02/05/2021 Dominical. Si permanecemos unidos a Cristo podremos dar al Padre el fruto del amor

 

 Dominical: El punto de vista de un laico
Escuchar LA PALABRA; meditar LA PALABRA; actuar según LA PALABRA
V e r ; j u z g a r ; a c t u a r

DOMINGO QUINTO DE PASCUA (02 Mayo 2021)
(Hch 9, 26 – 31; Sal 22; 1 Jn 3, 18 – 24; Jn 15, 1 – 8)

Si permanecemos unidos a Cristo podremos dar al Padre el fruto del amor

El perseguidor es perseguido. La primera lectura nos presenta a Pablo que, después de su conversión, vuelve a Jerusalén. Sabemos, por el mismo Pablo en Gál 1,16-24, que tuvo lugar a los "tres años", tras una estancia en Arabia (donde se retira a repensar su vida) y su ministerio en Damasco donde había tenido lugar su conversión. Pero Lucas tiene mucho interés en poner pronto en comunicación a Pablo con los Apóstoles (poniendo como anfitrión a su compañero Bernabé) para mostrar la comunión de todos en la predicación del evangelio. Lucas está preparando las cosas para dejar poco a poco a Pablo como protagonista de los Hechos, como aquél que ha de llevar el evangelio hasta los confines de la tierra. El relato de Hechos deja muchos cabos sueltos desde el punto de vista histórico. Pablo -que vino a Jerusalén para "ver" a Pedro según nos confiesa él mismo en el texto de Gálatas-, tiene ocasión de experimentar que los judeo-cristianos no se fían de él. Los judíos helenistas, como sucedió con Esteban, provocaron un altercado que podía haberle costado la vida. Por eso lo encaminaron hacia Tarso (Pablo dice que estaría catorce años en Siria y Cilicia), hasta que vuelve a Jerusalén para la asamblea apostólica (Hch 15). Lucas insiste mucho, quizás demasiado, en la comunión de Pablo con los de Jerusalén.
En el texto de hoy es importante poner de manifiesto que Pablo, el perseguidor, ha tenido en el "camino" una experiencia del Señor resucitado, como la han tenido los apóstoles y otros y está en disposición de anunciar la Resurrección, incluso en la misma sinagoga que fue responsable de la acusación de Esteban. Esto es lo que a Lucas le interesa sobremanera: si Esteban ha sido quitado de en medio por los intereses "religiosos" de los responsables, Dios llama a otro (nada menos que al enemigo anterior del evangelio), a Saulo, para anunciar la resurrección y llevar el mensaje a todos los hombres. La Iglesia, los discípulos -todavía no han recibido el nombre de cristianos, como sucederá en Antioquia-, se fortalecerá en la persecución y el sufrimiento. Pero el mensaje de la vida, como corazón del anuncio de la resurrección, ha de transformar el mundo.
Primera lectura Hch 9, 26 – 31
La misión de la comunidad cristiana sale de Jerusalén
Les contó cómo había visto al Señor en el camino
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo. Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía libremente en Jerusalén, predicando públicamente en nombre del Señor. Hablaba y discutía también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso. La iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea, y Samaria. Se iba construyendo y progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu Santo.
1 Pablo sabía las dificultades que le aguardaban en Jerusalén por ambas partes: por parte de los cristianos a quienes él antes persiguió tan encarnizadamente, y por parte de los judíos que le tratarían como traidor y renegado. No obstante Saulo fue a Jerusalén. Lo hizo teniendo conciencia de su misión. Era el Señor quien le había llamado. Es línea de acción para nosotros, para nuestra trayectoria cristiana. La confianza en el Señor.
2 Esta lectura nos presenta las dificultades que tuvo Pablo al intentar incorporarse a la comunidad cristiana de Jerusalén, dados sus antecedentes de persecución de los cristianos.
3 Se duda de la sinceridad de su conversión, lo cual no deja de tener cierta lógica. Pero también se muestra la tendencia de algunas comunidades a encerrarse en sí mismas y no permitir la incorporación de aquellos que no tienen las mismas ideas.
4 Y es que una comunidad cristiana tiene que ser totalmente abierta a todos aquellos que quieran integrarse en ella. Si vienen sinceramente y de buena voluntad no habrá dificultades; en otro caso, pronto la misma persona que trata de integrarse verá que “aquello no es lo suyo” y abandonará la comunidad.
5 El párrafo final es de una extraordinaria simplicidad y belleza, señalando cómo la única realidad capaz de vivificar, multiplicar y construir la Iglesia, es el Espíritu Santo, que supera todas las diferencias y rivalidades humanas, y como su consuelo llega a todas las comunidades.
6 Es interesante también notar que la denominación de iglesia se atribuye a la asamblea o reunión de los cristianos en un lugar (iglesia local) y la totalidad de los creyentes (iglesia católica o universal); pero nunca se llamará "iglesia" al lugar de reunión. Es decir, que lo que priva, lo que “funciona” es la comunidad viva, la reunión de los cristianos apoyados todos entre sí. ¿Lo primaremos, lo practicaremos alguna vez?
¿Actuamos nosotros “valientemente en nombre de Jesús”? ¿En nuestro modo/estilo de vida? ¿En nuestra atención a los necesitados? ¿Progresamos en paz con los hermanos y en fidelidad con el Señor?

