Salmo 119

Este largo salmo probablemente fue escrito durante un período de tiempo y luego compilado, porque no hay un flujo definido de pensamiento desde el principio del salmo hasta el final. Las secciones y los versículos no son como una cadena, donde un eslabón está conectado con el otro, sino como un collar de perlas donde cada perla tiene un valor igual, pero independiente.

El Salmo 119 está organizado en un patrón acróstico. Hay 22 letras en el alfabeto hebreo y este salmo contiene 22 unidades de 8 versículos cada una. A cada una de las 22 secciones se le asigna una letra del alfabeto hebreo, y cada línea de esa sección comienza con esa letra.
Dado que este es un salmo que glorifica a Dios y Su palabra, se refiere a las Escrituras una y otra vez. No hay que buscar una estructura lógica, un orden o una enseñanza que se quiere inculcar. Es más bien una larga meditación sobre la Ley. Esta ley, en realidad, nos invita a preguntarnos en qué medida en la práctica, nos tomamos el tiempo para meditar cada día la Palabra, en qué medida recibimos como palabra de Dios, lo que se nos dio, ya sea que hayamos elegido el texto o que hayamos dejado la elección al azar a al Espíritu, y en qué medida descubrimos su verdad en los acontecimientos de cada día
En este salmo hay ocho palabras básicas que se usan para describir las Escrituras, la revelación escrita de Dios para nosotros:
•Ley (Toráh, usada 25 veces en el Salmo 119): “Su verbo padre significa ‘enseñar’ o ‘dirigir’; por lo tanto, viniendo de Dios significa tanto ‘ley’ como ‘revelación’. Puede usarse para un solo mandamiento o para todo un cuerpo de leyes”.
•Palabra (dabar, utilizada 24 veces): La idea es de la palabra hablada, la palabra revelada de Dios al hombre. “Procedente de su boca y revelada por él a nosotros...”.
•Juicios (mispatim, utilizada 23 veces): “de shaphat, juzgar, determinar, regular, ordenar y discernir, porque juzgan sobre nuestras palabras y obras; muestran las reglas por las cuales deben ser reguladas; y nos hacen discernir lo que está bien y lo que está mal, y decidir en consecuencia”.
•Testimonios (edut/edot, utilizada 23 veces): Esta palabra está relacionada con la palabra testigo. Obedecer sus testimonios “... significa lealtad a los términos del pacto hecho entre el Señor e Israel”.
•Mandamientos (miswah/miswot, utilizada 22 veces): “Esta palabra enfatiza la autoridad directa de lo que se dice... el derecho a dar órdenes”.
•Estatutos (huqqim, utilizada 21 veces): El sustantivo se deriva de la raíz del verbo “grabar” o “inscribir”; la idea es la palabra escrita de Dios y la autoridad de Su palabra escrita: “... declarando su autoridad y poder de darnos leyes”.
•Preceptos (piqqudim, utilizada 21 veces): “Esta es una palabra extraída de la esfera de un oficial o supervisor, un hombre que es responsable de observar de cerca una situación y tomar acción... Entonces la palabra apunta a las particulares instrucciones del Señor, como de quien se preocupa por los detalles”.
•Palabra (imrah, utilizada 19 veces): Imrah tiene un significado similar a dabar, pero es un término diferente. “La ‘palabra’ puede denotar cualquier cosa que Dios haya dicho, ordenado o prometido”.

**Alef א: La bienaventuranza de aquellos que caminan en la palabra de Dios, y el anhelo de hacerlo.
*1-2 Bendición declarada.
Bienaventurados los perfectos de camino,
Los que andan en la ley del Señor.
Bienaventurados los que guardan sus testimonios,
Y con todo el corazón le buscan;
Al comenzar a describir la bienaventuranza del hombre, el salmista comienza con la idea de que ser perfecto de camino es una bendición.
Muchas personas – antiguas y modernas – piensan que la vida perfecta de camino es, en el mejor de los casos, aburrida. La idea es que, si no tiene nada de impureza, entonces no puede ser divertida. Sin embargo, el que camina en la palabra de Dios conoce la verdadera bienaventuranza de vivir y disfrutar una vida sin mancha.
Simplemente podemos decir que Dios es bienaventurado; quiere que compartamos Su bienaventuranza. Su palabra nos muestra el camino para compartir su bienaventuranza, y lo encontramos al ser perfectos de camino.
Necesitamos que Dios nos muestre el camino a una vida feliz, y esto se centra en ser perfectos de camino. “La razón por la que no somos felices es porque pecamos, y la razón principal por la que pecamos tanto como lo hacemos es que no conocemos la biblia lo suficientemente bien... Sin la instrucción de Dios, los seres humanos no saben cómo alcanzar la felicidad”.
En la mente del salmista, hay una conexión fuerte y definida entre ser perfectos de camino y los que andan en la ley del Señor. El andar en la ley del Señor es, de hecho, ser perfecto de camino.
La ley del Señor: Aquí el autor del Salmo 119 usa, por primera vez, una frase que se refiere a la revelación escrita de Dios. Las diversas formas en que se refería a la revelación escrita de Dios nos muestran cuánto conocía, amaba y respetaba la palabra de Dios.
La ley del Señor: La palabra que se usa aquí es torah. Aquí se usa la gran palabra Torá, la palabra que para los hebreos significaba Ley, siendo la palabra empleada para describir la primera división de la biblia, la que llamamos el Pentateuco.
Para disfrutar de esta bienaventuranza, el caminar santo debe convertirse en habitual. Este ejercicio sagrado es muy diferente de la piedad perezosa. “Bienaventurados los perfectos de camino que andan en la ley del Señor”. Un hombre puede sentarse en el camino sin ensuciarse la piel ni ensuciarse la ropa, pero eso no es suficiente. Debe haber progreso – acción práctica – en la vida cristiana; y para experimentar la bienaventuranza debemos estar haciendo algo por el Maestro.
Bienaventurados los que guardan sus testimonios: Guardar sus testimonios es prácticamente lo mismo que andar en la ley del Señor. Aquí hay un ejemplo del paralelismo común en la poesía hebrea, usado tanto para explicación como para enfatizar. Guardan significa hacer, no solamente oír. Tampoco es suficiente que entendamos o meditemos en los preceptos de Dios, sino que debemos practicarlos, si queremos ser felices.
Y con todo el corazón le buscan: Si alguien busca a Dios con todo el corazón, debe incluir un estudio diligente de la revelación escrita de Dios. Hay formas buenas e importantes de buscar a Dios que no son a través de su palabra (como la oración, adoración, ayuno, servicio, etc.). Sin embargo, si estas no incluyen buscar a Dios en y a través de Su palabra, estas otras prácticas pueden estar mal dirigidas.
Sin embargo, no perdemos el énfasis en el corazón. “Dios no es verdaderamente buscado por las frías investigaciones del cerebro: debemos buscarlo con el corazón. El amor se revela al amor: Dios manifiesta su corazón al corazón de su pueblo. En vano nos esforzamos por comprenderlo con la razón; debemos comprenderlo por afecto”. (Spurgeon)
Todo el corazón es vital. Dios es uno; y no lo conoceremos de cerca hasta que lo busquemos con todo el corazón. Este es un desafío para el corazón dividido, no para el corazón quebrantado. “Es extraño decir que, en la fraseología de las Escrituras, un corazón... puede estar quebrantado pero no dividido; y sin embargo, estar quebrantado y completo”.
*3 Bienaventuranza descrita.
Pues no hacen iniquidad
Los que andan en sus caminos.
La idea de los versículos 1 y 2 se repite; éstos guardan sus testimonios, son perfectos de camino, y no hacen iniquidad. Hay una pureza y bondad que marca sus vidas. Ellos han aprendido sus caminos de la revelación escrita; pero con Su palabra, Dios también da gracia y poder para andar en sus caminos.
*4-8 Bienaventuranza deseada.
Tú encargaste
Que sean muy guardados tus mandamientos.
¡Ojalá fuesen ordenados mis caminos
Para guardar tus estatutos!
Entonces no sería yo avergonzado,
Cuando atendiese a todos tus mandamientos.
Te alabaré con rectitud de corazón
Cuando aprendiere tus justos juicios.
Tus estatutos guardaré;
No me dejes enteramente.
El salmista conecta la obediencia encargada con las bendiciones para el obediente. Él muestra que la razón por la que Dios nos encargó que sean muy guardados sus mandamientos no es solo porque esto lo honra, sino también porque es el camino hacia la bendición.
Con las palabras “Tú encargaste”, vemos que el salmista comienza a dirigirse a Dios en oración; posición que mantendrá durante la mayor parte del salmo. Esto muestra que no solo era un estudiante de las Escrituras, sino también un hombre de oración.
Dios no nos ha mandado que seamos diligentes en hacer preceptos, sino en guardarlos. Algunos se atan yugos sobre sus propios cuellos, y ponen lazos y reglas para otros; pero el proceder sabio es estar satisfecho con las reglas de la Sagrada Escritura.
Esto no es solo un deseo piadoso; también es una oración por la capacidad de obedecer la palabra de Dios. Sin Su obra en nosotros, carecemos de la capacidad de guardar esos mandamientos.
No llegamos muy lejos en el salmo antes de descubrir que él es muy parecido a nosotros, al menos en el sentido de que todavía no ha llegado a ser como los felices y bienaventurados que está describiendo. Quiere serlo, pero todavía no lo es.
El salmista sentía la vergüenza que viene cuando la norma de la palabra de Dios se compara con nuestras vidas. Él oraba por el poder de vivir una vida sin vergüenza.
La ‘vergüenza’ es fruto del pecado; la confianza es el efecto de la justicia.
La sinceridad, por tanto, debe ser el sello de mi profesión cristiana. Aunque soy absolutamente incapaz de rendir perfecta obediencia al más pequeño de los mandamientos, mi deseo y propósito los respetará a todos.
El salmista encontraba que no solo era importante alabar a Dios, sino hacerlo con rectitud de corazón. No quería ofrecer a Dios la imagen de alabanza o un momento de alabanza cuando el resto de su vida no era recto.
Puedes estar seguro de que el que ora por la santidad, un día alabará por la felicidad. Habiendo desaparecido la vergüenza, el silencio se rompe, y el hombre antes callado declara: ‘Te alabaré’”. Esta era una promesa de guardar – en el sentido de cuidar – los estatutos (huqqim), la palabra de Dios grabada, inscrita y escrita.
Nunca olvidamos que, en un sentido real, solo Jesús podía decir: “Tus estatutos guardaré”. Las muchas expresiones fuertes de amor hacia la ley, y las resoluciones repetidas y los votos de observarla, a menudo nos obligarán a volver nuestros pensamientos al David verdadero, cuya ‘comida y bebida era, hacer la voluntad del que lo envió
Sentimos la nota de desesperación en el salmista. Él conoce y ama la palabra de Dios, pero también es muy consciente de su incapacidad – sin de la obra de Dios en su vida – para vivir la palabra de Dios. Si Dios lo dejaba, estaría perdido.
Puede que seamos dejados – pero no enteramente. David fue dejado, pero no como Saúl. Pedro fue dejado, pero no como Judas, enteramente y para siempre... Observa sus tratos contigo. Investiga su razón. Sométete a su dispensación. Si él deja, suplica su regreso; pero confía en tu Dios.
El corazón que canta, “No me dejes enteramente” es un corazón que anhela estar cerca de Dios. “Aparentemente de manera inconsciente, es decir, sin intención, el canto revela el hecho de que un hombre que obedece la voluntad de Dios revelada llega a una comunión personal con Dios. De principio a fin, el cantor cantó como alguien que tenía un conocimiento personal de Dios y un trato directo con Él.

**Bet ב: Pureza de vida y meditación en la palabra de Dios.
Cada línea de esta segunda sección del Salmo 119 comienza con la letra hebrea Bet, que también significa “una casa”. Algunos han sugerido que esta sección nos dice cómo hacer de nuestro corazón un hogar para la palabra de Dios
*9 Un joven encuentra una vida limpia a través de la palabra de Dios.
¿Con qué limpiará el joven su camino?
Con guardar tu palabra.
Ésta era una cuestión que no fue menos difícil en la antigüedad que en nuestra época. El joven tiene sus propios desafíos particulares para vivir una vida pura. Esta es una pregunta que algunos – incluso algunos que se cuentan entre el pueblo de Dios – nunca parecen hacerse de sí mismos. Lamentablemente, algunas personas nunca se preocupan por la pureza moral. Hacen eco de la oración de Agustín antes de su conversión: “Señor, hazme casto – pero no todavía”.
El mundo nos dice, “Diviértete cuando seas joven; sácalo todo de tu sistema. Cuando seas mayor, podrás establecerte y ser religioso y correcto”. Se comenta sobre este pensamiento: “La respuesta de Dios es bastante diferente. Dios dice: Si vas a vivir para mí, debes comenzar lo antes posible, sin demora, preferiblemente cuando seas muy joven”.
Incluso cuando uno tiene el deseo de la pureza moral, hay muchas cosas que pueden dificultar que un joven limpie su camino.
•Energía juvenil y sentido de despreocupación.
•La falta de sabiduría para la vida.
•El deseo y la conquista de la independencia.
•Madurez física y sexual que puede ir más allá de la madurez espiritual y moral.
•El dinero y la libertad que esto aporta.
•Mujeres jóvenes que pueden – consciente o inconscientemente – fomentar la impureza moral.
•El espíritu de la época que espera y promueve la impureza moral para los jóvenes.
•El deseo de ser aceptado por compañeros que enfrentan los mismos desafíos.
También es debido a que Dios quiere librar al joven (y al anciano) de la esclavitud del pecado. La experiencia tiene el poder de moldear nuestros hábitos. Ríndete a cualquier tentación; transfiérala del reino de la contemplación mental a la experiencia de la vida, y esa tentación instantáneamente se vuelve mucho más difícil de resistir en el futuro. Cada experiencia sucesiva de rendición a la tentación crea un hábito, reforzado no solo espiritualmente, sino también por la química cerebral. Estos hábitos arraigados son cada vez más difíciles de romper cuanto más se experimentan; y es casi imposible romper tales hábitos sin reemplazarlos por otro hábito.
Significativamente, las palabras “su camino” provienen de la palabra hebrea orach. “Orach, que traducimos aquí como camino, significa una pista, un surco, tal como lo hace la rueda de un carro o carruaje”.
Por supuesto, no solo el joven tiene estos desafíos; los hombres y mujeres mayores de todas las edades tienen sus propios desafíos para vivir una vida pura. Sin embargo, estos se sienten a menudo con más severidad en la vida del joven.
Con guardar: Una vida de pureza moral no ocurre accidentalmente. Si uno no tiene cuidado de guardar, el camino natural es hacia la impureza y la degeneración. Hay que guardar para poder ser puro.
Tu palabra: Así es como se guarda. El fundamento de una vida moralmente pura se encuentra en la palabra de Dios.
·La palabra de Dios nos muestra el estándar de pureza, para que sepamos lo que está bien y lo que está mal.
·La palabra de Dios nos muestra las razones de la pureza, para que comprendamos la sabiduría y la bondad de los mandamientos de Dios.
·La palabra de Dios nos muestra la dificultad de la pureza y nos recuerda que debemos estar en guardia.
·La palabra de Dios nos muestra las bendiciones de la pureza y nos da un incentivo para hacer los sacrificios necesarios.
·La palabra de Dios nos muestra cómo nacer de nuevo – convertirnos, para que nuestro hombre interior pueda ser transformado según el modelo de la máxima pureza, Jesucristo.
·La palabra de Dios nos muestra el camino para ser empoderados por el Espíritu Santo, para que tengamos los recursos espirituales para ser puros.
·La palabra de Dios es un refugio contra la tentación, dándonos una vía de escape en la época de la tentación.
·La palabra de Dios es una luz que despeja la engañosa niebla de la seducción y la tentación.
·La palabra de Dios es un espejo que nos ayuda a ver nuestra condición espiritual y moral, y así caminar en pureza.
·La palabra de Dios nos da mandatos sabios y sencillos, como “Huyan de las pasiones juveniles” (2 Tm 2, 22).
·La palabra de Dios nos limpia de la impureza y, de hecho, limpia nuestra vida en un sentido espiritual (Ef 5, 26, Jn 15, 3).
·La palabra de Dios es la clave para la renovación de nuestra mente, que a su vez es la clave para la transformación personal, moral y espiritual (Rm 12,1-2).
·La palabra de Dios nos da un refugio contra la condenación cuando hemos sido impuros. Y nos muestra cómo arrepentirnos y volver a una vida pura.
·La palabra de Dios nos muestra cómo conducir nuestras vidas para que seamos un estímulo para otros en pureza.
Jesús habló específicamente del poder de Su palabra para limpiarnos y mantenernos puros: Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado (Jn 5, 3). Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad (Jn 17, 17).
El impacto es claro: si quieres limpiar tu camino, también debes guardar la palabra de Dios.
Esta idea se comunica en Pro 2, 10-12: Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, Y la ciencia fuere grata a tu alma, La discreción te guardará; Te preservará la inteligencia, Para librarte del mal camino, De los hombres que hablan perversidades.
Nos recordamos a nosotros mismos que Jesús respondió a la tentación con la palabra de Dios (Mt 4, 1-10). “El que se hizo hombre para nuestra salvación, pasó por este estado de juventud, sin mancha, para poder, por así decirlo, reclamarlo y consagrarlo de nuevo a Dios”.
*10-11 Cómo se guarda la palabra de Dios.
Con todo mi corazón te he buscado;
No me dejes desviarme de tus mandamientos.
En mi corazón he guardado tus dichos,
Para no pecar contra ti.
Aquí el salmista declara su dedicación a Dios, y al mismo tiempo reconoce su debilidad para poder mantener tal dedicación (No me dejes desviarme de tus mandamientos).
Nos recuerda que la Escritura no era un simple libro de texto para el salmista; así era él como buscaba y se encontraba con Dios. Su corazón se había ido en pos de Dios mismo: no solo había deseado obedecer sus leyes, sino estar en comunión con su persona.
Nos ayuda a poner en perspectiva las muchas afirmaciones de pureza y devoción en este salmo (y otros). Estos se entienden a la luz de la dependencia de Dios, no en el sentido de orgullo moralista.
El salmista sabía el valor de tomar la palabra de Dios y guardarla en el corazón. Está guardada, en el sentido de que está en el interior, donde nadie puede verla, y está segura para que nadie pueda llevársela.
Podemos estar seguros de que antes de que esta palabra fuera guardada en su corazón, fue recibida en su mente. El salmista escuchaba y leía la palabra de Dios, y pensaba en ella continuamente, hasta que quedaba arraigada tanto en su mente como en su corazón.
Si la palabra de Dios está solo en su biblia, y no también en su corazón, pronto y fácilmente se sorprenderá de su pecado que lo asedia.
Aquí el salmista declara que uno se beneficia al tener la palabra de Dios guardada en el corazón. Es una defensa contra el pecado, por todas las razones discutidas anteriormente y más.
La forma personal en la que el hombre de Dios hacía esto, también es digna de mención: ‘Con todo mi corazón te he buscado’. Cualquier cosa que otros pudieran elegir hacer, él ya había tomado su decisión y había colocado la Palabra en lo más íntimo de su alma como su más querido deleite, y sin importar lo que otros pudieran transgredir, su objetivo era la santidad: ‘Para no pecar contra ti´.
*12 Una oración pidiendo instrucción.
Bendito tú, oh Jehová;
Enséñame tus estatutos.
El salmista parece interrumpir sus pensamientos sobre la conexión entre la palabra de Dios y una vida pura, con esta expresión de alabanza. La grandeza de estas ideas y la realidad de ellas en su vida han hecho necesaria esta alabanza.
Esto demuestra la humildad del salmista. Aunque lleno de la palabra de Dios y un deseo de pureza, sentía su constante necesidad de recibir instrucción por parte de Dios. No necesitaba solo leer los estatutos de Dios; él suplicaba a Dios que le enseñara.
Este dicho está escrito en la portada de algunas biblias: “Este libro te protegerá del pecado. El pecado te alejará de este libro”. El salmista entendía este principio y anhelaba que Dios fuera su maestro y lo mantuviera en el gran libro de Dios.
Necesitamos ser discípulos o aprendices – ‘enséñame’; pero qué honor tener al mismo Dios como maestro: ¡qué audaz es [el salmista] al rogarle al Dios bendito que le enseñe!.
* 13-16 Una declaración de compromiso.
Con mis labios he contado
Todos los juicios de tu boca.
Me he gozado en el camino de tus testimonios
Más que de toda riqueza.
En tus mandamientos meditaré;
Consideraré tus caminos.
Me regocijaré en tus estatutos;
No me olvidaré de tus palabras.
El salmista entendía la importancia de no solo leer o escuchar en silencio la palabra de Dios, sino también la importancia de decirla. Declarar la palabra de Dios (todos los juicios de tu boca) con sus labios era otra parte de su relación y amor por Dios.
Podemos concluir confiadamente que no hay suficiente – nunca suficiente – de esto entre el pueblo de Dios. El pueblo de Dios debe tener Su palabra no solo en sus mentes y corazones, sino también en sus labios. Pronunciarla es poderoso, y no debe ser descuidado.
Cuando hacemos de las Escrituras el tema de nuestra conversación, glorificamos a Dios, edificamos a nuestro prójimo y nos mejoramos a nosotros mismos.
El salmista entendía el verdadero valor de la palabra de Dios; le daba tanto gozo como toda riqueza.
Se podría preguntar con justicia a todo cristiano: “¿Por cuánto te negarías a escuchar o leer la palabra de Dios de nuevo?” Es de temer que muchos, como Esaú, vendan este tesoro de primogenitura por el equivalente a un plato de estofado.
La grandeza de la palabra de Dios ha llevado al salmista a una gran resolución para su vida. Su vida estará llena de la palabra de Dios, en su mente (meditaré . . . consideraré), en su corazón (me regocijaré), y en sus hábitos (no me olvidaré).
La meditación es recordar lo que hemos comprometido a la memoria y luego darle vueltas y vueltas en la mente para ver las implicaciones y aplicaciones más completas de la verdad.
Este dar la plenitud de vida a la palabra de Dios – en mente, corazón y hábitos – es una buena descripción de lo que el salmista quiso decir con guardar en el versículo 9. El joven limpiará su camino y disfrutará de la plenitud de una vida que honra a Dios.
Casi podemos escuchar un desafío del salmista: “Vives tu vida comprometida e impura, una vida que cree conocer el placer y la satisfacción; limpiaré mi camino y entregaré la plenitud de mi vida a Dios y su palabra, y veremos quién será más bendecido, más feliz y más lleno de vida”.

