26/09/2021 Dominical. El Dios de los profetas dialoga con los hombres, abriéndoles a la anchura del encuentro persona

 

Dominical: El punto de vista de un laico
Escuchar LA PALABRA; meditar LA PALABRA; actuar según LA PALABRA)
V e r ; j u z g a r ; a c t u a r

DOMINGO VIGÉSIMO SEXTO DEL TIEMPO ORDINARIO (26 Septiembre 2021)
(Nm 11, 25 - 29; Sal 18, 8. 10. 12 -13. 14; St 5, 1 – 6; Mc 9, 38 – 43. 45. 47 -48)

El Dios de los profetas dialoga con los hombres, abriéndoles a la anchura del encuentro persona

El Espíritu "en el pueblo". La primera lectura, del libro de los Números (11,25-29) nos cuenta un episodio extraño, propio de las religiones ancestrales, en el que un grupo de ancianos, recibiendo el espíritu de Moisés, se ponen a profetizar. Era como una ayuda que Moisés tuvo para atender a los problemas de impartir justicia y orientar al pueblo en el desierto. Pero quizás lo más importante de esta lectura sea poner de manifiesto que el Espíritu, como don de Dios, no se puede reducir a unas formas exclusivamente institucionales. Esos dos personajes llamados Eldad y Medad representan a aquellos que han recibido un don carismático fuera de los ámbitos institucionales.
En realidad, no son los protagonistas de esta lectura los ancianos, ni Moisés, ni estos dos personajes mencionados, sino que es el Espíritu que impulsa a los hombres. Por ello es muy digna de consideración la actitud de Moisés quien, ante el escándalo de su asistente Josué, afirma que es todo el pueblo el está llamado a profetizar. Y profetizar, en primer lugar, significa abrirse al don del Espíritu, y después ponerse al servicio de todos para trasmitir la voluntad salvadora de Dios.
Primera lectura Nm 11, 25 – 29
Los profetas presentan a un Dios que se vuelve palabra, principio de comunicación, en el mismo centro de la historia
¿Estás celoso de mí? ¡Ojala todo el pueblo fuera profeta!
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo pasó a los setenta ancianos. Al posarse sobre ellos el espíritu, se pusieron a profetizar en seguida. Habían quedado en el campamento dos del grupo, llamados Eldad y Medad. Aunque estaban en la lista, no habían acudido a la tienda. Pero el espíritu se posó sobre ellos, y se pusieron a profetizar en el campamento. Un muchacho corrió a contárselo a Moisés: «Eldad y Medad están profetizando en el campamento.» Josué, hijo de Nun, ayudante de Moisés desde joven, intervino: «Señor mío, Moisés, prohíbeselo.» Moisés le respondió: «¿Estás celoso de mí? ¡Ojala todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!»
1 Los ancianos son representantes de los habitantes de la ciudad, una especie de concejales, que tienen una misión muy importante en la vida del pueblo, tanto a nivel socio - político como religioso.
2 Son el símbolo de un pueblo de Dios compuesto por comunidades, en que los jefes no se sienten superiores y los problemas se solucionan de una forma más humana que administrativa.
3 Aquí el Señor los confirma comunicándoles “algo de su espíritu”. Es un buen dato a tener en cuenta por la Iglesia, en la que, a veces, parece que la Jerarquía quiere imponer una autoridad desde arriba.
4 La palabra profeta viene del griego y significa locutor, el que dice lo que la divinidad le ha inspirado. En hebreo se dice “nabî” que significa “el que ha sido llamado”, “el que tiene una vocación”.
5 Más que la palabra nos interesa la realidad de lo que es un profeta. La identidad profética tiene las siguientes características: el encuentro con Dios, el anuncio de la Palabra de Dios y la fidelidad a la Alianza.
6 Con frecuencia se confunde la predicción con la profecía. Predicción es adivinar el futuro. La profecía es dar el mensaje que Dios tiene para su pueblo; el propósito de la profecía no es predecir, es anunciar, es analizar el presente en relación con el Pacto con Dios, con la Alianza, y anunciar posibles consecuencias si se deja de cumplir la alianza.
7 La visión israelita de Dios se centra en los profetas. Ellos nos presentan a un Dios que se vuelve palabra, principio de comunicación, en el mismo centro de la historia. No es Dios de silencio, misterio escondido en la contemplación del solitario (religiones de la interioridad). Ni Dios del sacrificio que se sacia y aplaca con sangre (religiones de la naturaleza). El Dios de los profetas dialoga con los hombres, abriéndoles a la anchura del encuentro personal
8 Dos deducciones relativamente fáciles: El Señor nos habla; todos los cristianos estamos llamados a ser profetas del Reino de Dios. Tengámoslo en cuenta.
¿Conocemos el Espíritu del Señor en nosotros? ¿Somos capaces de proclamar su presencia en el mundo? ¿Difundimos la Palabra del Señor?

