05/10/2022 Día de oración y acción de gracias de la Iglesia por el nuevo curso

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 05 OCTUBRE 2022

Hoy la Iglesia celebra un día de acción de gracias y de petición que la comunidad cristiana ofrece a Dios, terminadas las vacaciones y la recolección de las cosechas, al reemprender la actividad habitual. Es una ocasión que presenta la Iglesia para rogar a Dios por las necesidades de los hombres, principalmente por los frutos de la tierra y por los trabajos de los hombres, dando gracias a Dios públicamente

Día de oración y acción de gracias de la Iglesia por el nuevo curso

El autor del Deuteronomio hace una relación prolija de los muchos favores y hechos prodigiosos con los que Yahvé regaló a su pueblo en el difícil caminar por el desierto. Una fecunda historia y, al tiempo, una atinada pedagogía para que el pueblo de la Promesa perfilara su memoria fundante como pueblo elegido, sin dejar de lado el objetivo terapéutico para que el pueblo no se cansara ni olvidara de quien fue enhebrando, día a día, como Padre compasivo el cumplimiento de la promesa, su libertad como pueblo.
Yahvé en ningún instante olvida a sus hijos y recuerda que los mandatos que les dio no pretenden agobiarlos ni hacerlos infelices, sino todo lo contrario, para que en su cumplimiento saboreen el amor y misericordia de un Padre que no solo no los abandonó, sino que los hizo libres. La memoria salvadora no es tanto para fijar una efemérides del pasado, sino para vivir en todo momento la fuerza amorosa que los sacó de Egipto.
Primera lectura Dt 8,7-18
Excelentes y sabias advertencias que deben llegar a nuestras conciencias
Dios te da la fuerza para crearte estas riquezas.
Habló Moisés al pueblo, diciendo: “Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y veneros que manan en el monte y la llanura, tierra de trigo y cebada, de viñas, higueras y granados, tierra de olivares y de miel, tierra en que no comerás tasado el pan, en que no carecerás de nada, tierra que lleva hierro en sus rocas, y de cuyos montes sacarás cobre, entonces comerás hasta hartarte, y bendecirás al Señor, tu Dios, por la tierra buena que te ha dado. Pero cuidado, no te olvides del Señor, tu Dios, siendo infiel a los preceptos, mandatos y decretos que yo te mando hoy. No sea que, cuando comas hasta hartarte, cuando te edifiques casas hermosas y las habites, cuando críen tus reses y ovejas, aumenten tu plata y tu oro, y abundes de todo, te vuelvas engreído y te olvides del Señor, tu Dios, que te sacó de Egipto, de la esclavitud, que te hizo recorrer aquel desierto inmenso y terrible, con dragones y alacranes, un sequedal sin una gota de agua, que sacó agua para ti de una roca de pedernal; que te alimentó en el desierto con un maná que no conocían tus padres, para afligirte y probarte, y para hacerte el bien al final. Y no digas: "Por mi fuerza y el poder de mi brazo me he creado estas riquezas. " Acuérdate del Señor, tu Dios: que es él quien te da la fuerza para crearte estas riquezas, y así mantiene la promesa que hizo a tus padres, como lo hace hoy.”
1 El pueblo de Israel ha cambiado de vida. La etapa del desierto: aflicción, hambre, sed, miedos, zozobras..., han quedado ya en el olvido. La ocupación de la tierra ha reportado el bienestar y la abundancia.
2 De forma intencionada el autor exagera la riqueza de la tierra: la abundancia de agua hace germinar toda serie de semillas y de frutos; más aún, los montes no cultivables son ricos en toda clase de minerales.
3 Israel está casi inmerso en una sociedad de consumo: come hasta hartarse, construye bonitos edificios, acrecienta sus ganados, atesora oro y plata. Y este bienestar y abundancia acarrean el engreimiento y la autosuficiencia.
4 El autor sale al paso de este pecado del pueblo en la abundancia, exhortándole a no olvidarse del Señor y de sus mandatos. La tierra buena, todas las riquezas son don de Dios, por eso, en la nueva situación, Israel debe acordarse del Señor.
5 Esta es la exhortación que recorre todo el capítulo. ¿Es esta línea de vida la que tienen ahora las gentes que se van enriqueciendo?
6 El capítulo presenta una realidad que debemos de tener muy en cuenta en nuestra vida.