** Gimel ג: La palabra de Dios y las pruebas de la vida.
*17 Una oración pidiendo bendición,
para poder guardar la palabra de Dios.
Haz bien a tu siervo;
que viva, Y guarde tu palabra.
Una petición maravillosa: pedir valientemente bendición (haz bien), mientras que al mismo tiempo te presentas humildemente ante Dios (tu siervo). El siervo depende apropiadamente del amo para su recompensa.
Al decir, “haz bien,” el salmista estaba pidiendo mucho, no solo un poco. El creyente, como el salmista, es un hombre de grandes expectativas... Ciertamente, podemos ser demasiado audaces en nuestra manera de acercarnos a Dios; pero nunca seremos demasiado atrevidos en nuestras expectativas de él.
Él ruega por una generosidad de gracia, a la manera de alguien que oraba, “Oh Señor, debes darme gran misericordia o ninguna misericordia, porque poca misericordia no me servirá.”
Por eso el salmista pide la bendición de Dios. No era para la indulgencia personal, ni siquiera para el consuelo, sino para que la palabra de Dios pudiera ser vivida y guardada. Esta es una maravillosa oración que honra a Dios, que se escucha en el cielo.
Como demostrará el resto de esta sección, el salmista ora así debido a los grandes problemas y presiones que lo habían acosado. Esta sección del salmo nos muestra que el autor era un hombre que había sufrido profundamente. Había conocido la persecución, la privación y el temor por su vida, temporadas en las que parecía no obtener nada de la palabra de Dios, y la soledad, el rechazo y un sentido de abandono.
En medio de estas pruebas, quería vivir, no solo sobrevivir, sino también tener una mejor calidad de vida, especialmente en lo que respecta a Dios.
*18 Una oración pidiendo discernimiento, para poder entender la palabra de Dios.
Abre mis ojos, y miraré
Las maravillas de tu ley.
El salmista reconoce que, sin la iluminación de Dios, no podía ver lo que podía y debía ver de la palabra de Dios.
El verbo ‘abrir’ en este versículo 18 se usa en la historia de Balaam donde el Señor abrió los ojos de Balaam para que pudiera ver al ángel del Señor parado en el camino con su espada desenvainada. Tiene que ver con quitarse un velo o cubierta.
Esto nos recuerda que no es la palabra de Dios la que necesita ser cambiada, como si fuera inextricable; nosotros somos los que estamos velados y no podemos entender la palabra de Dios sin la obra del Espíritu. Los ojos de Pablo fueron descubiertos cuando se convirtió (Hch 9,18); era como si le hubieran caído escamas de los ojos.
El salmista no necesitaba una nueva revelación; necesitaba ver la revelación que ya se había dado. No necesitaba ojos nuevos; necesitaba ver más claramente con los ojos que ya tenía.
Hay maravillas en la Escritura; pero sólo pueden verse cuando Dios abre los ojos. Esto significa que la oración es una parte importante (y a menudo descuidada) del estudio de la biblia. También significa que no todos ven las maravillas en la palabra de Dios, pero cuando las ven, deben considerarlas como una evidencia de la bendición y el favor de Dios.
Jesús se regocijó de que Dios revelara Su sabiduría de esta manera: En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños (Mt 11,25).
Dios le ha dado al hombre un sentido de asombro, y hay ciertas cosas que lo impulsan. Lo nuevo e inesperado pueden causar asombro, lo bello y grandioso pueden causar asombro, y lo misterioso y desconocido pueden causar asombro. Dios ha provisto este sentido de asombro al darnos su Palabra. El Espíritu Santo puede hacer que la biblia cobre vida, y nos ayuda a ver constantemente cosas nuevas e inesperadas, cosas grandes y hermosas y cosas misteriosas y desconocidas. Es una vergüenza que muchos cristianos busquen que su sentido de asombro se satisfaga sin ver la palabra de Dios.
Piensa en todo lo que hay en la biblia que no ves. Piensa en toda la maravilla, en todo el tesoro que hay allí, pero no lo ves. Puedes ver algunas cosas, aunque no puedes ver todo, y algunas veces pensarás que ves cosas que no están realmente ahí. Aquellos que ven más que tú no son necesariamente más inteligentes o mejores; sus ojos están más abiertos.
Si queremos ver cosas maravillosas en las Escrituras, no es suficiente que simplemente le pidamos a Dios que abra nuestros ojos para que podamos verlas. También debemos estudiar la biblia con detenimiento. El Espíritu Santo se da no para que nuestro estudio sea innecesario, sino para hacerlo efectivo.
*19-20 Una oración pidiendo revelación, añorando la palabra de Dios.
Forastero soy yo en la tierra;
No encubras de mí tus mandamientos.
Quebrantada está mi alma de desear
Tus juicios en todo tiempo.
Esta es la misma petición que en el versículo anterior, pero hecha por una razón diferente. El salmista quiere conocer y guardar la palabra de Dios, y ora para que así sea; pero ahora hace la petición porque reconoce que la tierra no es su hogar y necesita comunicarse con su verdadera patria.
Cuando pensamos en el hombre que dice: “forastero soy yo en la tierra”, no debemos pensar en el hombre que vaga solo por el desierto. Deberíamos pensar en el hombre que vive entre otros y está rodeado por la vanidad de las alegrías del mundo, pero que todo el tiempo sabe: “Realmente no pertenezco aquí”.
Si estás tratando de seguir a Dios, el mundo te tratará como un forastero, porque eso es lo que serás. No puedes esperar estar en casa en él, y si lo estás, bueno, es una indicación de que realmente no perteneces a Cristo, o al menos, de que estás viviendo lejos de él.
Su alma anhelaba tanto la palabra de Dios porque en verdad era un forastero. . . en la tierra; para aquellos que se sienten perfectamente como en casa en este mundo, la palabra que les llega del cielo es menos preciada.
Tenemos una expresión similar: Me rompió el corazón, Eso es desgarrador, Ella murió de un corazón roto. Expresa un anhelo excesivo, una grave decepción, un amor desesperado, un dolor acumulado. En esto podemos ver el hambre y la sed que tenía el salmista de justicia, a menudo mezclados con mucho desaliento.
Los deseos espirituales son las sombras de las bendiciones venideras. Lo que Dios tiene la intención de darnos, primero nos hace anhelarlo. De ahí la maravillosa eficacia de la oración, porque la oración es la encarnación de un anhelo inspirado por Dios porque él tiene la intención de otorgar la bendición. ¿Cuáles son tus anhelos, entonces, mi oyente?
El anhelo no permanece dentro de un cadáver sin vida. Donde el corazón se rompe de deseo, hay vida. Esto puede consolar a algunos de ustedes: todavía no han alcanzado la santidad que admiran, pero la anhelan: ah, entonces, ustedes son un alma viviente, la vida de Dios está en ustedes.
*21-24 Una oración pidiendo refugio en la palabra de Dios.
Reprendiste a los soberbios, los malditos,
Que se desvían de tus mandamientos.
Aparta de mí el oprobio y el menosprecio,
Porque tus testimonios he guardado.
Príncipes también se sentaron y hablaron contra mí;
Mas tu siervo meditaba en tus estatutos,
Pues tus testimonios son mis delicias
Y mis consejeros.
Los que se desvían de los mandamientos de Dios son a la vez soberbios (su desobediencia es evidencia de obstinación) y malditos (nada bueno puede resultar de su desobediencia).
El salmista reconoce que incluso los príncipes también se sentaron y hablaron contra mí; sin embargo, no dejaría de meditar en la palabra de Dios. En cambio, simplemente ora, pidiéndole a Dios que se ocupe del oprobio y menosprecio que las personas notables ponían sobre él por su amor por la palabra de Dios.
El oprobio es desagradable; es la expresión de desaprobación o decepción. Sin embargo, menosprecio es aún peor; es el sentimiento de que una persona o cosa está por debajo de la consideración, que no vale nada y que es inútil.
Más allá del oprobio y menosprecio, estos enemigos también calumniaban al salmista (se sentaron y hablaron contra mí). La calumnia va más allá de nuestra condición de “forastero” Cuando el mundo piensa que somos forasteros y se pregunta si pertenecemos, nos ve correctamente. Cuando nos difaman, dicen mentiras sobre nosotros y nos acusan falsamente.
La mejor manera de lidiar con la difamación es orar al respecto: Dios la quitará o le quitará el aguijón. Nuestros propios intentos por limpiar nuestros nombres suelen ser fracasos.
El salmista se deleitaba y confiaba en la palabra de Dios mucho más que en la gente de alta posición de esta tierra (como los príncipes). La mayoría de los hombres codicia la buena palabra de un príncipe, y que un gran hombre hable mal de ellos es un gran desaliento, pero el salmista soportó su prueba con santa calma... Mientras sus enemigos se consultaban entre sí, el santo varón consultaba con los testimonios de Dios.
Sin embargo, una simple lectura superficial nunca nos dará cuenta de su santo deleite o consejo. Debe ser llevado a nuestras propias experiencias y consultado en esas ocasiones triviales de todos los días, cuando, inconscientes de nuestra necesidad de dirección divina, con demasiada frecuencia nos inclinamos a apoyarnos en nuestro propio consejo
En esta sección, el salmista ve muchas cosas que obstaculizan su recepción de la palabra de Dios y su comunión con Dios, y ora para ser protegido de ellas.
·Ve el peligro de un alma muerta y un corazón frío; por eso ora: “Haz bien a tu siervo; que viva y guarde tu palabra”.
·Ve el peligro del entendimiento oscurecido; por eso ora: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley”.
·Ve el peligro de vivir como un forastero en una tierra extraña; por eso ora: “No encubras de mí tus mandamientos”.
·Ve su propia debilidad e inestabilidad; por eso ora: “quebrantada está mi alma de desear”.
·Ve el peligro del orgullo, evidente en quienes lo atacaban; por eso reconoce que los soberbios son “los malditos, que se desvían de tus mandamientos”.
·Ve el oprobio y el menosprecio que vinieron sobre él, y cómo esos pueden sacudir su posición; por eso ora: “Aparta de mí el oprobio y el menosprecio”.
·Ve gobernantes conspirando contra él; por eso ora: “Pues tus testimonios son mis delicias”.
Él se eleva por encima de estas circunstancias dolorosas al guardar los testimonios, meditar en los estatutos y, por lo tanto, deleitarse en ellos.

**D. Dalet ד: Avivado del polvo.
*25 Una oración por el avivamiento de un alma que se siente muerta.
Abatida hasta el polvo está mi alma;
Vivifícame según tu palabra.
El salmista usa una imagen fuerte para decir que se sentía cerca de la muerte en su crisis actual; el polvo era el lugar de la muerte, el lugar del duelo y el lugar de la humillación.
Desde este lugar bajo, viene la oración por avivamiento. El salmista pide que se le devuelva la vida y la vitalidad, y pide que suceda según tu palabra.
El avivamiento proviene de un sentido de necesidad espiritual y humildad. El verdadero avivamiento – en el sentido bíblico e histórico – está marcado por una conciencia avergonzada del pecado y una urgencia de confesar y corregir las cosas.
El salmista sabía lo que necesitaba. Uno hubiera pensado que habría pedido consuelo o levantamiento, pero sabía que estos saldrían de una vida aumentada, y por eso busca esa bendición que es la raíz del resto. Cuando una persona está deprimida de espíritu, débil e inclinada hacia el suelo, lo principal es aumentar su resistencia y darle más vida; entonces su espíritu revive.
Según tu palabra nos muestra que Dios usa Su palabra para traer avivamiento. Las obras que pretenden ser un avivamiento pueden medirse según Su palabra.
*26-27 Enséñame, hazme entender.
Te he manifestado mis caminos, y me has respondido;
Enséñame tus estatutos.
Hazme entender el camino de tus mandamientos,
Para que medite en tus maravillas.
La idea detrás de he manifestado mis caminos es que el salmista le decía a Dios todo sobre él y su vida. Se confesaba plena y libremente ante Dios.
¿Puede cada uno de nosotros decir ahora, en este sentido, ‘He declarado mis caminos’ al Señor? Porque esto debe hacerse, no solo en nuestro primer acercamiento a él, sino continuamente a lo largo de toda nuestra vida. Deberíamos revisar cada día, resumir los errores del día y decir: He declarado mis caminos’, mis caminos desobedientes, mis caminos perversos, mis caminos errantes, mis caminos descarriados, mis caminos fríos e indiferentes, mis caminos orgullosos.
El salmista entendía que necesitaba más que conocimiento; también necesitaba entendimiento. Con ambos meditaría en las maravillas de Dios. Se trata de una comprensión profunda, que va más allá de la mera comprensión de las palabras, a una comprensión profunda de lo que ellas revelan sobre la naturaleza de Dios, el evangelio y los caminos de Dios.
'Enséñame tus estatutos’. Creo que el salmista quiere decir esto: ‘Señor mío, te lo he dicho todo; ahora, ¿me lo dirás tú todo? Te he declarado mis caminos; ahora, ¿me enseñarás tú tus caminos? Te he confesado cómo he quebrantado tus estatutos; ¿Me darás tus estatutos otra vez?
*28 Una petición por fuerza de un alma que mengua.
Se deshace mi alma de ansiedad;
Susténtame según tu palabra.
Los problemas que rodean al salmista hacen que su alma se sienta pesada, como si fuera a derretirse. Sentía que no tenía fuerza ni estabilidad en su interior. Por lo tanto, él ora pidiendo fortaleza, y que esta fortaleza viniera de y según la palabra de Dios.
*29-30 Elegir el camino de la verdad.
Aparta de mí el camino de la mentira,
Y en tu misericordia concédeme tu ley.
Escogí el camino de la verdad;
He puesto tus juicios delante de mí.
El salmista sentía la tentación común de mentir; sin embargo, decide elegir el camino de la verdad. El verbo traducido como misericordia en realidad tiene el sentido de ‘enseñar con gracia’, una sola palabra. El pensamiento completo es, si hemos de ser guardados del pecado, debe ser por la gracia de Dios ejercida a través de la enseñanza de su Palabra. Los hombres no caen en el camino correcto por casualidad; deben elegirlo y continuar eligiéndolo, o pronto se apartarán de él.
*31-32 Rescátame; ensancha mi corazón.
Me he apegado a tus testimonios;
Oh Jehová, no me avergüences.
Por el camino de tus mandamientos correré,
Cuando ensanches mi corazón.
El salmista entendía que si se entregaba por completo a Dios – para apegarse a Su palabra, como un náufrago se aferra a una tabla flotante en el mar – entonces podría confiar en que Dios no permitiría que fuera avergonzado... esta era una confianza bien colocada.
Al principio de la sección, se aferra al polvo (versículo 25); al final, se aferra a la palabra de Dios. Al principio está abatido; ahora corre alegremente con todas sus fuerzas en la carrera que la palabra de Dios le propone.
La palabra apegado de este versículo se conecta bien con la palabra escogí del versículo anterior. Una vez elegido nuestro camino, nos queda perseverar en él; ya que mejor hubiera sido para nosotros no haber conocido nunca el camino de la verdad, que abandonarlo cuando la conocíamos.
Después de comenzar bajo en el polvo, ahora el salmista está corriendo. Se ha movido en una hermosa progresión, de confesar a elegir, de aferrarse a correr.
El salmista vuelve a un tema familiar, no solo de la grandeza de la palabra de Dios, sino también de su agudo sentido de debilidad y dependencia de Dios. Su corazón debe de ser ensanchado; hecho más grande, más fuerte, mejor y más firme. Su confianza es que Dios haría esto a través de Su palabra
Por lo tanto, el remedio está en ese ensanchamiento, que abarca una extensión más amplia de luz y una confianza más plena de amor... Él no dice – no haré ningún esfuerzo, a menos que obres en mí; pero si me ensanchas – correré. La debilidad no es un motivo de indolencia, sino de una gracia vivificante... El secreto de la energía y el éxito cristianos es un corazón ensanchado en el amor de Dios.

**E. He ה: Una petición por dirección y guía.
Es la quinta letra del alfabeto hebreo y se usa al principio de los verbos para hacerlos causativos. Por lo tanto, las oraciones en esta sección tienen el significado, “Hazme aprender”, “Hazme entender”, “Hazme caminar”, etc.
*33-35 Una oración pidiendo instrucción para una vida recta.
Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,
Y lo guardaré hasta el fin.
Dame entendimiento, y guardaré tu ley,
Y la cumpliré de todo corazón.
Guíame por la senda de tus mandamientos,
Porque en ella tengo mi voluntad.
El salmista enfatiza su gran deseo de guardar el camino y la palabra de Dios. Si Dios le enseñara, él perseveraría y guardaría el camino hasta el fin.
El deseo general expresado en esta división es el de guía. No es una llamada a la guía en algún caso especial de dificultad, sino más bien a la manifestación clara del significado de la voluntad de Dios.
Solo un corazón cambiado por Dios puede orar esto. Abandonado a sí mismo, el hombre es incapaz de guardar el camino y la palabra de Dios (mucho menos guardarlo hasta el fin). Fil 2, 13 nos dice que Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Aquí el salmista ora como quien ha recibido la voluntad, y ahora ora por hacerla.
Sin entendimiento, el salmista no podría seguir el deseo de su corazón transformado. Necesitamos entendimiento para perseverar en la fe. El entendimiento opera sobre los afectos; convence al corazón de la belleza de la ley, de modo que el alma la ama con todas sus fuerzas; y luego revela la majestad del dador de la ley, y toda la naturaleza se inclina ante su suprema voluntad.
El salmista no tenía ninguna duda de que Dios nos había dado Su palabra; su único temor era no entenderla (o distraerse de ella). Sin embargo, estaba completamente seguro de que Dios había hablado y que podía ser entendido correctamente por el corazón y la mente que oraban.
Hasta el fin’ significa sin límite de tiempo, y ‘con todo mi corazón’ significa sin reservas
*36-37 La palabra de Dios y el problema de las cosas materiales.
Inclina mi corazón a tus testimonios,
Y no a la avaricia.
Aparta mis ojos, que no vean la vanidad;
Avívame en tu camino.
El salmista entendía correctamente que la avaricia era una amenaza para nuestro andar en el camino de Dios. Un corazón inclinado hacia la palabra de Dios lo ayudaría a estar satisfecho con lo que Dios provee. Le está pidiendo a Dios que vuelva su corazón hacia la biblia en lugar de permitirle perseguir ganancias egoístas. Por primera vez, confiesa una mente potencialmente dividida. La biblia nos dice cómo la avaricia ha arruinado a muchas personas.
·Balaam vendió al pueblo de Dios y su propia alma por avaricia (Nm 22, 2 Pe 2,14-16).
·Acab asesinó por avaricia (1 Re 21, 1-13).
·David cometió adulterio y asesinato por codicia (2 Sam 6,2-17).
·Acán robó y llevó a Israel a la derrota por avaricia (Jo 7,21).
·Judas robó a sus compañeros discípulos y traicionó a Jesús por avaricia (Jn 12, 6 y Mt 26,14-16).
·Giezi mintió por avaricia (2 Re 5,20-26).
·Ananías mintió al Espíritu Santo por avaricia (Hch 5,1-8).
El salmista también entendía correctamente que algunas cosas, comparativamente hablando, son vanidad. No tienen ningún valor para la eternidad y tienen poco valor para la era presente. El ora para que Dios le de poder y le permita apartar sus ojos y atención de tales cosas.
Muchas vidas se desperdician porque las personas no quieren o no pueden apartar sus ojos de la vanidad. El mundo moderno con su tecnología de medios y entretenimiento nos trae un río interminable de vanidad para ocupar no solo nuestros ojos y nuestro tiempo, sino también nuestro corazón y nuestra mente.
Algunas cosas son claramente vanidad; Muchas cosas son consideradas por muchos como valiosas, pero en realidad son vanidad.
·Vanidad porque no hacen ningún bien.
·Vanidad porque no duran.
·Vanidad porque no ayudan a nadie más.
·Vanidad porque no edifican fe, esperanza ni amor.
·Vanidad porque distraen de las cosas que son verdaderamente valiosas.
·Vanidad porque no tienen nada que ver con Jesús.
El salmista comprendía que tenía una tendencia natural hacia la vanidad, por lo que ora para que esa tendencia natural sea contrarrestada. Sin embargo, los ojos son tan poderosos que el salmista tenía que orar – orar por poder fuera de sí mismo para apartar sus ojos de las cosas sin valor. ¿No tiene el salmista párpados ni músculos en el cuello para girar la cabeza? Todos simpatizamos con esta oración; los ojos son tan pequeños – pero pueden guiar a toda la persona y, a menudo, llevar a la destrucción. Esto se debe a que los ojos guían el corazón, guían la mente y pueden guiar a la persona en su totalidad.
No se saca los ojos ni le pide a Dios que lo haga; en lugar de eso, quiere mirar de otra manera, de una mejor manera. La mejor manera de apartar la mirada del pecado es poner la mirada en otra cosa. La oración no es tanto que cerremos los ojos, sino que los ‘apartemos’; porque necesitamos tenerlos abiertos, pero dirigidos a los objetos correctos.
Avívame en tu camino: Esta es otra oración por avivamiento – esta vez, para ser avivado nuevamente en el camino (o senda) de Dios. El salmista quería andar en el camino de Dios y hacerlo con un corazón revitalizado. Ora por la muerte en una dirección – hacia la vanidad – y por vida en otra dirección – hacia el camino de Dios.
Dios tiene muchas formas de avivarnos. Algunas son:
·La Palabra de Dios: “Hay promesas en la palabra de Dios de un poder restaurador tan eficaz que, si se alimentan de ellas... convertirán a un enano en un gigante en un abrir y cerrar de ojos”.
·Aflicción: “Es maravilloso cómo un pequeño toque de la espuela avivará nuestra naturaleza perezosa”.
·Grandes misericordias: “Un hombre puede ser impulsado a la diligencia por un sentido de gratitud a Dios por las grandes misericordias”.
·Ejemplo cristiano: “Creo que la lectura de las santas biografías ha sido sumamente una bendición de Dios”.
·Un ministerio de buen corazón: “No debemos seleccionar lo que más nos hace cosquillas al oído, sino lo que más anima el corazón”.
*38-40 Anhelo de avivamiento por la palabra de Dios.
Confirma tu palabra a tu siervo,
Que te teme.
Quita de mí el oprobio que he temido,
Porque buenos son tus juicios.
He aquí yo he anhelado tus mandamientos;
Vivifícame en tu justicia.
Esta no es una oración para que Dios cambie Su palabra de alguna manera; de hecho, la palabra del Señor está establecida para siempre (Is 40,8). Esta es una oración por un cambio en el corazón y la mente del siervo de Dios, para que la palabra del Señor se establezca en él.
Mientras declaraba la bondad de los juicios de Dios, el salmista también ora para que su deshonra (oprobio) fuera apartada por el Dios misericordioso.
Hay algo de oprobio [desgracia] que enfrentamos como fieles seguidores de Jesús. Pablo sufrió este tipo de oprobio (1 Tm 4, 10) y de hecho incluso se complació en ello (2 Co 12, 10). Esperamos y recibimos oprobio como seguidores de Jesús (Hb 13, 13, 1 Pe 4, 14).

** Vau ו: La libertad proviene de amar la palabra de Dios.
“Esto comienza una nueva porción del Salmo, en la cual cada versículo comienza con la letra Vau, o v. Casi no hay palabras en hebreo que comiencen con esta letra, que es propiamente una conjunción y, por lo tanto, en cada uno de los versículos en esta sección, el comienzo del versículo es en el original una conjunción – vau”.
*41-42 Recibir de Dios y defenderse del hombre.
Venga a mí tu misericordia, oh Jehová;
Tu salvación, conforme a tu dicho.
Y daré por respuesta a mi avergonzador,
Que en tu palabra he confiado.
El salmista reconoce que la misericordia y la salvación vienen de Dios al hombre por medio de la palabra de Dios. La palabra de Dios no nos apunta simplemente hacia la misericordia y la salvación, como si fuera un libro de autoayuda. Realmente nos trae misericordia y salvación. Él desea misericordia además de enseñanza, porque era culpable además de ignorante”.
·Necesitaba misericordia, no solo enseñanza.
·Necesitaba la misericordia de Dios más que la del hombre, por eso la petición se hace a Dios.
La confianza en la palabra de Dios proporciona una respuesta a los que nos provocan oprobio. Las voces de desaprobación que escuchamos con frecuencia pueden ser respondidas por nuestra confianza permanente en la aprobación que los creyentes encontramos en Dios.
Cuando creemos quién es Dios y lo que ha hecho por nosotros en Jesucristo, la desaprobación de este mundo recibe respuesta.
*43-44 Una oración para que la palabra de Dios permanezca en la boca del salmista.
No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad,
Porque en tus juicios espero.
Guardaré tu ley siempre,
Para siempre y eternamente.
Esta petición se basa en el entendimiento de que es solo por la bondad y la gracia de Dios que Su palabra mora con nosotros. Por tanto, viene la oración para que continúe así.
Esto es cierto para la humanidad en general; hipotéticamente, Dios pudo haber creado al hombre pero nunca haberse comunicado con él por medio de Su palabra. Sin embargo, también es cierto para la persona que se despierta y está atenta a la palabra de Dios – debido a la obra de Dios en él – por lo que es sabio y digno de oración que permanezca así.
Es verdad sobre todo para aquellos que proclaman la palabra de Dios. El que una vez ha predicado el evangelio de corazón, se horroriza ante la idea de ser expulsado del ministerio; anhelará que se le permita participar un poco en el santo testimonio, y considerará sus silenciosos días de reposo como días de destierro y castigo.
Su esperanza pasada es la base para su expectativa futura. Ha esperado en la palabra de Dios (juicios) en el pasado, y no ha sido decepcionado.
El salmista quería que la palabra de Dios permaneciera en su boca para que él pudiera guardar la ley de Dios. Esto era para glorificar a Dios a través de la obediencia a su palabra, no con un propósito egoísta.
*45-48 Amar la palabra que trae libertad.
Y andaré en libertad,
Porque busqué tus mandamientos.
Hablaré de tus testimonios delante de los reyes,
Y no me avergonzaré;
Y me regocijaré en tus mandamientos,
Los cuales he amado.
Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos
que amé,
Y meditaré en tus estatutos.
Habiendo hablado recientemente de la obediencia que proviene de tener la palabra de Dios dentro, el salmista ahora testifica que esta obediencia trae una vida de libertad. La libertad viene a través de la obediencia y la sumisión a Dios. Está probado en muchas vidas, tanto en positivo como en negativo: la obediencia y la búsqueda de la palabra y sabiduría de Dios conducen a la libertad. La desobediencia, el rechazo de la palabra de Dios y la confianza en la propia sabiduría conducen a la esclavitud.
Los santos no encuentran esclavitud en la santidad. El Espíritu de santidad es un espíritu libre; pone a los hombres en libertad y los capacita para resistir todo esfuerzo por someterlos. El camino de la santidad no es un camino para esclavos, sino el camino del Rey para los hombres libres.
Este es un ejemplo de la libertad recién mencionada. Tener la audacia y la capacidad de hablar libremente de Dios y de Su gran palabra ante los reyes y los grandes hombres de esta tierra, muestra verdadera libertad.
El hecho de que él estableciera esto en esta declaración: “Y me”, muestra que regocijarse en la palabra de Dios es una elección, una cuestión de voluntad. El salmista no espera a que un sentimiento de regocijo se apodere de él; simplemente dice: Y me regocijaré en tus mandamientos”.
En el versículo 44, el salmista proclamó: Guardaré tu ley siempre. En los versículos siguientes, enumera al menos tres cosas que provienen de esta vida de obediencia: libertad, confianza (no me avergonzaré), y regocijo. Estas son las bendiciones de la vida obediente – bendiciones que no se obtienen por nuestra obediencia, sino que simplemente son disfrutadas por aquellos de nosotros que guardaremos Su ley continuamente.
La fuerza y la profundidad del amor del salmista por la palabra de Dios son impresionantes. Ese amor se manifiesta no solo en el sentimiento de regocijo, sino también en un acto de honor (Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos) y en el tiempo y energía dedicados a la palabra de Dios (meditaré).
Podemos decir que todo amor verdadero tiene estos tres componentes: el sentimiento, el dar honor y el deseo de dedicar tiempo y energía a conocer al amado. Ésta es una buena medida de nuestro amor por la palabra de Dios.
¿Por qué, entonces, la biblia es solo leída – no meditada? Porque no es amada. No vamos a ella, como el hambriento a su comida, como el avaro a su tesoro. La pérdida es incalculable.

