nosotros y que a veces dejamos atrofiar. Recordemos que «cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso». En cambio, si entramos en comunión con la selva, fácilmente nuestra voz se unirá a la de ella y se convertirá en oración: «Recostados a la sombra de un viejo eucalipto nuestra plegaria de luz se sumerge en el canto del follaje eterno». Esta conversión interior es lo que podrá permitirnos llorar por la Amazonia y gritar con ella ante el Señor.



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