Las últimas palabras de este salmo son las que le dan su sentido esencial: aunque parezca paradójico, se trata de un salmo de acción de gracias. El salmista canta la acción de gracias de Israel resucitado a la vuelta del exilio.
Sal 22, 26b-27.28.30.31-32
La alabanza es oración poco practicada por los cristianos
El Señor es mi alabanza en la gran asamblea.
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
su corazón por siempre.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba,
ante él se inclinarán los que bajan al polvo.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor.
La alabanza a Dios es algo que ofrecemos en reconocimiento de la excelencia y la misericordia de Dios.
El Antiguo Testamento nos da pautas importantes, así el Salmo 18, 4 nos dice: “Invoco al Señor que es digno de alabanzas”, y el profeta Isaías: “... y entonces el pueblo que yo me he formado me cantará alabanzas”
La alabanza hacia Dios es expresada externamente a través de nuestras acciones diarias, de igual modo internamente en nuestros pensamientos.
Sabemos que el nombre hebreo para el libro de Salmos es sencillamente el equivalente del vocablo alabanzas. No puede pues extrañar que el libro de Salmos contenga más de la mitad de los casos de alabanza en sus varias modalidades.
De la palabra hallal proviene Aleluya, una expresión hebrea de alabanza a Dios que se ha incorporado a casi todos los idiomas del mundo. El término hebreo se traduce más exactamente como Alabemos a Jah, la forma abreviada de Yahveh (Jehová).
¡Qué responsabilidad tenemos con nuestras siguientes generaciones, a las cuales les cuesta cada vez más creer y buscar a Jesús!
Quizá esa deba de ser nuestra oración principal, dando gracias al Señor por todo lo que nos da y pidiéndole que acoja a nuestros hijos y nietos, que no los deje de su mano.
¿Por qué no somos capaces de imbuir en nuestros hijos el amor a Dios? ¿Será quizás porque nosotros no lo amamos de verdad?

El amor a los hermanos criterio de conciencia. La segunda lectura nos habla de la praxis del amor y de la verdad. La vida cristiana no se puede resolver en la ideología que se mantiene en la cabeza, sino en lo que uno vive de corazón. Para la Biblia, el corazón es la sede de todas las cosas, del pensar y del obrar, y es el corazón el que nos juzga, el que dice si nuestro cristianismo es verdadero o pura ideología. Es la sede de la conciencia y no podemos engañarnos. La religión verdadera comienza siendo una cuestión de fe, pero se muestra en la praxis de una vida donde lo que se cree se ha de llevar a efecto; de lo contrario no habría fiabilidad.
Lo principal de esta praxis es que la fe en Jesucristo implica necesariamente el amor a los hermanos como El nos ha pedido, como ha exigido a los suyos en el discurso de la última cena: el mandamiento nuevo. Así es como podremos saber que estamos con Dios y que tenemos su Espíritu. El amor a los hermanos, que en la teología joánica es como el amor a Dios, garantiza la verdad de la vida cristiana. El amor a los hermanos es el criterio de conciencia verdadera.
Segunda lectura 1 Jn 3, 18 – 24
La filiación divina debe de hacerse patente en obras de amor fraterno
Éste es su mandamiento: que creamos y que amemos
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con hechos. En esto conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio
1 El domingo pasado decíamos: “Pablo dice que nos salvamos por la fe, (Ga 2, 16), comparando ésta con la Ley que atenaza. Santiago dice que la fe sin obras no sirve (Stgo 2, 14).
2 Y es que “solamente vale la fe que actúa mediante el amor” (Ga 5, 6).” Aquí tenemos hoy a Juan, en esta su carta del amor, que nos invita a “amar de verdad y con hechos”.
3 Cuenta Tony de Mello, s.j.: “Preguntaba una pareja de recién casados: ' ¿Qué debemos de hacer para que perdure nuestro amor´? Y esta fue la respuesta del maestro: 'Amad los dos juntos otras cosas”.
4 Y en este amar juntos con el Señor a los necesitados, a los oprimidos, haremos las dos cosas: Conoceremos que “somos de la verdad”, porque el Reino de Dios es reino de la verdad, y, al mismo tiempo, nuestro amor al Señor perdurará para siempre.
5 Y, al ser el amor verdadero irá acompañado por hechos, por atención, por cuidados, por entrega, por auxilio económico, para que, como decía el Salmo, “coman hasta saciarse”, alimentándose, al mismo tiempo con tu Espíritu, el Espíritu que nos diste.
¿Somos conscientes de lo que Juan nos indica con dos cuestiones fundamentales: la conciencia y los mandamientos? ¿Tenemos la conciencia “tranquila”?

