23/09/2022 La pregunta de Jesús en el Evangelio nos interpela a nosotros

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 23 SEPTIEMBRE 2022
La pregunta de Jesús en el Evangelio nos interpela a nosotros

Todo tiene su tiempo y momento. Es uno de los textos más conocidos del libro del Eclesiastés. En forma de poema en su redacción original, el autor desea abarcar la totalidad de nuestro arco temporal, tal como los humanos lo percibimos y vivimos. En afirmaciones que se nos presentan bajo la forma de contraste trata de incluir en sus contrastes todo el tiempo humano, así como sus quehaceres más señeros, desde el nacer hasta el morir, si bien lo hace sin ningún tipo de criterio ordenador y lógico.
Puede que el texto, a nosotros cristianos, nos deje cierta sensación de pesimismo al reflejar la existencia de ocasiones para construir y para destruir, para lo bueno y su contrario, a nosotros que, por creencia y evangelio, somos optimistas; pues si bien, para el israelita, el hombre sabio era el que actuaba en la ocasión propicia, en el momento oportuno, para la ética profética ayer, y para el creyente hoy, la sabiduría bíblica tiene mucho que ver con la fidelidad a Yahvé entonces, y ahora con el rastreo fiel a la Palabra del Señor, la que da vida y marca el camino.
Porque reconocemos a Jesús el Señor, como el que rige nuestra historia y toda la de nuestro mundo, y tras él, en su fiel seguimiento, disponemos de la mejor oportunidad para ser levadura de humanización en estos nuestros tiempos que, también, son del Señor.
Primera lectura Qo 3,1-11
Nuestro ser cristiano debe orientar nuestra actividades temporales
Todas las tareas bajo el sol tienen su razón.
Todo tiene su tiempo y su momento, todas las tareas bajo el cielo: Tiempo de nacer, tiempo de morir, tiempo de plantar, tiempo de arrancar, tiempo de matar, tiempo de sanar, tiempo de derruir, tiempo de construir, tiempo de llorar, tiempo de reír, tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar, tiempo de arrojar piedras, tiempo de recoger piedras, tiempo de abrazar, tiempo de desprenderse, tiempo de buscar, tiempo de perder, tiempo de guardar, tiempo de arrojar, tiempo de rasgar, tiempo de coser, tiempo de callar, tiempo de hablar, tiempo de amar, tiempo de odiar, tiempo de guerra, tiempo de paz. ¿Qué saca el obrero de sus fatigas? Comprobé las ocupaciones que encomendó Dios a los hombres, para afligirlos: Todo lo hizo hermoso y a su tiempo, les dio el mundo para que pensaran, y el hombre no abarca las obras que hizo Dios, del principio hasta el fin.
1 Ayer decíamos que “El pensamiento esencial que corre por todo el libro podría resumirse en la siguiente frase: “Toda obra de Dios llega a su tiempo, pero ha puesto la eternidad en el corazón de los hombres”.
2 Lo podemos ver claramente en la lectura de hoy. El autor enumera veintiocho acciones opuestas que parecen regular la vida del hombre. Dos contrastes encontramos aquí. Parece que el hombre está indefectiblemente abocado a contradecirse sin cesar, a empezar de nuevo siempre.
3 Las cosas tienen su tiempo, y transcurrido éste, dejan lugar a otras. Pero este proceso no es negativo, no significa la imposibilidad de cualquier esfuerzo continuado; permite liberarse de acciones pasadas, olvidar disgustos y contemplar en profundidad la hermosa tarea de Dios, que “todo lo hizo hermoso y a su tiempo”.
4 El autor, siguiendo su contraste con la filosofía griega, no comparte su fatalismo cósmico e histórico. Todo fatalismo y determinismo queda superado por su fe religiosa en un Dios que es Señor de la historia, aunque trascendente en el secreto de su acción en el tiempo.
5 Desde luego no somos capaces de abarcar las obras que Dios hizo, y que sigue haciendo, pero nuestra experiencia de fe nos permite la esperanza en el amor de Dios, y esto, no solo ampara, sino que alegra nuestra vida, sabiendo que “todo sucede para bien de los que ama el Señor” (Rm 8, 28).

Nuestra humildad ante el Señor
Salmo 144, 1a.2abc.3-4
Démonos cuenta de la grandeza del Señor... siempre acompañado por su misericordia
Bendito el Señor, mi Roca.
Bendito el Señor, mi Roca,
mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me ponga a salvo,
mi escudo y mi refugio.
Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?,
¿qué los hijos de Adán para que pienses en ellos?
El hombre es igual que un soplo, sus días, una sombra que pasa.
Bendito seas, Señor, Dios y Padre mío, que siempre estás dispuesto a proteger mi vida, siempre en disposición de salvar a éste hijo tuyo que has creado por amor.
Es gran felicidad para el hombre conocer a su Creador. En esto nos diferenciamos de las fieras y de los demás animales, porque sabemos que Tú nos has creado, y debemos de ser capaces de que ese conocimiento se transforme en relación, en amistad.
En nuestro tiempo, es importante, Señor, que no nos olvidemos de Ti para que los demás conocimientos que hemos adquirido, y que son muchos, no resulten problemáticos, a veces peligrosos, si nos falta el conocimiento fundamental que da sentido y orientación a todo: el conocimiento de que todo te lo debemos a Ti.

