Salmo 004

 

Oración de la noche. Me diste alivio en la angustia

 

2 Respóndeme cuando te invoco, Dios, defensor mío!

tú, que en la angustia me aliviaste, ¡ten piedad de mí y escucha mi oración!
3 Y vosotros, ¿hasta cuando ultrajaréis mi honor,  amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?
4 Sabed que el Señor hace maravillas por su amigo: el Señor me escucha siempre que lo invoco.
5 Temblad y no pequéis más; reflexionad en el silencio de vuestro lecho.
6 Ofreced sacrificios legítimos y tened confianza en el Señor.
7 Hay muchos que preguntan: "¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros?"
8 Pero tú has puesto en mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el vino.
9 Me acuesto en paz y en seguida me duermo,  porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.

***********************************************************************************

Introducción.-

Se trata de un salmo de confianza individual. Una persona que se ve implicada en una tensión social manifiesta su confianza en el Señor e invita a los demás a hacer lo mismos.

 

2 Respóndeme cuando te invoco, Dios, ¡defensor mío! tú, que en la angustia me aliviaste,

¡ten piedad de mí y escucha mi oración!

Para pedir la ayuda de Dios nos dirigimos al Señor en humilde súplica, reconociendo su intervención divina en nuestra vida, sabiendo que la Palabra está en los hechos, es decir, en la trama de los acontecimientos, acontecimientos significativos y reveladores, acontecimientos que transforman la experiencia humana en experiencia de fe. La Palabra de Dios, “antes que cuerpo de doctrina, es acción gratuita de Dios” (CC 107).

La petición (¿exigencia?) de respuesta aparece también en Elías: “¡Respóndeme, Yahvé, respóndeme!. ¡Qué sepa este pueblo que tú eres Dios y que tú eres el que convierte su corazón!. Preciosa y personalmente desinteresada oración de Elías, el gran profeta del Antiguo Testamento.

Petición consciente de que orar para vivir, orar para aliviar la angustia, significa, en primer lugar, que la oración tiene que estar orientada a la transformación de la vida; que una oración estéril, que no produzca en la vida del orante los frutos de las buenas obras, muestra que en el corazón del ser humano no ha sucedido nada real, que el sujeto, sean cuales sean sus gustos o sus ideas o sus imaginaciones, no se ha encontrado realmente con nadie.

El diálogo con el Señor tiene las dos vertientes de la Palabra dicha ya en la Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia (por cierto, ¿van las dos de acuerdo?) y la Palabra dicha hoy en el fondo de los acontecimientos personales, sociales y eclesiales. En ambos casos, la escucha es imprescindible, con la confianza puesta en el Espíritu del Señor.

¿Sabemos dialogar con el Señor? ¿Sabemos darle gracias por todo lo que continuamente nos da, aunque nos parezca que no atiende alguna petición concreta?¿Sabemos orar “en beneficio” de otros? ¿Somos conscientes del verdadero valor de la oración como expresión de nuestra fe?

 

 

3 Y vosotros, ¿hasta cuando ultrajaréis mi honor,  amaréis la falsedad y buscaréis el engaño?

Interpelo a los que tratan de ofenderme. Es muy triste ver y escuchar como mienten las personas en momentos importantes de su vida, cuando tienen que enfrentarse con un problema, o en el curso de un juicio en el que, por encima de todo, quieren ganar algo o evitar una sentencia desfavorable.

Reclamamos el ejercicio del honor esa cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo, que evitará la falsedad y el engaño, la falta de conformidad entre las ideas las palabras y las obras, incoherencia que, sin llegar a falsedad ni engaño, ejerce con tanta frecuencia por omisión el cristiano rutinario.

¿Cuidamos el honor y la dignidad de las personas que tenemos cerca?

¿Cuidamos el honor y la dignidad de las personas necesitadas con las que nos encontramos en la vida? ¿Tratamos de mejorar la vida de las personas menos dotadas, no simplemente con una limosna, sino también intentando ayudarles en sus problemas? ¿Engañamos cuando lo “estimamos” necesario para conseguir algún trato o decisión favorable?

