24/04/2024 ¡Ayúdanos, Señor, a saber leer los signos de tu Palabra, en los signos de los tiempos!

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 24 ABRIL 2024
¡Ayúdanos, Señor, a saber leer los signos de tu Palabra, en los signos de los tiempos!

El foco de atención se desplaza de Jerusalén a Antioquía. El Espíritu sigue siendo el protagonista de la dinámica expansiva del Pueblo de Dios tanto en un lugar como en otro. Jerusalén no deja por ello de ser la principal referencia de las comunidades, pero llevar el evangelio a los gentiles pedía otro lugar de apoyo. Al parecer, y por inspiración del Espíritu, los hermanos señalan a Bernabé para que acompañe a Pablo en su viaje misionero, que será el primero de los viajes misioneros del apóstol de los gentiles. Éstos reciben la imposición de manos como signo del envío a la misión a la que la comunidad de hermanos los dedica.
No advertimos mención alguna a ningún mando más o menos dictatorial en el seno de la comunidad, antes, al contrario, es de destacar el sesgo comunitario que tienen todas las decisiones importantes. No solo es una manera corresponsable de vivir la fraternidad, es también dar cancha al Espíritu para que siga siendo el que construye la casa fraterna.
La comunidad de Antioquía es prueba de que en el Pueblo de Dios la autoridad puede ser carismática y servicial, y ésta ha de ejercerse siempre en clima de servicio y amor. La corresponsabilidad debería ser un estilo habitual de la comunidad que sabe que su quehacer es predicar el evangelio de palabra y obra. Los cristianos de Antioquía son buena muestra de ello.
Primera lectura Hch 12,24-13,5
La oración siempre apoyará nuestra acción evangelizadora
Apartarme a Bernabé y a Saulo.
En aquellos días, la palabra del Señor cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: «Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado.» Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.
1 ¡Qué alegría y que sano orgullo para aquellos evangelizadores ver como su misión era eficaz, llevando la felicidad por el mundo!
2 Ya citamos anteriormente Antioquía como foco importante del cristianismo, Iglesia organizada siguiendo la línea de las sinagogas El Señor interviene directamente para dirigir a Pablo y Bernabé a nuevos territorios, que abarcarán toda la cuenca del Mediterráneo. Juan, de sobrenombre Marcos (Hch 12, 12), es el evangelista.
3 El capítulo 13 es el inicio del protagonismo de Pablo en la evangelización y, por ende, en el relato de Hechos. La imposición de manos marcaba la misión especial y les aseguraba la fuerza del Espíritu tanto para predicar como para hacer signos y milagros.
4 El ayuno acompañaba a la oración como signo de un mayor acercamiento al Señor y mayor capacidad de escucha. Y su escucha es fructífera y el Espíritu les encomienda una nueva tarea.
5 Modo ejemplar de escucha que debemos de tratar de imitar, sabiendo, como sabemos, que el Señor nos habla..., pero hay que darle la oportunidad.

Sal 67,2-3.5.6.8
Que todos sepamos reunirnos en ese eje que tu Hijo represente y refleja, como el eje de una rueda en la que todos los radios se reúnen en él
Oh Dios, que te alaben los pueblos.
El Señor tenga piedad nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe.
Te rogamos, Señor, que tu bendición nunca se separe de nosotros, que seamos dignos de recibirla continuamente; ella será nuestra alegría, nuestro motivo de gozo y nuestra capacidad para desempeñar nuestra misión evangelizadora, alabando siempre al Señor, acogidos en ese temor, que, más que nada, es el amor del Padre.
Ten piedad de nosotros, te lo rogamos Señor, para que sepamos bendecirte y alabarte, y gozar así de tu luz y retransmitirla a los que nos rodean, de forma que la alegría cristiana sustituya a la melancolía ritual, sabedores de tu bendición y de que el temor a Ti es realmente amor y respeto a un Padre misericordioso y fiel