** Zayin ז: El poder de la palabra de Dios para consolar y fortalecer.
*49-50 La palabra de Dios trae consuelo.
Acuérdate de la palabra dada a tu siervo,
En la cual me has hecho esperar.
Ella es mi consuelo en mi aflicción,
Porque tu dicho me ha vivificado.
El salmista entendía que Dios nunca podría olvidar Su palabra. Hablando a la manera de los hombres, esta era una súplica para que Dios cumpliera las promesas declaradas en Su palabra. Dios quiere que Su pueblo le suplique Sus promesas declaradas en oración.
El salmista entendía que su confianza y esperanza en la palabra de Dios no deben atribuirse a su propia grandeza o genio espiritual. La esperanza llegaba porque Dios obraba en él para tener esperanza en su palabra. Esto también demuestra que la palabra de Dios es digna de tal esperanza. “Es una palabra irrevocable. El hombre tiene que comerse sus palabras, a veces, y desdecir lo que dice. Desea cumplir su compromiso pero no puede. No es que sea infiel, sino que es incapaz. Ahora bien, esto nunca es así con Dios. Su palabra nunca le vuelve vacía. ¡Ve, encuentra los copos de nieve volando como palomas blancas de regreso al cielo! ¡Ve, encuentra las gotas de lluvia que se elevan hacia arriba como diamantes arrojados de la mano de un valiente para encontrar un lugar donde alojarse en la nube de donde cayeron! Hasta que la nieve y la lluvia regresen al cielo y se burlen de la tierra que prometieron bendecir, la palabra de Dios nunca volverá a él vacía
Cuando el salmista recuerda cuán fiel y poderosamente la palabra de Dios lo había vivificado en el pasado, entonces él halla consuelo en su aflicción presente.
Parecería como si esta sección expresara los sentimientos de alguien en medio de la aflicción. No canta el cántico de liberación de allí. El mensaje es claramente: ‘Ella es mi consuelo en mi aflicción
En medio de la aflicción, el salmista proclama su consuelo: ella es mi consuelo. El mundano agarra su bolsa de dinero y dice, ‘este es mi consuelo’; el derrochador señala su vistosidad y grita: ‘este es mi consuelo’; el borracho levanta su copa y canta ‘este es mi consuelo’; pero el hombre cuya esperanza viene de Dios siente el poder vivificante de la palabra del Señor, y testifica, ‘este es mi consuelo
En medio de una aflicción adecuada al individuo, el creyente también puede disfrutar de un consuelo que es especialmente adecuado para él. Es mi aflicción, y es mi consuelo.
Todos deben recordar (especialmente los predicadores) que la palabra de Dios vivifica; el predicador no le da vida. No es como si la pobre y muerta palabra de Dios permaneciera sin vida hasta que el maravilloso predicador viene y le infunde vida. En cambio, la palabra de Dios da vida – especialmente a los predicadores muertos.
*51-52 La palabra de Dios agrega fuerza al consuelo.
Los soberbios se burlaron mucho de mí,
Mas no me he apartado de tu ley.
Me acordé, oh Jehová, de tus juicios antiguos,
Y me consolé.
Tanto en esta sección como en la anterior, la idea es que el salmista recibe burlas y oprobio por su amor y confianza en la palabra de Dios. Estos soberbios escarnecedores miran al salmista y su dedicación a la palabra de Dios, y se burlan de él.
Y así ha sido siempre: los que aman y confían en la palabra de Dios – especialmente con la profundidad y la pasión que refleja el salmista en este poderoso salmo – son escarnecidos por los soberbios que no quieren tener nada que ver con Dios y Su palabra.
Casi sentimos una nota de desafío en el salmista. No importa cuán grande sea la burla de los soberbios, él se mantendrá fiel a Dios y a Su palabra.
Cuando los escarnecedores soberbios lo desafiaron a disminuir su confianza y dependencia en la palabra de Dios, el salmista respondió sabiamente aumentando su confianza en la palabra de Dios. Allí se consoló a sí mismo.
Los soberbios que se burlan del simple creyente disfrutan del aplauso y el honor de algunos en este mundo; pero nunca podrán conocer el consuelo del que el salmista escribe aquí.
Había un consuelo específico en recordar los juicios antiguos... oh Jehová. De manera similar, nos reconforta y fortalece la esperanza al recordar cómo Dios ha tratado a los hombres y las circunstancias en el pasado.
Cuando no vemos ninguna demostración presente del poder divino, es prudente recurrir a los registros de épocas pasadas, ya que están tan disponibles como si las transacciones fueran de ayer, ver al Señor siempre es igual”. (Spurgeon)
*53-56 Descripción del consuelo y la fuerza que trae la palabra de Dios.
Horror se apoderó de mí
a causa de los inicuos Que dejan tu ley.
Cánticos fueron para mí tus estatutos
En la casa en donde fui extranjero.
Me acordé en la noche de tu nombre, oh Jehová,
Y guardé tu ley.
Estas bendiciones tuve
Porque guardé tus mandamientos.
Cuando el Salmista pensaba en los inicuos – quizás en los soberbios que lo atacaban y en otros que consideraban la palabra de Dios con gran escarnio – se indignaba. Él reconocía su gran pecado: que dejan tu ley.
Aquellos que niegan o desprecian la palabra de Dios hacen precisamente esto – dejan la palabra de Dios. Peor aún, a menudo llevan a otros a hacer lo mismo. Jesús describió gráficamente el castigo para aquellos que desvían a otros (Lc 17, 1-2).
La palabra de Dios (tus estatutos) lo hace cantar con alegría y confianza. Aquellos que conocen el poder de cantar la palabra de Dios tienen un gran consuelo en la casa donde son extranjeros.
Así como Pablo y Silas pudieron cantar en medio del sufrimiento (Hechos 16:25), también podía hacerlo el salmista. Incluso como extranjero, aún lejos de casa y afligido, podía cantar a su Dios.
En la oscuridad de la noche, cuando los temores y las ansiedades a menudo se apoderan de nosotros, el salmista encuentra consuelo en el nombre del Señor, revelado a él por la palabra de Dios. Sin embargo, este consuelo también es real en la noche figurativa que los creyentes pueden enfrentar.
Las palabras que siguen – Y guardé tu ley – nos recuerdan que el recuerdo de Dios en la noche hace que tengamos una vida obediente con Dios durante el día. “El buen efecto de las horas así secretamente pasadas en ejercicios sagrados, aparecerá abiertamente en nuestras vidas y conversaciones”. (Horne)
Esta es una declaración gloriosa y triunfante del salmista. El poder, la bondad, el consuelo y la fuerza de la palabra de Dios no son solo ideas o teorías para él. Por fe – fe que ha venido por la palabra de Dios (Rm10,17) – él puede decir correctamente: ¡Estas bendiciones tuve!
.. ‘Estas’ son la alegría y el consuelo que se describen de manera tan reveladora en Salmos 119:54 y siguientes. Aunque la obediencia no gana estas bendiciones, nos da la vuelta para recibirlas”. 
El salmista disfruta de este triunfo no solo porque conoce la palabra de Dios, sino también porque la obedece (Porque guardé tus mandamientos). No es que el salmista afirme una obediencia perfecta (como se muestra en los versículos 57-58 a continuación), sino una vida generalmente vivida en fidelidad a la palabra de Dios.

**Het ח: Apresurándome a Dios con todo mi corazón.
*57-58) Lealtad proclamada y misericordia solicitada.
Mi porción es Yahvé; He dicho que guardaré tus palabras.
Tu presencia supliqué de todo corazón;
Ten misericordia de mí según tu palabra.
Estas son las palabras de un alma satisfecha. El salmista está satisfecho con la porción recibida, y esa porción es Yahvé mismo.
El salmista está diciendo que, al igual que los levitas, quiere que su porción de bendición divina sea Dios mismo, ya que nada es mejor y nada jamás satisfará completamente su corazón ni el de nadie, más que el mismo Dios. Poseer a Dios es verdaderamente tenerlo todo.
Entendemos esto en el contexto más amplio de este salmo. Yahvé mismo es satisfacción para el salmista porque Dios ha venido a él a través de Su palabra. No es como si la palabra de Dios estuviera en un lugar y el salmista tuviera que ir a otro lugar para experimentar y sentirse satisfecho en Dios.
Es un hombre sumamente codicioso, para quien Dios no es suficiente; y es un necio en extremo para quien el mundo es suficiente. Porque Dios es tesoro inagotable de todas las riquezas, para innumerables hombres; mientras que el mundo tiene meras bagatelas y fascinaciones que ofrecer, y lleva al alma a una pobreza profunda y dolorosa.
Esta promesa sería un voto vacío sin el poder de Dios en nuestras vidas. Cuando tenemos una conexión cercana con Dios y lo recibimos y lo disfrutamos como nuestra porción, también recibimos la fuerza para guardar sus palabras.
En esta declaración hizo públicas sus intenciones. Lo he dicho; No solo lo he propuesto en mi propio corazón, sino que lo he profesado y lo he aceptado ante otros, y no me arrepiento de ello.
Las palabras traducidas como “Tu presencia” son literalmente, “Tu rostro”. Disfrutar el rostro de Dios es experimentar Su presencia. El salmista aquí declara que ha buscado el rostro de Dios.
Él busca el rostro de Dios con un sentido de urgencia, reflejado en las palabras supliqué y de todo corazón. No importa cuán diligentemente el salmista busque a Dios y trate de agradarle, siempre necesitará misericordia.
Él busca el rostro de Dios con un sentido de incapacidad, que se muestra en la petición “ten misericordia de mí”. No importa que tan diligente fuera el salmista para buscar a Dios y buscar agradarle, él siempre tendría necesidad de misericordia.
Si bien no tenemos un derecho natural a la misericordia, existe un derecho espiritual a la misericordia para todos los que piden según Su promesa.
*59-60 Una vida dirigida hacia la palabra de Dios.
Consideré mis caminos,
Y volví mis pies a tus testimonios.
Me apresuré y no me retardé
En guardar tus mandamientos.
El tiempo pasado en la palabra de Dios le ha dado al salmista una reflexión sobria sobre sus caminos. Esto daba la información necesaria para girar en la dirección correcta.
Mientras estudiaba la palabra, fue llevado a estudiar su propia vida, y esto provocó una gran revolución. Fue a la palabra, y luego volvió a sí mismo, y esto lo hizo levantarse e ir a su padre.
Blaise Pascal, el brillante filósofo francés y cristiano devoto, amaba el Salmo 119. Era otra persona que lo había memorizado, y llamó al versículo 59 ‘el punto de inflexión del carácter y el destino del hombre’. Se refería a que es vital para todas las personas considerar sus caminos, comprender que nuestros caminos son destructivos y nos llevarán a la destrucción, y luego dar un giro y decidir seguir los caminos de Dios.
Cuántos, por otro lado, parecen pasar por el mundo hacia la eternidad sin pensar seriamente en sus caminos. Multitudes viven para el mundo – ¡olvídate de Dios y muere! Esta es su historia.
Una vez en el camino correcto (habiendo vuelto los pies), el salmista ahora puede apresurar su camino en el curso de la obediencia. Es peligroso apresurarse por el camino equivocado; es glorioso apresurarse por el camino correcto. También podemos decir que apresurarse a Dios es una señal de avivamiento. Cuando Dios se mueve con poder, la gente se apresura a estar bien con él.
La palabra original, que traducimos no me retardé, es asombrosamente enfática... no me quedé titubeando; o, como solíamos expresar el mismo sentimiento, vacilando conmigo mismo: estaba decidido, y así me puse en marcha. La palabra hebrea, al igual que la inglesa, marca fuertemente la indecisión de la mente, la acción positiva está suspendida, porque la mente está tan desarreglada que no es capaz de hacer una elección”. (Clarke)
*61-62 Fidelidad hacia la palabra de Dios en la adversidad.
Compañías de impíos me han rodeado,
Mas no me he olvidado de tu ley.
A medianoche me levanto para alabarte
Por tus justos juicios.
El salmista era atacado y afligido por adversarios; pero no podían hacerle olvidar ni abandonar la ley de Dios. El corazón y la mente del salmista están tan llenos de agradecimiento y aprecio hacia Dios que encuentra su sueño interrumpido por estos pensamientos elevados.
El salmista respetó la postura; no se acostó en la cama y alabó. No hay mucho en la posición del cuerpo, pero hay algo, y ese algo debe observarse siempre que sea útil para la devoción y exprese nuestra diligencia o humildad.
Thomas Manton enumeró varias lecciones notables que se pueden extraer de la devoción de medianoche del salmista:
·Su devoción era seria y apasionada; las horas del día no le daban tiempo suficiente para agradecer a Dios.
·Su devoción a Dios era sincera, demostrada por su discreción. Estaba dispuesto a agradecer a Dios cuando nadie más podía verlo o sentirse impresionado por su devoción.
·Consideraba que el tiempo era preciado; incluso usaba las horas que normalmente se dedicaban para dormir para la devoción a Dios.
·Consideraba que la devoción a Dios era más importante que el descanso natural. Estaba dispuesto a sacrificar algo legítimo (el sueño) por la búsqueda de Dios.
·Mostraba gran reverencia a Dios incluso en la devoción secreta, levantándose para alabarlo. La alabanza requiere algo tanto del alma como del cuerpo.
*63-64 Amistad con los que son amigos de la palabra de Dios.
Compañero soy yo de todos los que te temen
Y guardan tus mandamientos.
De tu misericordia, oh Jehová, está llena la tierra;
Enséñame tus estatutos.
El salmista disfrutaba de la comunión especial presente entre los que honran y mantienen la palabra de Dios, entre los que guardan tus mandamientos. Este maravilloso compañerismo es el testimonio de innumerables cristianos, que experimentan una cálida comunión más allá de las líneas de raza, clase, nacionalidad y educación.
Estos, pues, son el pueblo del Señor; y la unión con él es de hecho unión con ellos... Encontrarse con el cristiano con cortesía ordinaria, no en unidad de corazón, es un signo de un caminar no espiritual con Dios.
Habiendo experimentado este amplio compañerismo, el salmista sentía la bondad de Dios llenando la tierra. Esta experiencia de la misericordia aumentaba su deseo de conocimiento y obediencia (enséñame tus estatutos).
La búsqueda de Dios en y a través de Su palabra conduce a la satisfacción y la bendición. Esa satisfacción y bendición conduce a una búsqueda más profunda, lo que lleva a una mayor satisfacción y bendición.
Cuando uno vive en este ciclo glorioso, se siente como si toda la tierra estuviera llena de la misericordia de Dios. Es una vida gloriosa y bendecida con la experiencia de la misericordia a todo su alrededor.

**Tet ט: La palabra de Dios trae beneficio de un tiempo de aflicción.
*65-66 Una oración de alabanza y una petición.
Bien has hecho con tu siervo,
Oh Jehová, conforme a tu palabra.
Enséñame buen sentido y sabiduría,
Porque tus mandamientos he creído.
Esta sección comienza con una nota de gratitud. El salmista se siente agradecido por el buen trato de Dios hacia él y porque las bendiciones han llegado conforme a Su palabra.
No lo pensamos lo suficiente, pero es maravillosamente cierto que “bien has hecho con tu siervo, Oh Jehová”. Piensa en todas las formas en que Dios nos ha tratado bien. Él nos eligió, nos llamó, nos atrajo hacia Él. Nos rescató, nos declaró justos, nos perdonó, puso Su Espíritu dentro de nosotros, nos adoptó en Su familia. Él nos ama, nos hace reyes y sacerdotes y colaboradores con Él, y recompensa todo nuestro trabajo por Él.
Conforme a tu palabra implica que el salmista no solo conocía las promesas de Dios y las suplicaba en oración; también recibía las promesas por fe y las experimentaba.
Recordamos cuando María le dijo al ángel Gabriel – quien le acababa de hacer la gloriosa promesa de que ella llevaría al Mesías – “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lc 1,38).
Esta debería ser la experiencia de vida de todo hijo de Dios. Sabemos que Dios nos ha hecho bien, y sabemos que ha sido conforme a Su palabra.
La oración por sabiduría proviene de una vida bendita. Habiendo recibido este bien de Dios, el salmista comprendía la necesidad de vivir con buen sentido y sabiduría. Las bendiciones le eran dadas por vivir sabia y obedientemente para la gloria de Dios.
Sentido, aquí, es literalmente ‘gusto’, no en nuestro sentido de juicio artístico, sino de discernimiento espiritual: ‘porque el oído prueba las palabras como el paladar prueba la comida’ (Job 34,3).
Olvidamos con demasiada facilidad nuestra gran necesidad de aprender buen sentido y sabiduría, y estamos demasiado dispuestos a confiar en nuestro propio corazón y conciencia. “La facultad de conciencia participa, con todos los demás poderes del hombre, y del daño de la caída; y por lo tanto, con toda su inteligencia, honestidad y poder, es propensa a equivocarse... Por lo tanto, no se debe confiar en la conciencia sin la luz de la palabra de Dios; y lo más importante es la oración
Ninguna escuela, sino la escuela de Cristo – ninguna enseñanza, sino la enseñanza del Espíritu, puede dar buen sentido y sabiduríac.
Él quería que Dios le enseñara porque realmente creía en los mandamientos y palabras de Dios. Si realmente creemos en Su palabra, entonces deberíamos querer que Él nos enseñe a vivir sabia y obedientemente.
*67-68 La bondad de Dios vista incluso en la corrección.
Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba;
Mas ahora guardo tu palabra.
Bueno eres tú, y bienhechor;
Enséñame tus estatutos.
El salmista habla aquí de las lecciones aprendidas de la manera difícil. Hubo un tiempo en el que hubiera sido más probable que se hubiera descarriado de la palabra de Dios y de la sabia vida que en ella se revela. Sin embargo, bajo una temporada de aflicción, ahora se dedicaba a la palabra de Dios.
Este principio se ha demostrado en casi todos los que han perseguido a Dios. Esta es una de las razones por las que Dios designa la aflicción para su pueblo (1 Tes 3,3).
A menudo, nuestras pruebas actúan como un seto de espinas para mantenernos en el buen pasto, pero nuestra prosperidad es una brecha por la que nos extraviamos
Esta importante y preciosa línea sigue el reconocimiento de la aflicción, y el bien que este que ha hecho en la vida. El salmista no se amargó ni se sentía resentido con Dios por la aflicción que lo llevaba a una mayor obediencia.
A pesar de la aflicción – que deberíamos considerar como genuina – él proclamó, “Bueno eres tú, y bienhechor”. De hecho, incluso quería más instrucción de Dios, diciendo “Enséñame tus estatutos”. Esto se dice con el entendimiento implícito de que esta enseñanza puede requerir más aflicción; sin embargo, era el deseo del salmista. Esto muestra cuán confiado estaba en la bondad de Dios.
En el sentido más básico, esto es alabanza por quién Dios es (Bueno eres tú), y alabanza por lo que Dios hace (bienhechor). Éstas son siempre dos maravillosas razones para alabar.
*69-70 Deleite en la ley de Dios a pesar de los ataques de los adversarios.
Contra mí forjaron mentira los soberbios,
Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.
Se engrosó el corazón de ellos como sebo,
Mas yo en tu ley me he regocijado.
Al leer el carácter piadoso y humilde del salmista, es casi impactante escuchar que tiene enemigos que cuidadosamente han forjado mentira contra él. Sin embargo, explica cómo esto es posible: son los soberbios, que sin duda reciben convicción de conciencia y desprecian su vida humilde, obediente y enseñable ante Dios.
Las mentiras de los soberbios no distraían ni desanimaban demasiado al salmista. En cambio, se dedicaba a una mayor obediencia y honor a Dios, comprometiéndose a obedecerle con todo su corazón.
Sus corazones llenos de sebo no eran buenos para su salud física y espiritual. Significaba que sus corazones estaban aburridos, insensibles y ahogados en el lujo y el exceso. En contraste, el salmista se deleitaba en la palabra de Dios.
Hay, y siempre debe haber, un vivo contraste entre el creyente y el sensualista, y ese contraste se ve tanto en los afectos del corazón como en las acciones de la vida: el corazón de ellos es tan gordo como el cebo, y nuestro corazón se deleita en la ley del Señor.
Como si dijera: Mi corazón es corazón flaco, corazón hambriento, mi alma ama y se regocija en tu palabra. No tengo nada más para llenarla excepto tu palabra, y los consuelos que tengo de ella; pero sus corazones son corazones gordos; gordos con el mundo, gordos de lujuria; ellos odian la palabra. Como un estómago lleno detesta la carne y no la puede digerir; así los impíos odian la palabra, ella no caerá con ellos, no satisfará sus deseos.
*71-72 Apreciación por la bondad de Dios incluso en tiempos de aflicción.
Bueno me es haber sido humillado,
Para que aprenda tus estatutos.
Mejor me es la ley de tu boca
Que millares de oro y plata.
El salmista repite la idea de antes en esta sección (versículo 67). Esta repetición es una forma eficaz de comunicar el énfasis. La aflicción, sometida a la sabiduría y la guía de la palabra de Dios, hizo algo bueno en su vida.
Yo, por mi parte, creo que le debo más al yunque y al martillo, al fuego y a la lima, que a cualquier otra cosa. Bendigo al Señor por las correcciones de su providencia mediante las cuales, si me ha bendecido por un lado con dulces, por otro lado, me ha bendecido con amargos.
Sin embargo, debemos cuidarnos del malentendido de que las temporadas de aflicción automáticamente lo hacen a uno mejor o más piadoso. Lamentablemente, hay muchos que están peor por su aflicción – porque no recurren a la palabra de Dios en busca de sabiduría y guía de vida en esos momentos. La peor aflicción de todas es una aflicción perdida, perdida porque no nos volvimos a Dios y no obtuvimos nada de ella.
Esto también muestra cuán valioso era para el salmista el aprendizaje de la palabra de Dios. Para él, valía la pena soportar la aflicción, si tan solo podía aprender los estatutos de Dios en el proceso. Esto hacía que valiera la pena un tiempo de aflicción dolorosa.
Ésta es una extensión lógica del pensamiento del versículo anterior. Si el salmista entiende que incluso los problemas pueden ser buenos si le enseñan la palabra de Dios – si es más valiosa que su comodidad – entonces también es posible decir que es más valiosa que las riquezas.
Esta gran estimación de la palabra de Dios venía de una vida que había conocido la aflicción. Era amor y aprecio desde el campo de batalla, no desde los palacios de tranquilidad y comodidad.
Herbert Lockyer relata una historia sobre la biblia más grande del mundo, un manuscrito hebreo que pesa 320 libras en la biblioteca del Vaticano. Hace mucho tiempo, un grupo de judíos italianos pidió ver esta biblia y cuando la vieron le hablaron de ella a sus amigos en Venecia. Como resultado, un sindicato de judíos rusos intentó comprarla, ofreciendo a la iglesia el peso del libro en oro. Julio II era Papa en ese momento y rechazó la oferta, a pesar de que el valor de una cantidad tan grande de oro era enorme... Hoy pagamos poco por poseer múltiples copias de la Palabra de Dios. ¿Pero lo valoramos? En muchos casos, me temo que no.
La palabra de Dios debe estar más cerca de nosotros que nuestros amigos, más querida para nosotros que nuestras vidas, más dulce para nosotros que nuestra libertad y más agradable para nosotros que todas las comodidades terrenales.