Cristo, vid donde está la vida. El evangelio de Juan nos ofrece uno de esos discursos llamados de “revelación”, porque en ellos éste evangelista nos muestra quién es El Señor. Se enumera entre los famosos "yo soy" del evangelio de Juan (el Mesías 4,26: el pan de vida 6,35.41.48.51; la luz del mundo 8,12; 9,5; la puerta de las ovejas 10,7.9; el buen pastor 10,11.14; el Hijo de Dios 10,36; la resurrección 11,25; el Señor y el Maestro 13,13; el camino 14,6; la verdad 14,6;la vida 11,25;14:6; el rey de los judíos 19,21. Esto ha planteado, de alguna manera, una “cristología” y un discipulado de exclusividad. Aquí, en este discurso, Jesús se presenta con una imagen que era tradicional en la Biblia, la de la viña. Conocemos un canto de la viña en el profeta Isaías (c.5) que tiene unas constantes muy peculiares: la viña era el pueblo de Dios. Sabemos que la viña está compuesta de muchas cepas, pero la viña no ha dado fruto bueno, es un fracaso, se debe arrancar. Ese es el canto de Isaías. )Lo arrancará Dios? Debemos decir que desde la teología joánica, la respuesta a ese canto es distinta; no es necesario que Dios la arranque: ahora Jesús se va a presentar como la clave curativa para que la viña produzca buenos frutos. Él se presenta como la vid, y todos los hombres como los sarmientos para que sea posible dar buen fruto.
Pero escuchando su “palabra”, los sarmientos tendrán savia nueva, vida nueva, y entonces llevarán a cabo las obras del amor. Porque fuera de El, de su palabra, de sus mandamientos, no podemos permanecer. Se respira, pues, una gran seguridad frente al acecho de cortar y arrasar: Jesús está convencido que permanecer en El es una garantía para dar frutos. El *permanecer+ con El, el vivir de su palabra, de sus mandamientos, de su luz, de su vida, hará que la viña, el pueblo de Dios, vuelva de nuevo a ser el pueblo de la verdadera alianza. Con esto se complementa la enseñanza de la epístola en la que se propone a los discípulos permanecer en Dios. El camino para ello es permanecer en Jesús y en su evangelio.
La fórmula "permaneced en mí y yo en vosotros", muy típica de este evangelista, define la relación del discípulo con Jesús como una reciprocidad personal. Esa relación personal con Jesús es la condición indispensable para dar fruto. La transformación teológica que se opera desde la imagen de la viña de Israel a esta propuesta simbólica del evangelio de Juan es muy peculiar. Una viña está compuesta de muchas cepas que, una a una, tienen su vida propia y que no tienen comunicación entre si. En el caso de la simbología de la viña de Juan la cepa, que es Jesús, hace que los pámpanos estén unidos a la cepa, a Jesús. Como Jesús es la vida, y la luz, y el Hijo, entonces estar unido a El es tener vida.
¿Se trata de un discipulado o de una comunidad intimista como algunos han señalado? No podemos negar que el evangelio de Juan es de este tenor. El "seguimiento" de Jesús no se expresa de la misma manera, v.g. que en Lucas, que es seguirle “por el camino”. Los discursos y las fórmulas de revelación del "yo soy" de esta teología joánica no dejan otra opción. Bien es verdad que eso no significa que la "exclusividad" de Jesús, el Hijo de Dios, no permita que esa luz de Jesús y esa vida que El ha traído precisamente, se convierta en un círculo de discípulos elitistas o excluyentes. Esa luz de Jesús y esa vida tienen muchas formas de manifestarse y de hacerse presente. Pero no es cuestión de exclusivismo, sino de confianza; la confianza de que en Jesús y con Jesús, el Señor, encontraremos la vida verdadera.
Evangelio Jn 15, 1 – 8
Permanecer en Jesús es perseverar en el Reino
El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
1 A diferencia de los sinópticos, el evangelio de Juan tiene una amplia y jugosa sobremesa a la Última Cena. La lectura de hoy forma parte de ella. Y es un texto de gran riqueza.
2 En primer lugar la simbología. La vid, la cepa, es Jesús, que el Padre atiende y cuida como buen labrador. Cada temporada la vid echa sarmientos, los discípulos, nosotros. Hay sarmientos que dan fruto y otros que no la dan. La poda mejora el estado de la vid y la prepara para que dé buen fruto la temporada siguiente, con sarmientos alimentados por la sabia que procede de la cepa.
3 La poda es la Palabra que nos va guiando y formando nuestra conciencia, y con ella llegaremos a la experiencia de fe. Para Jesús, Dios es la sabia, la Vida que se comunica a toda la vid. Jesús es el primer sarmiento que vivió plenamente de esa savia divina.
4 En segundo lugar está la insistencia de Jesús en la “permanencia en Él”. Siete veces lo menciona Juan. Y es que era difícil no caer en la religión cerrada del premio y el castigo, en la exigencia del cumplimiento de normas bajo pena de castigo celestial.
5 Claro que en este tiempo nuestro también existe ese peligro de caer en el exagerado cumplimiento de dogmas, normas, ritos, celebraciones..., autosuficientes que no necesitan ni siquiera de Dios; o al menos, no necesitan de un Dios, Abba, Padre, misericordioso y fiel, sino que exhiben un Dios al que, sobre todo, hay que temer.
6 No atienden a ese Dios tan bien descrito en la liturgia de hoy. Claro que la liturgia de hoy también nos da unas pistas seguras de cómo permanecer en ese Dios, cuyo protagonista es siempre su Espíritu.
7 Sigámoslas y demos el fruto de nuestros hechos. Pero tengamos en cuenta que existe una fuerte tendencia a equiparar el "producir fruto" con las buenas obras. En Juan no se hace ninguna distinción entre ser y obrar. Adherirse a Jesús es inseparable de producir el fruto que esa adhesión conlleva, pero el fruto no son directamente las obras, sino la Vida-amor, que necesariamente se manifestará en obras.
8 De esta manera queda erradicado el peligro de creer que son las obras las que me llevan a la identificación con Jesús. Podemos hacer obras impulsados por una programación que no cambia mi actitud interior; esas obras no salvan. Solo la Vida-Amor nos hace ser y nos capacita para obrar.
¿Nos damos cuenta de que nuestro fruto y nuestra misión es el amor mutuo? ¿Qué hacemos y qué podemos hacer para que el verdadero rostro de Dios Padre sea experimentado por quienes nos rodean? ¿Vivimos la comunidad?

