22/01/2025 Jesús siente pena por todos los hombres y mujeres del mundo que no valoran la vida como el bien supremo de Dios.

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 22 ENERO 2025
Jesús siente pena por todos los hombres y mujeres del mundo que no valoran la vida como el bien supremo de Dios.

Su nombre significa Rey de Paz. El autor de la carta a los Hebreos va a explicar en la lectura de hoy un tema que ya había introducido antes Hb, 2,17; sobre el sacerdocio de Cristo: Jesús es sumo sacerdote misericordioso y fiel, pero diferente al sacerdocio levítico, porque procede de Melquisedec. Según el relato del Génesis (14,18-20), Melquisedec, rey de Salem, sacando pan y vino, como era sacerdote del Dios altísimo, bendijo a Abraham diciendo: “Bendito es Abraham del Dios altísimo, el dueño de cielos y tierra, y bendito sea el Dios altísimo, que ha puesto a tus enemigos en tus manos”. Y le dio Abraham el diezmo de todo. Este pasaje y el de Sal 110,4 son los únicos del Antiguo Testamento en los que aparece este personaje extraño llamado Melquisedec. Él es rey de Jerusalén, de ahí que sea llamado rey de paz y de justicia, y al mismo tiempo sacerdote. Desconocemos su procedencia, su suerte posterior, por lo que el autor concluye que Melquisedec no ha tenido padre ni madre, que no ha nacido, ni ha muerto, se asemeja al Hijo de Dios, y en consecuencia permanece sacerdote para siempre.
El punto de partida es, claro, este personaje le sirve al autor para explicar que el auténtico sacerdocio, el que viene de Dios, es anterior al sacerdocio levítico. Melquisedec es, una prefiguración del sacerdote eterno, un esbozo imperfecto de lo que
Jesús viene a realizar y cumplir. El sacerdocio de Cristo es incomparable, ya que su sacrificio definitivo por amor a la humanidad, lo convierte en un sacerdocio eterno. Después del establecimiento del sacerdocio perfecto, el antiguo carece de razón de ser. No se trata solamente de establecer la originalidad del sacerdocio de Cristo, sino su valor exclusivo. Perfecto, eterno, misericordioso, fiel.. son calificativos que solo podemos aplicar a Cristo.
Primera lectura Hb 7, 1 – 3. 15 – 17
Jesús es el Hijo de Dios y el sacerdote supremo «según el orden de Melquisedec»; es decir, el sacerdote del NT se da de una manera totalmente gratuita, no depende de la carne ni la sangre, carece de genealogía (7,3) como Melquisedec.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Melquisedec, rey de Salen, sacerdote del Dios altísimo, cuando Abrahán regresaba de derrotar a los reyes, lo abordó y lo bendijo, recibiendo de él el diezmo del botín. Su nombre significa «rey de justicia», y lleva también el título de rey de Salen, es decir, «rey de paz». Sin padre, sin madre, sin genealogía; no se menciona el principio de sus días ni el fin de su vida. En virtud de esta semejanza con el Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Y esto resulta mucho más evidente si surge otro sacerdote a semejanza de Melquisedec, que lo sea no en virtud de una legislación carnal, sino en fuerza de una vida imperecedera; pues está atestiguado: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.»
1 Ya ha mencionado varias veces esta carta a los Hebreos al sacerdote Melquisedec y al salmo en el que aparece (salmo que la liturgia incluye hoy).
2 ¿A qué viene esta insistencia? Se quiere destacar esta figura que profetiza una reforma radical del sacerdocio, en esta carta que, ya indicamos anteriormente, va dirigida a sacerdotes judíos, de la tribu de Leví, en forma hereditaria, privilegio que pensaban duraría siempre.
3 Es la profecía del cambio que Cristo daría a la religión judía. Es también prueba del enlace del Antiguo Testamento (Gn 14, 18; Sal 110) con el Nuevo Testamento.
4 Para el cristiano la verdad del Antiguo Testamento tiene su clave en la figura de Cristo, y sin Él ese Libro no se identifica con el mensaje de Dios.
5 La figura de Melquisedec es ejemplo a seguir por todos los creyentes que “... en Él (Cristo) todos los fieles son hechos sacerdocio santo y regio, ofrecen sacrificios espirituales a Dios por Jesucristo y pregonan las maravillas de Aquel que de las tinieblas los ha llamado a su luz admirable” (Concilio Vaticano II, PO 2; ver 1 P 2, 5).
6 El sacerdocio de Cristo nada tiene que ver con el sacerdocio levítico; con el de Melquisedec sí parece existe alguna similitud, o al menos el autor del texto así lo establece. Reclama para Cristo el título de sacerdote del Dios Altísimo que ostentaba aquél. El fuste del sacerdocio de Cristo consiste no solo en la eternidad de su servicio, sino también porque su gloria pasa por su donación en pasión y muerte. Porque es aquí donde se dibuja el rostro del Hijo de Dios en plenitud, sacerdocio definitivo que sabe de calidades nuevas al comunicarnos la acabada relación con Dios Padre. A este sacerdocio accede Jesús de Nazaret no por terrenal protocolo o por licencia hereditaria, sino por la fuerza de Dios que se manifiesta en su resurrección, haciéndolo así eterno; no es sacerdocio de acuerdo a la ley, pues su novedad estriba en que es salvador de los hombres y capaz de perfilar una nueva esperanza mucho mejor que la del antiguo orden.