**Yod י: Confianza en el Creador y Su Palabra.
La estrofa yod representa la letra pequeña hebrea a la que Jesús se refirió como una “jota” en Mt 5:18: hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.
*73 Rendirse a la palabra del Creador.
Tus manos me hicieron y me formaron;
Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos.
Aquí el salmista proclama a Dios como Creador, y entendía ciertas obligaciones para con Dios porque fue formado por las manos de Dios.
La referencia a que Dios lo formó es un eco deliberado de Génesis 2, que dice que Dios ‘formó al hombre del polvo de la tierra’ (Gn 2,7)
La era moderna, con su negación generalizada de un Dios Creador, tiene un sentido mucho más bajo de obligación hacia Dios como Creador. A pesar del rechazo profundamente arraigado de Dios como Creador, la obligación del hombre para con su Hacedor permanece. El salmista entendía lo que muchos hoy olvidan o niegan.
Decir que Dios es nuestro Creador es reconocer:
·Que estamos obligados con Él como Aquel que nos da la vida.
·Que lo respetamos como Aquel que es más grande e inteligente que nosotros.
·Que Él, como nuestro diseñador, sabe qué es lo mejor para nosotros.
·Que ya que nuestro comienzo está conectado con el mundo invisible, así será nuestro final también.
La consideración, de que Dios nos hizo, se insta aquí como un argumento de por qué no nos abandonará ni nos rechazará, ya que cada artista tiene un valor por su propia obra, proporcional a su excelencia. Es, al mismo tiempo, un reconocimiento del servicio que le debemos, fundado en la relación que una criatura tiene con su Creador.
Si Dios nos hubiera hecho toscamente, y no nos hubiera formado también de manera elaborada, este argumento perdería gran parte de su fuerza; pero seguramente del delicado arte y la maravillosa habilidad que el Señor ha demostrado en la formación del cuerpo humano, podemos inferir que está dispuesto a esforzarse por igual con el alma hasta que ésta lleve perfectamente su imagen.
En sus pensamientos de Dios como Creador, el salmista ora para poder entender. Él reconocía que esto era algo que a menudo se malinterpretaba, y que se podía pedir y esperar ayuda para entender cómo Dios nos creó y cuáles son nuestras obligaciones para con nuestro Hacedor.
Obtenemos mucho entendimiento al considerar a Dios como Creador, y especialmente como el Creador del hombre. “Cada parte de la creación lleva la impresión de Dios. El hombre – solo el hombre – lleva su imagen, su semejanza. En todas partes vemos sus huellas – sus pasos. Aquí contemplamos su rostro.
El entendimiento de Dios y del hombre como Creador y criatura debe llevar a esta relación humilde en la que el hombre admite su necesidad de aprender: aprender la palabra de Dios (mandamientos), y recibir Su palabra como mandamientos de un Creador sabio, amoroso y justo.
*74 La alegría común de los que temen a Dios.
Los que te temen me verán, y se alegrarán,
Porque en tu palabra he esperado.
El salmista consideraba que su vida justa sería un estímulo para otros que también temían a Dios. Esta era una razón adicional para escuchar y obedecer a Dios.
Cuando un hombre de Dios obtiene gracia para sí mismo, se convierte en una bendición para los demás... Hay profesores cuya presencia esparce tristeza, y los piadosos se escabullen silenciosamente de su compañía: que nunca sea así con nosotros.
Los que ‘temen a Dios’ se sienten naturalmente ‘alegres cuando ven’ y conversan con alguien como ellos; pero más especialmente, cuando se trata de alguien cuya fe y paciencia lo han llevado a través de problemas y lo han hecho victorioso de las tentaciones; uno que ha ‘esperado en la palabra de Dios’, y no ha sido defraudado.
Su vida podía dar ánimo y alegría a otras personas justas porque su esperanza y atención estaban puestas en la palabra de Dios. Sin esta esperanza, su vida recta sería imposible.
*75-77 Consuelo de la palabra de Dios en tiempos de aflicción.
Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos,
Y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
Sea ahora tu misericordia para consolarme,
Conforme a lo que has dicho a tu siervo.
Vengan a mí tus misericordias, para que viva,
Porque tu ley es mi delicia.
La atención en la palabra de Dios le ha dado al salmista una perspectiva sabia y piadosa incluso en tiempos de sufrimiento. Puede proclamar la justicia de los juicios de Dios, incluso cuando es afligido.
Una cosa es decir: “Dios tiene derecho a hacer conmigo lo que le plazca”. Es más grande decir Tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste.
Este era el lugar al que finalmente llegó Job a través de su larga y desesperada lucha a través del Libro de Job. Llegó a conocer que los juicios del Señor eran justos, e incluso comprendió la fidelidad en la aflicción. Elí, David y la madre sunamita tuvieron momentos similares de comprensión.
·Job pudo decir en su aflicción: sea el nombre de Jehová bendito (Job 1,21).
·Elí pudo decir en su aflicción: Jehová es; haga lo que bien le pareciere (1 Sam 3,18).
·David pudo decir en su aflicción: Dejadle que maldiga, pues Jehová se lo ha dicho (2 Sam 16, 11).
·La madre sunamita pudo decir en su aflicción: Bien (2 Reyes 4:26).
El salmista ora en tierra firme, pidiendo sobre la base de las promesas hechas en la palabra de Dios. Con tales promesas, pide por misericordia en su aflicción.
Nuestras oraciones son conforme a la mente de Dios cuando son conforme a la palabra de Dios.
Señor, estas promesas fueron dadas para ser cumplidas a algunos, ¿y por qué no a mí? Tengo hambre; Necesito; Tengo sed; Yo espero. Aquí está la escritura de tu mano en tu palabra... Estoy resuelta a ser tan importuna [persistente hasta el punto de la irritación] hasta que lo haya obtenido, y tan agradecida después, como me lo permita tu gracia... Tus promesas son el descubrimiento de tus propósitos, y concedidas [generosamente dadas] como material para nuestras oraciones; y en mis súplicas estoy resuelta todos los días a presentártelas y devolvértelas.
El salmista correctamente recibía la palabra de Dios como algo personal para sí mismo. No era solo una palabra para la humanidad en general, o incluso para el pueblo del pacto; era algo personal para el salmista mismo”. (tu siervo).
El salmista ora con el entendimiento de que las misericordias de Dios le llegaban a través de la palabra (ley) de Dios. Al permanecer cerca de la palabra de Dios y dejar que llenara su vida, también recibía las misericordias de Dios.
Las misericordias de Dios son ‘tiernas misericordias’, son las misericordias de un padre hacia sus hijos, mejor dicho, tiernas como la compasión de una madre por el hijo de su vientre. Ellas ‘vienen a’ nosotros, cuando nosotros no podemos ir a ellas. Sin el regalo de estas tiernas misericordias, nos encontramos perdidos y desanimados.
“Sin embargo, no tenemos aprensión justa de estas tiernas misericordias, a menos que vengan a nosotros. En medio de la amplia distribución, permítanme afirmar mi interés. Que vengan a mí.
*78-80 El contraste entre los soberbios y los que temen a Dios.
Sean avergonzados los soberbios,
porque sin causa me han calumniado;
Pero yo meditaré en tus mandamientos.
Vuélvanse a mí los que te temen
Y conocen tus testimonios.
Sea mi corazón íntegro en tus estatutos,
Para que no sea yo avergonzado.
El salmista dice esto no solo por un sentido de la justicia de Dios, sino también por un sentido de haber sido agraviado personalmente. Estos soberbios son los que lo habían calumniado... sin causa; por tanto, debían ser avergonzados.
La vergüenza es para los orgullosos, porque es una vergüenza ser orgulloso. La vergüenza no es para los santos, porque no hay nada en la santidad de qué avergonzarse
Si los soberbios que se oponían al salmista sabían que él estaba orando contra ellos, tenían buenas razones para tener miedo. Las oraciones de David provocaron el fracaso y la ruina de Ahitofel. La oración de Ezequías significó el fracaso y la ruina del ejército asirio. El ayuno de Ester y los judíos trajo fracaso y perdición para Amán. Dios sabe defender a los suyos que le claman.
Sin embargo, incluso la oración para que sean avergonzados los soberbios es una oración por su bien. Es como la oración de Asaf: Llena sus rostros de vergüenza, Y busquen tu nombre, oh Jehová (Salmo 83, 16).
En contraste con los soberbios que amaban la mentira, el salmista amaba y meditaba en la palabra de Dios.
Él estudiaría la ley de Dios y no la ley de represalias. Los orgullosos no merecen ni un pensamiento. El peor daño que pueden hacernos es alejarnos de nuestras devociones; Desconcertémoslos manteniéndonos más cerca de nuestro Dios cuando sean más maliciosos en sus ataques.
Las verdades yacen escondidas en el corazón, sin eficacia ni poder, hasta que son mejoradas por pensamientos profundos, serios y apremiantes... Un repentino levantar de una vela a través de una habitación, no nos da una visión no tan completa del objeto como cuando te quedas un rato contemplándolo. Una contemplación constante es una gran ventaja.
El salmista reconocía la presencia de enemigos orgullosos, pero no creía que todos estuvieran en contra de él o de Dios. Había otros que temían a Dios y él podía encontrar compañía con ellos. Tenían mucho en común – ambos eran los que conocían la palabra de Dios.
David tiene dos descripciones de los santos, son temerosos de Dios y conocedores de Dios. Poseen devoción e instrucción; tienen tanto el espíritu como la ciencia de la verdadera religión.
A medida que el creyente encuentra problemas en el mundo, ora para encontrar ayuda del pueblo del Señor... Por lo tanto, es doloroso ver a los cristianos a menudo caminando apartados unos de otros y sufriendo frialdad, distancia, diferencias y desconfianza que los separan de sus hermanos.
O bien, 1. Vuelven sus ojos hacia mí como un espectáculo de la maravillosa misericordia de Dios; o más bien, 2. Vuelven hacia mí sus corazones y afectos, que han sido alejados de mí.
Cuando el salmista se comparaba a sí mismo con los soberbios que hablaban mentiras, aún reconocía su necesidad de una mayor obediencia a Dios. Le pedía a Dios, y dependía de Él, para un corazón y una vida obedientes (íntegro).
Examina tu juicio firme, tu elección deliberada, tus afectos extrovertidos, tu práctica habitual y permitida; aplica a cada detección de falta de solidez la sangre de Cristo, como el remedio soberano para las enfermedades de ‘un corazón engañoso y desesperadamente perverso.
Que sea perfecto – todo entregado a ti y todo poseído por ti.
Este es un deseo válido. El salmista quería vivir una vida vivida sin ser avergonzado. El deseo era no sentir vergüenza interior, porque estaba bien con Dios y no tenía vergüenza pública a los ojos de los demás. Su vida obediente le conduciría a esta vida sin vergüenza.
En esta sección se nos enseña con la repetición de la súplica, “Sea...”. Tomados en conjunto, estas contribuyen a una vida saludable con Dios.
·Sea mi ser consolado por Tu bondad.
·Sea mi ser lleno de vida por Tus misericordias.
·Sea mi ser vindicado por Dios.
·Sea mi ser en la presencia de aquellos que te temen.
·Sea mi corazón íntegro.

**K. Kaf כ: Desfallecer por aflicción, revivir por la palabra de Dios.
Algunos escritores... han señalado que, para los antiguos, a menudo había significado en la forma de las letras hebreas. Tal es el caso aquí. Esta es la estrofa kaph. Kaph es una letra curva, similar a un semicírculo, y a menudo se pensaba que era una mano extendida para recibir algún regalo o bendición... Él extiende su mano hacia Dios como un suplicante.
*81-82 Buscar consuelo en la Palabra de Dios.
Desfallece mi alma por tu salvación,
Mas espero en tu palabra.
Desfallecieron mis ojos por tu palabra,
Diciendo: ¿Cuándo me consolarás?
El salmista da un sentido de desesperación. Su alma sufre por Dios, tanto que desfallece esperando la salvación que necesita. Sin embargo, tiene esperanza en la palabra de Dios.
Desfallece tiene la idea de “llegar al final”. Es el mismo verbo en una forma ligeramente diferente que se usa en el versículo 87: Casi me han echado por tierra. Desfallecer es una pérdida de fuerza; un colapso. Aquí el salmista sentía que su alma estaba tan débil, tan vacía de fuerzas, que no podía mantenerse en pie.
Los seguidores de Dios conocen este lugar de desesperación pero sin desesperar. El apóstol Pablo relató algo de esto en 2 Co 4, 8-9: Que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos. En todo esto, Pablo pudo decir: ...pero teniendo el mismo espíritu de fe (2 Co 4,13).
Lo que él quería era la salvación de Dios. No deseaba más liberación que la que provenía de Dios, su único deseo era ‘tu salvación’. Pero por esa liberación divina estaba ansioso hasta el último grado.
En contraste con la sensación de debilidad y fracaso, el salmista encontraba esperanza y fortaleza en la palabra de Dios. 1 Tes habla de la perseverancia (paciencia) de la esperanza (1,3) y se refiere a la esperanza de la salvación como un yelmo protector (5,8).
Amado, ninguno de nosotros ceda a la desesperación. Sin duda Satanás nos dirá que es humilde desesperarse, pero no es así. El orgullo de la desesperación es verdaderamente terrible. Creo que, cuando un hombre duda por completo del poder de Dios para salvarlo, y se entrega al pecado porque cree que no puede ser salvado, lejos de haber algo de humildad en ello, es la acción más orgullosa que la carne y la sangre depravadas pueden lograr. Hombre, ¿cómo te atreves a decir que no hay esperanza para ti?
Indica cuán diligentemente el salmista leía y estudiaba la palabra de Dios. Estudiaba tan intensamente que le dolían los ojos. Una de las razones por las que amaba tanto la palabra de Dios era porque la estudiaba con mucha atención. La palabra de Dios nos entrega sus tesoros en proporción a nuestra búsqueda.
Por eso el salmista buscaba con tanta diligencia. Era para encontrar consuelo en su angustia actual. La necesidad personal sigue siendo una motivación mayor para el estudio diligente que la curiosidad teológica. Mientras se demora la salvación prometida, el alma afligida piensa todos los días del año, y busca hacia el cielo por el cumplimiento de la palabra de Dios.
En su sermón titulado El tiempo de Dios para consolar, un teólogo buscó dar algunas respuestas prácticas a la pregunta: ¿Cuándo me consolarás?
·El consuelo vendrá cuando dejemos de lado la incredulidad.
·El consuelo llegará cuando dejemos de quejarnos.
·El consuelo vendrá cuando dejemos de lado el pecado que toleramos.
·El consuelo vendrá cuando cumplamos con los deberes que hemos descuidado.
Cuando nos acercamos a Dios con fe obediente, Su consuelo siempre está disponible. El dolor puede continuar, pero el consuelo de Dios está ahí.
*83-84 Apreciar la debilidad y confiar en Dios y Su palabra.
Porque estoy como el odre al humo;
Pero no he olvidado tus estatutos.
¿Cuántos son los días de tu siervo?
¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen?
El salmista se sentía débil, como si fuera un odre frágil que se hubiera secado y se hubiera vuelto negro de humo. Su alma y su vida espiritual se sentían secas.
Aunque esta ilustración habla de la naturaleza difícil de la prueba del salmista, también habla del carácter de la prueba: Nuestras pruebas son humo, pero no fuego; son muy incómodas, pero no nos consumen.
A pesar de su sensación de debilidad, estaba decidido a no olvidar los estatutos de Dios. La debilidad no le haría olvidar la palabra de Dios.
¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra los que me persiguen? Aquí, la sensación de debilidad lleva al salmista a perder la esperanza de que Dios haría juicio contra quienes lo perseguían.
El versículo 84 es uno de los pocos versículos del salmo que no menciona específicamente la palabra de Dios. El contexto nos lleva a sentir que la debilidad personal y un sentido de injusticia han llevado al salmista a tal distracción y desesperación, que ha perdido el enfoque en la palabra de Dios.
Quejarse de Dios es incredulidad deshonrosa. Quejarse con Dios es la marca de sus ‘escogidos, que claman a él día y noche, aunque tarda en responderles’ (Lc 18,7).
*85-86 Un grito de auxilio cuando es atacado y perseguido.
Los soberbios me han cavado hoyos;
Mas no proceden según tu ley.
Todos tus mandamientos son verdad;
Sin causa me persiguen; ayúdame.
Las trampas puestas para el salmista eran en realidad directamente contra la ley de Dios. Ex 21,33-34 da el principio de que un hombre es responsable del daño cuando cava un hoyo. La idea es que lo cazaban como si fuera un animal salvaje. La manera de tomar bestias salvajes era ‘cavando pozos’ y cubriéndolos con césped, sobre el cual, cuando la bestia pisaba, caía al pozo, y allí era confinada y apresada.
El salmista hallaba fidelidad y refugio en los mandamientos de Dios; esto era un fuerte contraste con la persecución que encontraba de sus enemigos. En esos momentos, él oraba la oración lógica: Ayúdame.
Muchas veces los santos afligidos han gemido estas palabras, porque son adecuadas para mil situaciones de necesidad, dolor, angustia, debilidad y pecado. ‘Ayúdame, Señor’, será una oración apropiada para la juventud y la vejez, para el trabajo y el sufrimiento, para la vida y la muerte. Ninguna otra ayuda es suficiente, pero la ayuda de Dios es suficiente y nos entregamos a ella sin miedo.
*87-88 Vivificado por Dios para obedecer.
Casi me han echado por tierra,
Pero no he dejado tus mandamientos.
Vivifícame conforme a tu misericordia,
Y guardaré los testimonios de tu boca.
El punto se enfatiza mediante la repetición. Nada haría que el salmista abandonara la palabra de Dios. Se aferraría a ella en las buenas y en las malas.
Hay muchas cosas que pueden hacer que una persona deje la palabra de Dios de una forma u otra.
·Compromiso pecaminoso.
·Arrogancia intelectual.
·Burlas y persecución.
·Frialdad del corazón.
·Distracciones mundanas.
·Amor por las cosas materiales.
·Ajetreo elegido o permitido.
Aquí, el salmista estaba casi muerto, pero no dejó la palabra de Dios.
Hay oro en esa palabra “casi”. Nos recuerda que aunque nuestros enemigos (especialmente nuestros adversarios espirituales) puedan presionar por nuestra completa destrucción, Dios nos preservará. Él permite que seamos atacados, pero al mismo tiempo pone un límite al éxito de los atacantes. “Casi” es una palabra de la bondadosa protección de Dios.
El salmista pone la mirada en Dios en busca de vida nueva, de avivamiento. Sin embargo, sabía que esto no se lo merecía, ni siquiera alguien tan enamorado de la palabra de Dios como él. En cambio, ora: “Vivifícame conforme a tu misericordia”, no según lo que merecía o se había ganado.
Si revivimos en nuestra propia piedad personal, estaremos fuera del alcance de nuestros asaltantes. Nuestra mejor protección contra los tentadores y perseguidores es más vida.
El salmista habla libremente sobre su gran amor por Dios y su palabra. Sin embargo, su confianza estaba en la bondad, la gracia y la misericordia de Dios, no en su propio amor por Dios y Su palabra.
El salmista entiende el propósito de un espíritu vivificado dentro de él. No se trataba simplemente de disfrutar de una temporada de emoción espiritual; era para un caminar más fiel y obediente con Dios.
Muchas personas ven el avivamiento como simplemente un momento de mayor entusiasmo espiritual que tiene poco propósito más que dar a las personas un sentido de bendición y emoción. Esta idea errónea de avivamiento en realidad obstaculiza la obra del verdadero avivamiento.
Esta vida vivificada también era dada por causa de la firmeza del testimonio de la boca de Dios. La vida [espiritual] es absolutamente esencial para perseverar en la verdad. Siempre que escucho de iglesias y ministros que se apartan de la fe, sé que la piedad está decayendo entre ellos. Se propone discutir con ellos: de nada sirve discutir con los muertos. Se propone que publiquemos otro libro de evidencias cristianas: es un pequeño beneficio proporcionar gafas a los que no tienen ojos. Lo que se quiere es una vida más espiritual; porque conforme la verdad anima a los hombres, a ellos les encanta la palabra vivificante, pero a los muertos les importa poco lo que para ellos es letra muerta.
El salmista entendía correctamente que la palabra de Dios realmente venía de la boca de Dios. Dios usó a autores humanos, y esos autores humanos expresaron su personalidad a través de los escritos inspirados, sin embargo, Dios dirigió a esos autores humanos de tal manera que lo que escribieron podría llamarse con precisión palabras de la boca de Dios.
Si la biblia nos da palabras de la boca de Dios, podemos decir con seguridad que la biblia es infalible; es decir, que en sus documentos originales, autógrafos (de los cuales tenemos copias extremadamente confiables), está absolutamente libre de errores.
Dado que la boca comunica palabras, también insistimos en que las palabras de la biblia son infalibles y no solamente las ideas. Para mí no hay explicación de esas palabras excepto la que implica inspiración verbal e infalible. El testimonio de la boca de Dios debe darse en palabras: el corazón de Dios tiene pensamientos, pero la boca de Dios tiene palabras; y las palabras del Dios omnisciente y verdadero deben ser infalibles.

**Lamed ל: Salvado por la palabra establecida en el cielo.
1. (89-91) Un Dios fiel y Su palabra permanente.
Para siempre, oh Jehová,
Permanece tu palabra en los cielos.
De generación en generación es tu fidelidad;
Tú afirmaste la tierra, y subsiste.
Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy,
Pues todas ellas te sirven.
El salmista aquí medita en la naturaleza inmutable de la palabra de Dios. Debido a que permanece... en los cielos, no cambiará en la tierra. La palabra permanece... en los cielos, no simplemente en el corazón o la mente del salmista. Ella permanece objetivamente en los cielos, ya sea que el salmista o cualquier otra persona lo crea o no. Si alguien le dijera al salmista: “Esa es tu opinión, eso es bueno para ti”, él objetaría con más fuerza, que la palabra de Dios permanece... en los cielos muy aparte de cualquier opinión del hombre.
Después de dar vueltas en un mar de problemas, el salmista aquí salta a la orilla y se para sobre una roca. La palabra de Jehová no es voluble ni incierta; está asentada, determinada, fija, segura, inamovible. Las enseñanzas del hombre cambian con tanta frecuencia que nunca hay tiempo para que permanezcan; pero la palabra del Señor es la misma desde la antigüedad, y permanecerá inalterada eternamente.
El salmista también declara su creencia de que la palabra de Dios era exactamente eso – no las palabras de un hombre, sino las mismas palabras de Dios. Él creía que las Escrituras vienen de los cielos y no de la tierra; de Jehová y no de los hombres.
El salmista creía lo que el apóstol Pablo escribió cientos de años después en 2 Tm 3,16: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia. Esto significa algo más que decir que Dios inspiró a los hombres que escribieron las Escrituras, aunque creemos que lo hizo; Dios también inspiró las mismas palabras que escribieron. Notamos que no dice: “Todos los escritores de las Escrituras son inspirados por Dios”, aunque eso es cierto. Sin embargo, esa declaración no va lo suficientemente lejos. Las palabras que escribieron fueron inspiradas por Dios; Permanece tu palabra en los cielos.
No es que Dios soplara en los autores humanos. Eso es cierto, pero no lo que Pablo escribió en 2 Tm 3,16. Él dice que desde los cielos, Dios sopló sobre ellos Su santa palabra.
Recordamos lo que Jesús dijo en Mt 5,18: Ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. La jota se refiere a yod (י), la letra más pequeña del alfabeto hebreo; parece media letra. La tilde es una pequeña marca en una letra hebrea, algo así como el cruce de una “t” o la cola sobre una “y”.
·La diferencia entre bet (ב) y kaf (כ) es una tilde.
·La diferencia entre una dalet (ד) y resh (ר) es una tilde.
·La diferencia entre vav (ו) y zayin (ז) es una tilde.
Estas son diferencias pequeñas, minúsculas, casi insignificantes; sin embargo, Jesús dijo que incluso estas diferencias más pequeñas no pasarían de la palabra de Dios. Dijo que el cielo y la tierra pasarían antes que una yod o una tilde de la palabra de Dios. Verdaderamente, permanece tu palabra en los cielos.
El salmista creía que la firme palabra de Dios era una demostración de la fidelidad de Dios; y esa fidelidad se extiende a través de generación en generación.
Reconocemos la verdad de esto cuando miramos a las generaciones pasadas. Trazamos la línea de la asombrosa fidelidad de Dios a cada generación, a pesar de los peores impulsos y obras del hombre.
Reconocemos la verdad de esto cuando consideramos la generación presente y futura. El presente y el futuro a menudo se ven sombríos; nos preguntamos dónde están los grandes hombres y mujeres de Dios que fueron vistos en generaciones anteriores. Sin embargo, no debemos temer; de generación en generación es tu fidelidad.
Reconocemos la verdad de esto cuando consideramos cómo Dios ha preservado Su palabra a través de las generaciones. Hay muchas grandes obras de la literatura antigua que se han perdido; un autor u otro los menciona, pero no tenemos ningún texto que haya sobrevivido hasta nuestros días. La biblia no solo sobrevive; prospera.
Durante gran parte de este tiempo, la biblia fue objeto de un odio extremo por parte de muchas autoridades. Intentaron eliminarla, pero el texto sobrevivió. En los primeros días de la iglesia, Celso, Porfirio y Lucien intentaron destruirla con sus argumentos. Posteriormente los emperadores Diocleciano y Juliano intentaron destruirla por la fuerza. En algunos períodos de la historia era un delito capital poseer una copia de la biblia. Sin embargo, el texto sobrevivió.
La palabra de Dios misma (tu ordenación) es lo que estableció la tierra y la hizo permanecer. La tierra y toda la creación comenzaron con una palabra de Dios (Gn 1); No es de extrañar que también sean sostenidas y perdurables por la palabra de Dios.
Esto da un nuevo entendimiento a dos maravillosas declaraciones de las Escrituras:
Sécase la hierba, marchítase la flor; mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Is 40,8).
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mateo 24:35).
Estos pasajes ponen la palabra de Dios fuera del mundo creado e indican que la palabra de Dios es más permanente y duradera que la creación misma. Dado que el mundo creado nació por la palabra de Dios y es sostenido por Su palabra, esto tiene perfecto sentido.
Él establece el mundo y permanece. Entonces, tengamos confianza. Cuando Dios quiera quebrantar su palabra y cambiar sus ordenanzas, podremos esperar encontrar esta tierra humeando hacia el sol, o de lo contrario se precipitará hacia el espacio, nadie sabe dónde. Pero mientras permanezca en su lugar, ¿de qué tenemos que preocuparnos tú y yo? ¿No es esto señal de que el Señor también nos guardará a nosotros
El salmista observa el orden creado y entiende que toda la creación finalmente sirve a Dios y Su propósito. La tierra, que Él afirmó, y que permanece, obedece Su palabra.
Una característica sorprendente de estos versículos, es la combinación de la palabra de Dios, creadora y sustentadora del mundo, con su ley para el hombre. Ambas son producto de la misma mente ordenadora; y no solo los hombres, sino ‘todas las cosas’ son sus ‘siervos.
*92-93 El poder sustentador de la palabra de Dios.
Si tu ley no hubiese sido mi delicia,
Ya en mi aflicción hubiera perecido.
Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos,
Porque con ellos me has vivificado.
El salmista se regocijaba de que la palabra de Dios había sido su delicia. Leer, estudiar y meditar en la palabra de Dios no eran una carga; eran una delicia.
Podemos especular que una razón por la que esto era así era porque Dios se encontraba con él en Su palabra. Cuando tenemos comunión con Dios en y a través de Su palabra, hace que nuestro tiempo en Su ley sea una delicia.
El salmista sabía que sin su relación con Dios y Su palabra, no habría sido sostenido en su temporada de aflicción.
Nuevamente, debe enfatizarse que esta delicia va más allá del mero conocimiento de la biblia. Es la relación con Dios en y a través de Su palabra lo que da fuerza y alimento espiritual.
“Tu ley... mi delicia... en mi aflicción’. Un día estaba parado en una tienda de comestibles en una gran ciudad industrial en el oeste de Escocia, cuando una viuda pobre, anciana y frágil llegó a hacer algunas compras. Quizás nunca hubo en esa ciudad una época de angustia más severa. Casi todos los telares se habían detenido. Los comerciantes decentes y respetables que habían visto tiempos mejores se vieron obligados a subsistir de la caridad pública. Se permitía tanto dinero por día (pero un poquito como mucho) a los realmente pobres y merecedores. La pobre viuda había recibido su miseria diaria y ahora había entrado en la tienda del tendero para sacar el mejor provecho. No tenía más que unas cuantas monedas de cobre en sus manos marchitas. Gastó con cuidado sus escasas existencias: un centavo de esto y lo demás necesario para la vida casi agotaron todo lo que tenía. Llegó hasta el último centavo, y con una expresión singular de alegría heroica y resignación alegre en su rostro arrugado, dijo: ‘Ahora debo comprar aceite con esto, para que pueda ver y leer mi biblia durante estas largas noches oscuras, porque es mi único consuelo ahora que todos los demás se han ido.
El salmista recordaba el poder vivificante y el carácter de la palabra de Dios. Era esta vida la que lo fortalecía en la temporada de aflicción. La palabra de Dios vivifica porque está viva. “La biblia está viva, me habla; tiene pies, corre detrás de mí; tiene manos, me agarra. La biblia no es antigua ni moderna. Es eterna.
*94-95 Seguridad al buscar la palabra de Dios.
Tuyo soy yo, sálvame,
Porque he buscado tus mandamientos.
Los impíos me han aguardado para destruirme;
Mas yo consideraré tus testimonios.
Esto habla de la maravillosa relación entre el salmista y Su Dios, que fluye de la palabra de Dios.
·Él reconocía que Dios era su Dios.
·Él reconocía que la salvación no estaba en él mismo.
·Él reconocía que Dios escucha y contesta la oración.
·Él reconocía que Dios ciertamente lo salvaría.
Somos del Señor por creación, elección, redención, entrega y aceptación; y de ahí nuestra firme esperanza y la certeza de que él nos salvará. Ciertamente un hombre salvará a su propio hijo: Señor, sálvame.
¡Pero qué poderosa súplica de misericordia podemos extraer del interés del Señor en nosotros! ¿No cuidará el hombre de sus hijos, de su tesoro, de sus joyas? “Ese soy yo. Tu amor soberano me compró – me hizo tuyo – soy tuyo; sálvame
La base de esta confianza era una relación edificada sobre la palabra de Dios (tus mandamientos). Esta no era una relación edificada sobre sentimientos o experiencias subjetivas, sino sobre la base sólida de la palabra de Dios.
El salmista habla de sus enemigos de una manera casi causal. Mientras hacen lo peor contra él – han aguardado para destruirlo – él no entrará en pánico, sino que encontrará refugio en la palabra de Dios.
Si el enemigo no puede hacernos apartar nuestros pensamientos del santo estudio, o nuestros pies del santo caminar, o nuestros corazones de las santas aspiraciones, ha tenido poco éxito en sus ataques.
*96 La perfección de la palabra de Dios.
A toda perfección he visto fin;
Amplio sobremanera es tu mandamiento.
El salmista considera las cosas excelentes que había visto en este mundo. Quizás pensaba en las cosas de gran belleza natural... las pequeñas cosas de la creación intrincada... la belleza del amor y el cuidado humanos. Sin embargo, todas estas cosas tienen un fin – en el sentido de un límite o una barrera. Las mejores cosas de este mundo solo llegan hasta cierto punto.
A pesar de todas las cosas grandes y hermosas de este mundo, algo es aún mayor – el mandamiento de Dios, Su palabra revelada para nosotros. Su palabra no es limitada como lo son las cosas, incluso las grandes cosas, de esta tierra.
·Su palabra es anterior a la creación.
·Su palabra es el sustentador de la creación.
·Su palabra perdurará más allá de toda la creación.
Este versículo bien podría ser un resumen de Eclesiastés, donde toda empresa terrenal tiene su día y no llega a nada, y donde solo en Dios y sus mandamientos podemos ir más allá de estos frustrantes límites.
Amplia o grande, tanto por extensión como por continuidad; es útil a todas las personas en todos los tiempos y condiciones, y para todos los propósitos para informar, dirigir, avivar, consolar, santificar y salvar a los hombres; esto es de verdad y eficacia eterna; nunca engañará ni abandonará a los que confían en ella, como lo harán todas las cosas mundanas, sino que hará felices a los hombres aquí y para siempre.
Curiosamente, hoy en día muchos piensan que la biblia es estrecha. Piensan en sí mismos como personas en sobremanera amplias de mente; sin embargo, muestran poca tolerancia hacia quienes no están de acuerdo con ellas. La palabra de Dios es amplia en sobremanera, y nos hará de mente amplia, de corazón amplio y tolerantes en el mejor sentido si la leemos y obedecemos. La palabra de Dios evitará que seamos tiranos sobre los demás y nos enseñará a tolerar y amar a los demás incluso cuando sus vidas y pensamientos estén decididamente en contra de Dios y Su palabra.
Este amplio lugar es una base firme y segura para nosotros. “Dame la teoría verbal plenaria de la inspiración bíblica con todas sus dificultades, en lugar de la duda. Acepto las dificultades y espero humildemente su solución. Pero mientras espero, estoy parado sobre una roca.

