01/10/2022 La fe crece cuando se vive como experiencia del amor que se recibe y se comunica en especias de gracia y gozo

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 01 OCTUBRE 2022
La fe crece cuando se vive como experiencia del amor que se recibe y se comunica en especias de gracia y gozo

Reconozco que lo puedes todo y ningún plan es irrealizable para ti
Como sabemos Job, tuvo una vida algo traumática, pero a la misma vez como podemos comprobar en la lectura que se nos regala en la liturgia hoy, fue bendecido por el Señor al final de su vida más aún que al principio.
Es mucho lo que podemos aprender de este personaje bíblico, pero me gustaría centrarme en cómo la experiencia de Dios, cómo la confianza y la fe en Él va creciendo poco a poco, a pesar de todas las desgracias que le vinieron encima. Es más importante vivir agarrado a aquello que no pasa, a Aquel que como el propio Job nos dice al comienzo del texto “todo lo puede“. Dios a todo le da una luz nueva, hace grandes bienes de grandes males y no se dedica a ponernos zancadillas para luego salvarnos, sino que por el contrario, la gloria de Dios es que el hombre viva y viva en plenitud. Esa plenitud que recibimos de Dios en la medida de que él sea el motor, el centro de toda nuestra existencia.
Los cristianos corremos el peligro de ser solo creyentes de boquilla y cuando las dificultades o el yugo de la enfermedad nos sobrevine, caemos en un agujero oscuro y solitario. Job nos viene a enseñar como la salvación, la bendición, la fuerza de Dios recae sobre nosotros o mejor dicho vive en nosotros, somos tan solo nosotros los que debemos poner todo en sus manos y el milagro de una vida nueva se hará posible en nosotros. Dios no es una utopía sin más, Dios está vivo y presente en cada hombre que confía con fe plena en el amor que nos tiene a cada uno de los seres humanos por los que Cristo, nuestro Señor dio la vida en muerte de Cruz
Primera lectura Jb 42,1-3.5-6.12-16
Nuestra fe debe tener al Señor en nuestro corazón, confiar en Él y admirarle
Ahora te han visto mis ojos, por eso me retracto.
Job respondió al Señor: Reconozco que lo puedes todo y ningún plan es irrealizable para ti, - yo, el que empaño tus designios con palabras sin sentido -; hablé de grandezas que no entendía, de maravillas que superan mi comprensión. Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos; por eso me retracto y me arrepiento, echándome polvo y ceniza El Señor bendijo a Job al final de su vida más aún que al principio; sus posesiones fueron catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil borricas. Tuvo siete hijos y tres hijas: la primera se llamaba Paloma, la segunda Acacia, la tercera Azabache. No había en todo el país mujeres más bellas que las hijas de Job. Su padre les repartió heredades como a sus hermanos. Después Job vivió cuarenta años, y conoció a sus hijos y a sus nietos y a sus biznietos. Y Job murió anciano y satisfecho.
1 Job ha mantenido su confianza en el Señor a través de todos los males que le habían aquejado, y, al final de la narración, Dios premia esa fidelidad, un tanto al “estilo” judío de “premiar a los buenos y castigar a los malos”.
2 Pero lo importante es el diálogo del hombre con su Creador; lo importante es la experiencia de fe de Job que reconoce al Señor: “Te conocía sólo de oídas, ahora te han visto mis ojos”.
3 Lo importante es que, a pesar de reconocer que el hombre no es capaz de tener de Dios un conocimiento que le permita saber siempre qué significa un suceso de los que ocurren en el mundo, cree en la fidelidad y misericordia del Padre, sabiendo que la justicia de Dios se manifiesta a veces de una manera que supera al hombre, al igual que la creación escapa a su comprensión
4 Lo importante, también, es ver el rechazo de Job a la discriminación de las mujeres dejando una parte de su herencia a sus hijas.

