22/07/2021 Hoy contemplamos y meditamos una liturgia llena de ternura. Sigamos el ejemplo

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 22 JULIO 2021
HOY CELEBRAMOS LA FESTIVIDAD DE SANTA MARÍA MAGDALENA

Hoy contemplamos y meditamos una liturgia llena de ternura. Sigamos el ejemplo

El Cantar de los Cantares es un "Cántico de amor". En todo tiempo ha sido interpretado como el símbolo del amor de Dios a su pueblo. El relato describe la vehemente pasión de los prometidos, su ardiente deseo de encontrarse: el encuentro de dos corazones, el mutuo don de dos personas... dos seres que tratan de comprenderse, de estimarse, de amarse...
Primera lectura Ct 3, 1 – 4
Esposa y marido deben de sostenerse siempre mutuamente
Encontré el amor de mi alma
Así dice la esposa: “En mi cama, por la noche, buscaba el amor de mi alma: lo busqué y no lo encontré. Me levanté y recorrí la ciudad por las calles y las plazas, buscando el amor de mi alma; lo busqué y no lo encontré. Me han encontrado los guardias que rondan por la ciudad: “¿Visteis al amor de mi alma?”. Pero, apenas los pasé, encontré al amor de mi alma."
1 El amor del que ama atrae al amado a su presencia. Los hombres, al igual que todo aquello que es amable o deseable, la bondad, la sabiduría, la honestidad, no se acercan al que no les ama. La belleza, la bondad, la sabiduría, la honradez... van en busca de un amor correspondido.
2 El matrimonio debe de ser ese buscarse el uno al otro en toda la vida del matrimonio; así “no se acabará el amor”, que dicen muchas parejas rotas, en las que la culpa la tiene siempre “el otro”.
3 En casos de algún enfado, muy humano por otra parte, es necesario “pasarlo” y volver al encuentro y al amor.
4 Y, aunque el amor en la familia es el que nos hace fuertes, el amor a los que nos rodean, al resto de las personas es el que nos eleva al Señor.

La benignidad de Dios es nuestra vida espiritual, y es mejor que la vida temporal. Debemos alabar a Dios con labios de gozo; debemos dedicarnos a los deberes de la religión con alegría, y decir alabanzas a Dios desde un principio de gozo santo. Los labios que alaban deben ser labios de gozo.
Sal 63, 2 – 6. 8 – 9
El Señor nos protege bajo sus alas, pero nosotros debemos corresponder con nuestras obras en esa libertad que la protección nos porporciona
Mi alma está sedienta de ti, mi Dios
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Como te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene.
Estamos ante una de las descripciones más íntimas y profundas de la relación amorosa entre el orante y Dios.
Este Salmo es una de las cumbres de la espiritualidad bíblica. En él, el orante se reafirma en su opción total por Dios, que es la mejor elección posible, aunque puedan surgir dificultades en el camino.
Te alabamos y te bendecimos, Señor, porque has puesto en nuestros corazones la experiencia de fe que hace que mi alma, mi mente, te busque y esté siempre encaminada hacia Ti.
Te rogamos que sigas siendo nuestro auxilio en la vida, que sepamos seguirte, permanecer bajo tus alas al amparo de tu amor, y proclamando ese amor a todos, especialmente a los más humildes que más necesitan de nosotros.