Jesús citó este salmo, en una controversia que tuvo con los fariseos: ¿Cuál es vuestra opinión sobre el Mesías? ¿De quién es hijo? Ellos respondieron: de David. Jesús replicó: ¿Cómo pues David inspirado por el Espíritu Santo lo llama Señor, diciendo: dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies? "Si David lo llama señor, ¿cómo puede ser su hijo?" De esta manera "Jesús subrayó el carácter misterioso de su origen" Y sugirió que El era el Mesías esperado.
Salmo 110, 1 – 4
Es sacerdote no en virtud de una ley humana, sino por una fuerza de vida indestructible.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Palabra del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré,
como rocío, antes de la aurora. »
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec.»
Gracias te damos, Señor, por esta Palabra tuya que tanta importancia tiene y nos da a conocer con toda claridad la personalidad de tu Hijo, el Mesías, al que David llama su Señor.
Y gracias te damos, Señor, por habernos creado a tu imagen y semejanza y haber engendrado a tu Hijo, príncipe entre esplendores sagrados, pero también hombre susceptible de sufrimiento, lleno de compasión con los que sufren.
Sacerdote eterno, ajeno a sacrificios y holocaustos, dedicado a nosotros los seres humanos.

Levántate y ponte ahí en medio. Estamos en la primera parte del evangelio de Marcos dónde los distintos personajes que se congregan en torno a Jesús reaccionan ante sus palabras y sus acciones de manera muy diferente. En esta ocasión, como en otras anteriores, son los fariseos, la gente buena y que se cree perfecta, la que espera que Jesús realice algún signo que vaya contra la Ley de Moisés.
Una vez más el día es sábado y el lugar la sinagoga de Cafarnaúm. En este ambiente de celebración religiosa, el evangelista nos dice que allí se encontraba un hombre que tenía la mano paralizada, un enfermo, al que parece que todo el mundo ignora, porque en quién realmente se fijan las autoridades religiosas es en Jesús. El motivo es claro, lo único que les mueve es poder acusarle. La gente lo había manifestado la primera vez que Jesús enseñaba en la sinagoga, “este habla con autoridad, no como los escribas y fariseos y trae una doctrina nueva” (Mc 1,27). La novedad que trae Jesús supera, la ley, el sábado y cualquier precepto que no ponga en el centro de la vida, al ser humano, especialmente al que sufre, al oprimido, al que se deja al margen...incluso de Dios. Por eso Jesús invita a la persona a ponerse en medio, para ser vista, para ser compadecida. Pero la pregunta se la hace a los fariseos, el enfermo no pide nada, se deja hacer por el Señor, sabe esperar y tal vez confía en que Jesús hará algo. ¿Qué está permitido hacer en sábado? La respuesta es evidente, lo bueno, salvar al que sufre, no dejar a nadie morir a la intemperie, en la desolación...eso es lo bueno. Ante la evidencia uno calla, los fariseos han sido descubiertos, se han quedado sin palabra que responder.
Jesús reacciona como un ser humano: airado frente a la dureza de corazón de esos letrados capaces de poner la ley por encima de la persona y hacer de ella norma y cumplimiento vacío y sin corazón; dolidoante la incapacidad de abrir sus mentes a comprender quién es él, el Mesías que trae el Reino e interpreta la ley como salvación y liberación de todo ser humano. Por eso, Jesús obra el milagro y la mano queda restablecida. Está claro que el signo lejos de ablandar el corazón de los fariseos, estos van a tomar una decisión que marcará el destino de Jesús y el nuestro. Ellos se confabulan con aquellos que consideran sus enemigos, los herodianos, partidarios de Herodes Antipas, para matar a Jesús. El camino del Maestro ya está señalado, las autoridades religiosas, no aceptan ni comprenden el mensaje de vida, de esperanza y salvación que trae para todos, prefieren quedarse en lo conocido que abrirse a la novedad del Mesías, que trae la buena noticia, que habla con autoridad y es capaz de transformar la vida del ser humano. ¿Estamos dispuestos/as a abrirnos a la novedad de Jesús?
