01/08/2021 Dominical. En vez de ver la señal en el pan con el que el Señor nos ofrece su vida, ¿solo vemos el pan?

 

Dominical: El punto de vista de un laico
Escuchar LA PALABRA; meditar LA PALABRA; actuar según LA PALABRA
V e r ; j u z g a r ; a c t u a r

DOMINGO DÉCIMO OCTAVO DEL TIEMPO ORDINARIO (01 de Agosto)
(Ex 16, 2 – 4. 12 – 15; Sal 78, 3 – 4. 23 -25. 54; Ef 4, 17. 20 - 24; Jn 6, 24 - 35)

En vez de ver la señal en el pan con el que el Señor nos ofrece su vida, ¿solo vemos el pan?

El don del maná o la providencia divina. La primera lectura está tomada del libro del Éxodo, en la que se describe que el pueblo, tras su salida de Egipto, ya en el desierto, desesperado, protesta contra Moisés porque los ha llevado a una libertad que viene a ser para ellos una esclavitud mayor. Es lo que se conoce como las tentaciones del desierto, lo que va a ser proverbial en la tradición bíblica y en algunos salmos (v. g. Sal 94). Moisés, como intermediario, pide a Dios su intervención y se le comunican las decisiones. Dios no abandona a los suyos y les envía las codornices y el maná, cosas naturales por otra parte, aunque después se le ha dado un valor significativamente teológico y espiritual. Los recuerdos y las tradiciones del desierto han marcado la historia de la “liberación” de la esclavitud para poner de manifiesto que si bien es verdad que lo pasaron muy mal, nunca Dios los abandonó.
Todos sabemos que estas cosas pueden ser consideradas como sucesos naturales, ya que una banda de aves que van de paso pueden servir de alimento para ellos. Y de la misma manera en el desierto, por razones de la ecología misma, del contraste entre sus altas temperaturas del día y las bajas de la noche ciertas plantas tienen un proceso de producción de néctares, los cuales recogidos y cocinados puede ser como unos panecillos. Los beduinos del desierto lo saben. Pero lo importante en un relato popular religioso como éste y poner de manifiesto la providencia de Dios que no abandona a su pueblo y les pide la fidelidad. Y esa es la lección constante de la vida. Por ello, en la tradición bíblica, el maná estará cargado de una teología que el evangelio de Juan transformará en una de las claves de su capítulo sobre el pan de vida.
Primera lectura Ex 16, 2 – 4. 12 – 15
¿Nos damos cuenta de que tenemos gente con hambre cerca de nosotros?
Yo haré llover pan del cielo.
En aquellos días, la comunidad de los israelitas protestó contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: « ¡Ojala hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta comunidad.» El Señor dijo a Moisés: «Yo haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba a ver si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los israelitas. Diles: "Hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios."» Por la tarde, una banda de codornices cubrió todo el campamento; por la mañana, había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, parecido a la escarcha. Al verlo, los israelitas se dijeron: « ¿Qué es esto?» Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: «Es el pan que el Señor os da de comer.»
1 La murmuración contra otros que nos parece que no toman las decisiones adecuadas es una constante humana, y, desgraciadamente, demasiado frecuente en estos momentos en nuestro país. Se critica a los que quieren hacer o hacen algo, pero tampoco se proponen soluciones mejores.
2 Los israelitas parecen preferir la vida en Egipto, una vida en esclavitud pero “con la barriga llena”. Tienen miedo al riesgo, y la libertad nunca se consigue sin esfuerzo, y el esfuerzo no es algo que estemos dispuestos a prodigar.
3 La misericordia de Dios viene en ayuda del pueblo: le da algo gratuitamente; hay que ver la condición de “coger la ración de cada día”. Un no rotundo a la ambición de acaparar, un aviso para aquellos que querrían coger “de más”, para “negociarlo” más tarde. Un Padre atento a las necesidades de sus hijos, como ahora mismo lo está.
4 Pero debemos de recordar que nosotros somos sus manos: la atención al necesitado, material y espiritual, de alimento y de compañía, el Señor la entrega a través de nosotros. ¡Gracias, Señor! Haznos conscientes de nuestra misión.
¿Nos preocupa el justo reparto de bienes? ¿Contribuimos con nuestra solidaridad? ¿Nos damos cuenta de que la dignidad de las personas pasa por unas posibilidades económicas que les permita vivir?