**Mem מ: Amar la dulzura de la palabra de Dios.
“Este es un puro canto de alabanza. No contiene una sola petición, sino que es solo un alegre derramamiento del corazón”.
*97 El amor a la palabra de Dios expresado a través de la meditación.
¡Oh, cuánto amo yo tu ley!
Todo el día es ella mi meditación.
Dos veces antes en este salmo, el escritor ha declarado su amor por la palabra de Dios (versículos 47-48). Sin embargo, aquí, la redacción es más apasionada. Su devoción a Dios y su palabra ha construido una relación de amor entre el salmista y la palabra de Dios. No es ‘Yo solía amar tu ley’ o ‘Un día amaré tu ley’. Él describe cómo se siente acerca de la palabra de Dios en este momento. También habla por sí mismo; el salmista no dice cómo deberían sentirse los demás, sino cómo se siente él.
La palabra cuanto describe una comparación; el salmista ama la palabra de Dios más que otras cosas. Es una palabra de admiración, o una nota de comparación; así se toma en diversos otros lugares... se nota una especie de exceso o excelencia, incluso tal que no se puede expresar bien. El profeta parece hablar con una especie de suspiro, como si estuviera tan embelesado por el amor hacia la ley de Dios, que incluso estaba enfermo de amor.
El Orden de la Mente Divina, encarnado en la Ley Divina, es hermoso... Es el lenguaje de un hombre arrebatado por la belleza moral. Si no podemos compartir su experiencia, seremos los perdedores
El cristiano superficial puede leer y comprender e incluso, en un sentido exterior, obedecer la palabra de Dios. Pero solo el hombre espiritual la ama; vive como si no pudiera vivir sin la palabra de Dios. Para el cristiano superficial es un deber para satisfacer la conciencia; para el creyente es alimento y medicina, luz y consuelo – la palabra de Dios es vida. Si lo deseas, puedes aumentar tu amor por la palabra de Dios. No puedes obligarte a amar a alguien o algo; pero puedes cultivar el amor hacia alguien o algo.
·Dale tu tiempo; ponla delante de ti constantemente.
·Dale tu atención y cuidado; busca la palabra de Dios.
·Dale un oído verdaderamente atento.
·Dale tu honor y obediencia.
·Dale tu agradecimiento; valórala por todo el bien que ha hecho por ti y sé agradecido por todo ese bien.
·Dale tu dependencia y confianza; deja que cuide de ti.
·Dale tu alabanza; habla bien de ella ante los demás.
“Les suplico que permitan que sus biblias lo sean todo para ustedes. Lleven consigo este tesoro incomparable continuamente, léanlo, léanlo y léanlo una y otra vez. Vayan a sus páginas de día y de noche. Dejen que sus narrativas se mezclen con sus sueños; dejen que sus preceptos coloreen vuestras vidas; dejen que sus promesas alegran su oscuridad, dejen que su iluminación divina alegre sus vidas. Como aman a Dios, amen este Libro que es el Libro de Dios y el Dios de los libros, como correctamente se le ha llamado.”
Debido a que el salmista amaba la palabra de Dios, era natural y de esperarse que pensara en ella a menudo. A un amante le resulta fácil pensar, meditar sobre quien ama.
Cuando amamos la biblia, encontramos mucho en qué meditar.
·La biblia es una carta de nuestro Padre lejano.
·La biblia es una imagen de nuestro mejor y más fiel Amigo.
·La biblia es el certificado de nuestra adopción en la familia de Dios.
·La biblia es la declaración de nuestra liberación, nuestra libertad de la esclavitud.
·La biblia es la descripción de nuestra herencia celestial.
·La biblia es la evidencia de nuestra nobleza, porque Dios nos hizo reyes y sacerdotes.
·La biblia es el manual de instrucciones para una vida sabia y bendecida.
·La biblia es tanto un estado de cuenta como una chequera de lo que nos pertenece según las promesas de Dios.
·La biblia es un telescopio donde vemos la ciudad celestial que es nuestro destino.
*98-100 La Palabra de Dios da gran sabiduría.
Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos,
Porque siempre están conmigo.
Más que todos mis enseñadores he entendido,
Porque tus testimonios son mi meditación.
Más que los viejos he entendido,
Porque he guardado tus mandamientos;
El salmista tenía muchos enemigos, algunos de ellos malvados y otros orgullosos. Quizás los orgullosos se jactaban de ser más sabios o educados que el escritor del salmo. Sin embargo, el escritor confiaba en que la palabra de Dios le había dado mayor sabiduría.
El salmista es más sabio y tiene más entendimiento que sus enemigos (versículo 98), sus maestros (versículo 99) y los viejos (versículo 100). La comparación no es una afirmación orgullosa de superioridad, sino una forma de júbilo en el Señor mismo, cuya sabiduría es más directa y superior.
El salmista era real acerca de la presencia permanente de sus enemigos. Estaban con él siempre, y tuvo que ganar suficiente fuerza espiritual y suficiente fuerza de carácter para sobrevivir e incluso prosperar con ellos con él.
El salmista explica por qué era más... entendido que sus enemigos. Él tenía aún más entendimiento que todos sus enseñadores (que, esperamos, no sean los mismos que sus enemigos antes mencionados) debido a su serio estudio y meditación en la palabra de Dios.
Este versículo nos enseña que es de vital importancia tener entendimiento, incluso un gran entendimiento. Sabemos esto por el valor que el salmista le da a tener más entendimiento.
Nos enseña que no es malo ni incorrecto tener enseñadores, porque el salmista ciertamente tenía (ahora o en el pasado) enseñadores que le enseñaron sobre la vida y la palabra de Dios. Este versículo no es una renuncia a esos maestros.
Nos enseña que nuestro entendimiento de la palabra y de los caminos de Dios no está limitado a lo que recibimos de nuestros enseñadores. Podemos aprender de nuestro propio estudio y meditación; los enseñadores suelen ser útiles pero no absolutamente necesarios. El entendimiento es necesario; los enseñadores pueden serlo o no.
Nos enseña que este entendimiento no llega fácilmente; la verdadera meditación implica algún elemento de trabajo. Requiere la capacidad de mantenerse enfocado y las herramientas necesarias para la comprensión y el análisis bíblicos.
Este principio ha sido probado en la vida de los siervos de Dios una y otra vez. La biblia nos habla de hombres que no fueron educados según las normas del mundo (como los discípulos, como en Hch 4,13) pero que tuvieron un gran entendimiento y fueron eficaces en el servicio a Dios. Este principio también ha sido probado en la vida de los siervos de Dios desde los tiempos bíblicos.
Dios también ha usado a muchos que tuvieron mucha educación. Moisés, Daniel y Pablo son todos ejemplos bíblicos. Es tan erróneo pensar que la educación formal descalifica a alguien para un servicio eficaz, como pensar que automáticamente califica a alguien para un servicio eficaz.
Podemos escuchar a los maestros más sabios y seguir siendo tontos, pero si meditamos en la palabra sagrada debemos volvernos sabios. Hay más sabiduría en los testimonios del Señor que en todas las enseñanzas de los hombres si todas estuvieran reunidas en una gran biblioteca. El libro único pesa más que el resto.
El salmista es aún más osado que simplemente decir que la palabra de Dios le había dado una educación superior a la de sus enseñadores. Ahora dice, “Más que los viejos he entendido. Él comprende más que los viejos, es decir, la observancia directa de los preceptos divinos tiene más valor que los consejos de los demás, aunque tengan una larga experiencia.
Esto es particularmente significativo cuando nos damos cuenta de cuán apreciada era la sabiduría de los viejos en esa época y cultura. En el mundo moderno es demasiado común ignorar la sabiduría y la comprensión de los viejos, pero no en la época del salmista.
Esto también nos dice que si bien en general debemos respetar el entendimiento y la sabiduría de los viejos (lo que seguramente hacía el salmista, en general), no somos esclavos de su sabiduría y entendimiento. Nuestra norma para la fe, la doctrina y la vida es la biblia misma, no la comprensión o interpretación de ella, ni siquiera de la de los grandes hombres de la historia.
James Montgomery Boice contó una historia sobre la vida de Harry Ironside, el pastor, autor y comentarista de la biblia. Ironside fue a visitar a un hombre al borde de la muerte, que padecía tuberculosis. El hombre estaba casi muerto y apenas podía hablar. Mientras Ironside le hablaba, le preguntó: ‘Joven, estás tratando de predicar a Cristo ¿no es así?’. Ironside dijo que sí, y el hombre respondió: ‘Bueno, siéntate un poco y hablemos juntos acerca de la Palabra de Dios’. Entonces el hombre abrió su biblia y habló con Ironside hasta que se le acabaron las fuerzas; compartió ideas de la biblia que Ironside no había apreciado ni visto antes. Ironside se quedó atónito y le preguntó al hombre: ‘¿De dónde sacaste estas cosas? ¿Puedes decirme dónde puedo encontrar un libro que me las revele? ¿Las obtuviste en el seminario o en la universidad?’. El anciano respondió: ‘Mi querido joven, aprendí estas cosas de rodillas en el piso de barro de una pequeña y pobre cabaña en el norte de Irlanda. Allí, con mi biblia abierta frente a mí, solía arrodillarme durante horas y pedirle al Espíritu de Dios que revelara a Cristo a mi alma y abriera la Palabra a mi corazón. Me enseñó más de rodillas en ese piso de barro de lo que nunca podría haber aprendido en todos los seminarios o universidades del mundo’”.
*101-102 La palabra de Dios protege a uno del mal.
De todo mal camino contuve mis pies,
Para guardar tu palabra.
No me aparté de tus juicios,
Porque tú me enseñaste.
El salmista entendía que abstenerse de todo mal también le ayudaría a entender mejor la palabra de Dios. Él podría guardar mejor la palabra de Dios si se mantenía alejado de todo mal camino. No se atesora la santa palabra a menos que se eche fuera toda impiedad: si guardamos la buena palabra, debemos dejar ir la maldad.
La conexión personal que el salmista tenía con Dios a través de Su palabra alentaba un andar fiel. Esto también demuestra que Dios puede enseñar al creyente a través de Su palabra en un sentido directo – Porque tú me enseñaste. Esto no significa que todo lo que llega a uno a través del autoestudio es correcto o de Dios, y no elimina la necesidad de maestros bíblicos. Sin embargo, cumple lo que Jesús dijo más tarde en Juan 16:13: ...cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad.
*103-104 El dulce entendimiento de la palabra de Dios.
¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!
Más que la miel a mi boca.
De tus mandamientos he adquirido inteligencia;
Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.
El salmista sentía que la palabra de Dios era tan agradable para él como las cosas dulces – ¡aún más que la miel! El tiempo dedicado a la palabra de Dios no era un deber desagradable; era una dulce experiencia por la cual estar agradecido. Él expresa el hecho de su dulzura, pero como no puede expresar el grado de su dulzura, grita, ‘¡Cuán dulce!’”. (Spurgeon)
El salmista tenía muy poco de la palabra de Dios – tal vez solo los cinco libros de Moisés y algunos libros más. Tenemos muchas más riquezas y dulzura en la palabra de Dios que él; sin embargo, la mayoría de nosotros parece valorarlo menos.
La biblia está llena de pasaje tras pasaje que cualquier persona con sensibilidad espiritual encontraría dulce. Pasajes como el Salmo 23,1-3, el Salmo 8,1, Jn 3,16, Rm 8,28 o Ap 22,20 son solo una muestra. “Si no puedes encontrar nada hermoso o dulce en estos versículos, tu paladar está terriblemente apagado y tus ojos horriblemente vidriosos por el brillo de mal gusto de nuestra cultura.
Si la palabra de Dios no me es muy dulce, ¿tengo apetito? Salomón dice: ‘El alma llena aborrece el panal de miel; pero para el hambriento, todo lo amargo es dulce’ [Pro 27,7]. ¡Ah, cuando un alma está llena de sí misma y del mundo y de los placeres del pecado, no me sorprende que no vea dulzura en Cristo, porque no tiene apetito!
Es una bendita señal de gracia en el corazón cuando las palabras de Dios son dulces para nosotros como un todo – cuando amamos la verdad, no moldeada en un sistema o forma, sino como la encontramos en la palabra de Dios. Creo que ningún hombre que haya vivido, jamás ha propuesto un sistema de teología que comprenda toda la verdad de la palabra de Dios. Si tal sistema hubiera sido posible, el descubrimiento de él lo habría hecho Dios mismo para nosotros – ciertamente lo sería si hubiera sido deseable y útil para nuestro provecho y santidad. Pero a Dios no le agradó darnos un cuerpo de divinidad; recibámosla como él la ha dado, cada verdad en su propia proporción, cada doctrina en armonía con su semejante, cada precepto cuidadosamente llevado a la práctica, y cada promesa para ser creída y recibida con el tiempo. Que la verdad, y toda la verdad, sea dulce a nuestro paladar.
La inteligencia obtenida por el salmista le daba el discernimiento y el poder para perseverar y aborrecer todo camino de mentira.
Cabe destacar que el salmista comenzó esta sección con amor; la termina con aborrecimiento. La vida cristiana no es todo dulzura... Tiene sus momentos dulces y hay una belleza incomparable en Dios. Pero todavía vivimos en un mundo amargo y feo, y es igualmente importante aprender a odiar el mal y amar el bien.

**N. Nun נ: Confianza sin fin en la palabra de Dios.
*105 La guía iluminadora de la palabra de Dios.
Lámpara es a mis pies tu palabra,
Y lumbrera a mi camino.
El salmista andaba por el camino de la vida, la palabra alumbraba sus pasos. No sabría dónde pisar sin la guía de la palabra de Dios. Es posible recorrer el camino de la vida sin saber dónde caerán nuestros pasos. No sabemos si nuestro pie pisará un buen terreno o un terreno peligroso; no somos conscientes de nosotros mismos. La palabra de Dios puede ser una lámpara para nuestros pies.
En pocas palabras, la biblia debería ayudarnos a caminar de la manera que Dios quiere que caminemos. Piensa en todas las palabras diferentes que usamos para describir el caminar: pasear, dar una caminata, deambular, caminar penosamente, caminar lentamente, holgazanear, hacer senderismo, vagar, marchar, moverse trabajosamente, pisar fuerte, desfilar, dar zancadas, zigzaguear, deslizarse, patrullar, deambular, divagar, andar, merodear, rambla, vagabundear, caminar sin prisa y andar sin rumbo. Las diferentes palabras muestran que hay muchas formas diferentes de caminar, y cada una de ellas dice algo.
¿Cómo deben caminar los cristianos?
·Como es digno (Ef 4,1).
·Rectamente (Is57,2).
·En la luz (1 Jn 1,7).
·Con humildad (Miq 6,8).
Ninguno de estos es posible sin la palabra de Dios iluminando nuestro camino.
La ilustración de una lámpara dice algo. Así es nuestro paso en camino oscuro y peligroso irradiado por la lámpara y la luz de la palabra. Pero a menos que se encienda la lámpara, a menos que la enseñanza del Espíritu acompañe a la palabra, todo es tinieblas, tinieblas espesas. No nos contentemos con leer la palabra sin obtener alguna luz de ella en nuestro entendimiento.
La palabra de Dios no solo le mostraba al salmista dónde pisaban sus pies, sino también el camino en el que debía permanecer. Le mostraba los siguientes pasos a seguir.
Necesitamos que la biblia nos enseñe a discernir el bien del mal. Ciertamente tenemos un sentido interno de esto en nuestra conciencia; pero nuestra conciencia puede ser débil, ignorante o estar dañada. La palabra de Dios es más elevada incluso que nuestra conciencia, y la instruye.
Uno de los beneficios más prácticos de la Sagrada Escritura es su orientación en los actos de la vida diaria. Estas imágenes nos muestran que la palabra de Dios es luz y lumbrera; ella no hace que las cosas sean más oscuras o difíciles de entender. Es un libro claro, no oscuro.
Esta estrofa enfatiza la claridad de las Escrituras, el atributo de la biblia que significó tanto para los reformadores protestantes, quienes también lo llamaron perspicuidad. Lo que querían decir con claridad de perspicacia es que la biblia es básicamente comprensible para cualquier persona de mente abierta que la lea.
No todas las partes de las Escrituras son igualmente claras o fáciles de entender; Es útil tener sabiduría de otros en lo que han visto en las Escrituras. Sin embargo, en su esencia, la biblia puede entenderse y los cristianos la entienden. Piensa en todos los puntos en común que los cristianos, incluso de denominaciones muy diferentes, tienen en conjunto:
·La verdad de un Dios Trino.
·La verdad de la plena deidad y humanidad de Jesús.
·La verdad de nuestro pecado.
·La verdad de la muerte de Jesús para que nos salve del pecado y la muerte.
·La obra del Espíritu Santo al guiarnos a la fe.
·El establecimiento de la iglesia, la comunidad de creyentes.
·El regreso de Cristo Jesús.
·La resurrección de los muertos.
¡Tomados en conjunto, estos son muchos! En general, los cristianos sí están de acuerdo en su comprensión de la biblia.
Esto no significa que la opinión de alguien sobre el significado de un pasaje de la biblia sea tan buena como la opinión de todos los demás. Realmente es todo lo contrario; la biblia es lo suficientemente clara como para ser entendida, y esto significa que algunos supuestos entendimientos están equivocados.
*106-108 Confiar en el poder vivificante de la palabra de Dios.
Juré y ratifiqué
Que guardaré tus justos juicios.
Afligido estoy en gran manera;
Vivifícame, oh Dios conforme a tu palabra.
Te ruego, oh Dios, que te sean agradables los sacrificios voluntarios de mi boca,
Y me enseñes tus juicios.
El salmista muestra una determinación de vida de obedecer la palabra de Dios. Es una decisión doble, tanto jurada como ratificada.
Se habla de un hombre llamado Pearce, que leyó un libro titulado Auge y progreso de la religión. A partir de ahí, decidió que viviría una vida más dedicada y obediente. Escribió un pacto con Dios, y de una manera muy seria y solemne, incluso lo firmó con su propia sangre. No pasó mucho tiempo hasta que comenzara a fallar en su compromiso con el pacto, primero en pequeñas formas y luego cada vez más. Esto lo sumió en una profunda angustia, casi hasta la desesperación total. Luego consideró que el arreglo que había hecho con Dios era en realidad legalista y farisaico, especialmente en la forma en que se basaba en el poder de sus propios votos y resoluciones. Así que llevó el pacto a la azotea de su casa, lo rompió en pedazos y lo arrojó al viento. No se sentía libre de las promesas mismas, solo que ahora tenía la intención de no confiar en sí mismo ni en sus propios votos, sino solo en la sangre de Jesucristo y el poder de Su Espíritu que moraba en él. Esto condujo a un resultado mucho mejor y estuvo cerca de la fuente de consuelo y restauración cuando fracasaba.
Su determinación de ser obediente venía de un tiempo de aflicción, no de consuelo y alivio. A pesar de sus muchos problemas y dolores, buscaba la palabra de Dios para ser vivificado y para que esto sucediera conforme a Su palabra.
Los siervos fieles de Dios pueden ser ‘afligidos’; pueden ser ‘muy’ y gravemente afligidos; pero consideren que, por las aflicciones, sus corrupciones son limpiadas, su fe es probada, su paciencia se perfecciona, sus hermanos son edificados y su Maestro es glorificado.
El salmista presenta estas palabras a Jehová como si fueran un sacrificio llevado a un altar. Eran sacrificios voluntarios destinados a mostrar su amor y devoción a Dios.
Los ingresos de Dios no se derivan de impuestos forzosos, sino de donaciones voluntarias. No puede haber aceptación donde no hay voluntad; no hay obra de gracia inmerecida donde no hay fruto del libre albedrío.
Es muy fácil para nosotros tener una confianza pecaminosa en nuestro propio juicio, simplemente “seguir mi corazón”. Sin embargo, “Estos repetidos clamores por enseñanza muestran la humildad del hombre de Dios, y también nos descubren nuestra propia necesidad de instrucción similar. Nuestro juicio necesita ser educado hasta que conozca, esté de acuerdo con y actúe sobre los juicios del Señor”.
*109-110 Confiar en la palabra de Dios a pesar del peligro.
Mi vida está de continuo en peligro,
Mas no me he olvidado de tu ley.
Me pusieron lazo los impíos,
Pero yo no me desvié de tus mandamientos.
La vida del salmista a menudo estaba en peligro, sin embargo, su conexión con la palabra de Dios se mantenía fuerte.
Esta idea también está en Jue 12,3, 1 Sam 19,5, y Job 13,14. Expuesto a un peligro perpetuo y extremo, como si una cosa preciosa y frágil estuviera siendo llevada en la mano abierta de un hombre, donde podría caer fácilmente o ser arrebatada por una mano violenta. Los peligros venían de enemigos decididos, que eran hombres impíos. Sin embargo, no abandonaría los mandamientos de Dios.
De este versículo aprendamos a estar en guardia, porque nosotros también tenemos enemigos tanto astutos como malvados. Los cazadores colocan sus trampas en los recorridos habituales de los animales, y nuestras peores trampas son colocadas en nuestros propios caminos. Al seguir los caminos del Señor, escaparemos de las trampas de nuestros adversarios, porque sus caminos son seguros y libres de traición
Siempre que encontramos que los salmos hablan de peligro, generalmente pensamos en peligro físico... Pero los salmos también hablan de peligros espirituales como caer en el pecado u olvidar a Dios”.
*111-112 Un compromiso duradero con Dios y Su palabra.
Por heredad he tomado tus testimonios para siempre,
Porque son el gozo de mi corazón.
Mi corazón incliné a cumplir tus estatutos
De continuo, hasta el fin.
El salmista se regocijaba en la palabra de Dios con un profundo gozo de corazón. Por tanto, los testimonios se convirtieron en su heredad... para siempre.
¿Cuál es la heredad espiritual del salmista, es decir, hacia qué está mirando y en qué trabaja? ¿Alguna recompensa celestial? ¿Una palabra de elogio de Dios? Sorprendentemente, dice que su herencia es de lo que ha estado hablando todo el tiempo: la Palabra de Dios misma.
¿Cómo nos pertenecen los testimonios de Dios? “¿Cómo afirmó estar interesado en ellos? No por compra, ni por mérito, era su heredad... El hombre busca su heredad. ‘Esta tierra – esta propiedad – o este reino es mío’. El hijo de Dios mira a su alrededor en el universo – en ambos mundos – en Dios mismo con sus infinitas perfecciones – y dice: ‘Todas las cosas son mías’. Mi título es más seguro que cualquier heredad terrenal.
Tomo posesión de mi heredad, de ella vivo, en ella vivo, es mi tesoro, mi porción. Si un hombre es conocido por su herencia, déjenme ser conocido por la mía.
Por heredad he tomado tus testimonios. De éstos era heredero; los había heredado de sus padres y estaba decidido a dejarlos a su familia para siempre. Si un hombre no puede dejarle nada a su hijo más que una biblia, en eso le lega el mayor tesoro del universo.
El tema se enfatiza una vez más. El salmista nunca abandonaría la palabra de Dios – nunca dejaría de leer, aprender, meditar y, especialmente, obedecerla.
Todo el movimiento termina con una declaración que debe leerse a la luz de la afirmación inicial, y la siguiente experiencia y necesidad. Es la entrega total a la voluntad de Dios... hasta el fin.
El creyente siente que cada paso es peligroso; por eso clama pidiendo lumbrera a sus pies y luz a su camino. Con cada paso peligroso, ¿cómo puede esperar perdurar para siempre, hasta el fin? Puede, porque el mismo Dios que lo ilumina y sostiene en un paso puede hacerlo en cada paso, hasta el fin.