Un Pueblo que había experimentado la esclavitud y el despotismo del Faraón, que había experimentado el sufrimiento y el maltrato hasta que Dios dice basta, hasta que Dios dice: ¡No más! He visto la aflicción, he oído el clamor, he conocido su angustia (cf. Ex 3,9).
Y ahí se manifiesta el rostro de nuestro Dios, el rostro del Padre que sufre ante el dolor, el maltrato, la inequidad en la vida de sus hijos; y su Palabra, su ley, se volvía símbolo de libertad, símbolo de alegría, de sabiduría y de luz.
¿Vemos nuestra libertad en la ley del Señor? ¿Dónde encontrar felicidad y solución a las diferentes problemáticas de la vida? ¿Necesita ayuda la palabra de Dios para salvar?
Sal 19, 8. 10. 12 -13. 14
Los Diez Mandamientos son "una ley de amor”
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante.
La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos.
Aunque tu siervo vigila
para guardarlos con cuidado,
¿quién conoce sus faltas?
Absuélveme de lo que se me oculta.
Preserva a tu siervo de la arrogancia,
para que no me domine:
así quedaré libre
e inocente del gran pecado.
Tu Ley, Señor, significa el seguimiento de Jesús, tu Hijo que con tanta generosidad nos has enviado para darle profundidad y más amplitud a esa Ley, con sus bienaventuranzas y su Evangelio.
En ella fiamos nuestras vidas. Te ruego que nos sirva de guía en nuestra andar por este mundo que Tú has creado, con justicia en nuestros actos, humildad en nuestra conducta y corazón libre de ambición.
El término “ley” significa “enseñanza”. En los Salmos “la ley” siempre se refiere a las enseñanzas generales de Dios. La ley no era una carga a los creyentes del AT, sino la revelación de Yahvé para larga vida, paz, seguridad, alegría, y abundancia.
¿Vemos nuestra libertad en la ley del Señor? ¿Dónde encontrar felicidad y solución a las diferentes problemáticas de la vida? ¿Creemos “de verdad” en la Palabra de Dios? ¿Recurrimos a ella en nuestras angustias, problemas, dudas...?