Muchas veces es necesario pasar por el crisol de la prueba para reconocer el amor que Dios nos tiene. Dios siempre vela por nosotros como un Padre lleno de amor y de ternura. Él jamás da ni dará marcha atrás en el amor que nos tiene, pues lo que Dios da lo da de una vez y para siempre. Si nosotros hemos vivido como ovejas descarriadas y sólo mediante la prueba nos acordamos del Señor, hemos de ver que incluso esos momentos difíciles Dios los permite para que reflexionemos y volvamos a Él, como el hijo pródigo decide volver cuando se encuentra en una gran penuria, después de haberlo poseído todo.
En los momentos de prueba no nos desesperemos, ni le reclamemos a Dios; escuchemos más bien sus palabras que nos dirige diciéndonos que si lo ha permitido es porque está celoso de nosotros, que lo abandonamos para irnos tras los ídolos, que nosotros mismos nos inventamos. Pero Dios no nos abandonará a nuestra suerte; Él escucha nuestra voz y sale a nuestro encuentro para perdonarnos. Ojalá y en adelante caminemos en su presencia como hijos fieles a su amor y no como hijos rebeldes.
Salmo 119,66.71.75.91.125.130
Escucha, confianza y comprensión de la Palabra es cuestión del cristiano
Haz brillar, Señor, tu rostro sobre tu siervo.
Enséñame a gustar y a comprender,
porque me fío de tus mandatos.
Me estuvo bien el sufrir,
así aprendí tus mandamientos.
Reconozco, Señor, que tus mandamientos son justos,
que con razón me hiciste sufrir.
Por tu mandamiento subsisten hasta hoy,
porque todo está a tu servicio.
Yo soy tu siervo: dame inteligencia,
y conoceré tus preceptos.
La explicación de tus palabras ilumina,
da inteligencia a los ignorantes.
Te pedimos que nos enseñes siempre el buen sentido, para saber distinguir lo recto de lo malo, para no apartarnos de Ti, Señor, en lo cual consiste la verdadera ciencia: conocer tu mano en todo, para ordenar la vida conforme a las insinuaciones de tu voluntad, manifestada en tus mandamientos.
Te alabamos y te bendecimos, Señor, porque tu Palabra es una guía en nuestra vida y nos lleva siempre hacia Ti, aunque a veces nuestro ser humano se salga del camino.
Te rogamos, Padre, que nos enseñes a aplicar tu justicia en todos los acontecimientos de nuestra vida, de forma que sepamos hablar a los poderosos de la necesidad de atender a los necesitados.
Que sepamos dirigirnos a los necesitados con palabras de confianza en Ti, y que sepamos comportarnos siempre con la necesaria austeridad que dé testimonio de esa justicia y fundamente nuestro discurso a todos.

