Es indispensable el apoyo y acompañamiento a los que nos necesitan… y tenemos que ser conscientes de quienes son.

31/05/2017 


 

 Primera lectura Rm 12, 9-16b
Actitudes cristianas de directa aplicación a nuestro tiempo
Contribuid en las necesidades de los santos, practicad la hospitalidad.
     Hermanos: Que vuestra caridad no sea una farsa; aborreced lo malo y apegaos a lo bueno. Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo. En la actividad, no seáis descuidados; en el espíritu, manteneos ardientes. Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración. Contribuid en las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Con los que ríen, estad alegres; con los que lloran, llorad. Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
Todo un verdadero programa de vida cristiana nos propone Pablo en esta lectura de la liturgia de hoy, especial por la festividad que se celebra; parece querer prepararnos para el recibimiento del “Santo de Israel”, la visita de la Virgen encinta.
Como vemos Pablo no nos da normas concretas, sino actitudes cristianas por las que encaminar nuestra vida. Fe: “Servid constantemente al Señor”, esperanza: “ Que la esperanza os mantenga alegres”, caridad: ”Que vuestra caridad no sea una farsa”.
Ardientes en el espíritu para proclamar constantemente el Reino de Dios. Asiduos en la oración para gozar siempre del Señor, escuchando su Palabra y disfrutando de su conversación.
Compartiendo lo que tenemos, especialmente con los “santos”, los más necesitados. Llenos siempre de compasión, es decir, acompañando a los que ríen y a los que lloran. Sin aspirar a lujos ni gran poder: “al nivel de la gente humilde”; una vida austera.

Lectura sálmica: Is 12,2-6
El Señor es nuestra salvación ahora ya y siempre
Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.
     El Señor es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel. »
Siguiendo las indicaciones de Isaías debemos de dar gracias al Señor, reconociendo las verdaderas hazañas que realiza con nosotros sus siervos, manteniendo en nuestros corazones la alegría de reconocer en el Señor nuestro Dios y Salvador.
Debemos tomar con seriedad e interés nuestra misión y responsabilidad de hacer llegar a todas las naciones esta buena nueva, para que todos podamos gritar jubilosos la grandeza de nuestro Señor.
Gracias, Señor, por tu fidelidad a la alianza que has firmado con tu pueblo.
Te ruego que seamos capaces de cumplir nuestra parte en la misma, confiando en tu fuerza y tu poder, de forma que tu Reino resplandezca en todo el universo.
Permanece entre nosotros, Señor, que sin Ti nada somos.

Evangelio Lc 1,39-56
En la vida familiar hace falta cultivar la fuerza del amor, que permite luchar contra el mal que la amenaza
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
     En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: «¡ Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.» María dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia como lo habla prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
María ha dicho sí, María ha aceptado ser fecundada por el Espíritu, María es portadora de la salvación, es fuente de alegría.
Ello nos lleva a celebrar la obra de Dios y lo que esa obra significa para los hombres, y nos lleva a preguntarnos si nosotros, nuestra comunidad parroquial y nuestra Iglesia, somos también portadores de la alegría de la salvación.
Para serlo, tenemos que decir sí al plan de Dios, al plan del Evangelio. Y dejar que el Espíritu nos fecunde.
La Mujer creyente Isabel alaba a María porque ha creído, y María responde con una nueva y solemne afirmación de fe, proclamada en forma de himno de alabanza. Ha escuchado la palabra de Isabel y ya no puede responderle con razones de la tierra.
Por eso ha dirigido su mirada hacia la altura: eleva la voz y en nombre propio, en nombre de Israel y de las gentes, entona la alabanza universal: «engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu por Dios mi salvador»
María recoge la dinámica de alabanza de Isabel y la dirige hacia Dios. Las alabanzas de Isabel no causan en María sentimientos de soberbia, sino que la estimulan en sus anhelos de la gloria de Dios.
María canta su profundo agradecimiento a Dios por los dones recibidos. María proclama que la raíz profunda de su gozo está en Dios: "se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador". La respuesta de María a Isabel es un acto de profunda religiosidad y un precioso testimonio de fe en Dios, en el Dios salvador, santo, poderoso, misericordioso, fiel...
Esta respuesta nos ayuda a valorar mejor los rasgos proféticos de la figura de María y nos autoriza a considerar a María como modelo de los que oran.

MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: El trozo de hoy de la carta de Pablo a los Romanos es digno de una buena meditación, que nos lleve a un buen examen de conciencia y que mantenga nuestra vida cristiana en constante atención a los demás

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Doy verdadero testimonio cristiano con mi vida? ¿Podríamos preguntarnos si nuestra fe queda quizá lejos de la de María, en consistencia y en contenido? ¿Qué nos impide descubrir y vivir la alegría de la presencia de Dios en nuestra vida?

LA ORACIÓN: Alabamos y bendecimos, Señor, a tu Santa Madre la Virgen María, que con su generosidad permitió la venida a este mundo de tu Hijo, nuestro Salvador. Te rogamos, Señor, que infundas en nosotros su generosidad, su prontitud en el auxilio y la proclamación de Jesús, y nos enseñes a orar como ella lo hacía. Te lo pedimos, Señor

Papa Francisco.- Exhortación Apostólica Amoris Laeticia, La alegría del amor
Gradualidad en la pastoral
293. Los Padres también han puesto la mirada en la situación particular de un matrimonio sólo civil o, salvadas las distancias, aun de una mera convivencia en la que, «cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público, está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas, puede ser vista como una ocasión de acompañamiento en la evolución hacia el sacramento del matrimonio». Por otra parte, es preocupante que muchos jóvenes hoy desconfíen del matrimonio y convivan, postergando indefinidamente el compromiso conyugal, mientras otros ponen fin al compromiso asumido y de inmediato instauran uno nuevo. Ellos, «que forman parte de la Iglesia, necesitan una atención pastoral misericordiosa y alentadora». Porque a los pastores compete no sólo la promoción del matrimonio cristiano, sino también «el discernimiento pastoral de las situaciones de tantas personas que ya no viven esta realidad», para «entrar en diálogo pastoral con ellas a fin de poner de relieve los elementos de su vida que puedan llevar a una mayor apertura al Evangelio del matrimonio en su plenitud». En el discernimiento pastoral conviene «identificar elementos que favorezcan la evangelización y el crecimiento humano y espiritual».

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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