21/11/2024 Descubramos la paz de la Persona, del Señor con su Espíritu como “Consejero Delegado”

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 21 NOVIEMBRE 2024
Descubramos la paz de la Persona, del Señor con su Espíritu como “Consejero Delegado”

No llores más. Este pasaje del Apocalipsis, con un lenguaje un tanto complicado, empieza a clarificarse al identificar al “cordero degollado”, al “león de Judá”, al “vástago de David” con Cristo Jesús.
El texto nos presenta la situación, con angustia y lágrimas, en la que nadie puede abrir un libro especial, “el rollo” y ver así su contenido, un “rollo escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos”. Este libro describe la historia de la humanidad. Solo Cristo Jesús, “el cordero degollado”, el que fue crucificado, el que entregó su vida por amor a todos nosotros, es capaz de abrir ese importante libro y nos explica bien cuál es la historia de la humanidad. “Con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua y nación”. Con su vida, muerte y resurrección, destruyó para siempre el pecado y sus consecuencias, nos devolvió la relación amorosa a los hombres con Dios, consiguiendo que la historia de la humanidad no fuera la historia de un fracaso, sino la historia de la salvación, la historia del triunfo del amor, logrando para todos la resurrección a la plenitud de la vida y de la felicidad.
Primera lectura Ap 5,1-10
El cristiano necesita del entusiasmo de la fe, para poder hacer que otros descubran a nuestro Dios, Señor y Padre, o Padre y Señor
El Cordero fue degollado y con su sangre nos compró de toda nación.
Yo, Juan, vi a la derecha del que estaba sentado en el trono, un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: ¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos? Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido. Pero uno de los ancianos me dijo: No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos. Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero que estaba de pie a pesar de que lo habían degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos -son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; tenían cítaras y copas de oro llenas de perfume -son las oraciones del pueblo santo. Y entonaron un cántico nuevo: «Eres digno de tomar el libro y de abrir sus sellos, porque fuiste degollado, y con tu sangre has comprado para Dios, hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación; has hecho de ellos una dinastía sacerdotal, que sirva a Dios y reine sobre la tierra».
1 Hoy aparecen dos nuevos elementos: El libro, sellado con siete sellos, la historia de Israel, la Ley que ocupa todo el Antiguo Testamento, y el Cordero, la figura de Cristo.
2 Nadie es digno de abrir el libro, de levantar los sellos del rollo, papiro en el que se escribía en aquella época. Es que nadie puede entender el plan de Dios que se realiza en la historia
3 El cordero que derrama su sangre por enseñarnos del camino del Reino sí es considerado digno de levantar los sellos.
4 El Padre le entrega el rollo con la mano derecha, mano del poder, le entrega el poder y la gloria, le revela el misterio de la muerte y la resurrección que se cumple en la historia.
5 Seres vivientes y ancianos ya los habíamos visto el primer día. Cristo constituye así su Reino, distinto del de Israel, pero que acoge a todos los seres humanos.
6 Pueblo de reyes y sacerdotes como Cristo. Gracias, Señor, por tu generosidad

El pueblo de Dios sabe que está llamado a la gloria y a la alegría, que será instrumento de la justicia de Dios. Dios se sirve de los humildes, reunidos por Cristo para juzgar al mundo y darle la salvación.
Salmo 149,1-6a.9b
La fidelidad del Señor debe llevarnos a la alegría y la celebración
Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas,
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles.
Los israelitas cantan alegres su agradecimiento al Señor por el amor que les ha mostrado al devolverlos a su tierra, al volver del destierro.
Alegres cantamos nosotros la constitución de ese nuevo Reino, que tu Hijo nos ha venido a proclamar; te alabamos y te bendecimos por tu fidelidad.
Te pedimos, Señor, que nuestra alegría sea siempre manifiesta para que mejor seamos capaces de unirnos a tu Hijo en la proclamación del Reino.
¿Y cual es ese Reino? ¿Cómo podemos realizarlo? Con amor, con justicia, sembrando la paz a nuestro alrededor, atendiendo a todo aquel que nos necesita.

