25/04/2021 Dominical. Vivir la resurrección de Jesús es un regalo que lleva a la misión, muestra de que nuestro presente tiene futuro

 

Dominical El punto de vista de un laico
Escuchar LA PALABRA; meditar LA PALABRA; actuar según LA PALABRA
V e r ; j u z g a r ; a c t u a r

DOMINGO CUARTO DE PASCUA (25 Abril 2021)
(He 4, 8 – 12; Sal 118, 1.8-9.21-23.26.28-29; 1 Jn 3, 1 – 2; Jn 10, 11 – 18)

“El amor va siempre unido a la verdad y a la libertad, y por eso nunca es débil. Puede ser brusco, pero también puede ser suave y más dulce que nada. Jesús fue amor siempre, y en su vida se manifestó unas veces brusco, duro incluso, y otras tierno, dulce y sensible. El amor da siempre la respuesta acertada, no se equivoca” (Anthony de Mello)

Vivir la resurrección de Jesús es un regalo que lleva a la misión, muestra de que nuestro presente tiene futuro

Jesús, piedra angular de la salvación de Dios La lectura de Hechos, nos muestra la continuidad del discurso que Pedro ya había comenzado ante la gente, a causa de la curación de un tullido (c. 3). Ahora el testimonio es ante las autoridades judías que no pueden permitir que, en nombre de Dios, se hable de Jesús. Esa es la pregunta que les hacen a los apóstoles: ¿en nombre de quién? Se entiende que en nombre de Jesús, pero implícitamente es en nombre de Dios, que es quien ha resucitado a Jesús, que ellos habían condenado injustamente. La relación estrecha entre Jesús y su Dios es aquí el paradigma teológico sobre el que se construye nuestro texto. Las autoridades condenaron a Jesús para salvar el “honor” de su Dios... Pero la respuesta de Dios es radical contraria a los planes que ellos urdieron, por medio de la resurrección.
Debemos fijarnos en las veces que aparece el “nombre” (aunque se usa explícitamente Jesucristo el Nazareno) como elemento decisivo de lo que Pedro tiene que anunciar: el kerygma, es decir, la muerte y la resurrección de Jesús. Esto nos recuerda lo que Pablo nos transmite por medio del himno a los Filipenses: “un nombre sobre todo nombre” (Flp 2,9-10). Al nombre de Jesús... todo rodilla se doble. La insistencia sobre el nombre es sugerente. Sabemos que Jesús significa “Dios salva” o “Dios es mi salvador”. Por tanto, insistiendo en este discurso sobre “el nombre”, se está reivindicando al “condenado” por ellos, el “proscrito” con su juicio. Ahora es, a partir de la muerte y la resurrección de Jesús cuando el nombre de Jesús ejerce todo su quehacer dinámico, salvífico.
Dios lo ha convertido en piedra angular según la cita del Salmo 117. Así, pues, el discurso de Pedro ante las autoridades judías es una acusación a los “pastores” de ese pueblo que no han sabido o no han querido aceptar que en Jesús estaba el futuro de la salvación del pueblo. En realidad, no han defendido el honor de Dios, sino que su culpabilidad clama al cielo. Los pastores que buscaban el celo de Dios han desechado la “piedra angular”. Es uno de los discursos más duros de los Hechos sobre los responsables judíos. No se trata, pues, de “antisemitismo”, sino de proclamar la verdad de lo que le sucedió con Jesús el Nazareno.
Primera lectura Hch 4, 8 – 12
El Espíritu Santo siempre nos acompañará en nuestra misión cristiana
Ningún otro puede salvar
En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y ancianos: Porque le hemos hecho un favor a un enfermo, nos interrogáis hoy para averiguar qué poder ha curado a ese hombre; pues, quede bien claro a todos vosotros y a todo Israel que ha sido el nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre, se presenta éste sano ante vosotros. Jesús es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; ningún otro puede salvar; bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos."
1 Pedro ha sanado en las puertas del templo al tullido, y anuncia la resurrección de Jesús a una multitud que había presenciado asombrada este extraordinario hecho.
2 La guardia del templo y los saduceos “no pueden consentirlo” y detienen a Pedro y a Juan “por alterar el orden público”. Al día siguiente se reúne el Sanedrín (Tribunal Supremo judío) para interrogar a los detenidos. No podían dejar pasar estos hechos ya que Pedro y Juan hablaban de Jesús, al que ellos habían crucificado, y de la resurrección, en la que los saduceos, parte importante de ese tribunal, no creían.
3 Pedro, ayudado por el Espíritu Santo (¡veis cómo “se nos incorpora” cuando es necesario!), hace una confesión de fe como para enmarcar en nuestros corazones y en nuestra mente.
4 “Ningún otro puede salvar, sólo Jesús”. Salvar, acción que empieza aquí en nuestra vida terrena y que se culmina con la visión eterna de Dios.
5 Debemos pensar esto y pedirle al Señor que nos salve ya, y tenemos que tener a Jesús presente en nuestra vida, que es la forma de pedirle al Señor que nos salve y, al mismo tiempo, de sentirnos salvados.
¿Creemos en la acción de Cristo en el mundo? ¿Nos sentimos promotores de esa acción? ¿Vivimos la experiencia de ser constantemente salvados por Cristo? ¿Confiamos en la ayuda del Espíritu en nuestra obligada acción evangelizadora?