Este himno pertenece al género de la bendición y es obra de un autor del siglo IV a. de C. que idealiza la historia de David y de Salomón. Se trata de una oración puesta en boca de David con ocasión de la colecta de ofrendas para la construcción del templo de Jerusalén.
La abundancia de los dones recogidos, la generosidad y el amor que la gente manifestó al Señor hacen que el pueblo se alegre junto con el rey David. Todos confiesan que la magnanimidad de los dones ofrecidos por la comunidad procede de Dios, que agradece el óptimo resultado obtenido por la religiosidad y la fidelidad del pueblo.
Lectura sálmica 1Cro 29,10-12
Gracias, Señor, por tu apoyo; no cedas en tu impulso
Tú eres Señor del universo.
Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel,
por los siglos de los siglos.
Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder,
la gloria, el esplendor, la majestad,
porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra.
Tú eres rey y soberano de todo.
De ti viene la riqueza y la gloria.
Tú eres Señor del universo,
en tu mano está el poder y la fuerza,
tú engrandeces y confortas a todos.
Gracias te damos, Señor, por ese engrandecimiento y confort que nos das; te rogamos que no olvidemos nunca que todo nos viene de Ti, que a Ti debemos nuestra vida, y que, por tanto, no nos acomodemos en nuestro sillón olvidándonos de aquellos que menos tienen y que necesitan de nuestro compartir.

En sus escritos, suele recurrir el apóstol Pablo al hecho de la novedad para aludir a nuestra condición como seguidores del Cristo resucitado. En Él es donde se verifica el cambio radical para la historia humana, y sí se puede hablar de un nuevo comienzo si no dejamos de referirnos a Él. P
Porque Cristo nos ha habilitado para entablar un modo de relacionarnos con Dios Padre totalmente nuevo y diferente; es en Cristo donde se nos ofrece a todos la reconciliación, y bien haremos en acogerla con el máximo cuidado como gracia y regalo; solo así, Dios y nosotros en colaboración, la misericordia surtirá efecto en la comunidad y en los corazones creyentes.
Segunda lectura 2Co 5,17-21
Permanecer cerca del Señor es nuestro ser cristiano
Os pedimos que os reconciliéis con Dios.
Hermanos: El que es de Cristo es una criatura nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha comenzado. Todo esto viene de Dios, que por medio de Cristo nos reconcilió consigo y nos encargó el ministerio de la reconciliación. Es decir, Dios mismo estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo, sin pedirle cuentas de sus pecados, y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación. Por eso, nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios.
1 Reconciliación es la palabra clave del texto. repetida en cada versículo. Otras palabras parecidas son: expiación, salvación, renovación.
2 Esta es la obra de Cristo y es también nuestra misión y nuestra tarea. Cristo nos reconcilió con la obra y la persona del Dios Padre y nosotros tenemos que propagar esa reconciliación por todo el mundo que nos rodea; esa es la tarea evangelizadora que nos corresponde.
3 No podemos sentarnos en nuestra cómoda casa y pensar lo buenos que somos porque Cristo ha expiado nuestros pecados. Esa postura acomodaticia es la que denuncia la primera lectura.
4 Debemos salir de nuestra vida para asomarnos a las de los demás proclamando y testimoniando el Reino de Dios

