03/08/2020 Compartir con generosidad es deber primordial del cristiano

 

 

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 03 AGOSTO 2020
Compartir con generosidad es deber primordial del cristiano

Los diez años (598 a 588) que transcurrieron entre los dos sitios de Jerusalén fueron tiempos de diferentes ilusiones. Había gente que predecía la caída del imperio de Nabucodonosor, rey de Babilonio, y el regreso de los desterrados. Con mucha valentía Jeremías se levanta en contra de esta falsa esperanza, y predica la sumisión a Nabucodonosor, por lo que es considerado por los judíos como enemigo de la nación
Primera lectura Jr 28,1-17
Habrá siempre un criterio para discernir el tipo de esperanza que el anuncio de la Palabra genera: la cuestión es el compromiso activo y permanente con la búsqueda y puesta en práctica de la justicia, la solidaridad y la paz.
Ananías, el Señor no te ha enviado y tú has inducido al pueblo a una falsa confianza.
El mismo año, el año cuarto de Sedecías, rey de Judá, el quinto mes, me dijo Ananías, hijo de Azur, profeta de Gabaón, en el templo, en presencia de los sacerdotes y de todo el pueblo: Así dice el Señor del Universo, Dios de Israel: Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar el ajuar del templo, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, tomó de este lugar para llevárselo a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los desterrados de Judá que marcharon a Babilonia, yo mismo los haré volver a este lugar cuando rompa el yugo del rey de Babilonia. Respondió Jeremías profeta al profeta Ananías, delante de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo. Dijo Jeremías profeta: ¡Amén, así lo haga el Señor! Cumpla el Señor tu palabra, que tú has profetizado, devolviendo a este lugar el ajuar del templo y todos los desterrados de Babilonia. Pero escucha esta palabra que yo pronuncio en presencia tuya y de todo el pueblo: Los profetas que vinieron antes de mí y antes de ti, desde tiempos antiguos, profetizaron a países numerosos y a reyes poderosos, guerras, calamidades y pestes. El profeta que profetizaba prosperidad, sólo al cumplirse su palabra era reconocido como profeta auténtico, enviado por el Señor. Entonces Ananías agarró el yugo del cuello de Jeremías profeta y lo rompió. Y dijo Ananías en presencia de todo el pueblo: Así dice el Señor: De este modo romperé del cuello de todas las naciones el yugo de Nabucodonosor, antes de dos años. El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías: Ve y dile a Ananías: Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del campo le entregaré. El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta: Escúchame, Ananías.; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra este año morirás, porque has predicado rebelión contra el Señor. Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.
1 Jeremías se enfrenta con los falsos profetas, aquellos que quieren halagar a los poderosos haciéndoles ver noticias alentadoras, aunque sea fuera de la realidad.
2 Los profetas fueron mandados a un pueblo para formar su conciencia, no para adormecerla; cuando se vive en la injusticia hay que desconfiar de los que prometen la prosperidad
3 ¿Nos pasa en nuestro tiempo algo similar? ¿Tenemos “profetas” que nos quieren convencer de lo bien que está todo en el mundo, mientras hay cantidad de personas que sufren por todos los conceptos?
4 El verdadero profeta tiene la valentía de predecir al pueblo las desdichas que le han de sobrevenir; el falso profeta sólo le anuncia lo que pueda asegurar su propio éxito.

Salmo 119,29.43.79.80.95.102:
La sinceridad debe de acompañar nuestra intervención cristiana
Instrúyeme, Señor, en tus leyes.
Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad.
No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.
Vuelvan a mí tus fieles
que hacen caso de tus preceptos.
Sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado.
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos.
No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido.
Mantennos, Señor, en el camino de la sinceridad, en el camino de una conciencia formada en la experiencia de fe, en la seguridad de verte en los acontecimientos de mi vida.
Danos siempre la valentía de proclamar la verdad que surge de tu Palabra, y no la verdad acomodaticia que halaga al más o menos poderoso que la escucha
Haz que nuestro corazón albergue sentimientos de amor y compasión con todos los que nos rodean, especialmente con aquellos que más necesitan de nosotros
Acerca siempre nuestra conciencia a tu voluntad, de forma que nuestra conducta sea sincera en todo momento