Evangelio Mc 3, 1 – 6
¿Es la ley el valor supremo? ¿O lo es el bien del hombre y la gloria de Dios?... ¿Seguimos en la duda?
¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre?
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en la sinagoga, y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la parálisis: «Levántate y ponte ahí en medio. Y a ellos les preguntó: « ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer lo bueno o lo malo?, ¿salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?» Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira, y dolido de su obstinación, le dijo al hombre: «Extiende el brazo.» Lo extendió y quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron a planear con los herodianos el modo de acabar con él.
1 Es el último de los cinco conflictos de Jesús con los fariseos, aunque, realmente, Él mismo lo inicia, en su deseo de liberarnos de la observancia de la Ley cuando es necesario para procurar el bien de otros.
2 Según los fariseos estaba permitido faltar al descanso del sábado para salvar a alguien del peligro de muerte; Jesús lo amplia, ya que para Él no hacer el bien es hacer el mal.
3 Claro que no podemos interpretar este no observar la Ley como pretexto para la conveniencia personal o mejorar el nivel de vida, o cosas similares.
4 Es necesario tener una conciencia bien formada que nos lleve siempre a obrar dentro del respeto y la confianza que se debe a los demás.
5 Y así vemos primero la consideración de Jesús con el hombre del brazo atrofiado: “Levántate y ponte en medio”. Hay que tener en cuenta lo que ya sabemos: este hombre era considerado impuro y, por tanto, debía de mantenerse alejado.
6 Vemos a continuación que, a sabiendas de que la ley prohibía curar en sábado, una ley colocada por encima del bienestar de las personas, Jesús cura a aquel hombre y con ello denuncia la prohibición de curar en día de sábado como un sistema de muerte.
7 La pregunta deja callados a aquellos que buscaban acusar y eliminar a Jesús y les reafirma en sus planes.
8 Es uno de los varios textos evangélicos que nos dibuja la especial relación del mensaje de Jesús de Nazaret con la ley mosaica, las más de las veces cifrada en la guarda del sábado. La cuestión se plantea en lo que para Jesús es el sagrado terreno de la vida, la salvación íntegra del hombre, el sentido de su existencia. Por eso mismo surge el conflicto entre la habitual lectura de la ley y el habitual modo de hacer y compadecer del Maestro de Galilea. Lo que plantea es muy elemental: la religión ¿es de vida o de muerte? ¿Fomenta hacer el bien o no? ¿Tiene entrañas de humanidad o su exacto cumplimiento es innegociable? La ley, entendida al farisaico modo, dice poco del Dios con rostro humano que nos traslada Jesús de Nazaret. Y si no sirve al hombre, y más si éste es doliente y descartado, no sólo es inhumana, es que no cabe ni en el evangelio ni en el mensaje de Jesús. La opción religiosa no está sólo para encauzar el mejor sentimiento humano hacia la divinidad, está también, y sobre todo, para ofrecer sentido a nuestra existencia y para transmitir a todas las criaturas el recado dignificante de ser imagen del creador. Bien es cierto que esta postura de Jesús incrementaba los argumentos para su ulterior sentencia de condena a muerte, pero no por ello el Maestro renuncia ni a su misión ni a su identidad, aunque no hable de su persona, como otras veces; lo suyo es curar y perdonar, acercarse a la humanidad doliente y consolar, bendecir y glorificar a su Padre Dios haciendo todo lo posible para que el hombre viva, en el mejor cultivo del amor y de la vida.
¿La comunidad hace todo lo posible para que su culto y liturgia busquen la gloria de Dios en la vida de los hermanos?

