29/11/2022 Proclamemos el Señor a los sencillos con nuestra atención y nuestra vida

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 29 NOVIEMBRE 2022
Proclamemos el Señor a los sencillos con nuestra atención y nuestra vida

Un renuevo brotará de las raíces. Definitivamente a Dios le gusta lo pequeño; si recorremos la Biblia nos damos cuenta en seguida de esta realidad. En la lectura de Isaías eso pequeño se hace un débil brote que comienza a retoñar, ¡nada más débil y tambaleante!
Sin embargo, esa es la promesa para Israel; eligiendo a los que no tienen valor en el mundo y a los que son rechazados, es como Dios va a llevar a término su plan de salvación y como será posible este paraíso de paz, donde todas las divisiones serán superadas y los diferentes podrán vivir juntos sin dejar de ser lo que son.
La sabiduría de Dios que colmará toda la tierra, nos hace capaces de dar lo mejor de nosotros. Cuando Dios plasma su sonrisa en el corazón, ya nada puede detener el deseo de llevar su palabra, de compartir con la gente sencilla nuestra alegría y hacer de los torrentes de lágrimas cascadas sonoras de risas y bendiciones llenas de frescura.
Primera lectura Is 11,1-10
Los pobres, los débiles son los preferidos.
Sobre él se posará el espíritu del Señor.
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
1 “Aquel día” se refiere al regreso del exilio de Babilonia “un resto volverá, un resto se volverá hacia el Dios fuerte”.
2 De ese resto saldrá el Mesías, que Isaías es el primero en anunciar, y da sus principales cualidades, cualidades que debemos de meditar con profundidad y tratar de incorporar a nuestra conversión.
3 El resultado de la justicia que traerá ese “renuevo del tronco de Jesé (Israel)”, será la paz, una paz de la que participará todo el universo en perfecta armonía; una paz que debemos pedir al Señor con contumacia, y que, al mismo tiempo, tenemos que tratar de sembrar a nuestro alrededor.
¿Creo yo en el poder de Dios, capaz de hacer surgir la vida desde lo profundo de las situaciones más desesperadas? ¿Cómo es mi esperanza? ¿Qué voy a hacer, hoy, para dejarme conducir por el Espíritu?

Dios es el juez verdadero, que hace justicia, es decir, defiende el derecho de los humildes. Esta justicia la puede ejercer personalmente, y puede confiársela a uno de sus elegidos, en concreto al rey de la dinastía elegida. De este modo el rey participa de la justicia divina, que debe ejercer puramente en servicio del pueblo. El régimen de justicia es fuente de paz, como síntesis de bendiciones. Bajo el régimen del Ungido, montes y collados producen estos frutos admirables.
Salmo 72,1-2.7-8.12-13.17
Si el pobre clama nuestra misión es atenderle: es lo que nos pide el Señor
Que en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente.
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra.
Él librará al pobre que clamaba al afligido
que no tenía protector él se apiadará,
del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.
1 Te rogamos, Señor, que acojamos y practiquemos tu justicia, que atendamos a los más humildes y que, con ello, promovamos la paz a nuestro alrededor.
2 Ayúdanos para que seamos capaces de proclamar tu Reino y manifestarlo a los más pobres, que vean tu mano salvadora y te sigan, en el convencimiento de que sólo en Ti encontrarán la verdadera felicidad y alegría.
3 Te pedimos, Señor, que la realidad desnuda de la pobreza actual se levante en la conciencia de todo hombre y de toda organización para que los corazones de los hombres y los poderes de las naciones reconozcan su responsabilidad moral y se entreguen a una acción eficaz para llevar el pan a todas las bocas, refugio a todas las familias y dignidad y respeto a toda persona en el mundo de hoy.
4 Te rogamos, Señor, que a Ti alcance esta oración que te elevamos por la justicia en el mundo, esa justicia tan necesaria para alcanzar la paz que Isaías relata en la primera lectura.
5 Haz, Señor, que nos alcance a todos y que todos seamos capaces de llevarla con nosotros, dentro de nosotros, y preocupándonos de que llegue a los demás, tratando de limitar la ambición de aquellos a los que nunca el dinero basta, o nunca el poder es suficiente.
6 Gracias, Señor, por esa capacidad que nos das de compartir lo que tenemos con aquellos a los que les falta casi todo; gracias por esa justicia y paz en las que no podemos esperar que Tu lo arregles todo, pero si podemos poner nuestra esperanza en la llegada de tu luz que nos ilumine e ilumine al mundo que detenta grandes riquezas, para que sea capaz de ver que sólo esa justicia traerá la paz y con ella la felicidad de todos.
7 El afligido, el pobre, el indigente encontrará compañía, cariño y atención en los que estamos más cerca
8 Te rogamos, Señor, que seamos capaces de seguir el camino que este salmo indica de liberar al pobre, de consolar al afligido, de salvar la vida de los pobres.
9 Que nuestra vida sea testimonio de ese amor que nos muestras, y que ese amor lo llevemos a los que más necesitan de nosotros, sin aducir ignorancia ni desconocimiento, sin escudarnos en la falta de tiempo.
10 Y, al mismo tiempo, haznos atentos a la escucha de tu Palabra que será guía en nuestra acción cristiana de atención al hermano, que es, realmente, la mejor forma de ofrecerte el tributo de nuestra vida, que, ¿dónde mejor que en tus manos puede estar?
11 Te rogamos, Señor, que nos alcance a todos y que todos seamos capaces de llevarla con nosotros, dentro de nosotros, y preocupándonos de que llegue a los demás, tratando de limitar la ambición de aquellos a los que nunca el dinero basta, o nunca el poder es suficiente.