 

4 Sabed que el Señor hace maravillas por su amigo: el Señor me escucha siempre que lo invoco.

Para ser amigo de Dios es necesario conocerle; no se puede tener una amistad con quien no se conoce.

Y hace falta la credibilidad que, en el caso de Dios, llamamos fe. “Abraham creyó en Dios y por eso fue reconocido justo y fue llamado amigo de Dios” (Stgo 2, 23). Claro que no solo en creer en Dios, sino que también hay que creer a Dios.

Es muy claro como lo expresa Juan en su Evangelio: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado… y vosotros sois mis amigos si cumplís lo que os mando” (Jn 15, 12. 14).

Y Juan también nos explica esas maravillas que el Señor hace con sus amigos: “… Os llamo amigos porque os he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre” (15, 15b).

El salmo nos indica otra maravilla: “El Señor me escucha siempre”. Esa escucha tiene que ser recíproca, porque es base de la amistad, base de todas las maravillas que recibimos del Señor.

En la escucha se incrementa la fe, se refuerza la esperanza y crece el amor al Señor y a nuestro prójimo, cerrando así el lazo del mandato de Jesús. Fácil, ¿no?. Fácil si se inicia el camino y se persevera en él.

¿Eres amigo de Dios? ¿Dios te puede llamar “mi amigo”? ¿Pueden otros decirle a Dios acerca de ti “tu amigo”? ¿Saludas a tu amigo al levantarte por la mañana? ¿Encuentras tiempo para dedicarlo a conversar con Él? ¿Notas sus señales de amistad, de presencia en tu vida?

 

5 Temblad y no pequéis más; reflexionad en el silencio de vuestro lecho.

La mayor parte de las Biblias consultadas traen esta versión del versículo 5. Diferente es lo que escribe la Biblia Latinoamericana, que reza así: “Si tenéis rabia, no os arriesguéis, guardadlo para vosotros en la cama, y quedaros luego callados”.

En la primera versión podríamos incluso pensar en el Dios vengativo que en tantas ocasiones nos ha mostrado la Iglesia. “El que peque será castigado”

Sin embargo, podemos mejor ir por otro camino. Toma una decisión hoy. Ante las adversidades de la vida, cuando las cosas no salgan como tú quisieras que saliesen, en circunstancias en que tú sientes que vas a perder el control, deja las cosas como están y respira hondo, Retírate, si es posible. Tómate un tiempo, “consulta tu corazón en la almohada”, recurre a Dios y después, más sosegado, tú verás las cosas desde otro punto de vista y encontrarás la salida más sabia y equilibrada.

En este sentido, es muy gráfico el dicho de Aristóteles: "Cualquiera puede enfadarse, eso es muy fácil. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y de la forma correcta, eso ciertamente, no resulta tan fácil."

No te golpees, no te lastimes, ni lastimes al prójimo. No abras heridas en el corazón de las personas que tú amas y que están a tu alrededor. Mide tus palabras. Medita en las consecuencias de actos impulsivos. Tú no puedes evitar sentir lo que estás sintiendo. Eso es natural, pues tú eres un ser humano. Cuando alguien te contradice, cuando hace algo indebido contra ti, o te ataca, es natural que eso altere todo tu ser, pero sigue el consejo divino: “Temblad, y no pequéis; meditad en vuestro corazón estando en vuestra cama, y callad”.

Pablo está más por la segunda versión y dice: “Enojaros, pero sin pecar; que el enojo no os dure hasta la puesta de sol, pues de otra manera se da lugar al Demonio” (Ef 4, 26)

¿Nos dice algo este versículo “tan humano”? ¿Sabemos reaccionar a los contratiempos, en las discusiones siendo discretos y sin alterarnos? ¿O tratamos de hablar todo el tiempo sin dar lugar a respuestas, o reaccionando mal a éstas? ¿O dejamos las cosas “así” y nos vamos criticando a los otros? ¿Sabemos buscar al Señor en estos casos meditando en su compañía?

 

6 Ofreced sacrificios legítimos y tened confianza en el Señor.

La única salvación vendrá por estas dos vías del sacrificio y la confianza en el Señor.