Que la oración orientada y alimentada en la confianza con el Padre que está en los cielos es operativa y eficaz, está fuera de toda duda. El texto pone el acento no tanto en las acciones precisas de pedir, buscar y llamar, cuanto en una actitud previa de búsqueda de Dios y en la seguridad de su providencia.
No es malo pedir, ni buscar ni llamar, por descontado, pero como seguidores de Cristo Jesús precisemos centrar el corazón en la necesidad de la Palabra viva, así como en el innegociable y salvador hecho de ejercer siempre como hijos de Dios. Somos sus hijos, y buscadores de su rostro, y necesitados de su amor, y, al tiempo, precisados de la acogida de sus otros hijos, nuestros hermanos, tan necesitados como uno mismo.
Dios Padre no nos engaña, antes al contrario, se empeña en mostrarnos siempre su rostro de Padre acogedor, el que tenemos que identificar en nuestra necesidad y en nuestro seguimiento. No es una socorrida Oficina de Demandas, no, es un Padre que sabe amarnos más que nadie y nos conoce como ningún otro ser nos conoce. Y como Padre gusta ejercer de tal.
Las Témporas, en este caso las de otoño, son un espacio litúrgico para agradecer al dador de todo bien la cosecha anterior y el tiempo vacacional; asimismo, la comunidad pide por los frutos de la tierra y por la salud y calidad de vida de toda la humanidad.
¿Incluye la comunidad en su tensión orante que los frutos de la casa común, la tierra, lleguen a todos sus habitantes sin excepción?
Evangelio Mt 7,7-11
Sepamos pedir sin egoísmo
Quien pide, recibe.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!»
1 La lección primera del evangelio de hoy es la confianza que debemos tener en Dios.
2 Si uno consigue de su amigo lo que le pide; si un hijo puede esperar que su padre le dé lo mejor; si Abrahán logra que Dios le escuche: cuánto más nosotros, que por Cristo hemos sido admitidos como hijos en la familia de Dios, podemos dirigirnos con confianza a nuestro Padre.
3 El protagonista de la parábola no es "el que pide", sino "el que da", o sea, Dios. El destino de una ciudad, el destino del mundo depende de si existe la justicia en él.
4 Esta visión fundamental, que nosotros encontramos confirmada diariamente hoy en nuestra experiencia, aparece apoyada en la dirección de la afirmación siguiente: la justicia depende de que se realice el diálogo con Dios.
5 Porque sin la norma del derecho de Dios no existe justicia que llegue a todos, sino que sólo existen intereses de grupos, justicias parciales que eliminan la justicia del todo.
6 Pero, siendo así las cosas, esto significa de hecho: para el mundo, todo depende de que hable con Dios y deje que Dios le hable. En esto consiste la oración, en la comunicación con el Señor, en la escucha de su Palabra y en la proclamación de esa Palabra.
7 Dios siempre nos dará el Espíritu Santo que guiará nuestra vida y la impregnará de esa justicia que es lo único que puede llevar a la paz. Y nuestra insistencia en pedirle al Señor su Espíritu, nos mantendrá en la senda de la justicia

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE? : No debemos de acomodarnos a una vida cada vez más confortable; cerrarnos en nuestra comodidad sin caer en la cuenta de las necesidades de otros es completamente injusto. Para no caer en esto debemos de escuchar la Palabra del Señor, orar pidiendo el Espíritu de Dios que nos llevará por el camino de la justicia hacia la paz

¿QUÉ NOS DICE? : En esta crisis económica que estamos pasando, ¿tratamos de ayudar a otros? ¿Tratamos de ayudar a los que necesitan algo que no es de índole económica? ¿Nos reconciliamos con el Señor mediante la oración cuando nuestra conducta no sigue la senda que Cristo no enseñó? ¿Pedimos banalidades o nos encomendamos al Señor para que nuestra vida y la de los que nos rodean vaya por el camino que lleva al Padre?

LA ORACIÓN: Concédenos, Señor, reemprender con ánimo nuestras tareas, para que, llegados al fin de nuestros trabajos, podamos darte gracias nuevamente; muéstranos tu rostro propicio y danos tu paz, para que sintamos cómo tu mano nos protege y otórganos tu sabiduría eterna, para que permanezca con nosotros y nos asista en nuestros trabajos. Te lo pedimos, Señor

ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL PAPA SAN JUAN PABLO II
El Espíritu guía la misión 24. La misión de la Iglesia, al igual que la de Jesús, es obra de Dios o, como dice a menudo Lucas, obra del Espíritu. Después de la resurrección y ascensión de Jesús, los Apóstoles viven una profunda experiencia que los transforma: Pentecostés. La venida del Espíritu Santo los convierte en testigos o profetas (cf. Act 1, 8; 2, 17-18), infundiéndoles una serena audacia que les impulsa a transmitir a los demás su experiencia de Jesús y la esperanza que los anima. El Espíritu les da la capacidad de testimoniar a Jesús con « toda libertad ».



biblialdia anteriores Biblia de dias anteriores