Como hace Deuteronomio, el salmista enfatiza la gran necesidad de que cada generación enseñe a sus hijos lo que Dios ha hecho en su propia historia y lo que Dios quiere de cada uno.
Sal 78, 3 – 4. 23 -25. 54
La familia sigue siendo vital en el desarrollo de la fe de todos
El Señor les dio un trigo celeste.
Lo que oímos y aprendimos
lo que nuestros padres nos contaron,
lo contaremos a la futura generación:
las alabanzas del Señor,
su poder Dio orden a las altas nubes,
abrió las compuertas del cielo:
hizo llover sobre ellos maná,
les dio un trigo celeste.
Y el hombre comió pan de ángeles,
les mandó provisiones hasta la hartura.
Los hizo entrar por las santas fronteras,
hasta el monte que su diestra había adquirido.
¡Que difícil se hace hoy en día, Señor, transmitir nuestra fe a nuestros hijos y nietos!
Las excusas son numerosas, pero siempre queda la amargura, la duda de si hemos hecho todo lo posible.
Te rogamos Señor, que nos ayudes en esta importante misión que nos has encomendado, y que Tú los protejas y los lleves por tus sendas
Te alabamos y te bendecimos, Señor, por tu gran misericordia que atiende las necesidades de los seres humanos, hasta darnos tu Cuerpo como alimento para nuestro corazón y nuestra mente.
Te rogamos que pongas en nuestra actitud tu generosidad y tu bondad para que sepamos contar a las generaciones que nos siguen, quien eres, la fidelidad que has mostrado a lo largo de los siglos, cómo eres nuestro Creador, cómo nos has creado con todo amor y lo que nos pides de tener la misma atención con los demás, especialmente con los más necesitados.
¿Dejamos la educación en la fe en manos de Parroquia y Escuela? ¿Somos conscientes de la gran importancia de nuestro ejemplo familiar y su incidencia en la fe de nuestros hijos?