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE? : El sacerdocio de Jesús, su testimonio, sus acciones marcan la senda que debemos de seguir y, al mismo tiempo, van labrando los planes de aquellos a los que molesta la actitud de Jesús ante la vida y ante los hombres. Esto será lo que le lleve a la muerte en la cruz.

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Somos conscientes de nuestro sacerdocio regio? ¿Ejercemos nuestras funciones buscando el bien de todos? ¿Tratamos de que aquellos que la sociedad considera “impuros” estén en todas las manifestaciones de la vida a la altura de los demás? O ¿Somos clasistas y no luchamos porque nuestra parroquia acoja a todos por igual y busque a los más humildes y necesitados?

LA ORACIÓN: Cristo, cabeza, rey de los pastores, el pueblo entero, madrugando a fiesta, canta a la gloria de tu sacerdote himnos sagrados. Con abundancia de sagrado crisma, la unción profunda de tu Santo Espíritu le armó guerrero y le nombró en la Iglesia jefe del pueblo. Él fue pastor del rebaño, luz para el ciego, báculo del pobre, padre común, presencia providente, todo de todos. Tú que coronas sus merecimientos, danos la gracia de imitar su vida, y al fin, sumisos a su magisterio, danos su gloria. Amén.

CARTA ENCÍCLICA DILEXIT NOS DEL SANTO PADRE FRANCISCO
SOBRE EL AMOR HUMANO Y DIVINO DEL CORAZÓN DE JESUCRISTO
19. El corazón también es capaz de unificar y armonizar tu historia personal, que parece fragmentada en mil pedazos, pero donde todo puede tener un sentido. Es lo que expresa el Evangelio en la mirada de María, que miraba con el corazón. Ella era capaz de dialogar con las experiencias atesoradas ponderándolas en el corazón, dándoles tiempo: simbolizando y guardando dentro para recordar. En el Evangelio, la mejor expresión de lo que piensa un corazón son los dos pasajes de san Lucas que nos dicen que María “atesoraba (syneterei) todas estas cosas, ponderándolas (symballousa) en su corazón” (cf. Lc 2,19.51). El verbo symballein (del que proviene “símbolo”) significa ponderar, reunir dos cosas en la mente y examinarlas con uno mismo, reflexionando, dialogando interiormente. En Lucas 2,51 dieterei es “guardaba cuidadosamente”, y lo que ella conservaba no era sólo “la escena” que veía, sino también lo que no entendía todavía y aun así permanecía presente y vivo en la espera de unirlo todo en el corazón.



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