Contra los ricos. La carta de Santiago nos ofrece uno de sus textos más famosos y más duro sobre los ricos y las riquezas. Hay toda una filosofía y una dialéctica sobre si lo peor es ser ricos o es la misma riqueza. En realidad la riqueza ¿qué es? ¿es en sí mala? Se ha dicho que la riqueza no existe si alguien no la practica. El texto de Santiago habla a los ricos, y la riqueza es su condena. El problema, pues, es acumular injustamente bienes, robando, matando o impidiendo que otros tengan los necesario. Ese es el ejemplo de la riqueza con el que se opera en la carta de hoy.
Existen cosas bellas acumuladas, que no son de nadie, o son patrimonio de un pueblo o de la humanidad, o de museos, y sabemos que esa riqueza no afecta a la injusticia del mundo. La riqueza de la que aquí se habla es aquella que se posee por la injusticia y la sin razón. Por ello, pues, son los ricos los que caen bajo las palabras directas de esta invectiva moralizante del autor de la carta de Santiago. Por lo tanto, ser ricos en esas condiciones en las que se pone de manifiesto la injusticia, la acumulación de lo que no es necesario, mientras otros pasan hambre o no tienen trabajo, es verdaderamente antievangélico
Segunda lectura St 5, 1 – 6
Lo que vulgarmente se llama “el capital” es necesario; pero igualmente necesaria es su honradez, moderación en las ganancias y solidaridad con los trabajadores
Vuestra riqueza está corrompida.
Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.
1 Es un magnífico sermón contra las riquezas, especialmente contra las riquezas mal adquiridas.
2 Está claro su contexto: la comunidad espera la parusía, el final de los tiempos; por eso, la acumulación de riqueza es más impropia que nunca.
3 Se presenta el día del Juicio de Dios con la acostumbrada imagen de justicia, en que el Señor dará por fin satisfacción a todos los injuriados en este mundo.
4 La evidencia y rotundidad de la condena que aquí hace Santiago, creo que hace innecesario cualquier comentario. La acumulación de bienes está muchas veces precedida de un tratamiento injusto del trabajador honrado que deja tiempo y salud en su labor.
5 El salario justo, las ganancias moderadas, el compartir la riqueza que se origina, son cosas que la doctrina social de la Iglesia ha proclamado y defendido en multitud de Encíclicas y otros documentos que debían de “sonarnos” a todos los cristianos para actuar en consecuencia.
6 En estos tiempos de tremenda crisis económica toda esta acción es todavía más necesaria, con honradez por ambas partes: ambición limitada del patrono y trabajo honrado del operario.
7 Austeridad y afán de compartir deben de presidir la vida de todo cristiano
¿Si tenemos personas a nuestro servicio, las tratamos en todos los aspectos de la vida como corresponde? ¿Cómo andan las condiciones de contratación de personas en aquellos que tienen empresas y presumen de cristianos?

