30/09/2022 Los “pequeños” del mundo deben ser objeto de nuestra atención

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 30 SEPTIEMBRE 2022
Los “pequeños” del mundo deben ser objeto de nuestra atención

El hombre ha preguntado a Dios. Y es normal. ¡Y Dios replica con una ráfaga de «preguntas»! Es verdad. En el fondo, es Dios quien «interroga al hombre». No se tendrían que invertir los papeles. El hombre es una parte del universo... El universo existe antes que él y es exterior a él... ¿cómo puede el hombre pretender ser la regla, la medida y el censor de ese universo? El hombre es infinitamente «pequeño» ante el universo y ante Dios.
Quizá no nos agrada que nos lo recuerden, pero esto no cambia en nada la realidad: es así queramos o no lo queramos. Entonces, ¿por qué no lo «reconocemos»?
Concédenos, Señor, que sepamos someternos a la realidad y aceptarla.
Primera lectura Jb 38,1.12-21; 40,3-5
Las preguntas del Señor son objeto de reflexión
¿Has mandado a la mañana o has entrado por los hontanares del mar? El Señor habló a Job desde la tormenta: ¿Has mandado en tu vida a la mañana o has señalado su puesto a la aurora, para que agarre la tierra por los bordes y sacuda de ella a los malvados; para que la transforme como arcilla bajo el sello y la tiña como la ropa; para que les niegue la luz a los malvados y se quiebre el brazo sublevado? ¿Has entrado por los hontanares del mar o paseado por la hondura del océano? ¿Te han enseñado las puertas de la Muerte o has visto los portales de las Sombras? ¿Has examinado la anchura de la tierra? Cuéntamelo, si lo sabes todo. ¿Por dónde se va a la casa de la luz y dónde viven las tinieblas? ¿Podrías conducirlas a su país o enseñarles el camino de casa? Lo sabrás, pues ya habías nacido entonces y has cumplido tantísimos años. Job respondió al Señor: LMe siento pequeño, ¿qué replicaré? me llevaré la mano a la boca; he hablado una vez, y no insistiré, dos veces, y no añadiré nada.
Yahvé responde a Job desde los nubarrones de tempestad, como en el Sinaí. El no explica, ni se justifica, sino qu pregunta.
No demuestra su propia sabiduría, sino que obliga al hombre a reconocer que no sabe nada. Éste, al mirar y admirar las maravillas de la creación, descubre que la manera de Dios de disponer las cosas es desconcertante.
Como el viejo Job, el hombre moderno está acostumbrado a ver esto. Como yo mismo estoy acostumbrado a un amanecer o un anochecer desde la ventana de mi casa en Mugardos. ¡Asombroso! Una maravilla, que, con frecuencia no valoro suficientemente, aunque acostumbro a ver a Dios en esa maravilla.
De aquí a la oración, no queda espacio vacío.

Oración llena de admiración ante la sabiduría de Dios
Sal 139,1-3,7-8.9-10.13-14ab
Dios lo sabe todo
Guíame, Señor, por el camino eterno.
Señor, tú me sondeas y me conoces:
me conoces cuando me siento y me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares.
¿A dónde iré lejos de tu aliento,
a dónde escaparé de tu mirada?
Si escalo el cielo, allí estás tú;
si me acuesto en el abismo, allí te encuentro.
Si vuelo hasta el margen de la aurora,
si emigro hasta el confín del mar,
allí me alcanzará tu izquierda,
me agarrará tu derecha.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras.
Hay que ver, Señor, cómo nos conoces. A veces pienso que es extraño que podamos pensar en vivir sin seguirte, sin seguir tu senda llena de amor, justicia y bondad.
Porque sabemos que te debemos la vida, que Tú eres nuestro Creador y que es verdaderamente difícil encontrar felicidad alguna lejos de Ti.
Dirijamos a donde dirijamos nuestros pasos Tú ya lo sabes con anticipación, pero respetas siempre nuestra libertad, esa libertad que nos has otorgado al crearnos. Intervienes en mi vida, estás presente en mis actos, en mis encuentros, en mis conversaciones.
Pero no tratas de forzar ni uno de nuestros más pequeños pensamientos, dejas que nuestro corazón nos lleve por donde queremos ir, que nuestra mente dirija nuestros deseos, o ¿nuestros caprichos?, y, la verdad, es que hay veces en que el lodo nos ha llegado a la rodilla.
Pero, sé que Tú estás ahí; sé que Tu misericordia atenderá nuestra oración, aunque muchas veces no comprendamos el camino por el que nos sacas de nuestras encrucijadas, como también a veces nos atrevemos a pensar que “nos mandas cosas que no entendemos”.
Acabamos comprendiendo que algo que nosotros consideramos malo para nosotros, nunca puede venir de Ti, o no puede ser malo. Lo has creado todo, lo has instrumentado correctamente, y lo cuidas con extremo cariño.
Porque Tú estás a salvo de todo mal y tampoco mandas pruebas a nadie. Tu majestad nos impresiona, nos sentimos pequeños, ¡y aún tratamos de sublevarnos!
No podemos por menos que alabarte, alabar todas tus acciones, alabar tu justicia y la paz que derramas sobre todo aquel que Te sigue. Y tampoco podemos dejar de darte gracias, de agradecer todo lo que haces por nosotros, tus exquisitos cuidados, tu respeto de nuestra libertad y de nuestra dignidad.
También tenemos que pedirte; tenemos que rogarte que nos sigas protegiendo; que hagas de nosotros misioneros de tu Palabra, evangelizadores de Tu verdad, de la verdad que encierra Tu Reino.
Que nos des paciencia, iniciativa y actitud de ser testimonio de Ti, de ser un testimonio cristiano vivo en Tí, caminando siempre por el buen camino y tratando de encaminar por él a aquellos que desprecian tus proyectos o te odian, procurando darte a conocer como “gente” que merece la pena seguir y llevar en el corazón.
Danos, te rogamos Señor, el sentido de compasión que siempre mostró tu Hijo Jesús en toda su trayectoria terrena, y haz que seamos capaces de mirar con amor al amigo que parece que nos vuelve la espalda, tratando siempre de reanudar esa amistad.