El texto evangélico se mueve entre palabras de despedida con un variado abanico de intensidades y matices, unos sombríos, otros luminosos. Jesús dice adiós antes del regreso al Padre, una especie de testamento con una dedicatoria especial para los suyos que no lo recibieron.
Tenemos aquí un manojo de frases que tratan de expresar los diversos matices de creer y no creer en el Maestro, de quién es Jesús y cómo desea él expresar su identidad respecto a nosotros y, sobre todo, respecto al Padre. Jesús de Nazaret, Palabra del Padre en persona, sabe que está en un momento dramático, pero no por ello renuncia al esfuerzo de dar transparencia a su mensaje, veracidad a su persona, hondura a su entrega y, siempre creadora humanidad a su relación con el Padre.
Por eso se reclama como luz de nuestro mundo y, por tanto, quien no quiere recibir tal luz se auto condena a la oscuridad propia de los que cierran sus ojos a la vida luminosa de Dios. Y Jesús de Nazaret es nuestra luz.
En nuestra comunidad creyente ¿damos lugar a modos participativos y corresponsables?
Evangelio Jn 12,44-50
Ver y hacernos conscientes de la luz del Señor, es motivo de nuestra conversión
Yo he venido al mundo como luz.
1 Esta lectura constituye el contenido fundamental del evangelio de Juan: el que cree en Jesús, no cree sólo en Jesús, sino que cree también en Dios, el Padre. Después de realizada la revelación de Dios en el Hijo, la fe en Cristo y la fe en Dios son para Juan la misma cosa. Son esa única y misma cosa, porque el Hijo y el Padre son uno.
2 Por eso, para el cristiano, la última meta de la fe en Jesús no es un Jesús aislado en sí mismo, sino que a través de Jesús lleva hasta Dios.
3 Es la persona de Jesús es Dios quien nos sale al encuentro. Con esto queda dicho que de ahora en adelante a Dios sólo se le puede ver y encontrar en Jesús, el Cristo.
4 La salvación es también parte de este mensaje, una salvación presente, actual, que no tiene porque esperar a la vida nueva en Dios, que tenemos que saber disfrutar y proclamar desde ahora mismo, sin perder un minuto.

MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE? : A partir del Bautismo somos sacerdotes, profetas y reyes, como Jesús, y es responsabilidad que no podemos eludir, mostrando que la alabanza al Señor acompaña a su bendición, y que esa bendición nos hace disfrutar de su compañía, de su amor, de su fidelidad, en resumen, de su salvación en todo momento

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Es realmente misionera nuestra comunidad? ¿Nos sostiene, por la oración y el esfuerzo, en esa misión de anunciar el Reino de Dios? ¿Somos conscientes de que estamos salvados en Cristo Jesús, y, con Él, en el Padre, del que Jesús tiene ese mandato de transmitirnos la vida eterna?

LA ORACIÓN: Ilumínanos, Señor, con la claridad de Cristo, y haz, Señor, que la fuerza del Espíritu Santo nos purifique y nos fortalezca, para que trabajemos por hacer más humana la vida de los hombres. Te lo pedimos, Señor

Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana 8. Quedan otras dos posibles acepciones de dignidad: social y existencial. Cuando hablamos de dignidad social nos referimos a las condiciones en las que vive una persona. En la pobreza extrema, por ejemplo, cuando no se dan las condiciones mínimas para que una persona viva de acuerdo con su dignidad ontológica, se dice que la vida de esa persona pobre es una vida “indigna”. Esta expresión no indica en modo alguno un juicio hacia la persona, al contrario, quiere destacar el hecho de que su dignidad inalienable se contradice por la situación en la que se ve obligada a vivir. La última acepción es la de la dignidad existencial. Hoy se habla cada vez con más frecuencia de una vida “digna” y de una vida “indigna”. Y con esta expresión nos referimos a situaciones de tipo existencial: por ejemplo, al caso de una persona que, aun no faltándole, aparentemente, nada de esencial para vivir, por diversas razones, le resulta difícil vivir con paz, con alegría y con esperanza. En otras situaciones es la presencia de enfermedades graves, de contextos familiares violentos, de ciertas adicciones patológicas y de otros malestares los que llevan a alguien a experimentar su propia condición de vida como “indigna” frente a la percepción de aquella dignidad ontológica que nunca puede ser oscurecida Las distinciones aquí introducidas, en todo caso, no hacen más que recordarnos el valor inalienable de esa dignidad ontológica enraizada en el ser mismo de la persona humana y que subsiste más allá de toda circunstancia.



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