Dichosos... En este texto podemos diferenciar la alegría de los discípulos por el sometimiento de los demonios, la enseñanza de Jesús a ellos “estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo” y la oración de alabanza del mismo Cristo.
Y es que la oración de acción de gracias y de alabanza a Dios Padre, es vital en la vida de todo creyente. No solo nos hace agradecidos para con Dios, sino que a la vez nos hace ser agradecidos y generosos para con los hermanos.
Debemos de sentirnos de sentir la dicha, la alegría profunda que da el servicio a los hermanos y el seguimiento de Cristo. Muchas pueden ser las dificultades que tanto una cosa como la otra, atraigan a nuestra vida e incluso a nuestro quehacer diario, como por ejemplo rechazo por parte de la sociedad, de nuestra familia y amigos; pero gozamos con la promesa cumplida de Jesús. Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quien es el Hijo, sino el Padre; ni quien es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
El mismo Dios en la persona de su Hijo camina junto a nosotros, conoce nuestras dificultades y nuestras alegrías y por ellas y junto a nosotros ora cada día a Dios Padre. Sí, hermanos, muchos quisieran gozar del regalo de la fe, pero las circunstancias o la propia cerrazón del hombre se lo impiden, por eso gocemos de los tesoros de la fe, seamos hombres y mujeres de oración agradecida y que nuestro compromiso verdadero lleve a muchos de los alejados de Dios a conocerlo algún día y amarlo para, como nosotros, sentir en lo profundo de su corazón las palabras que Jesucristo dice hoy en el Evangelio “dichosos vosotros”, felices porque con Dios nada nos falta, nada nos turbe, nada nos espanta, solo Dios nos basta.
Evangelio Lc 10,17-24
La alegría siempre acompañará a una fe verdadera
Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.
En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús: Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre. El les contestó: Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo. En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó: Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre, ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo se lo quiere revelar. Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.
1 La experiencia de fe es motivo de alegría para los discípulos de Jesús que ven la acción de Dios en su camino por el mundo, en su proclamación del Reino.
2 Jesús pone en su punto la alegría de los discípulos; el verdadero motivo es el hecho de ser amados por el Padre, “... vuestros nombres están inscritos en el cielo”.
3 En la oración que Jesús dirige al Padre guiado por la acción del Espíritu, se especifica que “se llenó de la alegría del Espíritu Santo”, expresando la apertura al Reino y proclamando la misericordia del Padre, que se hacen evidentes en los pequeños, en los pobres y en los que no cuenta para nada, porque ellos han escuchado la palabra anunciada por los enviados.
4 Sin embargo, los sabios y doctos se complacen en su competencia intelectual y teológica y esta actitud les impide entrar en el dinamismo dado por Jesús a la salvación.
5 La enseñanza que Lucas pretende transmitir a cada creyente y a las comunidades eclesiales, se podría sintetizar así: la humildad abre a la fe; la suficiencia de las propias seguridades cierra al perdón, a la luz, a la benevolencia de Dios.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: La experiencia de fe es la sensación que llena de gozo nuestros corazones y nuestras mentes; es ver al Señor en todos los acontecimientos de nuestra vida. Para ello, necesaria es la humildad, sabernos en manos del Padre, dirigiendo nuestra actividad hacia el bien de los más necesitados, con entera confianza en que la misericordia y la fidelidad del Señor guiarán nuestras vidas e “inscribirá nuestros nombres en el cielo”

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Conocemos a Dios solamente de “oídas”, de homilías, o lo ven nuestros ojos? ¿Nos fiamos de sus mandatos y de sus enseñanzas que nos llegan por medio de su Espíritu? ¿Somos humildes y reconocemos que necesitamos del Señor para que nos revele “sus cosas”? ¿Tenemos confianza en la llamada de Dios y en su poder, que busca manifestarse a través de la simplicidad, de la pobreza y de la humildad?

LA ORACION.- Señor Jesús, que quieres que seamos la sal de la tierra y la luz del mundo, ilumina nuestras vidas con tu propia luz; y tú que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran, haz que sepamos servirte a ti y a nuestros hermanos con humildad. Te lo pedimos, Señor

ENCÍCLICA REDEMPTORIS MISSIO DEL PAPA SAN JUAN PABLO II
En cuanto a las diferencias de acentuación en el mandato, Marcos presenta la misión como proclamación o Kerigma: «Proclaman la Buena Nueva» (Mc 16, 15). Objetivo del evangelista es guiar a sus lectores a repetir la confesión de Pedro: «Tú eres el Cristo» (Mc 8, 29) y proclamar, como el Centurión romano delante de Jesús muerto en la cruz: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15, 39). En Mateo el acento misional está puesto en la fundación de la Iglesia y en su enseñanza (cf. Mt 28, 19-20; 16, 18). En él, pues, este mandato pone de relieve que la proclamación del Evangelio debe ser completada por una específica catequesis de orden eclesial y sacramental. En Lucas, la misión se presenta como testimonio (cf. Lc 24, 48; Act 1, 8), cuyo objeto ante todo es la resurrección (cf. Act 1, 22). El misionero es invitado a creer en la fuerza transformadora del Evangelio y a anunciar lo que tan bien describe Lucas, a saber, la conversión al amor y a la misericordia de Dios, la experiencia de una liberación total hasta la raíz de todo mal, el pecado.



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