Nos conmueve pensar que este salmo es el último que cantó Jesús en los días de su vida terrena (Mc 14,26). Requerido por el rito de la cena y deseado, ciertamente, por el corazón de Jesús en aquella «hora», porque expresa en oración la vivencia de Cristo, desconocido por los guías del pueblo, pero verdadera piedra angular del proyecto del Padre
Sal 118, 1.8-9.21-23.26.28-29
Tratemos, con toda humildad, de ser piedra angular en nuestra comunidad
La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que confiar en los poderosos.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación.
La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Ésta fue la obra del Señor,
no podían creerlo nuestros ojos
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor.
Tú eres mi Dios, te doy gracias;
Dios mío, yo te ensalzo.
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
¡Cuanta bondad podemos apreciar en Ti, Señor!; todo lo has hecho para nuestro disfrute, y así tenemos que apreciarlo y cuidarlo
Todos debemos alabar al Señor, apreciar su misericordia y todo lo que ha creado para el adecuado disfrute de sus criaturas, en una misericordia que se mantiene día a día por oda la eternidad.
Como siervo que era, Jesús fue castigado, pero no entregado al poder de la muerte. Al contrario, Jesús resucitado es la mano protectora, la poderosa mano derecha de Dios. A la vez que cantamos el poder de Dios, pidámosle que un día seamos colocados a la derecha del Señor, como benditos del Padre.
Porque no moriremos, viviremos siempre en compañía del Señor y en su alabanza y bendición.
Los cristianos, apoyándonos con fe en esta piedra inquebrantable, somos piedras vivas que se integran en la construcción de la morada de Dios. La ciudad definitiva, levantada sobre el cuerpo del Señor Resucitado, no será destruida jamás porque en ella habita la gloria de Dios.
Y así, apoyándonos en esa piedra angular, construye, Padre, nuestra comunidad sobre el sólido fundamento de tu Hijo Jesucristo y haz que permanezca inconmoviblemente pegada a Él para que no vacile. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Por esa salvación daremos gracias al Señor, porque nos salva por su eterna bondad, por su eterna misericordia. Él es nuestro refugio verdadero y seguro.
¿Le llamamos piedra, no inanimada ni cortada por manos humanas, sino piedra angular, porque quien crea en ella no quedará defraudado? ¿Nos sentimos bendecidos, es decir, animados, iluminados, inspirados en nuestra vida cristiana, siempre misionera?