LA ORACIÓN: Te rogamos, Señor, que el fruto de nuestra vida sea el amor, ese «amor más grande» que, desde tu corazón, y a través del corazón de Cristo, se derrama sobre nosotros en un flujo inagotable. Y que todos los hombres, hermanos nuestros en tu nombre, queden colmados de él, con espíritu de mansedumbre, de alegría y de paz.

Información relacionada.-
La última vez que fui a Roma, quise dar algunas pequeñas enseñanzas a mis novicias y pensé que este capítulo era el modo más bello de comprender lo que somos nosotros para Jesús y lo que es Jesús para nosotros. Pero no me había dado cuenta de algo de lo que sí se dieron cuenta las jóvenes hermanas cuando consideraron lo robusto que es el punto de conexión de los sarmientos con la vid: es como si la vid tuviera miedo de que algo o alguien les arrancara el sarmiento. Otra cosa sobre la que las hermanas llamaron mi atención fue que, si se mira la vid, no se ven Frutos. Todos los Frutos están en los sarmientos. Entonces me dijeron que la humildad de Jesús es tan grande que tiene necesidad de sarmientos para producir frutos. Ese es el motivo por el que ha prestado tanta atención al punto de conexión: para poder producir esos frutos ha hecho la conexión de tal modo que haga Falta Fuerza para romperla. El Padre, el viñador, poda Ios sarmientos para producir más fruto, y el sarmiento silencioso, lleno de amor, se deja podar sin condiciones. Nosotros sabemos lo que es la poda, puesto que en nuestra vida debe estar la cruz, y cuanto más cerca estemos de él y tanto más nos toque la cruz, más íntima y delicada será la poda. Cada uno de nosotros es un colaborador de Cristo, el sarmiento de esa vid, pero ¿qué significa para vosotras y para mí ser una colaboradora de Cristo? Significa morar en su amor, tener su alegría, difundir su compasión, dar testimonio de su presencia en el mundo (Madre Teresa de Calcuta, Missione d'amore, Milán 1985, pp. 79s)

 

 

 

 

 



dominical anterioresDominical anterior