30/06/2022 Jesús manifiesta su poder de sanar, pero, al mismo tiempo, el de perdonar

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 30 JUNIO 2022
Jesús manifiesta su poder de sanar, pero, al mismo tiempo, el de perdonar

¿Podía la sociedad aquella – y la nuestra – soportar al profeta y sus palabras?
Anunciar la ruina del próspero reino y de su propio rey, y desmitificar nada menos que la religión, el culto, los dogmas teológicos, era un atrevimiento excesivo.
De ahí la denuncia del sacerdote jefe del templo. El sacerdote Amasías, quiere impedir a Amós que transmita el mensaje recibido del Señor: la ruina de la dinastía de Jeroboam y la deportación del pueblo. Pero Amós hace caso al Señor y no a Amasías. Sabemos además que su profecía, al poco tiempo, se cumplió: Jeroboam se hundió y el pueblo fue deportado.
Algo parecido le sucedió a Jesús, el Profeta. Traía una buena noticia para todo el pueblo, para toda la humanidad. Pero a algunos de sus contemporáneos su mensaje les pareció escandaloso, principalmente a las autoridades religiosas de entonces. Le quisieron reducir al silencio, pero él siguió proclamando su liberador mensaje. Le mataron, pero al tercer día su Padre Dios le resucitó. Volvió a la vida él y su mensaje hasta el día de hoy
Primera lectura Am 7,10-17
La voz de Amós, conciencia crítica de un sistema que poco a poco se autodestruye, busca en el fondo salvar al pueblo
Ve y profetiza a mi pueblo.
En aquellos días, Amasías, sacerdote de «Casa–de–Dios», envió un mensaje a Jeroboán, rey de Israel: Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no puede soportar sus palabras. Porque así predica Amós: «Morirá a espada Jeroboán. Israel saldrá de su país al destierro.» Dijo Amasías a Amós: Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá: come allí tu pan, y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en «Casa–de–Dios», porque es el santuario real, el templo del país. Respondió Amós: No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño, y me dijo: Ve y profetiza a mi pueblo de Israel. Y ahora escucha la palabra del Señor: Tú dices: No profetices contra la casa de Israel, no prediques contra la casa de Isaac. Pues bien, así dice el Señor: Tu mujer será deshonrada en la ciudad, tus hijos e hijas caerán a espada; tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en tierra pagana, Israel saldrá de su país al destierro.
La independencia y la valentía son cualidades muy apreciadas en un profeta. Contra sus denuncias nos encontramos frecuentemente el querer conservar privilegios por parte de las autoridades establecidas, tanto civiles como religiosas, que recurren a tachar de “revolucionario” o de ideólogo equivocado, a la persona que dice lo que piensa, y lo que piensa está reñido con lo establecido.
A su vez, el profeta puede caer en la denuncia por la denuncia, yendo contra el orden establecido por orgullo o por afán de sobresalir.
Es necesario conjugar todos estos factores, pero imprescindible que la autoridad haga un continuo examen de conciencia de su línea de actuación y sea capaz de rectificar con sinceridad. Y por parte de los creyentes, es también imprescindible que seamos valientes en la denuncia, con la comunidad como vehículo apropiado, medio de comprobación y fiel compañía.

La palabra humana, para ser verdadera, debe volverse antes que nada escucha de la única Palabra que ha venido como sol a iluminar nuestras tinieblas; entonces se convierte, a su vez, en anuncio libre y agradecido de las grandes obras que Dios ha realizado. La grandeza del hombre está, por otra parte, en su capacidad de interpretar y recoger la voz de los astros para hacerse, a su vez, eco de ella y volver a darla al Creador, «recalentada» por el fuego de su corazón.
A esto nos exhorta la liturgia, invitándonos precisamente a hacernos voz de cada criatura.
Salmo 19,8 - 11
Este salmo es indicado para confrontar la vida con la presencia de Dios en la creación y en la Ley.
Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante.
Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos.
La voluntad del Señor es pura y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos.
Más preciosos que el oro, más que el oro fino;
más dulces que la miel de un panal que destila.
Dame, Señor, inteligencia para saber interpretar y seguir tus preceptos orientados siempre al amor a mi prójimo, y haz que en mi alabanza sea capaz de denunciar aquellas prácticas que se desvíen de tus mandamientos, con valentía y sinceridad, sin temor a represalias.
Te ruego, Señor, que sea capaz de escuchar tu Palabra, meditarla y así, recibir tu Espíritu que inspire todas las acciones de mi vida.

