26/01/2023 El evangelio, nos muestra a Cristo como liberador del mal

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 26 ENERO 2023
El evangelio, nos muestra a Cristo como liberador del mal

Aviva el fuego de la gracia de Dios. Todos los cristianos, incluso todos los reconocidos como santos, estamos atravesados por la formaleza y la debilidad. Y hay momentos en los que la debilidad prevalece en nuestro estado de ánimo. Un ejemplo de ello, lo tenemos en San Timoteo, “hijo querido” de Pablo. ¿Qué hace San Pablo para animar a Timoteo? Le habla al corazón y la habla a la inteligencia. Hablándole al corazón, con expresiva ternura, le dice: “tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Cuando me acuerdo de tus lágrimas, ansío verte para llenarme de alegría”, y le recuerda la fe de su madre y de su abuela.
También le habla a su inteligencia, dándoles razones para que recupere fuerzas y “avive el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las manos”. Para ello, nada mejor que acudir a Jesús: “acuérdate de Jesucristo” y de todo lo que ha hecho contigo y con todos sus seguidores. Acuérdate que te llamó a ser su amigo y te demostró su gran amor, acuérdate que siempre camina a tu lado, acuérdate que llenó tu vida de su luz ante los grandes interrogantes humanos, acuérdate de que al final de tu vida te estará esperando para invitarte al banquete eterno de su amor...
Haciendo memoria de Jesucristo, Timoteo, recuperó el buen ánimo y “soportó los trabajos por la causa del Evangelio”,
Primera lectura 2Tim 1,1-8
Leamos con atención y veremos la amplitud espiritual de esta pequeña lectura
Refrescando la memoria de tu fe sincera.
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mí, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.
1 Tito y Timoteo, cuya festividad celebramos hoy, fueron dos de los más cercanos colaboradores de Pablo, itinerantes, igual que él.
2 Sin título de Apóstoles, tenían, sin embargo, autoridad sobre las iglesias locales, y Pablo les dirige varias cartas relativas en muchas partes a la organización de la Iglesia en aquellas primeras comunidades.
3 El saludo inicial es clásico de Pablo. La gracia (fuerza de Dios), la misericordia (bondad del Señor) y la paz (salvación permanente), son deseos reflejo del cariño que Pablo tiene a sus discípulos.
4 Su recuerdo en las oraciones es un ejemplo a seguir por nosotros en nuestras oraciones diarias.
5 La alegría del encuentro es un motivo de gozo para todos nosotros, y nos anima a llevar nuestro gozo cristiano por todos los rincones de nuestro mundo.
6 El toque familiar de la mención a la abuela y a la madre, el ánimo para llevar a cabo su misión con, fijémonos bien, fortaleza, amor y buen juicio, dan a este principio de la carta un tono y un ambiente de cordialidad, cariño y ejemplaridad.

Todos somos llamados e invitados a celebrar la soberanía y la grandeza de Dios. Él nos ama a todos, sin distinción de razas ni culturas.
Él nos ha creado porque nos quiere con Él, junto con su Hijo, participando de su Vida y de su Gloria eternas.
Salmo 96,1-2a.2b-3.7-8a.10
Es en el corazón del hombre donde el Reino, el señorío de Dios, se establece y crece.
Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor,
bendecid su nombre.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.»
Alabemos y aclamemos al Señor que nos salva, que está presente en nuestra vida; hagámoslo con humildad, reconociendo su poder y su gloria, pero, al mismo tiempo, dándonos cuenta de su cercanía, que guía nuestro camino.
Para ello debemos de escuchar su voz, su Palabra que siempre será motivo de alegría.
Todos somos llamados e invitados a celebrar la soberanía y la grandeza de Dios. Él nos ama a todos, sin distinción de razas ni culturas. Él nos ha creado porque nos quiere con Él, junto con su Hijo, participando de su Vida y de su Gloria eternas.
Por eso alabemos y bendigamos al Señor y proclamemos sus maravillas a todos los pueblos, para que todos conozcan el amor que Él nos ofrece y para que, reconociéndolo ellos también como su Dios y Padre, junto con nosotros alcancen los bienes eternos, de los que el Señor quiere hacernos partícipes.

Y así, todos seremos hermanos del Señor, escuchando su Palabra y cumpliendo su voluntad; viviremos por obra de Dios, en presencia de Dios y con Dios. La generosidad de Jesús es inmensa.

Todos han oído hablar de las parábolas de Jesús. No forman parte de la gran literatura; son cortas y el evangelio de Marcos han conservado sólo algunas de ellas. Más que enseñar, sugieren. Vendrán a la memoria para confirmar y dar un sentido a tal o cual experiencia que tengamos. Recuerdan un orden de la naturaleza que teníamos olvidado con frecuencia: el reino que Jesús inaugura se inserta con toda naturalidad en el orden del mundo.
Evangelio Mc 4,21-25
¿Qué lugar ocupa la Biblia en mi vida? ¿Qué luz recibo de ella?
El candil se trae para ponerlo en el candelero. La medida que uséis la usarán con vosotros.
En aquel tiempo, dijo Jesús a la muchedumbre: «¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o para ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga.» Les dijo también: «Atención a lo que estáis oyendo: la medida que uséis la usarán con vosotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.»
1 La fe debe tener una fuerza misionera. Una comunidad que se circunscribe a su círculo no puede decirse cristiana
2 El creyente no puede esconderse, tiene que dar siempre testimonio de su fe, de su lealtad al Señor.
3 Si somos luz, es para que esa luz se vea en el mundo, para que nuestro testimonio creyente extienda el Reino de Dios a todo nuestro alrededor.
4 Y, si mostramos nuestra luz, sentiremos como se incrementa, como se multiplica en virtud de la misericordia del Señor.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE? : Jesús nos hace partícipes del nuevo sacerdocio fundado por Jesús, profeta, sacerdote y rey, y eso constituye una gran responsabilidad para los creyentes, que tenemos que ser luz, siempre visible, para todos los que nos rodean

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Somos conscientes de nuestra calidad de sacerdote, profeta y rey? ¿Mantenemos una conciencia coherente con ese convencimiento? ¿Sentimos crecer nuestra fe, esperanza y caridad, al estar al servicio del Señor?

LA ORACIÓN: Cristo, cabeza, rey de los pastores, fue pastor y forma del rebaño, luz para el ciego, báculo del pobre, padre común, presencia providente, todo de todos. Tú, Padre, que coronas sus merecimientos, danos la gracia de imitar su vida, y al fin, sumisos a su magisterio, danos su gloria. Te lo pedimos, Señor.

ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL PAPA SAN JUAN PABLO II
57. Un vasto campo se le abre al diálogo, pudiendo asumir múltiples formas y expresiones, desde los intercambios entre expertos de las tradiciones religiosas o representantes oficiales de las mismas, hasta la colaboración para el desarrollo integral y la salvaguardia de los valores religiosos; desde la comunicación de las respectivas experiencias espirituales hasta el llamado «diálogo de vida», por el cual los creyentes de las diversas religiones atestiguan unos a otros en la existencia cotidiana los propios valores humanos y espirituales, y se ayudan a vivirlos para edificar una sociedad más justa y fraterna.



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