"¿Cuántos de nuestros contemporáneos tienen más que un comportamiento espiritual infantil? Viven ante Dios como niños de tres años, reduciéndolo al papel de policía o de contable que castiga las faltas o sopesa los méritos. La religión es para ellos una acumulación de ritos y preceptos a los que es necesario ser fiel si se quiere "ganar el cielo" y "salvar el alma"; los sacramentos, los medios privilegiados para recuperar la buena conciencia o alimentar el sentimentalismo; y el pecado, la trasgresión de una ley que debe evitarse por temor al castigo que le seguirá.
En resumen, que no están suficientemente evolucionados para acceder al reino del espíritu, permaneciendo bajo el régimen de la ley y de la letra. Tener espíritu de niño es una cosa y seguir siendo niño es otra bien diferente".

Evangelio Lc 10,13-16:
¿Somos conscientes de las obras que continuamente realiza el Señor?
Quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
En aquel tiempo, dijo Jesús: ¡Ay de ti Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, vestidos de sayal y sentados en la ceniza. Por eso el juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al abismo. Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.
1 Junto con Cafarnaún, las dos ciudades que aquí se citan fueron la zona en las que más estuvo Jesús y que, por tanto, más pudieron escucharle; por eso Jesús parece exigirles más que a esas otras ciudades paganas que sólo ha tratado de paso.
2 Realmente aplicable a los países que tenemos la suerte de ser cristianos y en los que la escucha de la Palabra del Señor es cada día menor.
3 Toda una responsabilidad, todo un círculo vicioso que cada vez nos separa más del Señor, ahonda las diferencias entre pobres y ricos, hace a éstos más ambiciosos y, en resumen, los aleja de la felicidad que solamente se puede encontrar en el Padre.
4 Nuestra proclamación del Reino y nuestro testimonio deben de ser constantes, aspirando a que todas las personas escuchen la Palabra del Señor y apoyando nuestra acción verbal con una constante atención a los más necesitados, a los más oprimidos, cuestión especialmente necesaria en estos momentos de gran crisis económica.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: El Señor es el Creador del Universo y la ciencia nunca será capaz de abarcar todos sus misterios; su realidad nos trasciende, pero nos acompaña siempre. A veces nos parece que los amigos “de toda la vida”, ya no quieren saber nada de nosotros; nuestra disponibilidad debe de estar siempre en vigor, tratando de volver a la comunicación y crecer de nuevo en la relación. El seguimiento de Jesús, nuestra conducta consiguiente y nuestra proclamación del Reino de Dios como fuente de todo bien, deben de marcar nuestro camino por la vida

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Sabemos, somos conscientes, de que Dios es el Creador del Universo, que nos ha creado a nosotros y que nos cuida? A veces, damos las cosas por sabidas, pero no actuamos consecuentemente. ¿Criticamos a los “amigos” que parece se ha olvidado de nosotros? ¿Practicamos con frecuencia la escucha y la oración?

LA ORACION.- Nuestra paz, Señor, es cumplir tu voluntad. Tú que nos has dado la luz del nuevo día, concédenos también caminar por sendas de vida nueva, y Tú que todo lo has creado con tu poder, y con tu providencia lo conservas todo, ayúdanos a descubrirte presente en todas tus criaturas. Te lo pedimos, Señor

ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL PAPA SAN JUAN PABLO II
23. Las diversas formas del «mandato misionero» tienen puntos comunes y también acentuaciones características. Dos elementos, sin embargo, se hallan en todas las versiones. Ante todo, la dimensión universal de la tarea confiada a los Apóstoles: « A todas las gentes » (Mt 28, 19); « por todo el mundo ... a toda la creación » (Mc 16, 15); « a todas las naciones » (Act 1, 8). En segundo lugar, la certeza dada por el Señor de que en esa tarea ellos no estarán solos, sino que recibirán la fuerza y los medios para desarrollar su misión. En esto está la presencia y el poder del Espíritu, y la asistencia de Jesús: «Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos» (Mc 16, 20).



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