**. Samekh ס: Sostenido y apoyado por la palabra de Dios.
La decimoquinta letra, Samek, denota un puntal o pilar, y esto concuerda bien con el tema de la estrofa, en la que se le ruega a Dios dos veces que sostenga a su siervo
*113-114 Protección que se encuentra en la palabra de Dios.
Aborrezco a los hombres hipócritas;
Mas amo tu ley.
Mi escondedero y mi escudo eres tú;
En tu palabra he esperado.
El salmista conocía la frustración de tratar con los hipócritas. Eran inestables y no comprometidos en sus vidas. En contraste, la ley de Dios es segura y certera.
Las personas hipócritas son personas que conocen a Dios pero no están completamente decididas a adorarlo y servirle solo a él. Son las que quieren tanto a Dios como al mundo. Quieren los beneficios de la religión verdadera, pero también quieren su propio pecado... El salmista odia esta doble mentalidad; también la odia en sí mismo.
Cuando amamos la ley, ésta se convierte en una ley de amor, y nos aferramos a ella con todo nuestro corazón.
El Dios que el salmista conocía tan bien a través de Su palabra se convertía en un refugio en tiempos difíciles. La esperanza que tenía en la palabra de Dios no fue iniciada por un mero conocimiento académico o intelectual; se basaba en una relación y seguridad en Dios mismo.
Un buen escondite tiene fuerza, altura, ocultación y confiabilidad. Jesús es nuestro cuarto seguro o cuarto de pánico. Hay un tiempo en el que puedo ser llamado a sufrir en secreto; entonces me escondes. Puede haber un momento en el que me llames para pelear; entonces tú eres mi Escudo y Protector.
Este es un versículo de experiencia, y testifica de lo que el escritor sabía de su propio conocimiento personal: no podía luchar con sus propios pensamientos, o escapar de ellos, hasta que volara hacia su Dios, y entonces encontraría liberación. Observen que él no habla de la palabra de Dios como su doble defensa, sino que lo atribuye a Dios mismo.
*115 Una palabra para los malignos.
Apartaos de mí, malignos,
Pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.
En una extraña desviación en su conversación en curso con Dios acerca de Su palabra, el salmista aquí se dirige a los malignos que le habían traído tales problemas. Sabía que el mejor remedio era poner un espacio entre él y estos malignos.
El salmista era cuidadoso en la elección de sus amigos. Como se ha dicho, “Muéstrame a tus amigos y te mostraré tu futuro”.
Todo hombre contraerá insensiblemente las buenas o malas cualidades de la compañía que mantiene; y debe, por tanto, tener cuidado de conservar a aquellos que lo hagan más sabio y mejor, y que lo capaciten para la buena comunión con santos y ángeles.
No es que nos complazcamos en una reclusión taciturna o ascética. Se nos ordena expresamente la cortesía y la bondad (1 Pe 3,8); ese sabio y considerado ‘andar para con los de afuera’ (Col 4,5), que ‘adorna la doctrina de Dios nuestro Salvador’ (Tito 2,10), y que ciertamente en algunos casos ha sido más poderoso incluso que la palabra en sí misma (compárese con 1 Pe 3,1-2), para ‘ganar almas para Cristo’. Pero cuando nos tientan a dar un paso tortuoso o descarriado, cuando nuestra conexión con ellos nos atrae a un solo acto de conformidad con su norma, deshonroso para Dios e inconsistente con nuestra profesión, entonces debemos tomar una posición audaz e inquebrantable.
Por eso quería espacio entre él y los malignos. Estaba comprometido a obedecer, a guardar los mandamientos de Dios.
Como le resultaba difícil guardar los mandamientos en compañía de los impíos, les dio sus órdenes de retirada. Debía guardar los mandamientos, pero no necesitaba mantener la compañía de los malignos.
Jesús demostró el mismo espíritu cuando resistió firmemente al diablo mientras era tentado en el desierto (Mt 4). Le dijo al diablo que se fuera (Mt 4:10) y confió repetidamente en la palabra de Dios (Mt 4,4,7,10).
La palabra Dios solo aparece en este lugar en todo este extenso salmo, y luego es acompañada por el pronombre personal ‘mi’ – ‘mi Dios.
*116-117 Sostenido y apoyado por la palabra de Dios.
Susténtame conforme a tu palabra, y viviré;
Y no quede yo avergonzado de mi esperanza.
Sostenme, y seré salvo,
Y me regocijaré siempre en tus estatutos.
El salmista sabía que no podía estar delante de sus enemigos sin que Dios lo sostuviera. Sin este apoyo continuo de Dios, no podría vivir– ni física ni espiritualmente.
Su idea era que este apoyo (susténtame) vendría conforme a la palabra de Dios. Sería consistente con la palabra de Dios y encontraría su fuente en la palabra de Dios.
En la Edad Media, bajo la orden monástica de los benedictinos, cuando finalizaba el período de preparación del novicio y estaba listo para unirse al monasterio de por vida, se realizaba una ceremonia de inducción en la que, con los brazos extendidos, el novicio recitaba Salmo 119,116 tres veces... La comunidad repetía las palabras y luego cantaba el Gloria Patri, que era una forma de reconocer que los compromisos de la vida monástica solo pueden ser sostenidos por Dios, a quien pertenece toda la gloria.
El salmista podía orar esto porque tenía su esperanza bien puesta. Estaba puesta sobre Dios y Su palabra. Cuando nuestra esperanza está tan bien puesta, podemos pedirle a Dios que nos proteja y reivindique.
Esta es la segunda petición por apoyo de Dios en esta breve sección, y pide apoyo especialmente a través de Su palabra. Al recibir este apoyo y seguridad, el salmista los usaría para una mayor obediencia a Dios.
Esta constante dependencia sobre Dios – la constante oración, “Sostenme, y seré salvo” – ciertamente lo mantendrá a uno a salvo.
*118-120 El juicio justo de Dios.
Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos,
Porque su astucia es falsedad.
Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra;
Por tanto, yo he amado tus testimonios.
Mi carne se ha estremecido por temor de ti,
Y de tus juicios tengo miedo.
El salmista aquí habla del justo juicio de Dios. Él usa Su palabra (estatutos) como una línea de medición para Su juicio, rechazando a todos los que se desvían de Su palabra y los principios revelados en ella.
En sus juicios, Dios tiene un propósito y un efecto purificador. Limpiará la tierra de los impíos, tratándolos como impurezas que hay que eliminar.
La escoria que se forma en la superficie cuando se refina un metal precioso, es desechada por el orfebre (cf. Is 1,22; Jer 6,28-30; Ez 22,18-19)
El pecado es como escorias.
·Las escorias quitan el brillo y la gloria del metal; lo vuelven opaco.
·Las escorias son engañosas; no son plata, pero lo parecen; no son oro pero lo parecen.
·Las escorias no mejoran con el fuego.
·Las escorias carecen de valor. No tienen propósito, no sirven.
·Las escorias en realidad dañan el metal, ya que pueden oxidarlo. El metal con escorias será consumido.
La consideración de estos justos juicios hacía que el salmista alabase a Dios aún más. Alababa a Dios y su palabra (tus testimonios) como justas medidas de juicio.
Porque quitan lo precioso de lo vil, y hacen a los hombres iguales por dentro que por fuera.
Mientras el salmista consideraba los justos juicios de Dios, miraba a su propia vida y comprendía que no era del todo justa. Esta sensación de estremecerse de temor lo haría correr a Dios en busca de Su sacrificio expiatorio.
El salmista no celebra el juicio sobre los impíos; estos lo hacen estremecerse de temor.
La presencia de Dios es tan real para el salmista que responde a su Dios en espíritu y cuerpo. Su vida de obediencia se vive en la presencia del Dios viviente, mientras que los malvados actúan como si Dios no los viera o como si no le importara.
Sus mejores siervos no están exentos de un pavor terrible en tales ocasiones; escenas de este tipo, mostradas en visión a los profetas, hacen que su carne se estremezca y todos sus huesos tiemblen.
Solo cuando temblemos ante el Dios santo y exaltado, veremos que el mundo y sus valores distorsionados son las cosas vacías que son. Si no temblamos ante Dios, el sistema del mundo nos parecerá maravilloso y nos consumirá gratamente.

** Ayin ע: El siervo busca la palabra.
1. (121-122) Una oración por protección contra los soberbios.
Juicio y justicia he hecho;
No me abandones a mis opresores.
Afianza a tu siervo para bien;
No permitas que los soberbios me opriman.
Como en otras secciones de este salmo, esto no es una afirmación de perfección sin pecado. El salmista está expresando confianza en la justicia general de su vida. El salmista conocía su vida y la vida de sus opresores; sabía que su vida estaba dedicada a Dios y la de ellos no.
Este tipo de súplica tampoco debe ser censurada como farisaica: cuando tratamos con Dios en lo referente a nuestras deficiencias, usamos un tono muy diferente de aquel con el que nos enfrentamos a las censuras de nuestros semejantes; cuando ellos están en la cuestión, y somos inocentes para con ellos, tenemos justificación para alegar nuestra inocencia.
Es notable esta confianza en su condición espiritual y en su separación de los que no seguían a Dios. El salmista sabía que su vida era diferente a la de los que no seguían a Dios. La diferencia estaba en algo más que en teología; estaba en la vida.
El salmista le pide a Dios que lo defienda. Era solo a través de la defensa de Dios que podía evitar la opresión de los soberbios.
Toma mis intereses y entretéjelos con los tuyos, y defiéndeme. Como mi Amo, emprende la causa de tu siervo y represéntame ante los rostros de hombres altivos hasta que vean el augusto aliado que tengo en el Señor mi Dios”. (Spurgeon)
Esto proporciona evidencia de que su afirmación anterior de juicio y justicia no era en un sentido absoluto. Si se sintiera completamente justo y recto ante Dios, no le habría suplicado a Dios que lo afianzara – pero lo hizo. “Aunque recto ante los hombres, siempre se sintió pecador ante Dios.
El salmista clama a Dios como lo hizo Job: Dame fianza, oh Dios; sea mi protección cerca de ti (Job 17,3). El salmista ora para que Dios sea para él lo que Jesús es para su pueblo – una garantía del pacto (Heb 7,22).
Deberíamos haber sido aplastados debajo de nuestro orgulloso adversario el diablo, si nuestro Señor Jesús no se hubiera interpuesto entre nosotros y el acusador, y no se hubiera convertido en fiador por nosotros.
El versículo 122 es otro versículo raro en este salmo que no menciona la palabra de Dios de ninguna manera.
Según los masoretas, el versículo 122 es el único versículo del salmo que no menciona la Palabra de Dios. Hemos visto que el versículo 84 también parece no mencionarlo; Los versículos 90, 121 y 132 también pueden ser ejemplos
El hecho de que la biblia no se mencione aquí, en el versículo 122, puede ser una indicación de la profundidad de la angustia mental en la que cayó el salmista como resultado de la opresión que había soportado por parte de hombres inicuos. Por un momento, sus ojos parecen estar fuera de la biblia y estar en sus feroces opresores.
*123-125 El siervo de Dios busca la salvación en Sus estatutos.
Mis ojos desfallecieron por tu salvación,
Y por la palabra de tu justicia.
Haz con tu siervo según tu misericordia,
Y enséñame tus estatutos.
Tu siervo soy yo,
dame entendimiento
Para conocer tus testimonios.
Esta era otra indicación de cuán comprometido estaba el salmista con la palabra de Dios, y cuánto valoraba la salvación que encontró en ella. Miró solo a Dios, miró ansiosamente, miró mucho, miró hasta que le dolieron los ojos. La misericordia es que si nuestros ojos fallan, Dios no falla, ni sus ojos fallan.
Esta expectativa nos muestra que la fe viene antes que la experiencia. El salmista estaba dispuesto a tener fe hasta que llegara la experiencia. Esperaría la salvación de Dios y esperaría todo el tiempo que fuera necesario.
El salmista entendía que cuando Dios enseña a su pueblo, es evidencia de su misericordia. No tiene la obligación inherente de enseñarnos; sin embargo, por el impulso misericordioso de Su corazón, lo hace.
Por tercera vez en cuatro versículos, el salmista se llama a sí mismo siervo de Dios. Comprendía que esto significaba que tenía obligaciones para con Dios y que Dios – como su Amo – tenía obligaciones para con él. Por tanto, podía pedir entendimiento.
Me he entregado voluntariamente a ti, elegí las cosas que te agradan y me he aferrado al pacto... Ahora, este es todo el salario que anhelo de ti, ‘Dame entendimiento. Podemos esperar que un maestro le enseñe a su propio siervo el significado de sus propias órdenes.
El salmista quería entendimiento – no tanto para conocer el futuro o algunos secretos ocultos de su alma o de la de otra persona, sino para conocer mejor los testimonios de Dios. Creía que la palabra de Dios podía entenderse con la ayuda de Dios mismo. Él creía que el entendimiento de la palabra de Dios era de gran importancia, porque lo llevaría a otra sabiduría y comprensión de la vida.
Es notable que el salmista no ora pidiendo entendimiento a través de la adquisición de conocimiento, sino que primero ruega al Señor que pueda obtener el don del entendimiento y luego pueda obtener la instrucción deseada.
*126 Una súplica para que Dios actúe.
Tiempo es de actuar, oh Jehová,
Porque han invalidado tu ley.
Admiramos la santa valentía del salmista. Casi parece de mala educación que un hombre le diga a Dios: “tiempo es de actuar”. Sin embargo, muchos que caminan con Dios entienden perfectamente la súplica desesperada del salmista. Él está tan necesitado y dependiente de Dios, que es bueno y correcto hacer su petición con tanta valentía. El salmista habla no como prescribiendo a Dios un tiempo, sino como recordándole Su propia gloria y la necesidad de Su pueblo.
Es cierto que no conocemos los caminos del tiempo de Dios; muchas veces nos hemos equivocado en este punto. Hemos pensado que Dios debe actuar ahora, cuando en Su sabiduría y gloria obró más tarde. Sin embargo, todo lo que podemos hacer es orar por lo que podemos ver; y cuando vemos condiciones como las vio el salmista, es bueno que digamos: “Tiempo es de actuar, oh Jehová”.
Podríamos esperar que el escritor hubiera dicho que Dios debería actuar ahora porque si se retrasaba será demasiado tarde; él sería aplastado por sus opresores... Aquí, en lugar de alegar su propia condición desesperada, pide a Dios que actúe porque ‘la ley de Dios está siendo quebrantada.
Lo que provoca la súplica audaz es la observación de que muchos desatendían la palabra y la ley de Dios. En esos momentos – cuando todo hombre hace lo que le parece correcto a sus propios ojos (Jue 21,25) – es apropiado que el pueblo de Dios le ruegue que actúe.
Persistir en invalidar la ley después de una exhibición tan magnífica de la obra del Todopoderoso, ¿no debe exponer a los transgresores a cosechar el fruto de su propia obstinación y prepararse para encontrarse con él como su Juez, a quien se niegan a recibir como su Salvador?
*127-128 La palabra de Dios es preciosa y justa.
Por eso he amado tus mandamientos
Más que el oro, y más que oro muy puro.
Por eso estimé rectos
todos tus mandamientos sobre todas las cosas,
Y aborrecí todo camino de mentira.
Aunque otros consideraban la palabra de Dios como inválida, el salmista decide amar sus mandamientos aún más. Él los valoraba más que el oro – y más que oro muy puro. El salmista recuerda qué clase de hombres consideraban inválida la palabra de Dios. Cuando considera a los hombres monstruosos que habían sido enemigos de la palabra de Dios – hombres de nuestra época como Stalin, Hitler, Mao – entiende que la palabra de Dios es hermosa.
Me gustan más porque ellos los menosprecian, y así valoro más ese camino cuando me persiguen. Me enciendo con su frialdad.
¿No debería yo amar [tus mandamientos]? ¿Puede el oro, sí, el oro fino, ofrecerme bendiciones como estas? ¿Puede curar mi corazón roto? ¿Puede aliviar mi espíritu herido? ¿Tiene alguna paz o perspectiva de consuelo para mí en mi lecho de muerte?
Con gran confianza, el salmista proclama la infalibilidad de la palabra de Dios. Sus mandamientos son rectos, no incorrectos; y son rectos en cuando a todas las cosas.
·Cuando la biblia nos da la historia, es recta y verdadera; los eventos realmente sucedieron como se describen.
·Cuando la biblia nos da poesía, es recta y verdadera; el sentimiento y las experiencias fueron reales para el escritor y suenan fieles a la experiencia humana.
·Cuando la biblia nos da profecía, es recta y verdadera; los hechos descritos ocurrirán o ya han sucedido, tal como está escrito.
·Cuando la biblia nos da instrucciones, son rectas y verdaderas; realmente nos dicen la voluntad de Dios y la mejor forma de vivir.
·Cuando la biblia nos habla de Dios, es recta y verdadera; nos revela lo que son la naturaleza, el corazón y la mente de Dios, tanto como podemos comprender.
Debido a que el salmista amaba y confiaba tanto en la palabra de Dios, naturalmente aborrecía todo camino de mentira. No podía amar la verdad sin odiar también las mentiras.
Como dijo Jesús: Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro (Mt 6,24). No podemos amar el camino correcto sin odiar los equivocados... ¿Estás dispuesto a odiar lo que Dios odia? Si no, nunca aprenderás a amar a Dios de verdad y ciertamente nunca caminarás por el camino que trae verdadera bendición.
Y significativamente, él aborrecía todo camino de mentira, no solo algunos de ellos. “Si Satanás se apodera de ti por cualquier pecado, ¿no es suficiente para llevarte a la condenación? Como el carnicero lleva la bestia al matadero, a veces atada por los cuatro pies, y otras veces por uno solo; así es con Satanás. Aunque no seas esclavo de todo pecado; si eres esclavo de uno, el agarre que él tiene de ti, por ese único afecto pecaminoso, es suficiente para cautivarte.