Pero, ¿porqué el término de sacrificios legítimos? Israel se sumergía con frecuencia en el seguimiento a Baal, el dios cananeo de la prostitución sagrada y los sacrificios cruentos, incluso de seres humanos, como los primogénitos de cada familia.

Por supuesto, el Señor no quiere esta línea de vida. Su ternura y su misericordia merecen otra conducta, expresada constantemente por los profetas.

Hombres y mujeres se prostituían en honor de Baal en los llamados «ritos de fertilidad». Esto dio lugar a esclavitud de niños y adultos, a la explotación de la fuerza de trabajo y a la manipulación de las fuentes de la vida (sexualidad).

La gente vinculada a la religión apoyaba esta situación, amparada por el ejército del rey. El conflicto, por tanto, es entre el aliado del Dios verdadero y los seguidores de los ídolos que causan la muerte del pueblo.

El Levítico expresa el resultado de lo que este versículo dice, con estas palabras: “Si camináis según mis tradiciones y guardáis mis mandamientos... la tierra producirá sus frutos, los árboles de los campos darán los suyos. La trilla se prolongará hasta la vendimia y la vendimia hasta la siembra” (26, 3-5a). Así expresa el Señor su atención al que en Él confía

¿Qué entendemos hay en día por sacrificio? ¿Hacemos algún sacrificio de algún tipo? ¿Nos esforzamos en algo por el bienestar de otra persona o personas? ¿Cómo anda nuestra confianza en el Señor? ¿Nos lo preguntamos alguna vez?

 

7 Hay muchos que preguntan: "¿Quién nos mostrará la felicidad, si la luz de tu rostro, Señor, se ha alejado de nosotros?"

Interpelamos a los amigos desanimados, a los que parece que la vida y sus problemas los arrollan y los imposibilitan para ser felices.

En la escucha y la oración podemos encontrar esa luz que el Señor está deseando darnos, y que debemos transmitir a los demás.

En contraposición a lo que sucede en la literatura griega, en la que se llamaba felices a los dioses porque están exentos de la muerte y de las preocupaciones de la vida, sin preocuparse de los humanos, el Dios de la Biblia se complace en hacer felices a los hombres, comunicándoles su vida, su gracia y su gloria, y con ellas todos los bienes.

Quizá podamos citar aquí las cuatro virtudes cardinales, así llamadas a partir de la palabra latina “cardo”, quicio, porque en torno a ellas gira toda la vida moral del ser humano, y, por ende, su felicidad. Mediante ellas el ser humano se hace dueño de sí mismo

La Prudencia consiste en la disposición firme de obrar siguiendo lo que es verdaderamente razonable.

La Justicia o disposición firme y constante de dar a cada uno lo que tiene derecho y se le debe.

La Fortaleza que nos hace capaces de vencer el temor a los males reales o imaginarios que nos amenazan, incluso el de la muerte, y nos da ánimos para arrostrar las pruebas de la vida por seguir el camino del bien o por fidelidad  Dios

La Templanza que nos inclina a la moderación en la satisfacción de nuestras necesidades y apetitos.

“Si consultamos con confianza la Biblia podremos ver como las Bienaventuranzas no son algo sobrenatural, sino lo más profundo del ser humano, lo que toda persona está buscando a tientas sin saberlo. Y he dicho toda persona, porque es para todos: creyentes, no creyentes, hombres, mujeres, jóvenes, viejos, de una cultura o de otra. El Evangelio es para “toda criatura” (Mateo 28, 19).” (Bienaventuranzas de Chércoles. Introducción)

¿Buscamos la felicidad en el Señor? ¿Qué identificamos cómo felicidad? ¿Entendemos que la predicación de Cristo, el ejemplo de su vida opera un cambio radical en el mundo de las ideas sobre felicidad y desgracia? ¿Cómo entendemos las Bienaventuranzas de Jesús?