Dijo llorando... Bien sabemos que Jesús es Dios y hombre verdadero. Nuestro peligro es olvidarnos de uno de los extremos y quedarnos solo con el otro. Quedarnos, en uno de los casos, con que es Dios, algo que es verdad, y olvidarnos que también es un ser humano como cualquiera de nosotros.
El evangelio de hoy nos muestra el lado más humano de Jesús. De entrada, no nos atrevemos a decir que Dios llora, pero sí podemos afirmar que Jesús llora porque tiene un corazón humano. Y llora porque es rechazado por los habitantes de Jerusalén a los que él tanto quería.
Jesús les ha ofrecido su buena noticia, en la que va incluido su amor, su luz, su esperanza... algo capaz de saciar los deseos más profundos del cualquier corazón humano en su anhelo de sentido y felicidad. Nadie puede ofrecer lo que Jesús ofrece. Y se encuentra que es rechazado por los moradores de Jerusalén. Es verdad, lo podemos repetir, Jesús llora porque él es rechazado, pero llora mucho más por los que le rechazan porque se pierden un gran tesoro. “¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz!”, porque llegarán para Jerusalén momentos de devastación y destrucción... “porque no reconociste el momento de mi venida”.
Ante este evangelio, surge una pregunta para nosotros seguidores de Jesús en el siglo XXI: ¿acogemos con emoción profunda a Jesús y seguimos sus huellas o somos capaces de rechazarle?
Evangelio Lc 19,41-44
La presencia del Espíritu hace que nuestro corazón esté en paz. ¡No anestesiado, no! ¡En paz! Consciente, en paz: con la paz que solo la presencia de Dios da”.
¡Si comprendieras lo que conduce a la paz!
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: ¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida.
1 Desde unos mil años antes de Jesús, ya Jerusalén se había convertido en el corazón de Israel. Cierto que esta ciudad, capital de los jebuseos, nunca pudo ser conquistada por los israelitas de la época de Josué y de los Jueces. Fue mucho más tarde, ya en la época de David cuando cae la ciudad, justamente en sus manos. David la toma como posesión suya y la hace capital de su Reino; para completar su figura como capital, Salomón construye el templo, y para evitar todo intento de competencia, Josías centraliza allí el culto, es decir, elimina todos los santuarios locales; hacia el 587, Jerusalén es destruida por los caldeos o babilonios y el templo es saqueado y luego incendiado. Unos cincuenta años después, regresan los israelitas y, con la ayuda de los persas, reconstruyen Jerusalén y, por supuesto, el templo.
2 Esta es la ciudad que conoce Jesús; es ahí donde habita la Presencia, pero es también donde se maquinan todas las injusticias, atropellos y aberraciones contra el pueblo; ese es el motivo del llanto de Jesús: cómo juegan con la imagen de Dios, como se aprovechan de él para oprimir y maltratar al inocente. ¿No nos produce llanto la estructura religiosa de nuestro tiempo?
3 Israelitas y palestinos siguen sin “comprender lo que conduce a la paz”. Parece que sigue escondido para ellos y el sufrimiento de la continua lucha no tiene fin.
4 Israel no reconoció a Jesús, no se dio cuenta del cordero que había llegado a su tierra para proclamar un Reino de amor, justicia y paz
5 Pero, ¿y nosotros? ¿nos damos realmente cuenta? ¿entonces... ¿

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE? : El Dios Padre entregó a su Hijo el libro de la vida, de la justicia y de la paz, para que Jesús lo abriera para conocimiento de todos los seres humanos. Así tenemos que cantar con alegría el anuncio del Reino, dando testimonio de su bondad y de la fidelidad que Dios ha mostrado con nosotros, orando para que el pueblo de Israel y el pueblo palestino, descubran también ese Reino de paz y cesen su lucha. Y para que nosotros también dejemos las luchas y nos acojamos a esa misericordia y fidelidad que deberíamos de imitar

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Cómo va nuestra comprensión de la maravilla del Reino que expresa el libro del Apocalipsis? ¿Somos capaces de entonar cantos de alabanza al Señor, aunque nuestro oído no sea demasiado “musical”? ¿Nos preocupa la violencia existente en nuestra nación y las guerras que hay por el mundo? ¿Rezamos por su cese, porque el corazón del hombre dé cabida al Reino de Dios?

LA ORACIÓN : Te ruego, Señor, que tu Reino se extienda por todo el mundo, que seamos todos capaces de sembrar la paz a nuestro alrededor dando testimonio de tu Hijo y del camino de humildad y amor que Él nos dejó. Te lo pedimos, Señor

CARTA ENCÍCLICA PACEM IN TERRIS DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarseen la verdad, la justicia, el amor y la libertad
45. Cuando la regulación jurídica del ciudadano se ordena al respeto de los derechos y de los deberes, los hombres se abren inmediatamente al mundo de las realidades espirituales, comprenden la esencia de la verdad, de la justicia, de la caridad, de la libertad, y adquieren conciencia de ser miembros de tal sociedad. Y no es esto todo, porque, movidos profundamente por estas mismas causas, se sienten impulsados a conocer mejor al verdadero Dios, que es superior al hombre y personal. Por todo lo cual juzgan que las relaciones que los unen con Dios son el fundamento de su vida, de esa vida que viven en la intimidad de su espíritu o unidos en sociedad con los demás hombres.



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