Ponte en pie. Jesús nos quiere siempre “de pie”, no por el suelo, no derrotados por nada ni por nadie, caminando por esta tierra hacia nuestra patria celestial. El evangelio de hoy es todo un símbolo de lo que desea Jesús para todos nosotros. Conoce los límites de la vida humana, conoce las heridas que podemos sufrir. El pasaje de hoy nos habla de dos heridas. Una de ellas es el pecado. Ir en contra de lo que Dios, principalmente a través de su hijo Jesús, nos ha indicado como el camino a seguir para encontrar vida y vida abundante. De esa manera, vamos también en contra de nosotros, de lo que le hemos prometido a Jesús de seguir sus pasos.
Nuestro pecado nos hace daño. Nos deja el corazón herido, dolorido, avergonzado. Jesús es capaz de perdonarnos para que podamos caminar de pie, sin que nuestro pecado, nuestra mala acción, nos pueda, nos derrote... Jesús nos perdona, cura nuestra herida. “¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados”.
Otra herida es la enfermedad física. En el caso de hoy, nos encontramos con un paralítico. A quien Jesús cura. “Se puso en pie” y pudo seguir a Jesús, caminar erguido, con libertad, sin las limitaciones físicas.
Evangelio Mt 9,1-8
Dentro de la comunidad creyente, el pecado mayor consiste en la incapacidad de ver la acción liberadora de Dios en medio de las más desgarradoras situaciones de marginación y exclusión.
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico: ¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados. Algunos de los letrados se dijeron: Éste blasfema. Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo: ¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «tus pecados están perdonados», o decir «levántate y anda»? Pues para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, dijo dirigiéndose al paralítico: Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa. Se puso en pie, y se fue a su casa. Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad
Jesús practica la sanación física y espiritual al mismo tiempo.
En la persona humana la salud no va siempre acompañada de la felicidad y tenemos grandes ejemplos de ello. Hay personas con enfermedades penosas que las viven con una asombrosa ejemplaridad dando un gran testimonio cristiano; y hay personas llenas de salud permanentemente quejosas de su “mala suerte” en la vida.
El seguir a Jesús nos asegura la felicidad, en la salud y en la enfermedad, y nos asegura el cumplimiento de nuestra misión evangelizadora, llena siempre de humildad y de generosidad.
También nos asegura, al mismo tiempo, la valentía para denunciar situaciones inapropiadas que ofenden a nuestro prójimo, tanto en el ámbito seglar como en el religioso.
Acciones de Jesús como ésta que hoy nos narra Mateo, fueron las que marcaron el camino de Jesús hacia su muerte en la cruz, al ser consideradas sacrílegas por las autoridades religiosas judías. .

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: La denuncia humilde, fiel, verdadera y valiente, es siempre necesaria en el ámbito civil y en el religioso, ya que el ser humano, cualquiera, tiende a establecerse cómodamente en una posición que considera adecuada y merecida, y la defiende a capa y espada, a veces en contra de los principios que ella misma defendía no mucho tiempo antes, creando situaciones inadecuadas para nuestro prójimo. La comunidad será siempre el tamiz adecuado para esa denuncia

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Somos capaces de imparcialidad en el juicio de situaciones existentes que dañan a nuestro prójimo? ¿Somos capaces de separar los juicios sobre las personas de los juicios sobre las situaciones perversas existentes? ¿Escuchamos la Palabra del Señor cuando analizamos estas situaciones? ¿Tratamos de seguir a Jesús? ¿Pensamos cómo podemos seguirle?

LA ORACIÓN: Santifica a tus hermanos, Señor, y Tú que, para que aumente nuestra alegría y se afiance nuestra salvación, nos das este nuevo día, signo de tu amor, renuévanos hoy y siempre para gloria de tu nombre.

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA DE SU SANTIDAD PABLO VI "EVANGELII NUNTIANDI" ¿De qué amor se trata? Mucho más que el de un pedagogo; es el amor de un padre; más aún, el de una madre. Tal es el amor que el Señor espera de cada predicador del Evangelio, de cada constructor de la Iglesia.



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