 

8 Pero tú has puesto en mi corazón más alegría que cuando abundan el trigo y el vino.
La alegría y la confianza a pesar de la adversidad, en el fracaso o en medio de la noche oscura, encajan perfectamente en el mensaje del Nuevo Testamento que no necesita ya de las bendiciones materiales para saberse amado por Dios:

Los poderosos dicen que con dinero lo pueden comprar todo, ya que todo tiene un precio. Sin embargo, el poderoso se equivoca, ya que el amor auténtico no lo pueden comprar; tampoco la paz, ni el gozo, y mucho menos pueden comprar la felicidad, y, mucho menos, la salvación

El salmista opone a esta actitud de los desanimados la realidad y la acción de Dios (de nuevo aparece un «pero» muy significativo), y su propia confianza:

Dios es el que alegra el corazón, sin necesidad de dar los bienes materiales que causan la alegría a los hombres.

Para el Antiguo Testamento, la abundancia de bienes materiales («el trigo y el vino») es signo de bendición de Dios y de fidelidad a él. El que los disfruta tiene la alegría sobrenatural de saber que Dios le bendice. Pero cuando faltan esos bienes se piensa que se ha pecado y que Dios le castiga (podemos recordar el libro de Job).

El orante de este salmo disfruta de la alegría de la bendición de Dios por encima de las circunstancias; no necesita de esos bienes para descubrir la bendición de Dios. Es la respuesta a los que necesitan esos resultados tangibles para creer que están iluminados por el rostro de Dios.

La confianza del salmista se basa en su experiencia de haber estado en situaciones difíciles y haber sido salvado por Dios. -Eso significa que Dios (y su luz salvadora) no había huido de él. Esa experiencia de salvación infunde en él una alegría indestructible

Para Sto. Tomás la alegría es el fruto del amor gozado: "El amor a Dios conduce necesariamente a la alegría". Como el jardín produce flores, en el corazón que ama a Dios brota la felicidad. Quien ama poco, tendrá poca capacidad de gozo. Quien ama mucho, mucha.

¿Confiamos más en los bienes materiales que en la misericordia y la bondad del Señor?

¿Somos conscientes de que el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo?

¿Comprendemos que el corazón es una forma metafórica para referirse a la persona en su totalidad? (Dt 6, 5)

¿Quién tiene motivo suficiente para estar rebosante de entusiasmo?: ¿Quien conoce y vive el Amor de Dios...? ¿Quien posee y es poseído por el Amor Infinito de Dios? ¿Quien ama apasionada­mente y se siente amado apasionadamente por el Amor de Dios?

9 Me acuesto en paz y en seguida me duermo,  porque sólo tú, Señor, aseguras mi descanso.

Puede dormir en cuanto se acuesta porque no está preocupado, a pesar de su situación. No es que sea inconsciente o irresponsable, sino que sabe que está en manos de Dios, como un niño saciado en brazos de su madre (Sal 131,2).

Dormir en «paz» no significa sólo dormir tranquilo: la «paz» conlleva el don de la salvación, el don de la comunión con Dios, la plenitud de la vida en Dios, la seguridad de que sólo Dios es el que hace vivir y dormir tranquilos, en paz.

Cuando alguien no puede conciliar el sueño puede ser por varias razones. Una, pueden ser las presiones; otras, pueden ser la inseguridad del trabajo, la casa, los hijos, los nietos; otra, puede ser una mala conciencia; otra, la falta de perdón, etcétera.

La mejor almohada y el mejor colchón en el que podemos descansar es en las promesas de Dios.

Las adversidades de esta vida son ocasiones en las cuales podemos acercarnos a nuestro Padre Celestial a través de la oración. Él hará que en esas ocasiones en la cuales estamos como oprimidos, seamos ensanchados y bendecidos

¿Somos capaces de “abandonarnos” en brazos del Señor?

¿Es nuestra fe tan viva como para dormir confiado en la segura esperanza que el amor de Dios nos proporciona siempre que nos dejemos amar por Él?

¿Permitimos a nuestras preocupaciones diarias que sobrepasen nuestra confianza en el Señor?

¿Encaminamos nuestras adversidades hacia el compartirlas con el Señor, trabajando en su solución bajo la misericordia del Padre?