19/04/2024 El ser cristiano significa sentir de manera profunda la necesidad de recordar a Jesús.

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 19 ABRIL 2024
El ser cristiano significa sentir de manera profunda la necesidad de recordar a Jesús.

La reflexión que podemos hacer hoy gira en torno a ciertas preguntas que cada tanto conviene hacernos:
• ¿Qué persigo en la vida?
• ¿Quién es Jesús?
• ¿Quién soy?
• ¿Cuál es mi misión?
Lo que nos permite dar respuestas a esas preguntas es el encuentro con Jesucristo.
El encuentro entre Jesucristo, Luz del mundo, y Pablo, convencido perseguidor de la Iglesia, es hermosísimo. La luz exterior que lo deja ciego es luz interior que le hace ver. Jesús le llama por su nombre y apunta al por qué hace lo que hace; Pablo ve lo inconsistente de su actitud y le reconoce como Señor. Un Señor misterioso que se muestra como luz y voz, que en un instante desmonta todas sus seguridades y lo hace con un amor tal que le seduce y le atrae. Por eso le pregunta por su mismo ser esencial: “¿Quién eres?” Y allí viene la segunda gran sorpresa para Pablo, Jesús es Él y su Iglesia.
Lo que Pablo descubrió en un instante: quien es Jesucristo, quien es él mismo y para qué lo había creado Dios a nosotros suele llevarnos mucho más tiempo...
Procuremos en este día desear intensamente este encuentro con el Resucitado, sentir vivamente la sed de su presencia, de que Él sea lo más importante para nosotros; y si ya hemos experimentado el gozo de su presencia, hagamos memoria de él ¡Vivamos de ese encuentro!
Es en el encuentro con Jesús donde descubro quien soy, qué estoy llamado a hacer, quién es el hermano para mí; por eso les invito a pasar un rato hoy con Jesucristo. Urge que los cristianos nos descubramos a la luz de su mirada para que se esfumen los complejos, los miedos, las falsas seguridades en que solemos apoyarnos, para que salgamos con valentía que Él vive y como a Pablo nos busca para convertirnos en testigos suyos.
Primera lectura Hch 9,1-20
¿Respondemos nosotros a la llamada de Dios con la misma prontitud incondicional que Pablo?
Es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a los pueblos.
En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse presos a la ciudad de Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres. En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?» Preguntó él: «¿Quién eres, Señor?» Respondió la voz: «Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer.» Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenla los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la mano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Habla en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «Ananías.» Respondió él: «Aquí estoy, Señor.» El Señor le dijo: «Ve a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.» Ananías contestó: «Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.» El Señor le dijo: «Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.»Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.» Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.
1 La gran experiencia de fe de Pablo, de tanto impacto para toda la Iglesia preside la lectura de hoy. Es, quizá, el mayor acontecimiento de la primera evangelización.
2 El mismo celo e interés que Pablo, coherente con sus creencias, había puesto en perseguir a los primeros cristianos, lo pondrá ahora en animar la evangelización, con sus viajes misioneros, sus cartas a las diversas comunidades y su testimonio.
3 Es curioso hacer notar que este episodio se repite tres veces en el Libro de los Hechos. Pablo es el “responsable” de la extensión de Jerusalén a Roma, capital entonces del mundo civilizado, y en este aspecto, los tres relatos de la conversión están situados en los momentos claves de esta propagación, cuando la comunidad de Jerusalén empieza a emigrar, cuando el cristianismo se separa del judaísmo y cuando llega a esa Roma hacia la cual parece que tiende todo el Libro de los Hechos.
4 Dar gracias al Señor por esta importante conversión, debe de ser nuestra postura. Leer las cartas de Pablo y meditarlas, no cabe duda que formará parte de nuestra oración cotidiana. Estar atentos a nuestra experiencia de fe, a nuestro creer, esperar y amar a Jesús, el Cristo nos llevará a ver su gloria y a ser capaces de proclamar su reino.

Esta brevísima pieza poética, el aleluya de todos los pueblos, tiene el aire de una doxología que se repetiría al principio y al fin de las funciones litúrgicas. El salmista, en nombre del pueblo, invita a todas las naciones a asociarse a las alabanzas a Yahvé por haber mostrado su piedad y fidelidad hacia su pueblo. La proyección es netamente mesiánica, pues se da acceso a todas las gentes a participar en el culto al Dios de Israel. El poeta considera las voces de todos los pueblos como un gigantesco orfeón que entona el aleluya en honor del Dios único, especialmente vinculado a los destinos de Israel como centro de la historia. La piedad y la fidelidad de Yahvé para con su pueblo son una prenda de benevolencia para todas las naciones, ya que Israel constituye como las primicias de todos los pueblos en los planes salvadores del Dios único.
Sal 117
La piedad y la fidelidad de Yahvé para con su pueblo son señal de benevolencia para todas las naciones
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
Alabad al Señor, todas las naciones,
aclamadlo, todos los pueblos.
Firme es su misericordia con nosotros,
su fidelidad dura por siempre.
Y así, con nuestra experiencia de fe, fresca y siempre renovada, alabaremos al Señor, trataremos de extender su Evangelio, su Buena Nueva por todo el mundo, a todas las naciones, imitando o siguiendo el trabajo de Pablo, para que toda la gente compruebe la felicidad que conlleva el amar al Señor sobre todas las cosas y ser capaz de llevar ese amor a nuestros congéneres.
La firmeza de su misericordia y su fidelidad, nos acompañarán y nos impulsarán