Evangelio Mt 14, 22 – 36.
Compartir: plan de vida cristiana
Alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición y dio los panes a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente
Inmediatamente después Jesús obligó a sus discípulos a que se embarcaran; debían llegar antes que él a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Jesús, pues, despidió a la gente, y luego subió al cerro para orar a solas. Cayó la noche, y él seguía allí solo. La barca en tanto estaba ya muy lejos de tierra y las olas la golpeaban duramente, pues soplaba el viento en contra. Antes del amanecer, Jesús vino hacia ellos caminando sobre el mar. Al verlo caminando sobre el mar, se asustaron y exclamaron: «¡Es un fantasma!» Y por el miedo se pusieron a gritar. En seguida Jesús les dijo: «Ánimo, no teman, que soy yo.» Pedro contestó: «Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti caminando sobre el agua.» Jesús le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y empezó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero el viento seguía muy fuerte, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: «¡Señor, sálvame!» Al instante Jesús extendió la mano y lo agarró, diciendo: «Hombre de poca fe, ¿por qué has vacilado?» Subieron a la barca y cesó el viento, y los que estaban en la barca se postraron ante él, diciendo: «¡Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios!» Terminada la travesía, desembarcaron en Genesaret. Los hombres de aquel lugar reconocieron a Jesús y comunicaron la noticia por toda la región, así que le trajeron todos los enfermos. Le rogaban que los dejara tocar al menos el fleco de su manto, y todos los que lo tocaron quedaron totalmente sanos.
1 Iniciar la travesía a petición de Jesús. Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir al otro lado del mar, donde estaba la tierra de los paganos.
2 La barca simboliza la comunidad. Tiene la misión de dirigirse a los paganos y de anunciar a ellos también la Buena Nueva del Reino que da vida a una nueva manera de convivir en comunidad.
3 La barca es agitada por las olas, pues el viento es contrario. A pesar de estar remando toda la noche, falta mucho para llegar a tierra. Faltaba mucho para que las comunidades hiciesen la travesía hacia los paganos.
4 Jesús no fue con los discípulos. Ellos debían aprender a enfrentarse a las dificultades, unidos y fortalecidos por la fe en Jesús quien los envió. El contraste es grande: Jesús en paz junto a Dios rezando en lo alto de la montaña, y los discípulos medio perdidos abajo, en el mar revuelto.
5 La travesía para el otro lado del lago simboliza también la difícil travesía de las comunidades del final del primer siglo. Ellas tenían que salir del mundo cerrado de la antigua observancia de la ley, para la nueva manera de observar la Ley del amor, enseñada por Jesús;
6 También nosotros hoy estamos en una travesía difícil para un nuevo tiempo y una nueva manera de ser iglesia. Travesía difícil, pero necesaria. Hay momentos en la vida en que el miedo nos asalta. No falta la buena voluntad, pero no basta. Somos como una barca que se enfrenta al viento contrario.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: El falso profeta es el que tolera una inadecuación entre su palabra y la de Dios. Esta forma de inadecuación puede vivirse en el mundo moderno entre la verdad del aparato de la ley y la verdad de la conciencia. Esta última desaparece a menudo detrás de la primera en una manifiesta insinceridad, y muchos políticos y eclesiásticos se contentan con defender la verdad de la institución aunque no encuentren la verdad de la conciencia, la de ellos o la de los otros. Se trata, en el fondo, de sinceridad, esta virtud que tarda en ocupar su lugar en las virtudes "cardinales" de la mentalidad moderna. No basta ser legal o recto (ya que estas actitudes regulan el comportamiento del hombre de cara a la verdad externa); es preciso, además, ser sincero, es decir, legal consigo mismo, en plena lucidez. Nuestras ocasionales (¿frecuentes?) quejas deben de orientarse siempre hacia la oración; el Señor sabe lo que nos es necesario

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Sabemos distinguir entre el profeta verdadero y los falsos profetas? ¿Actuamos como verdaderos profetas? ¿Somos conscientes de cuál es el camino del Señor? ¿Somos constantes en la oración? ¿Nos esforzamos por realizar gestos de solidaridad hacia los que están cerca de tí compartiendo el camino de la vida? Ante los problemas concretos de nuestros amigos o parientes, ¿sabemos ofrecer nuestra ayuda y disponibilidad a colaborar para encontrar vías de solución?

LA ORACIÓN.- Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada y glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones. Haz que, mientras vivimos aún en este mundo que pasa, anhelemos la vida eterna y, por la fe, la esperanza y el amor, gustemos ya anticipadamente las delicias de tu reino. Te lo pedimos, Señor

Exhortación Apostólica “VIVE CRISTO” DEL Papa FRANCISCO a los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios
280. Este discernimiento, «aunque incluya la razón y la prudencia, las supera, porque se trata de entrever el misterio del proyecto único e irrepetible que Dios tiene para cada uno [...]. Está en juego el sentido de mi vida ante el Padre que me conoce y me ama, el verdadero para qué de mi existencia que nadie conoce mejor que Él».


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