24/05/2020 Dominical. La Ascensión de Cristo muestra al cristiano que su verdadera vida está en la dimensión de Dios, el verdadero cielo

 

  Dominical: El punto de vista de un laico (escuchar LA PALABRA; meditar LA PALABRA; actuar según LA PALABRA)

V e r ; j u z g a r ; a c t u a r

DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (ciclo A) (24 de Mayo 2020)
(Hch 1, 1 – 11; Sal 47, 2- 3. 6 - 9; Ef 1, 17 - 23; Mt 18, 16 – 20)

La Ascensión de Cristo muestra al cristiano que su verdadera vida está en la dimensión de Dios, el verdadero cielo

El hecho de que Lucas sintiera la necesidad de añadir una segunda parte a su evangelio nos revela que para él era muy importante conocer cómo los primeros cristianos habían puesto en práctica las enseñanzas de Jesús.
El verdadero protagonista del libro es el Espíritu Santo; Él es quien impulsa a los cristianos para que den testimonio de Jesús y quien dinamiza la vida de las comunidades que forman los que aceptan este testimonio y se conviertes. Espíritu, comunidad y misión son los tres grandes ejes de la historia que cuenta Lucas, y son, por tanto, las claves para leer este Libro.
Primera lectura Hch 1,1-11
Nos encontramos en la transición del relato de la muerte de Jesús en la cruz y la proclamación de la Fe en Jesús Señor exaltado por Dios.
Lo vieron levantarse.
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí de todo lo que Jesús fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles, que había escogido, movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo. Se les presentó después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, y, apareciéndoseles durante cuarenta días, les habló del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les recomendó: «No os alejéis de Jerusalén; aguardad que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que yo os he hablado. Juan bautizó con agua, dentro de pocos días vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.» Ellos lo rodearon preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?» Jesús contestó: «No os toca a vosotros conocer los tiempos y las fechas que el Padre ha establecido con su autoridad. Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines del mundo.»Dicho esto, lo vieron levantarse, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Mientras miraban fijos al cielo, viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como le habéis visto marcharse.»
Teófilo significa “que ama a Dios”, es decir, sería posible que Lucas dedicara su libro a cualquiera que amara a Dios.
Cuarenta es una cifra simbólica en el judaísmo, y se inspira en las cuarenta semanas que el niño pasa en el seno materno; se espera un nuevo nacimiento; la Ascensión marca los comienzos de la Iglesia, inspirados por el Espíritu Santo que Jesús anuncia.
En los evangelios no hay esta acotación de plazo de la presencia de Jesús, y muerte resurrección, ascensión y Pentecostés (infusión del Espíritu), tienen lugar “de corrido”. Pero, en todo caso, esa es nuestra fe... y nuestra responsabilidad.
“El jefe” ya no está físicamente para dirigirnos, para guiarnos. Fe y responsabilidad son nuestros instrumentos de trabajo en el desarrollo de la Iglesia.
La fuerza nos la da el Espíritu del Señor que será nuestro perpetuo acompañante, nuestro nuevo guía; pero tenemos que “verlo”, tenemos que sentirlo, tenemos que creer que ese anuncio de Jesús, esa fuerza misionera está presente en nosotros.
Y la misión no se hace sin el amor y la justicia, es decir, la misión es y está en el Reino de Dios que vivimos los cristianos y que será el único modo de vida que traiga la paz y la felicidad a esta convulsa tierra.
¿Somos conscientes de la “fuerza del Señor” para convertirnos y evangelizar?
¿Meditamos la Palabra del Señor y la proclamamos con nuestra conducta cristiana?

Se trata de un himno a Dios, Señor del universo y de la historia. Este himno al Señor, rey del mundo y de la humanidad, al igual que otras composiciones semejantes que recoge el Salterio, supone un clima de celebración litúrgica. Por eso, nos encontramos en el corazón espiritual de la alabanza de Israel, que se eleva al cielo desde el templo, el lugar en donde el Dios infinito y eterno se revela y se encuentra con su pueblo.
Sal 47,2-3.6 - 9
Nosotros, pequeña comunidad en la gran comunidad eclesial, meditamos la absoluta grandeza de Dios
Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas.
Pueblos todos batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
Dios asciende entre aclamaciones,
el Señor, al son de trompetas;
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey de toda a tierra;
cantadle un himno de alabanza.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Nosotros con este canto aclamamos a Cristo resucitado, en la hora misma de su resurrección. El Señor sube a la derecha del Padre, y a nosotros nos ha escogido como su heredad.
Su triunfo es, pues, nuestro triunfo e incluso la victoria de toda la humanidad, porque fue «por nosotros los hombres y por nuestra salvación que «subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre». Por ello, no sólo la Iglesia, sino incluso todos los pueblos deben batir palmas y aclamar a Dios con gritos de júbilo.
Tomamos este verbo "ascender" para aplicarlo a la Ascensión de Jesús resucitado en la gloria del Padre. Más allá de la palabra, es "la realeza universal de Dios", emperador de toda la tierra, que también canta la fiesta de la Ascensión.
Debemos ser de aquellos que invitan a los demás a esta fiesta divina. El apostolado no es una invitación regañona y suficiente dirigida a los demás para que se conviertan, sino una invitación alegre a participar en la alegría de los hijos del rey.
A participar en el himno de alabanza al Señor, nuestro rey, que ha creado el universo y lo ha puesto a disposición del hombre, ¿no debemos de cantar alegres?
Dios asciende porque es vida creciente, porque irradia fuerza creativa, porque es amor victorioso, porque es el Dios-Futuro que todo lo llena de esperanza. (Cáritas 1992)
¿Sabemos aclamar, proclamar a Jesús Resucitado, o nos quedamos en el Crucificado?
¿Sabemos ser generosos invitando a los más necesitados a esta fiesta divina?