“Jesucristo es el mismo hoy, ayer y para siempre” Él sale a nuestro encuentro, viene revestido de signos pobres: pan, vino, Palabra. ¡Quiera Dios avivar nuestra fe para poder decir como el apóstol Juan “¡es el Señor!”
Jesús mismo se preguntaba ¿Cuándo venga el Hijo del Hombre, encontrará fe en la tierra? ¡Qué cuando venga a nosotros, Él pueda decirnos: “feliz de ti porque has creído”!
¡Es inquebrantable su amor por nosotros, no solamente sale a encontrarnos en el camino de la vida sino que se queda durante todo el tiempo de la historia para acompañarnos, sostenernos, guiarnos, levantarnos cuando estamos caídos!
Evangelio Jn 6,52-59
Necesitamos hacer memoria de Jesús con más verdad y autenticidad. Necesitamos reavivar y renovar la celebración de la eucaristía.
Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.
En aquel tiempo, disputaban los judíos entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: «Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mi y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.
1 Para los judíos del tiempo de Jesús, el ser humano era un bloque monolítico, ni siquiera tenían un término para designar lo que nosotros llamamos alma sin el cuerpo y lo que nosotros llamamos cuerpo sin el alma. Hablar de carne, era hablar de la persona entera.
2 El comer y el beber son símbolos increíblemente profundos de lo que tenemos que hacer con la persona de Jesús. Tenemos que identificarnos con él, tenemos que hacer nuestra su propia Vida, tenemos que masticarlo, digerirlo, apropiarnos de su sustancia. Esta es la raíz del mensaje. Su Vida tiene que pasar a ser nuestra propia Vida. Solo de esta forma haremos nuestra la misma Vida de Dios. Se está hablando de la VIDA, la misma Vida de Dios.
3 Estamos muy acostumbrados a considerar la "gracia" como consecuencia automática de unos ritos, sin darnos cuenta que en la vida espiritual no puede haber automatismo, todo depende de mi actitud vital. Sin esa actitud vital, Dios no puede hacer nada ni en mí ni por mí.
4 El pan representa todos los esfuerzos que hace el hombre hasta que alguien lo come. Es la vida del campesino, del panadero, del ama de casa. Representa la vida y el trabajo de los padres de familia.
5 Jesús hace del pan la participación de la vida con el Padre, un elemento de uso normal en la vida pero al que impregna de vida eterna.
6 La palabra "carne" designa todo lo que constituye la realidad del hombre con sus posibilidades y debilidades. Es, realmente, la fiesta de la encarnación; Jesús se hace hombre, comparte con nosotros nuestra humanidad, y conmemoramos su Palabra, su presencia y su compañía, en la fiesta de la Eucaristía, en la que la presencia de Jesús escondido en el misterio del pan y el vino, prefigura su cuerpo (carne) y su sangre (vida). Es comida y es bebida porque alimentan la verdadera Vida.

MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE? : Si tenemos una experiencia de fe nunca más dudaremos del Señor, de su presencia en nuestras vidas y de su impulso vital hacia nuestro prójimo. Por eso le alabaremos, confiando en su misericordia y fidelidad. Compartir en comunidad ese misterio del cuerpo y sangre de l Señor, nos confirmará en esa experiencia de sentir al Señor presente en nuestra vida. Pero la “eficacia” de esa comida y bebida sólo se producirá si nuestra actitud vital está en línea con esa acción, si nuestra fe y nuestras obras acompañan.

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Estamos atentos a los acaecimientos que el Señor realiza en nosotros? ¿Oramos con frecuencia? ¿Conmemoramos la encarnación, muerte y resurrección de Jesús, compartiendo en comunidad nuestros sentimientos y nuestras experiencias?

ORACIÓN: Señor, tú que nos has revelado tu plan de salvación proyectado desde antes de la creación del mundo y eres fiel en todas tus promesas, escucha con amor nuestras plegarias. Te lo pedimos, Señor

Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana,4. San Juan Pablo II, en el 1979, afirmó durante la Tercera Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla: «la dignidad humana es un valor evangélico que no puede ser despreciado sin grande ofensa al Creador. Esta dignidad es conculcada, a nivel individual, cuando no son debidamente tenidos en cuenta valores como la libertad, el derecho a profesar la religión, la integridad física y psíquica, el derecho a los bienes esenciales, a la vida. Es conculcada, a nivel social y político, cuando el hombre no puede ejercer su derecho de participación o es sujeto a injustas e ilegítimas coacciones, o sometido a torturas físicas o psíquicas, etc. [...] Si la Iglesia se hace presente en la defensa o en la promoción de la dignidad del hombre, lo hace en la línea de su misión, que aun siendo de carácter religioso y no social o político, no puede menos de considerar al hombre en la integridad de su ser».



biblialdia anteriores Biblia de dias anteriores