El evangelio contra el puritanismo. El evangelio de hoy nos cuenta una pequeña historia, parecida a la que hemos encontrado en la vida de Moisés sobre el espíritu que se da libremente a dos personajes que no pertenecían al grupo de los ancianos. En este caso, Juan, ha encontrado a alguien que hace milagros o exorcismos y quiere impedírselo como si eso fuera exclusivo de Jesús, el profeta de Nazaret. Pero Jesús, en una respuesta que se asemeja a la de Moisés exige que no se le impida, porque todo el que hace el bien (ese es el sentido que puede tener el hacer milagros en nuestro texto) no puede estar contra Jesús que vino a hacer el bien a los hombres. Es verdad que existe otra sentencia de Jesús, de la fuente Q, que no estaría en esta línea (cf Mt 12,30; Lc 11,23): “quien no está conmigo, está contra mí” y que expresaría la radicalidad de algunos profetas itinerantes que defendieron un exclusivismo como el de Juan.
Es verdad que el conjunto de dichos que se concentran en Mc 9,42-50 se presta a muchas lecturas. Están expresados con los giros semíticos propios del lenguaje de contraste. Nadie debe tirarse al mar atado a una piedra; como nadie puede odiar a los suyos por amar a Jesús y su evangelio. El escándalo del que nos habla el evangelio de hoy no está relacionado con un puritanismo moralizante que lleva a excesos inhumanos. Es un escándalo de los “pequeños”, los que pueden ser “exorcistas extraños”, pero que no son contrarios al evangelio, a la bondad, a la sabiduría divina. Con sus obras, con sus actitudes y sus luchas deben ser considerados en toda su dignidad, aunque no sean de los nuestros. Se quiere poner de manifiesto, por parte de Jesús, que en ellos también hay algo del reino que él ha venido a traer.
Esta enseñanza del evangelio de hoy pone de manifiesto que la praxis cristiana no puede defenderse como exclusivismo y como independencia absoluta. Todos los hombres son capaces del bien, porque todos los hombres han recibido los dones de Dios. Por lo mismo, allí donde se trabaja por los demás, donde se abren las puertas a los hambrientos y los sedientos, aunque no conozcan al Dios de Jesús, allí los cristianos pueden participar sin exigir garantías jurídicas que justifiquen sus compromisos. La comunidad cristiana, la Iglesia, no debe presentarse como el “gheto” de los salvados o redimidos con criterios de puritanismo y legalismo, porque esta promesa es para todos los hombres.
Evangelio Mc 9, 38 – 43. 45. 47 -48
Todos los hombres son capaces del bien, porque todos los hombres han recibido los dones de Dios
El que no está contra nosotros está a nuestro favor. Si tu mano te hace caer, córtatela.
En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.» Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a nuestro favor. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.»
1 La frase “...a nuestro favor” quiere decir, que del Reino no se excluye a nadie. Todos están invitados. Todo el que sinceramente busca el bien del hombre, está a favor del Reino de Dios que predica Jesús, aunque no lo conozca. Solo queda fuera el que rechaza al hombre.
2 La posesión diabólica era el paradigma de toda opresión. Expulsar demonios era el paradigma de toda liberación. En contra de todos los movimientos religiosos de la época, saduceos, fariseos, Qumrán, etc., Jesús anuncia un Dios que es amor y que no excluye a nadie, ni siquiera a los pecadores.
3 Pretender la exclusividad de su dios, ha hecho polvo las mejores iniciativas religiosas de todos los tiempos. Considerar absoluta cualquier idea de Dios como si fuera definitiva, es la mejor manera de entrar en el fanatismo y en la intransigencia.
4 Tenemos que reconocer que hay “partes” de la Iglesia que pretenden tener el monopolio del Reino, de ser los únicos que pueden conducir a los cristianos a entrar en él.
5 No es así, claro, porque el Espíritu de Dios es “muy libre” y va donde quiere. Nadie puede considerarse “dueño” de Jesús o del Espíritu de Dios Esto es aplicable también, por supuesto, a otras Iglesias cristianas no católicas.
6 También aquí Jesús insiste en la acogida a los pequeños, a los más oprimidos que deben de ser aceptados en nuestra comunidad y atendidos con prioridad.
7 Al mismo tiempo, pide una radical aceptación del Evangelio, con esas tremendas frases de verdadero alcance para nuestras conciencias, evitando que nos domine la rutina de los ritos y celebraciones y nos olvidemos del verdadero “meollo” de nuestra escucha de la Palabra y sus consecuencias.
8 Tenemos que profundizar en esa vivencia del Evangelio tratando de llevar la justicia a todo ámbito en el que podamos (y hay que hacer por poder) entrar.
9 Como siempre, este trozo del Evangelio merece una profunda meditación y un verdadero examen de conciencia para ver cómo nuestra conducta habitual se adecua a la radicalidad del mensaje de Jesús.
¿Es aceptable el ejemplo que la sociedad en general ofrece a los más pequeños?
¿Es aceptable el panorama general que ofrecen los medios de información, en especial los televisivos?

LA ORACIÓN: Mi corazón y mi mente deben de estar llenos del Espíritu de Jesús de forma que pueda llevar su Reino por doquier, con miras amplias, especial generosidad, ansia de justicia y, siempre, siempre, con transmisión de paz. Te ruego, Señor, que sea capaz de seguir un camino así, de tu mano, guiado por Ti, porque sin tu presencia viva no me será posible. Te lo pedimos, Señor

UN CUENTO DE TONY DE MELLO:
El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea:
— «Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».
En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía:
«Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación». De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.
Veinte años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al alcalde y le dijo:
— «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto».
— «¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia»..
— «Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos».
Anthony de Mello



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