El amor que nos hace hijos de Dios. El texto de la carta de San Juan está en el ámbito auténtico de la teología joánica, con todas sus características: amor, hijos de Dios, conocer, el mundo, “ver a Dios”. La carta de Juan está cargada de todos esos términos que muestran una cosa clara: la comunidad joánica, cristiana, está enfrentada al mundo. Se han insinuado muchas cosas acerca de las influencias sobre este escrito. Se ha hablado del “círculo joánico” como un círculo selectivo, a semejanza con la comunidad de Qumrán. Pero no están claras estos ascendientes, ni se puede hablar de un mundo exactamente dualista: amor/odio; luz/tinieblas.
También podemos fijarnos en la correlación existente entre “amar” y “conocer” como si se quisiera decir que el conocer es lo mismo que amar en este caso. De alguna manera eso es verdad, pero no se trata de un conocimiento de tipo “gnóstico” como encontramos en los evangelios apócrifos de Tomás o el publicado ahora de Judas (algunos lo piensan), sino que hay que tener en cuenta el sentido profundo que el “conocer” tiene en la Biblia como “experiencia de amor”; es el amor el conocimiento más profundo.
En todo caso, lo más importante es que el Padre nos hace hijos, porque nos ama. Esta afirmación teológica encierra una densidad religiosa inigualable. Dios, el Dios de Jesús, el Dios del amor, no se guarda para sí lo divino. De hecho, se insinúa una promesa todavía más intensa cuando se dice que, en la “manifestación” de Dios, al final, o en el final de cada uno, todavía seremos algo más... Esta es la promesa de un Dios, Padre, que quiere compartir su vida con nosotros; no como los “dioses” de este mundo que no quieren compartir nada.
Segunda lectura 1 Jn 3, 1 – 2
Merced al amor de Dios, ¿ya somos lo que seremos?
Veremos a Dios tal cual es
Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
1 Juan en esa primera carta, que es pura declaración de fe y de amor, nos incita, nos anima a vivir como hijos de Dios, “pues lo somos”; y en eso consiste la salvación.
2 Repitiendo el comentario a la primera lectura, es tener a Dios presente en nuestras vidas. La pregunta puede ser ¿y cómo tengo a Dios presente en mi vida?
3 Como diría alguien: “Buena pregunta”. La lectura diaria de la Palabra puede enfocar la actividad general del día.
4 En decisiones “de alguna importancia” la costumbre de pensar “qué haría Jesús ahora”, es buena dinámica. Pero se me acaban las recetas generalistas.
5 La conciencia propia bien formada es una guía imprescindible.
6 “Todavía no se ha manifestado qué seremos. He ahí una de las frases que hay que retener. Si este signo no preside todos nuestros pensamientos y palabras sobre la filiación divina, entonces queda ésta desfigurada hasta tal punto, que se hace increíble. Para nosotros los cristianos es esencial, o -lo que es lo mismo- no podremos comprendernos a nosotros mismos como cristianos, si no sabemos y no estamos empapados de que lo mejor no ha llegado todavía, que nuestra existencia cristiana actual está abierta para un cumplimiento, frente al cual lo que ya poseemos, puede parecer desproporcionadamente pequeño.
No hay prejuicio que tan profundamente esté enraizado y que tanto dañe a la esperanza cristiana como la opinión de que la vida de la consumación, el llegar al descanso en la gloria, es cosa aburrida en comparación del apasionado compromiso que puede hacer tan preciosa esta vida actual. El pasaje de 1Jn 3,2, con su manera contenida de expresarse, explica -en contraste con esto- que lo futuro (lo que todavía no se ha manifestado) habrá de ser algo que, por su energía de fascinación, ha de eclipsar toda la vida embelesadora y palpitante que hay en la creación actual. Y lo expone así sencillamente, porque la riqueza de Dios en realidad, aun con este «verlo tal como es», no se agotará nunca. Ya que esta visión y «ser semejantes a él» será siempre algo incesantemente nuevo” (comentario de WILHELM THUSING). (¿Es el “venga a nosotros tu Reino”?)
¿Somos conscientes de que el “mundo” al que se refiere Juan no es la humanidad en su conjunto, sino “el sistema anti-Dios, anti-Reino”? ¿Vivimos ese presente que enfatiza Juan sostenido por el amor de Dios?