El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho. Ni silencian ni camuflan los tres evangelios lo que intercambia Jesús con sus discípulos acerca de su identidad, así como el anuncio de su pasión, muerte y resurrección. Y algo importante: todo esto se nos narra en un contexto orante que sugiere la trascendencia del momento. Se da por concluido el recorrido de Jesús con sus discípulos por la Galilea y se da paso a la subida a Jerusalén, la parte más difícil de su camino.
En el diálogo que sostiene Jesús con los suyos, la gente aparece un tanto despistada respecto al Señor, no así los discípulos que ya han entendido que es el Mesías de Dios, el esperado, y Pedro, una vez más, es su acertado portavoz. Sin embargo, Jesús impone silencio a los suyos, justo antes de indicarles su fin próximo, en la perspectiva nada halagüeña de la cruz.
¿Por qué? Quizá porque la fe mesiánica, sin la cruz, resulta nada convincente, parcial e insuficiente. Para evitar malentendidos, Jesús anuncia su pasión, muerte y resurrección, algo así como el resumen de lo que resta del relato del evangelio. Todo en estrecha relación con el plan salvador de Dios, tal como lo expresan las Escrituras.
El remate, que no consta en la lectura de hoy, es el seguimiento: evento salvador que solo se explica por la vocación de disfrutar del Dios de Jesús: vivirlo como Padre, buscarlo como hijos suyos y servirlo siempre como hermanos.
¿Cuándo asimilaremos en nuestras comunidades que el seguimiento de Jesús no casa con la búsqueda de honores, por pequeños que éstos sean?
Evangelio Lc 9,18-22
La resurrección, vital para el cristiano, es el periplo final terreno de Jesús
Tú eres el Mesías de Dios. El Hijo del hombre tiene que padecer mucho.
Una vez que Jesús estaba orando solo, en presencia de sus discípulos, les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos contestaron: Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros dicen que ha vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. El les preguntó: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Pedro tomó la palabra y dijo: El Mesías de Dios. Él les prohibió terminantemente decírselo a nadie. Y añadió: El Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día.
1 Jesús reza; el Evangelio nos lo dice con frecuencia.
2 Nuestra oración constante es necesaria para nuestro espíritu, para que el Espíritu de Dios aloje en nosotros, y así su fuerza nos aliente en nuestra vida cristiana.
3 En la oración encontraremos a Jesús, coincidiremos con Él, y lo identificaremos, y el Padre se fijará en nosotros, hombres humildes que Él ha creado con y por amor.
4 En la respuesta a la pregunta de Jesús nadie parecía estar esperando al mesías siervo, anunciado por Isaías (Is 42,1-9). Quien insiste en mantener la idea de Pedro, esto es, del Mesías glorioso sin la cruz, no va a entender nada y nunca llegará a tomar la actitud del verdadero discípulo.
5 Pues sin la cruz es imposible entender quién es Jesús y qué significa seguir a Jesús. Por esto, Jesús insiste de nuevo en la Cruz y hace el segundo anuncio de su pasión, muerte y resurrección.
6 Nuevamente, pues, Jesús anuncia su pasión y muerte; nuevamente las acompaña de su resurrección, bastión fundamental de nuestra fe cristiana, fe basada en la esperanza y encaminada al amor.
7 Aunque sé que es obvio, me gusta hacer constar que en la mención a los ancianos, Jesús no se refiere a los mayores, sino a los dirigentes de los grupos judíos en las distintas ciudades y sus sinagogas.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Nuestra vida es constante alternancia entre polos muy distintos; debemos de estar atentos a que estos cambios sean motivo de alegría para nosotros y para los que nos rodean. Ayuda saber que el Señor “se ha fijado en nosotros” a pesar de nuestra minúscula pequeñez. La oración y la certeza de estar ya salvados en la resurrección de Jesús, el Cristo son básicos en nuestra fe

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Tenemos la tranquilidad y la paciencia de saber que las alternancias de la vida son siempre para nuestro bien? (Rm 8, 28) ¿Respondemos adecuadamente a la atención que el Señor nos presta? ¿Creemos firmemente y estamos esperanzados en esa resurrección de Jesús, que nos lleva al amor? ¿Qué nos impide hoy reconocer y asumir el proyecto de Jesús?

LA ORACIÓN: Te rogamos, Señor, que nos ayudes en nuestros pensamientos, palabras y obras, a fin de que nuestro día sea agradable ante tus ojos. Aparta de nuestros pecados tu vista y borra en nosotros toda culpa y por tu cruz y tu resurrección, llénanos del gozo del Espíritu Santo, haciendo que seamos capaces de “transportarlo” a los demás. Te lo pedimos, Señor

ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL PAPA SAN JUAN PABLO II
Las múltiples perspectivas del Reino de Dios 29 no debilitan los fundamentos y las finalidades de la actividad misionera, sino que los refuerzan y propagan. La Iglesia, es sacramento de salvación para toda la humanidad y su acción no se limita a los que aceptan su mensaje. Es fuerza dinámica en el camino de la humanidad hacia el Reino escatológico; es signo y a la vez promotora de los valores evangélicos entre los hombres.30 La Iglesia contribuye a este itinerario de conversión al proyecto de Dios, con su testimonio y su actividad, como son el diálogo, la promoción humana, el compromiso por la justicia y la paz, la educación, el cuidado de los enfermos, la asistencia a los pobres y a los pequeños, salvaguardando siempre la prioridad de las realidades trascendentes y espirituales, que son premisas de la salvación escatológica.



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