Compartir la alegría del Espíritu. El Espíritu Santo se manifiesta de forma plena en las lecturas de hoy, en Isaías mencionando cuatro veces “espíritu de...”, y en el Evangelio, Jesús exulta lleno del Espíritu. Por eso a San Lucas se le llama también el evangelista del Espíritu.
Se trata de cultivar el espíritu de alabanza, desde un corazón abierto para ver y oír las maravillas de Dios. Para dejarnos llenar del Espíritu y de su alegría, necesitamos tiempo de silencio y de oración para integrar lo que fuimos, saborear lo que somos y soñar lo que seremos. Sin oración y silencio no hay sitio para el Espíritu. Esos son los pequeños, los sencillos, que abren su corazón al Espíritu, a la Palabra, los que no tienen más que a Dios; los que hacen de su propia historia, historia de salvación.
Conocer los misterios del Reino es algo sobrenatural y sólo se puede penetrar en ellos guiados por ese Espíritu que está derramado en nuestros corazones. Hay que dejarse, abandonarse, hacerse pequeños, sencillos, como un débil retoño que brota lleno de esperanzas.
¿Dejo actuar al Espíritu en mi vida? ¿Qué cosas hay en mi corazón que me impiden vivir en la sencillez? ¿Trato de vivir mis relaciones desde la justicia y la paz?
Evangelio Lc 10,21-24
Jesús, gracias por enseñarme el medio indispensable para llegar a ti: la humildad
Jesús, lleno de la alegría del Espíritu Santo.
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.» Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: « ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.»
1 Jesús manifiesta su alegría de encontrarse entre el pueblo llano y ver su fe.
2 La humildad es el punto de referencia de “la gente sencilla” una humildad que debemos de tratar de imitar, llegando al fondo del mensaje de Jesús, “tratando de ver lo que los discípulos vieron”, y proclamarlo así; proclamar el mensaje de que Jesús es el Señor que fue resucitado por el Padre, y que el camino por Él marcado nos llevará a la justicia y la paz.
3 No hay otra senda sobre la que andar y por ella debemos seguir a pesar de todas las dificultades y tentaciones de desvíos “agradables” que nos presente el mundo

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: El resto de Israel que volvió del exilio liberado por el rey Ciro, es el fundador del nuevo Judá. De este resto nacerá Jesús, el retoño de la raíz de un árbol talado, de un pueblo que no supo ser fiel a la alianza “firmada” con el Señor. Pensemos si la Iglesia está sufriendo un proceso de poda similar, y, de pensar que así es, corramos a incorporarnos al “resto” al cobijo del Señor, procurando que nuestra acciones y nuestra trayectoria se asienten en las cualidades del renuevo del tronco de Jesé

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Somos aficionados a juzgar situaciones y personas por las apariencias externas, o gustamos de usar justicia y humildad en nuestro trato, en especial con personas necesitadas? ¿Confiamos en Jesús, nuestro rey, que vino a proclamar ese Reino entre toda la humanidad para enseñar el camino de justicia y paz? ¿Somos instrumento de su Palabra? ¿Sentimos la alegría del Espíritu de Dios dentro de nosotros?

LA ORACIÓN: Te alabamos, Señor, por que nos entregaste a tu Hijo para enseñarnos el camino justo para nuestra estancia en esta tierra, para que supiéramos tratar con justicia a todas las personas y sentir así la alegría de tu Espíritu. Te rogamos que nos des fuerzas para seguir ese camino sin atender a las lisonjas que el mundo de la ambición nos presenta. Te lo pedimos, Señor

ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL PAPA SAN JUAN PABLO II
Por otra parte, la Iglesia se dirige al hombre en el pleno respeto de su libertad.64 La misión no coarta la libertad, sino más bien la favorece. La Iglesia propone, no impone nada: respeta las personas y las culturas, y se detiene ante el sagrario de la conciencia. A quienes se oponen con los pretextos más variados a la actividad misionera de la Iglesia; ella va repitiendo: ¡Abrid las puertas a Cristo!



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