Yo he venido para que tengan vida en plenitud. El evangelio de Juan, nos habla del «buen pastor» que es la imagen del día en la liturgia de este cuarto domingo de Pascua. Comienza el evangelio con una especie de discurso enigmático -al menos para los oyentes-, aunque es un texto bien claro: en el redil de las ovejas, el pastor entra por la puerta, los ladrones saltan por la tapia. Es una especie de introducción para las propuestas cristológicas de Juan. Esas afirmaciones, con toda su carga teológica, se expresan con el lenguaje de la revelación bíblica, con el «yo soy», que en el evangelio de Juan son de gran alcance teológico. Está construido, el conjunto, en dos momentos 1) vv. 1-5 sobre el buen pastor; 2) vv. 7-10 sobre Jesús como puerta.
En el AT Dios se reveló a Moisés con ese nombre enigmático de “Yhwh” (Yahvé) (el tetragrámaton divino) (algunos piensan que significa “yo soy el que soy”, aunque no está claro). Ahora, Jesús, el Señor, según lo entiende san Juan, no tiene recato en establecer la concreción de quién y de lo que siente. Y de la misma manera que se ha presentado en otros momentos como la verdad, la vida, la resurrección, la luz (cf. especialmente el discurso de revelación de Jn 14), ahora se nos presenta con la imagen del pastor, cuya tradición veterotestamentaria es proverbial, como nos muestra el hermoso Salmo 23. Si en este salmo se dice que “el Señor es mi pastor, nada me falta”, ahora el evangelista hace que Jesús lleve a cumplir ese deseo del salmista. Jesús, pues, es el que trae lo que nos hace falta para la vida. El salmo 23 es un poema de confianza; por tanto, las palabras de revelación del evangelio de hoy hablan a favor de una revelación para la confianza de los que le oyen y le siguen.
La imagen segunda, de la puerta, es la imagen de la libertad y de la confianza también: no se entra por las azoteas, por las ventanas, a hurtadillas, a escondidas. Sin puerta no hay entradas ni salidas, ni caminos ni proyectos. En el Antiguo Testamento se habla de las puertas del templo: “¡Abridme las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor! Esta es la puerta del Señor: ¡los vencedores entrarán por ella!” (Sal 118,19-20). Las puertas del templo o de la ciudad eran ya el mismo conjunto del templo o de la ciudad santa (es una metonimia = la parte por el todo). Por eso dice el Sal 122,2: “ya están pisando nuestros pies tus puertas Jerusalén”; cf. Sal 87,1-2; 118,21; etc.). Pasar por la puerta era el ¡no va más! para los peregrinos. Ahora Jesús es como la nueva ciudad y el nuevo templo para encontrarse con Dios. Porque a eso iban los peregrinos a la ciudad santa, a encontrarse con Dios. Pero desde Jesús podremos encontrarnos con Dios escuchando su voz y viviendo su vida allá donde estemos.
Jesús en este evangelio se propone, según la teología joánica, como la persona en la que podemos confiar; por Él podemos entrar y salir para encontrar a Dios y para encontrar la vida. Quien esté fuera de esa puerta, quien pretenda construir un mundo al margen de Jesús lo puede hacer, pero no hay otro camino para encontrarse con el Dios de vida y con la verdad de nuestra existencia. No es una pretensión altisonante, aunque la afirmación cristológica de Juan sea fuerte. Eso no quita que debamos mantener un respeto y una comprensión para quien no quiera o no pueda entrar por esa puerta, Jesús, para encontrar a Dios. Nosotros, no obstante, los que nos fiamos de su palabra, sabemos que él nos otorga una confianza llena de vida.
Se habla de un “entrar y salir” que son dos verbos significativos de la vida, como el nacer y el morir. En Jesús, puerta verdadera de la vida, ésta adquiere una dimensión inigualable. Por la fórmula de revelación, del “yo”, se quiere mostrar a Jesús que hace lo contrario de los ladrones que entran de cualquier manera en la casa, para robar, para matar, para llevarse todo lo que pueden. Jesús, puerta, “viene” para dar, para ofrecer la vida en plenitud
Evangelio Jn 10, 11 – 18
El amor del buen pastor está expresado sobre todo en términos de «conocimiento», o sea, de comunión profunda entre Jesús y sus ovejas
El buen pastor da la vida por las ovejas
En aquel tiempo, dijo Jesús: "Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir el lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo hace estrago y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.
Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que al Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas. Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a ésas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor. Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre."
1 Jesús es el pastor de las ovejas. Todo el mundo sabía lo que era un pastor y como vivía y trabajaba. Pero Jesús no es un pastor cualquiera, sino que es un ¡buen pastor!
2 La imagen del buen pastor viene del AT. Diciendo que es el Buen Pastor, Jesús se presenta como aquel que viene a realizar las promesas de los profetas y las esperanzas del pueblo. Podemos leer, por ejemplo, la profecía de Ezequiel (Ez 34,11-16), en la que el Señor, entre otras hermosas cosas dice sobre las ovejas: “yo me ocuparé de ellas”.
3 Hay dos puntos en los que Jesús insiste: (a) En la defensa de la vida de las ovejas: el buen pastor da la vida por las ovejas. (b) En el mutuo reconocimiento entre pastor y ovejas: el Pastor conoce a sus ovejas y ellas conocen el pastor.
Jesús dice que en la gente hay una percepción para saber quién es el buen pastor. Era esto que los fariseos no aceptaban. Pensaban tener la justa mirada para discernir las cosas de Dios. En realidad, estaban ciegos.
4 El discurso sobre el Buen Pastor enseña dos reglas para poder curar este tipo bastante frecuente de ceguera: (i) Prestar mucha atención a la reacción de las ovejas, pues ellas reconocen la voz del pastor. (ii) Prestar mucha atención a la actitud de aquel que se dice pastor para ver si le interesa verdaderamente la vida de las ovejas, sí o no, y si es capaz de dar la vida por las ovejas.
5 Y, además e inicialmente, tener una sensibilidad especial, una atención superior a la acogida, que, con frecuencia, necesitará de una salida del pastor en busca de las ovejas... la evangelización que no puede limitarse a las ovejas que ya están en el redil.
6 En toda esa misión de salvación, la misión de ayuda al Pastor, es responsabilidad nuestra. Tenemos que pastorear a las personas a nuestro alrededor, especialmente a los humildes y oprimidos.
7 Y eso exige oración, y eso exige acción. Fe y obras. Pablo dice que nos salvamos por la fe, (Ga 2, 16), comparando ésta con la Ley que atenaza. Santiago dice que la fe sin obras no sirve (Stgo 2, 14).
8 Y es que “solamente vale la fe que actúa mediante el amor” (Ga 5, 6). Y así “trabaja” el Buen Pastor, y así debemos de trabajar sus ayudantes.
9 Y es que hay muchos lobos sueltos por este mundo, mucha gente tras el poder y el dinero, que no duda en oprimir, en arruinar, en dejar sin casa a otras personas, en dejarlas en situación de pobreza.
10 Siguiendo a Jesús, pocas veces tendremos que sacrificar nuestra vida hasta la muerte, pero muchas veces tendremos que sacrificar nuestro tiempo, nuestra paciencia, nuestras posesiones en pos de aquellos que menos tienen.
11 Y esto será tener presente a Dios en nuestras vidas. “Porque yo entrego mi vida para poder recuperarla”; es la filosofía encerrada en nuestro camino al lado del Señor
¿Es ésta una imagen demasiado obsoleta para hablarnos a las personas de nuestro tiempo? ¿Nos damos cuenta de que Jesús ofrece su vida para despertarnos a una vida de horizontes infinitos, llena de esperanza?