**Pe פ: Pasos dirigidos por la maravillosa palabra de Dios.
*129 Obedecer los maravillosos testimonios de Dios.
Maravillosos son tus testimonios;
Por tanto, los ha guardado mi alma.
El salmista vuelve a declarar su asombro y placer en la palabra de Dios. Era una fuente continua de fascinación para él. La palabra ‘maravillosos’ es equivalente a nuestro uso de la palabra milagrosos. Estos testimonios son sobrenaturales, sobrehumanos.
Estos testimonios son sobrenaturales por naturaleza, libres de error. Son sobrenaturales en sus efectos, ya que instruyen, elevan, fortalecen y confortan el alma.
Jesús, el Verbo eterno, es llamado Maravilloso, y todas las palabras de Dios son maravillosas en su grado. Quienes mejor las conocen se maravillan más de ellas. Es maravilloso que Dios haya dado testimonio a los hombres pecadores, y más maravilloso aún que su testimonio sea de tal carácter, tan claro, tan pleno, tan lleno de gracia, tan poderoso.
Hay una altura, longitud, profundidad y anchura en tu palabra y testimonios que son verdaderamente asombrosas; y por eso mi alma los ama y los estudio profundamente. Cuanto más estudio, más luz y salvación obtengo.
No entremos en los testimonios, como una tarea seca o un estudio ordinario; sino concentremos nuestras mentes, nuestra fe, humildad y oración en una contemplación más devota de ellos.
El gozo duradero y permanente que el salmista tenía en la palabra de Dios lo incitaba a una mayor obediencia. Esta era obediencia en algo más que una acción externa; era obediencia en el alma.
*130-131 Recibir la palabra que da luz.
La exposición de tus palabras alumbra;
Hace entender a los simples.
Mi boca abrí y suspiré,
Porque deseaba tus mandamientos.
El salmista repite una idea anterior, que la palabra de Dios lo alumbra. Sus palabras dejaban las cosas más claras, no menos. Cuando llegaba la palabra, entraban la luz y la claridad.
La palabra hebrea para ‘exposición’ es pethach. Dependiendo de si se pronuncia con una e corta o larga, puede significar ‘puerta’ (con una e corta) o ‘revelación’ (con una e larga) ...
La explicación de este doble significado es que en los primeros días de la formación del idioma hebreo los judíos eran beduinos que vivían en tiendas de campaña. La única abertura en la tienda era el trozo de piel que formaba la puerta. Entonces, cuando se abría la puerta, la luz entraba en la carpa, iluminando todo el interior.
La palabra no encuentra entrada en algunas mentes porque están bloqueadas por la presunción, el prejuicio o la indiferencia; pero donde se presta la debida atención, la iluminación divina seguramente debe seguir al conocimiento de la mente de Dios.
La palabra de Dios es tan clara y luminosa que incluso los simples logran entender. No se necesita un gran intelecto o capacidad mental para beneficiarse de la palabra de Dios.
Tan asombroso es el poder de esta luz celestial, que de cualquier página de este libro sagrado, un niño, o incluso [el simple], bajo la enseñanza celestial, puede obtener más instrucción de la que el filósofo más agudo podría obtener de cualquiera otra fuente de luz!
Estos simples de corazón son frecuentemente despreciados, y su sencillez tiene otro significado infundido en ello, de modo que se convierte en tema de burla; pero, ¿qué importa? Aquellos a quienes el mundo tacha de necios están entre los verdaderamente sabios si son enseñados por Dios.
·Esta es una bendición para los simples; Dios no los olvida. Él no ha hecho de la salvación ni del crecimiento en la piedad un asunto principalmente del intelecto.
·Esta es una promesa para los simples; pueden acercarse a la palabra de Dios con confianza, esperando que Dios les dé entendimiento.
·Esta es una responsabilidad para los simples; no pueden poner excusas por su intelecto medio (o inferior) o capacidades mentales. Todavía son responsables de buscar a Dios en Su palabra.
Debido a que la palabra de Dios es luminosa y clara (lo suficientemente clara para los simples), el salmista deseaba la palabra de Dios como un animal sediento que anhela el agua. Puede estar jadeando porque tiene sed, o puede estar jadeando porque busca aire; pero jadear siempre denota deseo.
Una metáfora tomada de un animal agotado en la persecución. El animal corre, con la boca abierta para tomar aire fresco; el corazón late alto y la fuerza muscular casi se agotaba a causa de la fatiga. El salmista buscaba la salvación, ya que huiría de una bestia feroz por su vida. Nada puede mostrar su seriedad desde un punto de vista más fuerte.
Esto no puede significar otra cosa que el anhelo de conocerlos, él anhelaba guardarlos, anhelaba enseñarlos, anhelaba hacer que todos a su alrededor le obedecieran. Muchas personas religiosas anhelan las promesas y hacen bien; pero no deben olvidar tener el mismo anhelo por los mandamientos.
Sin embargo, el anhelo que no lleva a la acción es más deseo que anhelo. Como observó Spurgeon, el verdadero anhelo se manifestará en la acción: “Nunca te quedes contento con simples anhelos. El que de verdad anhela no se contenta con anhelar”.
*132-135 Cuatro peticiones arraigadas en la palabra de Dios.
Mírame, y ten misericordia de mí,
Como acostumbras con los que aman tu nombre.
Ordena mis pasos con tu palabra,
Y ninguna iniquidad se enseñoree de mí.
Líbrame de la violencia de los hombres,
Y guardaré tus mandamientos.
Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo,
Y enséñame tus estatutos.
Esta primera petición es realmente dos: pedirle a Dios que lo mire y que luego tenga misericordia. El salmista tenía motivos para creer que Dios respondería, sabiendo que esta era la costumbre de Dios para con los que aman Su nombre.
Es maravilloso pensar que Dios tiene una costumbre, un patrón de acción, con los que aman Su nombre. Esa costumbre es mirarlos (dándoles Su atención) y tenerles misericordia. Esta promesa es una base sólida para la oración confiada y audaz en un momento de necesidad.
Sin embargo, la mirada de Dios – que nos dé Su atención – sería una maldición y no una bendición a menos que fuera acompañada por Su misericordia. Si tenemos la primera, deseamos la segunda.
¡Señor! Dado que nuestra mirada hacia ti es a menudo tan leve, tan fría, tan distante, que no deja ninguna impresión en nuestro corazón; por favor condesciende continuamente a mirarnos con misericordia y poder”. (Bridges)
Amar el nombre de Dios significa...
·Amar la persona de Dios.
·Amar el carácter de Dios.
·Amar la revelación de Dios.
·Amar la gloria de Dios.
La segunda petición muestra lo que él quería hacer con la misericordia recibida de Dios. Quería tomar esa misericordia y usarla para caminar rectamente delante de Dios. Una parte de esto era para que ninguna iniquidad se enseñoree del salmista.
Hoy en día, muchos quieren ordenar sus pasos con algo más, cualquier otra cosa que no sea la palabra de Dios.
·“Ordenar mis pasos con mis sentimientos”.
·“Ordenar mis pasos con mis concupiscencias”.
·“Ordenar mis pasos con mis amigos”.
·“Ordenar mis pasos con mis padres”.
·“Ordenar mis pasos con mis circunstancias”.
·“Ordenar mis pasos con mi fe”.
·“Ordenar mis pasos con mi comodidad”.
La idea del hebreo aquí, según Spurgeon, es “Haz mis pasos firmes en tu palabra”. Podemos caminar hacia adelante en la vida con confianza, a medida que encontramos dirección en la palabra de Dios.
El salmista se mantendría alejado de toda vacilación, titubeo o divagación; pero él quiere, cuando está en lo correcto, estar firmemente en lo correcto, estar clara, decididamente en lo correcto, de modo que suplica: “Haz mis pasos firmes”. ¡Oh, cómo a menudo nos tambaleamos! Hacemos lo correcto, pero temblamos y temblamos mientras lo hacemos.
El salmista era sabio al comprender que el pecado puede enseñorearse sobre el hombre, incluso sobre un hombre o una mujer que tenga una fuerte vida espiritual. El apóstol Pablo reconoció el mismo peligro: Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna (1 Co 6,12).
El pecado, sin control, intentará ganar y mantener dominio en mi vida. Primero, puede ser en un área pequeña o aparentemente insignificante, pero ese dominio crecerá en tamaño y fuerza hasta que mi vida espiritual se vea seriamente comprometida.
Sin embargo, cuando nuestros pasos sean ordenados por la palabra de Dios, evitaremos estar bajo el dominio del pecado y podremos ser liberados de cualquier nivel de dominio que el pecado haya ganado.
En el contexto del Nuevo Testamento, esta oración tiene una base aún mayor para la confianza. “Pero notemos cuán plenamente está justificada esta oración por la promesa especial del Evangelio – ‘Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia’ (Rm 6,14, 12).
Hermanos, podemos vencer el pecado en el poder del Señor... El pecado es fuerte, pero la gracia es más fuerte. Satanás es sabio, pero Dios es omnisciente. El Señor está de nuestro lado.
La tercera petición reconoce que hay peligros más allá del dominio potencial del pecado en la vida espiritual del salmista. También hay peligros por la violencia de los hombres, de aquellos que se oponen y oprimen.
En particular, el salmista pedía esto para “poder guardar Sus mandamientos”. No quería liberarse de la opresión del hombre solo para poder servirse a sí mismo, sino para poder obedecer adecuadamente a Dios.
La cuarta petición es una experiencia de la gracia y la bondad de Dios. Conocer el rostro de Dios que brilla sobre ti es estar en paz con Dios y saber que Él está en paz contigo.
*136 Dolor de que otros no guarden la ley de Dios.
Ríos de agua descendieron de mis ojos,
Porque no guardaban tu ley.
Este es un buen ejemplo de hipérbole poética en los salmos. Aunque no había ríos de aguas literalmente bajando por el rostro del salmista, él habla verdaderamente de acuerdo con el estilo literario de la poesía. No hay el menor problema para comprender su significado.
Las lágrimas muestran compasión, y la compasión gana a los demás de manera mucho más efectiva que los argumentos beligerantes, y con certeza, más efectivamente que la ira.
El salmista aquí no se entristecía por sus propios problemas, sino por los pecados de otros y las consecuencias que esos pecados traerían. Así como Jesús se entristeció por Jerusalén (Mt 23,37-39) y por los corazones duros de los líderes religiosos (Mc 3,5), el salmista se entristece aquí.
La falta de este espíritu es siempre un rasgo de dureza y orgullo, una mancha dolorosa en la profesión del evangelio... La misma simpatía anhelante forma la vida, el pulso y la fuerza del esfuerzo misionero, y siempre ha distinguido a esos honrados siervos de Dios que han dedicado su tiempo, su salud, su talento, su todo.
La experiencia de este versículo indica un gran avance sobre cualquier cosa que hayamos tenido antes: el salmo y el salmista están creciendo. Ese hombre es un creyente maduro que se entristece por los pecados de los demás.

**R. Tsadi צ: La pureza y la verdad de la palabra de Dios.
“La letra inicial con la que comienza cada versículo suena como la palabra hebrea para justicia: nuestra nota clave es justicia”.
*137-138 La justicia de Dios y Su palabra.
Justo eres tú, oh Jehová,
Y rectos tus juicios.
Tus testimonios, que has recomendado,
Son rectos y muy fieles.
El salmista entendía que el carácter justo de Dios se manifestaba en Su palabra (tus juicios). En esto, la palabra de Dios es una revelación precisa de Dios, no solo de Sus pensamientos, sino también de Su mismo carácter.
Podríamos decir que la palabra escrita de Dios es una muestra incompleta de Su carácter y naturaleza; es decir, hay más en Dios de lo que podemos recibir de Su palabra. Pero lo que sí tenemos en Su palabra es exacto y nos muestra apropiadamente quién es Él.
Podríamos decir que el Dios que realmente existe no es diferente a Su revelación escrita para nosotros. Él es más grande de lo que se puede comprender a través de Su palabra escrita, pero no es diferente de lo que se nos revela a través de esa palabra
Para enfatizar, el salmista repite la idea del versículo anterior. La palabra escrita de Dios refleja tanto Su carácter justo como el hecho de que Él es muy fiel.
La fuerza de esta expresión es mucho más débil que la del original, que literalmente puede traducirse, ‘Tú has ordenado justicia, tus testimonios y verdad en gran manera’. Así lo dice la Septuaginta. Justicia y verdad fueron sus testimonios; los testimonios eran uno con su justicia y verdad.
Las palabras de Dios son especialmente útiles para establecer que Él es muy fiel. A menudo juzgamos la fidelidad de una persona al ver si sus palabras y sus acciones coinciden. Junto con otros creyentes a lo largo de los siglos, el salmista podía decir que las palabras de Dios y las acciones de Dios fueron y son consistentes, y muestran que Él es muy fiel.
La confianza en la veracidad de la palabra de Dios es directamente proporcional a la confianza que uno tiene en el Señor mismo.
*139-140 Celo y amor por la palabra de Dios.
Mi celo me ha consumido,
Porque mis enemigos se olvidaron de tus palabras.
Sumamente pura es tu palabra,
Y la ama tu siervo.
Cuanto más los enemigos del salmista rechazaban la palabra de Dios, más estaba decidido a ser celoso por esas palabras. Él se aseguraría de honrar la palabra de Dios, aunque otros no lo hicieran.
Celo implica energía y acción. El aprecio del salmista por la palabra de Dios no era pasivo. La palabra viva y activa de Dios producía una respuesta viva y activa del salmista.
Así vemos que todo hombre es devorado por algún tipo de celo. El borracho se consume en la embriaguez, la prostituta se desgasta en su prostitución, el hereje es consumido con herejías. ¡Oh, cómo debe avergonzarnos esto, que somos tan poco consumidos y gastados por el celo de la palabra!... ¡Oh, qué beneficio es ser devorados por el amor y el celo de lo bueno!
Tal era la alta estimación [del salmista] de los testimonios de su Dios, que su espíritu se consumió con vehemente dolor al presenciar la negligencia de ellos. Podía soportar que sus enemigos lo olvidaran a él; pero su celo no podía soportar que se olvidaran de las palabras de su Dios.
Esto nos recuerda el pasaje recordado por los discípulos cuando Jesús limpió los patios del templo de comerciantes y cambistas al comienzo de Su ministerio (Jn 2,13-17). En ese momento, los discípulos recordaron la línea de Salmos 69:9: Porque me consumió el celo de tu casa. Esta línea lleva el mismo pensamiento y también refleja el tipo de celo que tenía Jesús cuando limpió los patios del templo. Habían olvidado sus palabras.
Se olvidaron de tus palabras, es decir, las desprecian y las desobedecen; lo cual, en el uso de las Escrituras, es llamado a menudo “un olvido de ellas”, ya que “recordarlas” a menudo se usa para decir que son amadas y practicadas.
El salmista entendía y apreciaba la pureza de la palabra de Dios. En sus escritos originales autógrafos ella es perfectamente pura, absolutamente inspirada por Dios. Además, las copias que tenemos de esos escritos originales también son puras, siendo copias sumamente fiables.
En la palabra de Dios no hay mezcla de error ni pecado. Es pura en su sentido, pura en su lenguaje, pura en su espíritu, pura en su influencia, y todo esto al más alto grado– ‘muy pura’
En las Escrituras hebreas, la calidad del texto era preservada por las prácticas diligentes de los escribas profesionales. Según los investigadores (como Josh McDowell en Evidencia que demanda un veredicto), practicaban lo siguiente en la preparación y copia de manuscritos:
- El pergamino se hacía únicamente con la piel de animales limpios. Tenía que ser preparado solo por un judío, y las pieles se unían con cuerdas tomadas de animales limpios.
- Cada columna debía tener no menos de 48 y no más de 60 líneas. Había que forrar todo el pergamino antes de empezar a escribir.
- La tinta no debía ser de otro color que el negro y debía prepararse según una receta especial.
- No se podían escribir palabras ni letras de memoria; el escriba debía tener una copia auténtica ante él, y tenía que leer y pronunciar en voz alta cada palabra antes de escribirla.
- Se le pedía que limpiara su pluma con reverencia cada vez antes de escribir la palabra para “Dios” (Elohim) y que se lavara todo el cuerpo antes de escribir la palabra usada en lugar de “Jehová” (Señor, en la Nueva Versión King James) para que no contaminar el Santo Nombre.
- Se daban reglas estrictas sobre la forma de las letras, los espacios entre letras, palabras y secciones, el uso de la pluma, el color del pergamino, etc.
- La revisión de un rollo debía realizarse dentro de los 30 días posteriores a la finalización del trabajo; de lo contrario, no valía nada. Un error en una hoja condenaba toda la hoja; si se encontraban tres errores en una sección mayor, se condenaba todo el manuscrito.
- Se contaba cada palabra y cada letra, y si se había omitido una letra, o se había insertado una letra extra, o si alguna letra se tocaba entre sí, el manuscrito era condenado y destruido.
Se establece la evidencia manuscrita de la exactitud del texto hebreo. Hasta 1947, los manuscritos hebreos más antiguos eran aproximadamente del año 900 d. C. En 1947, el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto reveló manuscritos del 150-200 a. C. Al comparar los manuscritos, con casi 1000 años de diferencia, hubo muy pocas diferencias. Esto demostró que las prácticas diligentes de los escribas profesionales habían preservado con precisión el texto de las Escrituras hebreas
Con respecto a las Escrituras griegas, hay una tasa de precisión igualmente asombrosa. Debido a la gran cantidad y calidad de los manuscritos griegos antiguos, y la existencia de copias relativamente tempranas, los estudiosos a menudo dicen que la tasa de error está entre el 0.5% y el 2%.
¡En efecto! sumamente pura es tu palabra, y la ama tu siervo. Esto es cierto tanto para los autógrafos originales como para las copias extremadamente confiables que tenemos de las Escrituras hebreas y griegas. “Por lo tanto; por esa misma pureza y santidad... los hombres impíos la desprecian o la odian”. (Poole)
c. Sumamente pura es tu palabra, Y la ama tu siervo: La biblia nos da razones casi infinitas para amar la palabra de Dios y al Dios que nos la dio.
·Es la palabra de Yahvé (Gn 15,1).
·Es la palabra de Dios (Lc 8,11).
·Es la palabra del reino (Mt 13,19).
·Es la palabra de salvación (Hch 13,26).
·Es la palabra de gracia (Hch 14,3).
·Es la palabra del evangelio (Hch 15,7).
·Es la palabra de fe (Rm 10,8).
·Es la palabra de la cruz (1 Co 1,18).
·Es la palabra de reconciliación (2 Co 5,19).
·Es la palabra de verdad (2 Co 6,7).
·Es la palabra de vida (Fil 2,16).
·Es la palabra de Cristo (Col 3,16).
·Es la palabra de Su poder (Heb 1,3).
*141-142 Asidos de la palabra de verdad.
Pequeño soy yo, y desechado,
Mas no me he olvidado de tus mandamientos.
Tu justicia es justicia eterna,
Y tu ley la verdad.
El salmista se sentía insignificante, tanto en su propia estimación (pequeño) como en la estimación de los demás (desechado). Sin embargo, encontraba consuelo y fortaleza al recordar la palabra de Dios.
Pensamos en personas pequeñas y despreciadas: un joven como David (1 Sam 16,10-13) y un hombre mayor como Pablo (2 Co 11). Sin embargo, encontraron valor en Dios y entendieron a Dios por Su palabra.
También nos muestra que el salmista no descuidaba la palabra de Dios cuando estaba deprimido o abatido. “Ser pequeño... y desechado” no se siente bien; sin embargo, aun recordaba la palabra de Dios cuando se sentía así. Es común huir de exactamente lo que necesitamos cuando nos sentimos pequeños y desechados.
El salmista declara con confianza el carácter eterno de la justicia de Dios; Él es justo y no cambiará. Conectado a eso, proclama que este Dios inmutable nos ha dado una palabra (tu ley) que es la verdad.
Este es el gozo y la gloria de los santos: que lo que Dios es, siempre será, y su modo de proceder hacia los hijos de los hombres es inmutable. Habiendo cumplido su promesa y habiendo hecho justicia entre su pueblo, lo hará eternamente”. (Spurgeon)
Recordamos la conversación entre Jesús y Poncio Pilato. Jesús dijo: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. La cínica respuesta de Pilato fue, “¿Qué es la verdad?” (Jn 18,37-38). Para Pilato, los soldados y los ejércitos eran la verdad; Roma era la verdad; César era la verdad; y el poder político era la verdad. Sin embargo, Jesús sabía lo que era la verdad, mientras Pilato seguía buscando. Jesús lo sabía: “Tu ley la verdad”.
Esto es especialmente significativo en una época en la que el relativismo tiene un fuerte arraigo en el pensamiento cotidiano de las personas. Es común que la gente de hoy piense que no existe la verdad “real”; solo existe tu verdad y mi verdad y la verdad de ellos. La sociedad occidental solía creer que la verdad era lo que correspondía a la realidad (lo que realmente está ahí); ahora se suele sostener que la verdad es lo que tiene sentido o es útil para mí individualmente.
El difunto filósofo cristiano Francis Schaeffer solía promover la idea de la “verdad verdadera”. Su concepto era que el mensaje bíblico es fundamentalmente verdadero, independiente de cómo uno lo recibe o cómo funciona en su vida.
*143-144 La palabra de Dios da vida en tiempos de angustia.
Aflicción y angustia se han apoderado de mí,
Mas tus mandamientos fueron mi delicia.
Justicia eterna son tus testimonios;
Dame entendimiento, y viviré.
A pesar de las dificultades de su vida, el salmista todavía se deleita en la palabra de Dios. Su aprecio por Dios y su palabra no solo era válido en los buenos tiempos, sino también en aflicción y angustia.
Cuando estemos más afligidos y no podamos ver la razón de la dispensación, podemos recurrir a este hecho muy seguro y cierto, que Dios es justo, y que su trato con nosotros también lo es. Debería ser nuestra gloria cantar esta valiente confesión cuando todo lo que nos rodea parece sugerir lo contrario. Esta es la adoración más rica.
Hace años, había cristianos que solían poner a prueba las promesas de Dios. Y cuando recibían lo prometido, escribían ‘P’ y ‘C’ en su biblia junto a la promesa. Las letras significaban ‘probado y comprobado’, exactamente lo que el salmista dice que encontró que era cierto en su experiencia.
Podríamos pensar que lo que el salmista necesitaba para vivir era la liberación de su aflicción y angustia. Él encontró que el entendimiento de la palabra de Dios era más importante.
Una de las razones por las que descubrió que esto era así era porque entendía que la justicia de la palabra de Dios es eterna. Él conocía el carácter eterno de la palabra de Dios, y eso hacía que esa palabra fuera aún más importante y relevante para él.
Cuando todas las demás leyes y sentencias, aunque estén grabadas en bronce o mármol, decaigan y determinen, tu ley permanecerá para siempre, y también los que la observen.

**S. Qof ק: Orar al Dios de la biblia.
*145-147 Clamar a Dios con esperanza en su palabra.
Clamé con todo mi corazón; respóndeme, Jehová,
Y guardaré tus estatutos.
A ti clamé; sálvame,
Y guardaré tus testimonios.
Me anticipé al alba, y clamé;
Esperé en tu palabra.
El salmista suplica a Dios, clamando delante de él. En su súplica, quería guardar la palabra de Dios. Esto no era simplemente un clamor de ayuda, liberación o perdón; este era un clamor de obediencia.
Sin embargo, estos versículos no tratan realmente sobre los enemigos del salmista, por muy malos que fueran. Se tratan de la vida de oración del escritor y de cómo aprendió a usar la palabra de Dios al orar.
Toda el alma del salmista estaba comprometida en esta buena obra. Aquel cuyo corazón clama a Dios, nunca se levantará del trono de la gracia sin una bendición.
Puede que no haya belleza de elocución acerca de tales oraciones, ni extensión de expresión, profundidad de doctrina, ni precisión de dicción; pero si todo el corazón está en ellas, encontrarán el camino al corazón de Dios.
Dios no mira la elegancia de tus oraciones, para ver cuán ordenadas son; ni tampoco la geometría de tus oraciones, para ver cuán largas son; ni tampoco la aritmética de tus oraciones, para ver cuántas son; ni la música de tus oraciones, ni la dulzura de tu voz, ni siquiera la lógica de tus oraciones; sino la sinceridad de tus oraciones, si realmente vienen del corazón.
Para enfatizar, la idea se repite del versículo anterior. El salmista clama apasionadamente a Dios por la sabiduría, la fuerza y la capacidad para obedecer a Dios. Esta es una oración que agrada a Dios.
A los hombres les resulta muy útil usar su voz en la oración; es difícil mantener la intensidad de la devoción durante mucho tiempo a menos que nos escuchemos hablar; por eso [el salmista] rompió finalmente su silencio, se levantó de sus meditaciones silenciosas y comenzó a clamar con voz y corazón al Señor su Dios.
El salmista dependía apasionadamente de Dios y de su palabra, pero eso no eliminaba la participación del salmista de ninguna manera. Todavía se despertaba temprano para buscar a Dios, en oración (clamé), ayudado por la palabra de Dios (esperé en tu palabra).
Mientras se conozca el deber de la oración, estaremos contentos con nuestras temporadas establecidas. Pero cuando se sienta el privilegio, estaremos temprano en el trabajo, siguiéndolo de cerca por la mañana y por la noche. La palabra proporcionaba su esperanza, y su esperanza su oración.
Usamos la oración en nuestro estudio de la palabra de Dios; esto es esencial. Sin embargo, también usamos la palabra de Dios en nuestras oraciones. En la oración, la palabra de Dios nos muestra:
·La naturaleza y el corazón del Dios al que oramos.
·Qué hemos recibido de Dios y qué debemos agradecerle.
·Su grandeza, informando y expandiendo nuestra alabanza.
·Su voluntad moral, dirigiéndonos a orar para que podamos hacerlo.
·Sus promesas a su pueblo, las cuales reclamamos por fe.
·Sustancia para nuestras oraciones, mientras oramos-leemos las Escrituras.
El que es diligente en la oración nunca se quedará sin esperanza. Observen que así como el pájaro madrugador se lleva el gusano, la oración temprana pronto se refresca con esperanza.
148-149 Buscar diligentemente la palabra que trae vida.
Se anticiparon mis ojos a las vigilias de la noche,
Para meditar en tus mandatos.
Oye mi voz conforme a tu misericordia;
Oh Jehová, vivifícame conforme a tu juicio.
¨ El salmista no solo se despertaba temprano para buscar a Dios (como en el versículo anterior), sino que también permanecía en vigilias de la noche para pensar en Dios y Sus mandatos.
Jesús a veces oraba temprano en la mañana (Mc 1:35). En algunas ocasiones, Jesús oró toda la noche (Lc 6,12).
Boice define meditar: “Internalizar la enseñanza de la biblia hasta tal punto que las verdades descubiertas en la biblia se vuelvan parte de cómo pensamos, de modo que pensemos de manera diferente y, como resultado, también funcionemos de manera diferente”.
El salmista le pide a Dios que lo oiga conforme a Su bondad y misericordia; también le pide a Dios que lo vivifique conforme a Su juicio. Ambas son razones para orar y tener confianza en nuestra súplica.
Podemos orar conforme a tu misericordia: “Señor, sé que no merezco ser escuchado por Ti. Sin embargo, creo que eres rico en gracia y misericordia. Por favor, conforme a Tu generoso y bondadoso amor, escucha mi oración”.
La misericordia una de las palabras más dulces de nuestro idioma. La bondad tiene mucho en sí que es muy preciado, pero la misericordia es doblemente estimada; es la nata de la bondad”.
Señor, sé que mis pecados son justamente perdonados por lo que Jesús hizo en la cruz. Sé que me has perdonado conforme a tu juicio, y así oro, como alguien que ha sido perdonado. También sé que tú, conforme a tu juicio, ves la justicia de mi causa con los que están contra mí. Debido a esto, por favor, vivifícame”.
Aunque el avivamiento de Dios nunca es merecido, aun así se puede pedir conforme a la justicia de Dios. Se puede orar por él basándose en la obra de Jesucristo que satisface la justicia. También se puede orar por él con miras a honrar la justicia de Dios en la tierra, especialmente cuando abunda la maldad.
*150-151 Cerca y lejos.
Se acercaron a la maldad los que me persiguen;
Se alejaron de tu ley.
Cercano estás tú, oh Jehová,
Y todos tus mandamientos son verdad.
El salmista podía sentir que los malvados que se le oponían se acercaban y se volvían más una amenaza para él. Aunque se acercaban más al salmista, estaban lejos de la palabra de Dios.
Antes de que estos hombres pudieran convertirse en perseguidores [del salmista], se vieron obligados a alejarse de las restricciones de la ley de Dios. No podían odiar a un santo y, sin embargo, amar la ley.
Aunque los impíos estaban cerca del salmista y lejos de la palabra de Dios, el salmista sabía que Dios estaba cerca. Dios se había acercado al salmista, y una forma fue a través de la palabra de Dios misma.
Observen el realismo de la doble declaración, Se acercaron... cercano estás tú. La amenaza no se pasa por alto; se pone en perspectiva por un hecho mayor.
Debido a que Dios estaba cerca del salmista, él podía ver claramente que todos los mandamientos de Dios son verdad. Comprendía que la palabra de Dios era verdaderamente inspirada e infalible.
*152 Confianza en la palabra eterna.
Hace ya mucho que he entendido tus testimonios,
Que para siempre los has establecido.
El salmista tenía una relación antigua con la palabra de Dios. El gran amor y aprecio que tenía por las Escrituras no era una oleada de enamoramiento juvenil; era el amor profundo, asentado, con raíces profundas hechas por el tiempo.
Su largo amor y aprecio por las Escrituras lo llevaron a entender que eran eternas (para siempre . . . establecido). Cuanto más las estudiaba y meditaba sobre ellas, más comprendía su origen divino.
Estamos satisfechos con la verdad que es tan vieja como las colinas y tan firme como las grandes montañas. Dejemos que los ‘intelectos cultos’ inventen otro dios, más dulce y afeminado que el Dios de Abraham; estamos contentos con adorar a Jehová, quien es eternamente el mismo.
Este fue su testimonio de la oración contestada. Todo este pasaje nos muestra:
·Cómo oró (con todo mi corazón, versículo 145)
·Por lo que oró (sálvame, y guardaré tus testimonios, versículo 146)
·Cuándo oró (Me anticipé al alba, versículo 147).
·Por cuánto tiempo oró (las vigilias de la noche, versículo 148).
·Los motivos de su petición (conforme a tu misericordia... conforme a tu juicio, versículo 149).
·Cómo respondió Dios a su oración (Cercano estás tú, oh Jehová, versículo 150).
·Su testimonio a la oración contestada (tus testimonios... para siempre los has establecido, versículo 152).