El hombre viejo versus el hombre nuevo. La segunda lectura de Efesios prosigue la parte exhortativa de la carta a los Efesios del domingo anterior. El autor de la carta deja la reflexión de alcance eclesial propiamente dicha, para exhorta al sentido personal (aunque siempre comunitario) de la existencia cristiana. Son como las exigencias de la vida cristiana, en un conjunto muchos más amplio (4,17-5,20). Es una exhortación ética en plena regla, pero desde la ética cristiana. Se han usado los criterios literarios propios de la época, incluso con un estilo retórico bien definido para resaltar los contrastes entre la vida cristiana y la vida mundana. Eso quiere decir que la ética humana es asumida plenamente en el cristianismo primitivo, pero con las connotaciones que el Espíritu de Jesucristo “acuña” en el corazón del cristiano, que le hace sentirse una persona nueva. Toda ética propugna una persona nueva, pero esto no se puede conseguir solamente con la fuerza de voluntad. El cristiano tiene que ponerse en manos del Espíritu de Jesucristo.
El autor, pues, les convoca a vivir como personas nuevas, no como viven los paganos, que no tienen la experiencia del Espíritu por la que los cristianos están marcados. Aquí, como en casi toda la literatura neotestamentaria, se presenta el contraste entre el hombre viejo y el hombre nuevo con un énfasis particular sobre la “banalidad de la vida”, la vida vacía, la vida sin sentido y la vida entregada a los poderes de este mundo. Porque debemos reconocer que los no-creyentes o no religiosos no son triviales por naturaleza; por el contrario, hay personas que no siendo religiosas o cristianas tienen una ética envidiable; y muchos religiosos e incluso cristianos tienen más de personas viejas que de hombres nuevos. En esto debemos tener cuidado a la hora de presentar estos valores. Es verdad que entonces, con un dualismo exagerado, se pensaba que los «otros» que están fuera, que no son de los nuestros, no están en el camino verdadero. Pero a pesar de todo, lo fundamental de la lectura de hoy es una exhortación a ser discípulos de Jesús viviendo su Espíritu, porque no tener ese Espíritu significa estar sometidos a los criterios de este mundo en el que ya sabemos que no hay lugar para el amor, el perdón, la misericordia, la paz y la entrega sin medida.
Segunda lectura Ef 4, 17. 20 – 24
¿Nos animamos a revisar nuestra vida cristiana?
Vestíos de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios.
Hermanos: Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya como los gentiles, que andan en la vaciedad de sus criterios. Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que es él a quien habéis oído y en él fuisteis adoctrinados, tal como es la verdad en Cristo Jesús; es decir, a abandonar el anterior modo de vivir, el hombre vicio corrompido por deseos seductores, a renovaros en la mente y en el espíritu y a vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
1 Pablo nos invita a una vida llena de justicia y santidad.
2 Así nos creó el Señor. La idea de creación desde el amor, que se hace única y exclusivamente por nosotros, elimina todo equívoco y rompe de raíz todo dualismo.
3 Hablar de salvación tiende a inducir el pensamiento de que a Dios le interesa sólo lo “religioso”, aquello que se relaciona con Él.
4 En cambio, hablar de creación permite caer en la cuenta de que lo que le interesa somos nosotros, todo en nosotros: cuerpo y espíritu, individuo y sociedad, cosmos e historia. Creados por Dios, a imagen de Dios: ¡Gran responsabilidad! ¡Hermosa existencia!
5 El camino espiritual cristiano se basa en una confianza cada vez más profunda en Dios. Es la confianza lo que nos permite en primer lugar dar el salto inicial en el vacío, encontrar a Dios en niveles más profundos de nosotros mismos.
6 Y es la confianza la que guía la nueva configuración íntima de nuestro ser, la transformación de nuestro dolor, nuestras heridas y nuestra motivación inconsciente en la persona que Dios quiere que seamos.
¿Profundizamos en ese “vestirnos de la nueva condición humana”? ¿Nuestro seguimiento de Cristo nos anima a llevar una vida ejemplar, humilde, solidaria y llena de amor (ayuda) a nuestro prójimo necesitado?