LA ORACIÓN: Invoquemos a Dios, Padre todopoderoso, que resucitó a Jesús, nuestro Salvador, y aclamémosle rogándole que haga que nuestra vida, escondida con Cristo en Él, brille en el mundo como signo que anuncie el cielo y la tierra nuevos. Porque solamente en Él podemos confiar; Él nos escucha y es nuestra salvación, y esa salvación es la que debemos de llevar por el mundo, con nuestro testimonio cristiano de fe y amor. Y esto siempre debe de ser motivo de acción de gracias y alabanza, a un Dios todo paciencia, misericordia y amor. Te damos gracias, Señor

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LA PLAYA
Estaba en la playa, una niña con su padre y él le pidió que probara si la temperatura del agua era buena. Ella tenía cinco años y se entusiasmó de poder ayudar; fue hasta la orilla del mar y se mojó los pies.
-Metí los pies. Está fría- le dijo.
El padre la tomó en brazos, fue con ella hasta la orilla del mar y sin ningún aviso la tiró dentro del agua.
Ella se asustó pero después se divirtió con la broma.
-¿Cómo está el agua?- preguntó el padre.
-Está buena- respondió.
-Entonces, de aquí en adelante, cuando quieras saber alguna cosa, zambúllete en ella.
De Paulo Coelho, libro: "Brida"



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