En tiempos de Pablo, ni judíos ni cristianos ponían en duda que el mundo era gobernado por poderes sobrenaturales, los “ángeles”. Los denominaban: Dominaciones, Autoridades y Poderes, y Pablo nos dice que todos esos poderes son inferiores a Cristo.
Segunda lectura Ef 1,17-23
Cristo es presentado como manifestación de la fuerza poderosa de Dios, que le hace resucitar y subir al cielo, por encima de todo lo creado
Lo sentó a su derecha, en el cielo.
Hermanos: Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos.
Conocer es también amar, es ver a Dios con los ojos del corazón por una fe eminentemente práctica.
Concretamente, la oración de Pablo le pide al Señor que los efesios (y con ellos todos nosotros) conozcan: a) la esperanza a la que fueron llamados, b) la herencia que todavía esperan, y c)el poder de Dios que se manifestó en la exaltación de Jesús resucitado y ahora actúa en los creyentes hasta que también ellos resuciten como nuestro Señor.
Y para ello constituye la Iglesia, de la que formamos el cuerpo con Jesús como cabeza. Es un conjunto verdaderamente completo de nuestro ser cristiano, que nos da una responsabilidad de vida respaldada por la persona de Jesús.
¿Merece la pena? Ahí estamos.
¿Ponemos nuestra inteligencia en el camino de conocer al Señor? ¿Lectura de la Escritura... oración... meditación... lectura de la Escritura...? ¿Comprendemos estos símbolos de la realidad espiritual?

Mateo habla aquí por primera y única vez de la reacción de los discípulos de Jesús ante el hecho de la resurrección. En una sola escena recoge la experiencia pascual que todos los evangelistas atestiguan más detalladamente. Pero, en cualquier caso, lo importante es notar cómo los discípulos no creyeron fácilmente y no se dejaron llevar por un entusiasmo precipitado que podría disminuir después la credibilidad de su testimonio.
Mateo concluye su evangelio con las siguientes palabras del Señor, que, terminada su obra, envía a sus discípulos a todo el mundo para que "den fruto" (Jn 15, 16). Podemos distinguir tres partes en el discurso de Jesús: a) el título de suprema autoridad en el que funda su mandato de ir a todas las naciones, b) el encargo o misión que reciben los discípulos de enseñar y bautizar, c) la promesa de su asistencia en esta tarea que ha de durar hasta el fin de los tiempos.
La resurrección y ascensión del Señor significa la universalización de su obra. Si él se limitó a las "ovejas de Israel", los que él ahora envía no deben detenerse ante ninguna frontera.
Evangelio Mt 28,16-20
Celebramos la Ascensión y se nos dice que estará con nosotros para siempre. En esta contradicción está el secreto. Ni se va ni se queda. Para Jesús resucitado no hay lugar ni tiempo.
Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Son las últimas palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo. Es como si fuese un testamento, su última voluntad para la comunidad, aquello que más le preocupaba.
Un pequeño trozo de evangelio que tiene “gran cantidad de información”, dedicada a una comunidad de judíos convertidos que, habiendo aceptado al Mesías, continuaban acudiendo a la sinagoga y observando la ley y las antiguas tradiciones. Galilea, donde todo “había empezado”, donde los discípulos habían oído la primera llamada.
El monte evoca el Sinaí y la primera alianza. La vacilación, la duda, la fe en la Resurrección de Jesús sufrió todo un proceso ¿todavía está esa credibilidad en fibrilación? La autoridad total que vence a la muerte y se sienta a la derecha del Padre. Las últimas órdenes, tres que podemos reducir a una: la misión.
La idea de que Dios o Jesús o el Espíritu pueden hacer en un momento determinado algo por mí, ha desvirtuado la religiosidad cristiana. Dios, Jesús y el Espíritu lo están haciendo todo por mí en este instante. Yo soy el que tengo que hacer algo en un momento determinado para descubrir esa realidad y hacerla mía viviéndola.
Y por último, el cariño que nos deja Jesús:
Estoy con vosotros, ¿sí? ¿Cuándo? Todos los días, en todo momento, siempre. ¿Lo creemos realmente? ¿Notamos sus señales? ¿De verdad queremos ser cristianos? ¿Tenemos la intención de recorrer la misma senda, de alcanzar la misma plenitud, la misma meta?

LA ORACIÓN.- Te rogamos, Señor que Crees en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren. Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús, podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos, Señor

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Meditación-contemplación

Jesús nos ha marcado el camino de la plenitud humana.
Durante el año litúrgico vamos examinando los pasos que dio.
Hoy nos fijamos en la meta a la que llegó,
que es, al mismo tiempo, el punto del que partió.
..............
Si creemos que nuestro objetivo es alcanzar la misma meta,
está claro que tenemos que caminar en la misma dirección.
Todos hemos salido del Padre y hemos llegado al mundo.
Todos tenemos que dejar el mundo y volver al Padre.
................
Ese Padre sigue en lo más hondo de nuestro ser
y allí tenemos que penetrar para encontrarlo.
Si me empeño en buscarlo en otra parte,
me encontraré con un dios a mi medida, pero falso.
Fray Marcos (Fe adulta)


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