El pan de vida frente a la ley. El evangelio de Juan nos lleva de la mano hasta la ciudad de Cafarnaúm a donde Juan quiere traernos después de la multiplicación de los panes, cuando Jesús huye de los que quieren hacerle rey evitando un mesianismo político. Todo es, no obstante, un marco bien adecuado para un gran discurso, una penetrante catequesis sobre el pan de vida, en la que confluirán elementos sapienciales y eucarísticos. Este discurso es de tal densidad teológica, que se necesita ir paso a paso para poder asumirlo con sentido. Jesús no quiere que le busquen como a un simple hacedor de milagros, como si se hubieran saciado de un pan que perece. Jesús hacía aquellas cosas extraordinarios como signos que apuntaban a un alimento de la vida de orden sobrenatural. De hecho, en el relato se dice que Moisés les dio a los israelitas en el desierto pan, por eso lo consideran grande; esa era la idea que se tenía. Jesús quiere ir más allá, y aclara que no fue Moisés, sino Dios, que es quien tiene cuidado de nuestra vida.
Aunque el pan que sustenta nuestra vida es necesario, hay otro pan, otro alimento, que se hace eterno para nosotros. Juan, por su parte, quiere ir a lo cristológico, bajo la figura del Hijo del hombre. Los rabinos consideraban que el maná era el signo de la Ley y ésta, pues, el pan de vida; el evangelista combate dicho simbolismo en cuanto el maná es un alimento que perece (como lo hace notar el texto de Ex 16,20) y, por la misma razón, en esta oposición entre Jesús y la Ley, se pone de manifiesto que la ley es un don que perece para dar paso a algo que permanece para siempre. Jesús es el verdadero pan de vida que Dios nos ha dado para dar sentido a nuestra existencia. El pan de vida desciende del cielo, viene de Dios, alimenta una dimensión germinal de la vida que nunca se puede descuidar. La revelación joánica de Jesús: “yo soy” es para escuchar a Jesús y creer en El, ya que ello, en oposición a la Ley, nos trae el sentido de la vida eterna.
El discurso refleja toda la entraña polémica de la escuela o la comunidad joánica. No estamos ante un discurso estético o simplemente literario. Ya vimos el domingo pasado que el relato de la multiplicación de los panes era la “excusa” del autor o los autores del evangelio de Juan para este discurso de hoy que llevará a una de las crisis en el entorno del mismo Jesús (y según la interpretación de la escuela joánica). Estamos, sin duda, ante un discurso que todavía es “sapiencial” para acabar siendo “eucarístico” a todos los efectos como reconocen los grandes intérpretes (Jn 6,53-58). Diríamos que en esta parte del discurso de Jn 6 se nos está hablando del “pan de la verdad”, que es la palabra de Jesús en oposición a la Ley como fuente de verdad y de vida para los judíos. Antes, pues, de pasar a hablarnos del pan de la vida, se nos están introduciendo en todo ello, por medio del signo y la significación del maná, del pan de la verdad. Y el pan de la verdad nos ha venido, de parte de Dios, por medio de Jesús que nos ha revelado la fuente y el misterio de Dios, del misterio de la vida.
Evangelio Jn 6, 24 – 35
Si no somos conscientes de las señales de Jesús, estaremos al borde de su ausencia
El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí no pasará sed.
En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús., Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo has venido aquí?» Jesús les contestó: «Os lo aseguro, me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a éste lo ha sellado el Padre, Dios.» Ellos le preguntaron: «Y, ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?» Respondió Jesús: «La obra que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado.» Le replicaron: « ¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."» Jesús les replicó: «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.» Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de este pan.» Jesús les contestó: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
1 Jesús pan de vida es el concepto más profundo que podemos tener de la fidelidad y la misericordia de Dios. Nos da su Cuerpo espiritual, presente en el mundo.
2 El maná es un precedente. El pueblo iba detrás de Jesús que ya les había alimentado con la multiplicación de los panes. ¿Iban detrás de la señal o detrás del alimento? ¿Qué hacemos nosotros?
3 El verdadero pan del cielo, el pan de Dios, es el pan que vence la muerte y trae vida. Es aquel que desciende del cielo y da la vida al mundo. ¡Es Jesús! Jesús trata de ayudar a la gente a liberarse de los esquemas del pasado. Para él, fidelidad al pasado no significa encerrarse en las cosas antiguas y no aceptar la renovación.
4 Fidelidad al pasado es aceptar lo nuevo que llega como fruto de la semilla plantada en el pasado. Para recoger hay que sembrar, y al recoger hay que guardar semilla para sembrarla en el momento oportuno.
5 Pero hay que estar atentos a ese momento, hay que preparar el terreno. Entretanto, hay que evitar que crezca demasiada maleza. Hecha la siembra hay que regar.
6 En el “alimento que perdura para la vida eterna” tenemos que proceder con similares prácticas. “Creer en el que Dios ha enviado” ¿Creemos realmente en Jesús?
¿Navegamos nosotros en pos de Jesús? ¿Ignoramos sus señales inmersos en el ruido “ambiental”? ¿Aún estamos preguntándonos cuando (cómo) llegó (llega) Jesús a nosotros, a nuestro mundo?

LA ORACIÓN.- Señor Jesús, te damos gracia por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre. Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para seguir lo que Tu Palabra nos ha hecho ver. Haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra. Te lo pedimos, Señor

Información relacionada.-
EL ZORRO MUTILADO (Cuento de Anthony de Mello, “El canto del pájaro”, Ed. Sal Terrae)
Fábula del místico árabe Sa´di:
Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que elo hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir.
Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre.
El hombre comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo:
“Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito”
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una voz que le decía:
“¡Oh tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado”.
Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de su ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: “¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué o haces nada ara solucionarlo?”
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche, de improviso, me respondió: “Ciertamente he hecho algo. Te he hecho a ti”.



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