12/01/2025 Dominical Dios ha hecho una opción por nuestra humanidad

Dominical: El punto de vista de un laico
Escuchar LA PALABRA; meditar LA PALABRA; actuar según LA PALABRA
V e r ; j u z g a r ; a c t u a r
DOMINGO DEL BAUTISMO DEL SEÑOR (12 Enero 2025)
(Is 42, 1 - 4. 6 – 7; Sal 104, 1- 2.4. 24-25. 27-30; Ti 2, 11 -14; 3, 4-7; Lc 3, 15 – 16. 21 - 22)
Con la fiesta del Bautismo del Señor que celebramos en el segundo domingo de Enero se cierra el tiempo de Navidad para introducirnos en la liturgia del tiempo ordinario. En la Navidad y Epifanía hemos celebrado el acontecimiento más determinante de la historia del mundo religioso: Dios ha hecho una opción por nuestra humanidad, por cada uno de nosotros, y se ha revelado como Aquél que nunca nos abandonará a un destino ciego y a la impiedad del mundo. Esa es la fuerza del misterio de la encarnación: la humanidad de nuestro Dios que nos quiere comunicar su divinidad a todos por su Hijo Jesucristo.
Es el primer cántico del Siervo de Yahvé. El profeta-poeta que llamamos Segundo Isaías (Is 40-55) nos ha dejado cuatro poemas sobre el Siervo de Yahvé de una belleza incomparable tanto literaria como teológicamente (Is 42,1-7; 49,1-7; 50,4-9; 52,13-53,12). Mucho se ha escrito sobre estos poemas, el resultado es: que se trata de una persona individual con una misión de "personalidad corporativa", es decir, que asume en su persona la responsabilidad del pueblo y de la humanidad; que se trata de un profeta con rasgos regios que sintetiza todas las cualidades de los profetas; que es elegido por Dios con singular atención y cuidado; que su destino es restaurar la alianza de Dios con su pueblo y, a través de él, con toda la humanidad a través de la predicación y del sufrimiento vicario. Fue humillado hasta una muerte ignominiosa, pero Dios lo rehabilitó, lo resucitó y le dio honor singular entre los grandes.
Primera lectura Is 42, 1-4. 6-7
Hay de disipar el miedo y las dudas y realizar nuestra misión con firmeza y confianza total.
Mirad a mi Siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad. No vacilará ni se quebrará, hasta implantar la justicia en el país.
En su ley esperan las islas. «Yo, el Señor, te he llamado en mi justicia, te cogí de la mano, te formé e hice de ti alianza de un pueblo y luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Se le promete un don especial del Espíritu para que puede llevar adelante su misión que no sería fácil y que estaría sembrada de graves y duras dificultades. Con la luz y la fuerza del Espíritu llevará adelante con éxito la misión que se le encomienda. Aunque el Siervo es un profeta y la síntesis acabada del profetismo, tiene también rasgos regios. Por eso desde el primer poema se le atribuye una de las funciones más características de los reyes de Israel: la defensa del derecho de los pobres, los huérfanos, las viudas y los indefensos. Este poema manifiesta a los creyentes-testigos de Jesús que ser llamados a esta tarea es un privilegio de Dios y que son capacitados adecuadamente para realizarla.
Salmo 28, 1a y 2. 3ac-4. 3b y 9b-10
El Señor bendice a su pueblo con la paz.
Hijos de Dios, aclamad al Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor,
postraos ante el Señor en el atrio sagrado.
La voz del Señor sobre las aguas,
el Señor sobre las aguas torrenciales.
La voz del Señor es potente,
la voz del Señor es magnífica.
El Dios de la gloria ha tronado.
En su templo un grito unánime: «¡Gloria!»
El Señor se sienta sobre las aguas del diluvio,
el Señor se sienta como rey eterno.
Estos versículos forman parte del discurso de San Pedro en casa de Cornelio, donde se produjo la primera conversión de gentiles al evangelio como fruto de la exposición kerigmática que les proclamó. La misión de Jesús comenzó por su bautismo en el Jordán.
Segunda lectura Hch 10, 34-38
Jesús, el hombre para todos, pasó haciendo el bien.
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: «Ahora comprendo con toda verdad que Dios no hace acepción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los hijos de Israel, anunciando la Buena Nueva de la paz que traería Jesucristo, el Señor de todos. Vosotros conocéis lo que sucedió en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Pedro comprueba que Jesús, el verdadero Siervo de Yahvé, ha realizado satisfactoriamente aquella misión anunciada como lo muestra el hecho de que, después de la escucha del Anuncio solemne sobre Jesús (kerigma), una familia de paganos se abre a la fe y a la salvación y recibe el Espíritu. Son la primicia y la garantía de una cosecha mucho más abundante. Realmente el Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, no tienen acepción de personas; todos le interesan y todos son llamados a participar de la filiación divina adoptiva. Para los creyentes ya no hay distinción de razas, lenguas, naciones o expresiones religiosas. Desde la convicción de su propia fe vivida y experimentada sabe que el diálogo con todos es posible, necesario, sincero y urgente.
El acontecimiento del Bautismo de Jesús ha causado siempre mucha extrañeza y sorpresa. Comenzó en la etapa apostólica. Los primeros cristianos se preguntaban: ¿Por qué se acercó Jesús al Jordán para recibir un bautismo de "penitencia y conversión"? ¿para qué quiere pasar por este rito Jesús? Ciertamente que Jesús no "necesitaba" el Bautismo de Juan. Jesús era el Hijo de Dios por naturaleza, no tenía pecado, Él mismo es la cabeza de la Iglesia y era heredero de Dios por naturaleza. Jesús respondió a Juan: Está bien que cumplamos así todo lo que Dios quiere. Por otra parte, la historicidad de este acontecimiento nunca se ha puesto en duda en la investigación bíblica, ya que no se ha visto ninguna razón para que los cristianos crearan esta historia.
Evangelio Lc 3, 15-16. 21-22
Es necesario cumplir el plan de Dios
En aquel tiempo, el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego». Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y, mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma y vino una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo, el amado; en ti me complazco».
Todo el acontecimiento está cargado de profundo sentido y el evangelista quiere que desde el principio dirijamos la mirada en la dirección que él estima la adecuada. Jesús va a recibir la misión y tarea del Siervo: asumir sustitutivamente la responsabilidad del pueblo y de la humanidad. Por eso presenta de modo anticipado visualmente esta misión y tarea. Los discípulos de Jesús no caminan por el mundo aislados. Al contrario, lo hacen por los mismos caminos y en los mismos ámbitos que sus hermanos los hombres. Ahí, en medio de todos, el creyente es sal y luz. Y es llamado a no escandalizarse del mal de nadie, sino a reconocerlo, asumirlo y tratar de superarlo. Ardua pero noble tarea.