Hoy la liturgia nos presenta una mujer, María Magdalena, que busca apasionadamente al “amor de su alma”. Acude al sepulcro el primer día de la semana, símbolo de algo nuevo que va a comenzar. Es de madrugada y está oscuro, como su fe. Ve la tumba abierta, pero lo que ve, no le lleva a pensar que Jesús ha resucitado. Sin embargo, su desconcierto no la paraliza sino que la pone en camino, en dirección a la comunidad, simbolizada en Pedro y el discípulo amado, a los que expresa la zozobra vivida: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
La noticia que reciben de María Magdalena, también pone en movimiento a Pedro y el discípulo amado, pero esta vez en dirección al sepulcro. Hay señales que nos ponen en camino. El texto del evangelio abandona la atención a los discípulos para poner de nuevo en primer plano a María Magdalena que ha vuelto al escenario del sepulcro. Su desconcierto ahora da paso a las lágrimas. No soporta la perdida de quien tanto ha amado. Sin embargo, su tristeza ahora tampoco la paraliza y se asoma al sepulcro, donde se encuentra con dos ángeles. Los mensajeros celestiales aparecen como una primera señal que apunta a quien se va a encontrar y que cree el hortelano, que le pregunta: “¿Por qué lloras? ¿A quién buscas?” Ella no contesta a sus preguntas, sino que expresa lo que está dispuesta a hacer para recuperarlo: “Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré”. En ese momento Jesús pronuncia su nombre, y al escucharlo, se enciende en su corazón una luz que le hace caer en la cuenta de quién le habla: “¡Rabonni!”.
Con el reconocimiento de Jesús Resucitado, la azarosa búsqueda da paso al ansiado encuentro, en el que el llanto da paso a la alegría, y el absurdo al sentido de la vida. Jesús le comunica que está en otra dimensión, y ya se va al Padre; y le hace un encargo: comunicarlo a los discípulos. María Magdalena es designada por el mismo Jesús, lo que más tarde la nombraría la Iglesia “apostola apostolorum” (apóstol de los apóstoles).
El encuentro con Jesús nunca queda reducido al ámbito de lo personal. La alegría que genera esa experiencia se desborda y se contagia a otros, convirtiéndose en anuncio de “Buena Noticia”. ¿Qué experiencia de Jesús Resucitado vivo? ¿La transmito como Buena Noticia para la vida de otros?
Evangelio Jn 20, 1. 11 – 18
La resurrección debe de ser nuestro constante encuentro con el Señor
Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "¡María!" Ella se vuelve y le dice: "¡Rabboni!", que significa: "¡Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."
1 María Magdalena fue la primera en vera Jesús resucitado; el susto debió de ser grande; la experiencia de fe, tremenda.
2 Hay momentos en la vida en que todo se desmorona. Parece que todo se termina. Muerte, desastre, enfermedad, decepción, traición. Tantas cosas que pueden hacernos faltar la tierra bajo nuestros pies y echarnos en una crisis profunda.
3 Pero también acontece lo siguiente. Como que, de repente, el volverse a encontrar con una persona amiga puede rehacer la vida y puede hacernos descubrir que el amor es más fuerte que la muerte y la derrota.
4 En la manera de describir la aparición de Jesús a María Magdalena aparecen las etapas de la travesía que ella tuvo que hacer, desde la búsqueda dolorosa del fallecido amigo hasta el encuentro con el resucitado.
5 Estas son también las etapas por las que pasamos todos nosotros, a lo largo de la vida, en busca de la dirección hacia Dios y en la vivencia del Evangelio. Es el proceso de la muerte y de la resurrección que se prolonga en el día a día de la vida.
6 En la escucha y en la oración encontraremos siempre al Señor que nos levantará de nuestras dificultades, nos ayudará a superarlas, y nos pondrá de nuevo en el camino de la vida; de una vida de ayuda a los demás.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Las crisis matrimoniales por las que actualmente pasamos inciden decisivamente en la felicidad de las personas. El dicho popular expresa que “se puede rehacer la vida”, que, traducido, quiere decir encontrar otra pareja. Normalmente esta nueva relación dura poco y hay un nuevo trauma. La fe cristiana nos ayuda en el camino de la felicidad matrimonial. Como dice el Papa Francisco en su nueva Encíclica: “En lugar de hacernos intolerantes, la seguridad de la fe nos pone en camino y hace posible el testimonio y el diálogo con todos”.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Tenemos siempre presente el amor en nuestro matrimonio? Si no estamos casados, ¿tenemos siempre presente el amor en nuestro trato con otras personas? ¿Sentimos cómo la oración nos acerca a Dios? ¿Buscamos al Señor resucitado?

LA ORACIÓN: Al levantarse la aurora con la luz pascual de Cristo,
la Iglesia madrugadora te pregunta: "¿A quién has visto?" Me quedé sola buscando, alas me daba el amor, y, cuando estaba llorando, vino a mi encuentro el Señor. Vi a Jesús resucitado, creí que era el jardinero; por mi nombre me ha llamado, no le conocí primero. Él me libró del demonio, yo le seguí hasta la cruz, y dí el primer testimonio de la Pascua de Jesús." Haznos, santa Magdalena, audaces en el amor, irradiar la luz serena de la Pascua del Señor. Te lo pedimos, Señor

CARTA ENCÍCLICA FRATELLI TUTTI DEL SANTO PADRE FRANCISCO SOBRE
LA FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL 224. La amabilidad es una liberación de la crueldad que a veces penetra las relaciones humanas, de la ansiedad que no nos deja pensar en los demás, de la urgencia distraída que ignora que los otros también tienen derecho a ser felices. Hoy no suele haber ni tiempo ni energías disponibles para detenerse a tratar bien a los demás, a decir “permiso”, “perdón”, “gracias”. Pero de vez en cuando aparece el milagro de una persona amable, que deja a un lado sus ansiedades y urgencias para prestar atención, para regalar una sonrisa, para decir una palabra que estimule, para posibilitar un espacio de escucha en medio de tanta indiferencia. Este esfuerzo, vivido cada día, es capaz de crear esa convivencia sana que vence las incomprensiones y previene los conflictos. El cultivo de la amabilidad no es un detalle menor ni una actitud superficial o burguesa. Puesto que supone valoración y respeto, cuando se hace cultura en una sociedad transfigura profundamente el estilo de vida, las relaciones sociales, el modo de debatir y de confrontar ideas. Facilita la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes.



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