**Resh ר: Avivamiento según la palabra de Dios.
*153-154 En tiempos difíciles, una súplica por una nueva vida de la palabra de Dios.
Mira mi aflicción, y líbrame,
Porque de tu ley no me he olvidado.
Defiende mi causa, y redímeme;
Vivifícame con tu palabra.
Se nos recuerda que la vida del salmista no se vivía en una torre de marfil o en un lugar apartado donde todo lo que hacía era estudiar las Escrituras todo el día. Vivía una vida real, interactuando con personas (algunas de las cuales se convirtieron en sus enemigos u oponentes). Vivía una vida que aflicción.
Sin embargo, no hay impaciencia: no pide una acción apresurada, sino consideración. En efecto, grita – ‘Mira mi dolor y ve si no necesito ser liberado. Desde mi condición de dolor, juzga el método y el momento adecuados para mi rescate.
En la vida de algunos, la aflicción los aleja de Dios y de su palabra. Para el salmista, esos tiempos turbulentos lo acercaban más a Dios y a su palabra.
El salmista busca ayuda y salvación fuera de sí mismo. Esto refuerza la idea de que sus pretensiones anteriores de justicia no eran absolutas, y que se hicieron comparándose a sí mismo con otros hombres, hombres impíos. Sabía que necesitaba a Dios para que defendiera su causa; sabía que necesitaba que Dios lo redimiera.
i. Defiende mi causa usa el lenguaje de la sala del tribunal. El salmista le pide a Dios que lo defienda como lo haría un abogado. “El verbo ‘defender’ [defiende] (ribah) y el sustantivo ‘causar’ (rib) representan una jerga técnica legal (Salmo 35, 1; 43, 1; 74, 22), a menudo usada por los profetas como fiscales del pacto (véase Os 4,1).
Pero tú dices: ‘¿Cómo sé que Él habla por mí?’. Sin embargo, si no es por ti, ¿por quién habla? ¿Quién necesita un defensor más que tú? No suplica nada favorable de ti; sino mucho, mucho, para ti. Porque él aboga por el mérito de su propia sangre.
Este pensamiento se repite de pasajes anteriores de este salmo (versículo 25, 107). El salmista quería que le dieran vida y que le trajeran esa vida conforme a la palabra de Dios.
La palabra de Dios es una fuente de avivamiento. Si leemos la palabra de Dios y hacemos lo que nos dice que hagamos – en oración, en arrepentimiento, en dedicación y en perseguir a Dios con todo el corazón – será una fuente de avivamiento personal y corporativo.
El avivamiento en sí es conforme a la palabra de Dios. El concepto de avivamiento (tanto personal como corporativo) es bíblico. Un avivamiento genuino honrará y promoverá la palabra de Dios.
Sin embargo, puede haber un avivamiento falso o pseudo que no es conforme a tu palabra. Es justo evaluar las supuestas palabras de avivamiento de acuerdo con la medida: “¿Es esto conforme a la palabra de Dios? Qué poderosa súplica es esta – ‘conforme a tu palabra’. Ningún arma en todos nuestros arsenales puede igualarla.
*155-156 Los impíos están lejos de una salvación cercana.
Lejos está de los impíos la salvación,
Porque no buscan tus estatutos.
Muchas son tus misericordias, oh Jehová;
Vivifícame conforme a tus juicios.
El salmista entendía que los impíos no serían salvos, incluso como Pablo declaró más tarde (Gálatas 5:19-21). Sin embargo, también entendía que su maldad se basaba en su negativa a buscar a Dios a través de Su palabra.
Por su perseverancia en el mal, casi se han puesto fuera del alcance de la esperanza. Hablan de ser salvos, pero no pueden haber sabido nada de eso o no permanecerían impíos.
No tienen quien considere su aflicción – nadie que los libre – nadie que defienda su causa. De hecho, toda la miseria que un alma inmortal es capaz de soportar a lo largo de la eternidad está incluida en esta frase – lejos está de los impíos la salvación.
La salvación está lejos de los impíos: “¿Cómo puede ser de otra manera? Cuando Dios no está en sus cabezas (Sal 10,4), ni en sus corazones (Salmo 14:1), ni en sus palabras (Sal 12,4), ni en sus caminos (Tt 1,16), ¿pueden éstos tener parte o porción en su salvación?
El Señor es todopoderoso para perdonar; pero no lo usará para ti, pecador impenitente. No tienes un amigo en la banca, ningún atributo en todo el nombre de Dios hablará por ti. La misericordia misma se sentará y votará con el resto de sus compañeros atributos por tu condenación.
Aunque los impíos están lejos de la salvación y lejos de la palabra de Dios, las misericordias de Dios están cerca de todos los que lo buscan. Paradójicamente, aunque la salvación de Dios está lejos de ellos, Dios no estaba lejos debido a Sus misericordias.
Podemos medir la grandeza de esta misericordia:
·Por la deuda infinita que borra (Is 43,22-25; Is 1,18).
·Por la ruina eterna de la que salva (Sal 86,13).
·Por la corona celestial a la que se eleva (Ap 1,5-6).
El otro epíteto que les da es que sus misericordias son ‘tiernas’; porque es fácil suplicar al Señor; porque es lento para la ira, pero dispuesto a mostrar misericordia.
Este es el mismo pensamiento que se repite en el versículo 154. El salmista está enfatizando en los dos versículos que la palabra de Dios es tanto una fuente como una medida de avivamiento.
El vivificar es una gran y tierna misericordia; y son muchas misericordias en una.
*157-158 Guardar la palabra de Dios a pesar de la persecución.
Muchos son mis perseguidores y mis enemigos,
Mas de tus testimonios no me he apartado.
Veía a los prevaricadores, y me disgustaba,
Porque no guardaban tus palabras.
El salmista vivía la vida en el mundo real, no estaba protegido en un ambiente constante de estudio de las Escrituras. Su confianza en la palabra de Dios se forjó en el mundo real, un mundo lleno de perseguidores y enemigos.
La persecución, para el falso creyente, es ocasión de apostasía (Mt 13,20-21); para el siervo fiel de Cristo, es la prueba de su fe (1 Pe 1,6-7), la fuente de sus más ricos consuelos (Mt 5,10-12, Hch 13,50-52, 1 Pe 4,12-16), el guardián de su profesión (Mt 10,16, Fil 2,14-16), y la fuerza de su perseverancia (Hch 20,22-24).
La presencia de tantos perseguidores y enemigos no desesperaba al salmista ni lo hacía dudar del amor de Dios por él. No tenía la expectativa de que una vida piadosa fuera una vida libre de problemas. En cambio, estaba decidido a mantenerse enfocado en la palabra de Dios.
Mientras no puedan conducirnos o arrastrarnos a un declive espiritual, nuestros enemigos no nos han hecho mucho daño, y no han logrado nada con su malicia. Si no decaemos, son derrotados. Si no pueden hacernos pecar, han fallado. La fidelidad a la verdad es la victoria sobre nuestros enemigos.
No era que el salmista esperara un comportamiento piadoso de los impíos – algo sobre lo que Pablo advirtió (1 Co 5,9-13). Se sentía disgustado porque Dios y Su palabra estaban siendo deshonrados, incluso si provenía de los que habían caído en deshonra.
Lamenté ver a tales pecadores. Estaba harto de ellos, disgustado con ellos, no podía soportarlos. No encontré ningún placer en ellos, eran un espectáculo triste para mí, por muy elegantes que fueran sus ropas o su charla ingeniosa. Incluso cuando estaban más alegres, verlos me dolía el corazón; No podía tolerarlos ni a ellos ni a sus actos.
Esta sensibilidad hacia el pecado y esa pasión por la gloria de Dios es completamente característica del avivamiento por el que el salmista ora repetidamente en esta sección.
Una comunión con el gozo de los ángeles por los pecadores arrepentidos (Lc 15,10) estará acompañada de la amargura del dolor piadoso por la dureza e impenitencia de aquellos que no guardan la palabra de Dios.
*159-160 Vivificado por la palabra que es completamente verdad y duradera.
Mira, oh Jehová, que amo tus mandamientos;
Vivifícame conforme a tu misericordia.
La suma de tu palabra es verdad,
Y eterno es todo juicio de tu justicia.
El salmista le pide a Dios que vea su amor por su palabra, pero luego pide un avivamiento sobre la base de la misericordia de Dios en lugar de sus propios méritos.
Por segunda vez pide consideración. Como dijo antes: “Considera mi aflicción”, ahora dice: “Considera mi afecto”. Amaba los preceptos de Dios – los amaba indeciblemente – los amaba hasta el punto de entristecerse con los que no los amaban.
Aquí se repite una idea declarada antes (versículo 88). El avivamiento nunca se merece ni se gana, sino que se recibe por la misericordia de Dios.
La conciencia de la necesidad se revela en el tres veces repetido, ‘avívame [vivifícame]’. Él siente el debilitamiento de su propia vida bajo la presión de las circunstancias.
El salmista vuelve a declarar el carácter infalible de la palabra de Dios. Toda la palabra es verdadera, no solo porciones o conceptos individuales de la palabra. No solo es verdadera; es eternamente verdadera.
Las Escrituras son tan verdaderas en Génesis como en Apocalipsis, y los cinco libros de Moisés son tan inspirados como los cuatro Evangelios... No hay un solo error ni en la palabra de Dios ni en los tratos providenciales de Dios. Ni en el libro de la revelación ni en la providencia habrá necesidad de poner una sola nota de errata. El Señor no tiene nada de qué arrepentirse o retractarse, nada que enmendar o revertir.

**Shin ש: Asombrado por la palabra de Dios.
La estrofa qoph era casi en su totalidad una oración. En estas estrofas las peticiones tienden a desaparecer – la estrofa veintiuno (la estrofa sin/shin) no tiene oraciones explícitas en absoluto – y en su lugar viene una espera silenciosa y obediente por Dios
*161-162 El tesoro de la asombrosa palabra de Dios.
Príncipes me han perseguido sin causa,
Pero mi corazón tuvo temor de tus palabras.
Me regocijo en tu palabra
Como el que halla muchos despojos.
En el mundo de la vida real del salmista, incluso interactuaba con príncipes – gobernantes entre los hombres, que lo perseguían sin causa.
Aquellos que creen que David fue el salmista anónimo de este gran salmo saben que David fue ciertamente perseguido por príncipes (Saul y sus asociados) sin causa.
Era bueno que la víctima pudiera afirmar con sinceridad que esta persecución no tenía causa. No había quebrantado sus leyes, no los había ofendido, ni siquiera había deseado verlos lastimados, no había sido partidario de la rebelión o la anarquía, no se había opuesto ni abierta ni secretamente a su poder, y por tanto, mientras esto hacía Su opresión, tanto más imperdonable, quitaba una parte de su aguijón y ayudaba al valiente siervo de Dios a soportarlo.
Esta división es notable porque es una de las únicas dos que no contienen petición. Ese hecho es más notable porque su frase inicial muestra que el cantor todavía está consciente de las circunstancias del juicio.
Las pruebas difíciles – incluso la persecución por parte de los que tienen autoridad – no harían que el salmista perdiera su temor de las palabras de Dios. Él no tenía una apreciación condicional de la palabra de Dios; la amaba en las buenas y en las malas.
Él podría haber sido abrumado por el temor a los príncipes si no hubiera sido porque un temor mayor echó fuera a los menores, y él se dejó llevar por el temor de la palabra de Dios. Cuán poco se vuelven las coronas y los cetros en el juicio de aquel hombre que percibe una realeza más majestuosa en los mandamientos de su Dios.
Se dice que algunas grandes colecciones de Escrituras judías tienen en su portada la declaración de temor y asombro de Jacob relacionada con su visión de Dios en Betel: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo (Gn 28, 17).
El salmista amaba la palabra de Dios como algunas personas aman los despojos. Él sabía que era preciada y enriquecedora para la vida. Sin embargo, el hebreo original tiene despojos en el sentido de botín o despojo de la batalla.
Iré hasta el extremo de decir que, a menos que tengamos un profundo temor por la palabra, nunca tendremos gran gozo por ella. Nuestro regocijo se medirá por nuestra reverencia
Esto parece referirse a los despojos que se obtienen al desnudar a los muertos en un campo de batalla, al llevarse las ricas vestimentas de los jefes muertos; o puede referirse al saqueo en general. Cuando Dios le abrió los ojos, contempló maravillas en su ley; y cada descubrimiento de este tipo era como encontrar un premio.
A veces se lucha por el botín, y hay que luchar por las riquezas de la palabra de Dios. Otras veces los despojos son encontrados, y las riquezas de la palabra de Dios simplemente se reciben.
·Si las riquezas de la biblia son como botín de batalla, la batalla ha terminado.
·Si las riquezas de la biblia son como botín de batalla, el enemigo tiene menos con qué luchar.
·Si las riquezas de la biblia son como botín de batalla, hay una sensación de victoria.
·Si las riquezas de la biblia son como botín de batalla, hay ganancia, placer y honor.
163-164 Alabar continuamente al Dios de la palabra.
La mentira aborrezco y abomino;
Tu ley amo.
Siete veces al día te alabo
A causa de tus justos juicios.
¨ El odio y el amor en este versículo encajan perfectamente. Aquel que verdaderamente ama la pura verdad de Dios, aborrecerá naturalmente las mentiras.
Si nos mantenemos alejados de toda mentira, nuestro canto será más aceptable porque sale de labios puros. Si nunca adulamos a los hombres, estaremos en mejores condiciones para honrar al Señor.
La bondad y la gloria de la palabra de Dios (tus justos juicios) provocaban la alabanza del salmista. Esta alabanza era constante y continua (siete veces al día).
... siete veces; muchas veces; ese número definido a menudo se toma indefinidamente, como Levítico 26:28, y en otros lugares.
Es bueno tener momentos regulares para la oración, la lectura de la biblia y la reflexión a lo largo del día; pero debe hacerse sin un espíritu legalista. “De hecho, los cristianos jóvenes a veces se ponen descuidadamente en la ‘esclavitud’, al forzar su conciencia a una frecuencia de horarios establecidos para el deber, al interferir con las obligaciones presentes o al presionar indebidamente sobre las debilidades de la carne.
¿Alabamos a Dios siete veces al día? ¿Lo alabamos una vez cada siete días?
*165-166 La paz de la obediencia a la palabra de Dios.
Mucha paz tienen los que aman tu ley,
Y no hay para ellos tropiezo.
Tu salvación he esperado, oh Jehová,
Y tus mandamientos he puesto por obra.
El gran amor que el salmista tenía por la ley traía beneficios reales a su vida. Le traía mucha paz y estabilidad en la vida (no hay para ellos tropiezo).
Shalom es una palabra amplia, que abarca el bien que viene al que Dios favorece.
En medio de las tormentas y tempestades del mundo, hay una calma perfecta en el pecho de aquellos que no solo hacen la voluntad de Dios, sino que ‘aman’ hacerla.
Están en paz con Dios, por la sangre de la reconciliación; en paz consigo mismos, por la respuesta de una buena conciencia y por el sometimiento de aquellos deseos que luchan contra el alma; en paz con todos los hombres, por el espíritu de caridad; y toda la creación está en paz con ellos, y todas las cosas colaboran para su bien.
Este versículo no promete paz a los que guardan perfectamente la Ley de Dios, porque ¿quién puede guardarla? Promete paz a los que ‘aman’ la Ley de Dios.
El salmista aquí muestra el tipo de fe activa y confianza que salva. Tenía fe en Dios para salvación; sin embargo, era una fe que también podía decir: “tus mandamientos he puesto por obra”. Este es el tipo de fe viva que se promueve con tanta fuerza en la Epístola de Santiago. Este dicho lo tomó prestado del buen Jacob, Gn 49,18.
Esta esperanza se parece mucho a la fe. “La fe es el ejercicio del alma en un sentido de necesidad, deseo y confianza. La fe va a Dios sobre la base de la promesa; esperanza en la expectativa de lo prometido. Por tanto, la esperanza implica la operación de la fe
*167-168 Guardar la palabra de Dios.
Mi alma ha guardado tus testimonios,
Y los he amado en gran manera.
He guardado tus mandamientos y tus testimonios,
Porque todos mis caminos están delante de ti.
El salmista guardaba la palabra de Dios no solo con sus acciones externas, sino también con su alma. Su amor y conformidad con la palabra de Dios estaba profundamente arraigado, no era superficial.
De hecho, el sesgo de la nueva naturaleza por guardar los preceptos es tan frecuente como el de la vieja naturaleza por romperlos
Para el salmista, el conocimiento de que “todos mis caminos están delante de ti” propiciaba obediencia. Sabía que el Dios que dio la palabra también observaba su vida. Esto contrasta con los muchos que viven como si Dios no observara todos los caminos del hombre.
Los judíos cubrieron el rostro de Cristo y luego lo abofetearon: Marcos 14:65. También el hipócrita; primero dice en su corazón, Dios no ve, o al menos olvida que ve, y luego se atreve a pecar contra él.

**Tav ת: Buscado por Dios y Su Palabra.
El salmista se acerca al final del salmo, y sus peticiones cobran fuerza y fervor; parece irrumpir en el círculo íntimo de la comunión divina y llegar incluso a los pies del gran Dios cuya ayuda está implorando. Esta cercanía crea la visión más humilde de sí mismo y lo lleva a cerrar el salmo sobre su rostro, en la más profunda humillación de sí mismo, suplicando ser buscado como una oveja descarriada.
1. (169-170) Liberación conforme a la palabra de Dios.
Llegue mi clamor delante de ti, oh Jehová;
Dame entendimiento conforme a tu palabra.
Llegue mi oración delante de ti;
Líbrame conforme a tu dicho.
El clamor del Salmista es una expresión de oración; una súplica para ganar entendimiento conforme a tu palabra. Quería que sus pensamientos se transformaran conforme a la palabra de Dios.
Este es el mismo tipo de pensamiento que expresó el apóstol Pablo en Rm 12,2: No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. El Salmista quería que su entendimiento de la vida y el mundo fuera moldeado – transformado – por la palabra de Dios.
Aquí se personifica el grito de liberación del salmista; hecho un ser inteligente, y enviado al trono de la gracia para negociar en su nombre.
Esta es otra referencia a la oración del salmista, esta vez una oración por liberación conforme a tu dicho. Quería liberación, pero la quería sólo si era coherente con la palabra y la voluntad reveladas de Dios. No quería una liberación injusta o imprudente.
También pide esta liberación conforme a las promesas de la palabra de Dios. “Es hermoso observar el aceite de la fe del salmista alimentando la llama de su súplica. Cada petición es impulsada por la garantía de una promesa – conforme a tu dicho.
Muchas oraciones ha hecho el salmista a Dios en este Salmo: ahora, al final ora por sus oraciones, para que el Señor las deje venir delante de él.
*171-172 Alabar a Dios y hablar de Su palabra.
Mis labios rebosarán alabanza
Cuando me enseñes tus estatutos.
Hablará mi lengua tus dichos,
Porque todos tus mandamientos son justicia.
El Salmista quería que sus palabras (labios... lengua) dieran alabanza a Dios y hablaran de Sus dichos. Sabía que a menudo las palabras son malvadas, vanas o ambas cosas. Estaba decidido a que otros le oyeran dar alabanza a Dios y hablar de Sus dichos.
En las dos expresiones, derramar [rebosarán] y cantar [hablará], puede haber un indicio de, respectivamente, lo personal espontáneo y lo corporativo: la primera palabra sugiere el burbujeo de un manantial, y la última (lit. ‘mi lengua responderá’) el elogio antifonal de un corob.
Sus labios podían alabar a Dios porque habían sido instruidos en su palabra. Los labios del salmista no alababan a Dios por naturaleza; tenían que ser instruidos en la verdad de Dios, e instruidos por Dios mismo. Además, la palabra de Dios conformaba su alabanza; era inteligente.
Y, sin embargo, ¿quién de nosotros es digno de alabar, sino aquellos a quienes Dios ha instruido? El ‘nuevo cántico’ no concuerda con el viejo corazón.
Conocer la pureza y la infalibilidad de la palabra de Dios hacía que el salmista quisiera hablar de ella a otros. Confiaba en sus convicciones.
Entonces deberíamos romper nuestro silencio pecaminoso... No es sólo de las obras de Dios de las que vamos a hablar, sino de su palabra”.
*173-174 Anhelo de salvación y amar la palabra de Dios.
Esté tu mano pronta para socorrerme,
Porque tus mandamientos he escogido.
He deseado tu salvación, oh Jehová,
Y tu ley es mi delicia.
El salmista sentía que podía pedir valientemente la ayuda de Dios, porque había elegido amar y guardar Su palabra.
La oración nos recuerda a Pedro caminando sobre el mar y comenzando a hundirse; él también gritó: ‘Señor, ayúdame’, y la mano de su Maestro se extendió para rescatarlo.
Estas dos expresiones van juntas. Debido a que la salvación de Dios viene de y es conforme a Su palabra (1 Pedro 1:23), era natural que él tuviera su delicia en la palabra de Dios mientras anhelaba Su salvación.
Salvación ...ha sido durante mucho tiempo el objeto de las esperanzas, los deseos y la ‘anhelante’ expectativa de los fieles, desde Adán hasta esta hora; y seguirá siendo así, hasta que Él, que ya nos ha visitado con gran humildad, vuelva con gloriosa majestad, para completar nuestra redención y llevarnos a Él.
*175-176 Depender de la palabra del Dios que nos busca.
Viva mi alma y te alabe,
Y tus juicios me ayuden.
Yo anduve errante como oveja extraviada; busca a tu siervo,
Porque no me he olvidado de tus mandamientos.
El Salmista reconocía que su alma necesitaba tanto la vida de Dios como la guía de la palabra de Dios. Con esta combinación de vida y guía, construiría una relación saludable con Dios.
El versículo 175, el penúltimo, es una buena declaración bíblica de lo que el Catecismo Menor de Westminster llama ‘el fin principal del hombre’, esto es, glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre: ‘Déjame vivir para alabar’. Pero el versículo 176, el último, nos recuerda que esta alabanza proviene de pecadores pobres, débiles, perdidos y descarriados como nosotros.
La sección final de este gran salmo enfatiza la gran necesidad que el salmista tenía de Dios y su dependencia de él. Su amor y dedicación a la palabra de Dios no lo han hecho más independiente espiritualmente, sino más espiritualmente dependiente de Dios. ¿Qué necesitaba el salmista?
·Entendimiento.
·Liberación.
·Capacidad para adorar a Dios correctamente.
·Poder para vivir una vida piadosa.
·Fortaleza para perseverar.
La conciencia de la necesidad se revela en cada petición sucesiva. Sin embargo, el canto nunca es un lamento de desesperación, porque junto con el sentido de la necesidad, se evidencia en todo, una profunda convicción de la suficiencia de la voluntad de Dios.
Este gran salmo termina con una nota conmovedora. El salmista recuerda su propia fragilidad y tendencias pecaminosas (errante como oveja extraviada), y por eso le pide a Dios que lo busque.
Aquí hay, primero, una confesión de imperfección y desamparo. Significa realmente una imperfección e impotencia continuas, porque el verbo hebreo se relaciona no solo con el pasado, sino con el presente.
El autor no se había vuelto moralista por sus devociones, a pesar de sus reiteradas afirmaciones de haber obedecido las enseñanzas de la biblia.
Este versículo es extremadamente emotivo y está lleno de lágrimas, porque verdaderamente todos nos estamos descarriando, de modo que debemos orar para ser visitados, buscados y llevados por el Pastor más piadoso, el Señor Jesucristo, quien es Dios bendito por los siglos. Amén.
No era como un perro, que de una forma u otra puede encontrar el camino de regreso; sino que él era como una oveja perdida, que se aleja cada vez más de su hogar; sin embargo, él era una oveja, y oveja del Señor, su propiedad, y era precioso a sus ojos, y por lo tanto esperaba ser buscado para ser restaurado.
Podemos suponer que Dios buscó a Su siervo con Su palabra. Dios nos busca con Su palabra. Su palabra nos prueba; nos anima; nos fortalece; nos reprende; nos ayuda; nos enseña; nos da entendimiento; nos protege. Un siervo pobre, perdido, débil, pecador – sí, incluso inútil – (ver Lc17,10), pero aun así siervo de Dios.
El salmista describe un tipo de experiencia como en Rm 7,21: Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. “Y el salmista tuvo el mismo remedio en el período temprano, como lo tuvo el apóstol en los tiempos posteriores; porque la salvación de Dios es una. El remedio del salmista fue: ‘Busca a tu siervo’; el apóstol: ‘Miserable de mí, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Doy gracias a Dios por Jesucristo nuestro Señor.
La nota de necesidad urgente con la que termina el salmo es prueba suficiente de que el amor a las Escrituras, que ha motivado a los escribas de todas las épocas, no tiene por qué convertirse en orgullo académico. Este hombre no habría adoptado su postura con el fariseo que se felicita a sí mismo de la parábola, sino con el publicano que se mantuvo lejos, pero se fue a casa justificado.
El salmo termina recordando que el poder y la grandeza de la palabra de Dios no se basan únicamente en su brillantez literaria. Su grandeza y gloria están en el hecho de que Dios viene a nosotros y nos busca en y a través de Su palabra.
No creo que pueda haber una conclusión más apropiada para un Salmo como este, tan lleno de experiencia variada y marcos y sentimientos siempre cambiantes, incluso para un hijo de Dios, bajo el sol y la nube, en la calma y en la tormenta, que este sentido siempre aferrado de la propensión del salmista a desviarse, y la expresión de su absoluta incapacidad para encontrar el camino de regreso sin la mano guía del Señor para restaurarlo.