21/03/2024 Tener la vida eterna es saber que nuestro destino se realiza plenamente en la vida inmortal de Dios.

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 21 MARZO 2024
Tener la vida eterna es saber que nuestro destino se realiza plenamente en la vida inmortal de Dios.

La tradición sacerdotal postexílica nos presenta en este puñado de versículos la vocación de Abrahán, para que el pueblo vuelva a esperar en la certeza de la alianza con Dios (cf. Dt 5,5-7). De hecho, Israel ha quedado reducido a un pequeño "resto", privado de los dones prometidos a Abrahán, el mismo Abrahán al que Dios llamó "padre de una muchedumbre" (cf. Gn 12,2).
Dios no puede renegar de la alianza, porque no puede renegar de sí mismo: ése es el fundamento seguro que debe mantener la esperanza del pueblo, la misma que permitió a Abrahán esperar contra toda esperanza. Dios es quien ha tomado la iniciativa, se ha revelado y ha manifestado a Abrahán su nuevo nombre -"padre de una muchedumbre" que le convierte en protagonista de un designio divino de salvación (v 6). De ahí le viene a Abrahán la exigencia de corresponder a aquella llamada, que se traduce en el imperativo: "Camina en mi presencia y sé íntegro" (cf. Dt 5,7), es decir: "Sé mío -dice el Señor- porque yo soy 'tu Dios"'. La respuesta de Abrahán es la postración: "Cayó rostro en tierra" , en actitud de adoración, esto es, de gratitud que se convierte en escucha. Le permite a Dios que le hable.
Dios le presenta un pacto a Abrahán, le concede la tierra. Para un nómada, uno “sin tierra”, esto es muy importante: tierra donde vivir, crecer, echar raíces; no sólo para él, también para su descendencia, para todos los que de él salgan. Dios será su Dios, sólo a Él deben adoración.
Muchos pueblos salen de su tierra buscando también la tierra prometida, que por derecho les corresponde, se arriesgan. ¿Qué encuentran?, ¿acogida...? ¿Qué Dios les presentamos: un Dios solidario, acogedor...; o un Dios absoluto, intransigente...?
Primera lectura Gn 17, 3 – 9
Los verdaderos descendientes de Abrahán son aquellos que por la fe confían en las promesas de Dios
Serás padre de muchedumbre de pueblos
En aquellos días, Abrán cayó de bruces, y Dios le dijo: «Mira, éste es mi pacto contigo: Serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino que te llamarás Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré crecer sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Mantendré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, la tierra de Canaán, como posesión perpetua, y seré su Dios.» Dios añadió a Abrahán: «Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones.»
1 Es la segunda promesa de Dios a Abrán, al que ya le había ofrecido la tierra prometida, que pasa de Abrán, padre venerado, a Abraham, padre de multitudes. Jesús también cambia el nombre de Simón a Kefas, piedra, Pedro (Jn 1, 42), que será el primer dirigente de la Iglesia.
2 Los cambios de nombre indican, en ambos casos, cambios en la misión de las personas. La alianza queda establecida entre Dios y su pueblo, con la tierra prometida como lugar de posesión. Nuestra fe sabe del amor y la fidelidad de Dios y de eso se alimenta para iniciar aquí la vida eterna siempre en compañía del Señor
3 Debemos de tener en cuenta que se escribió mucho más tarde, después del regreso del exilio de Babilonia, cuando la religión otorgaba prioridad a los ritos que diferenciaban al pueblo israelita de los demás y cuando, a los sacerdotes, la circuncisión les parecía condición indispensable para incorporarse al pueblo.
4 Pero hay que destacar de esta lectura como Dios habla con Abraham «en lo íntimo de su vida». El objeto de su conversación es la gran preocupación de Abraham de no tener un hijo.
5 Un ejemplo a seguir; nuestra esperanza de vida debe de llevarnos a la “charla amigable con el Señor. Pero, si le escucho pocas veces, ¿no será, sobre todo, porque «no quiero oír» lo que Él me dice? O ¿será quizá porque sólo quiero escuchar lo que me agrada? Hago oídos sordos cuando oigo Palabras que no corresponden a mis deseos. En lugar de decir sinceramente: «Hágase tu voluntad»... siento la tentación de cambiar los papeles, diciendo «hágase mi voluntad»...
6 Es la segunda vez que Dios promete a Abrahán una fecundidad sin medida; Abrahán no pone la menor resistencia a Dios, jamás duda, es el hombre de la fe inquebrantable y de la obediencia fiel a Dios.
7 Es el inicio de la historia de la salvación que empieza con la fe de un hombre, el ejemplo perfecto para todos los que después nos hemos ido insertando en la misma corriente de salvación. Formamos parte, sin duda, y si así lo deseamos y acatamos, de esos “descendientes por generaciones”

El salmo incide en la alianza de Dios con su pueblo, con Abrahán y con Jacob, y nos invita en este tiempo a revivir esta alianza también con nosotros, pueblo elegido de Dios y descendientes de Abrahán, volviendo la mirada a Dios en todo momento.
Salmo 105,4 – 9
La Palabra del Señor asegura su fidelidad
El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra.
Se acuerda de su alianza eternamente,
de la palabra dada, por mil generaciones;
de la alianza sellada con Abrahán,
del juramento hecho a Isaac.
El salmo nos hace varias invitaciones para que, de alguna forma, alabemos al Señor, para fortalecer nuestra experiencia de fe con el Señor incrustado en nuestra vida.
El salmo también expresa nuestra confianza en el Señor, e su alianza con el hombre, en su juramento al pueblo elegido.
Diariamente tenemos presente, Señor, las maravillas que haces en toda la tierra, y te damos gracias por poder contribuir un poco a hacer más felices a algunas personas.
Te rogamos que nos hagas cada vez más generosos, más desprendidos de nuestras (¿?) posesiones, tanto de dinero, como de tiempo y cariño, para entregar a otros lo que somos y lo que tenemos, con eterna fidelidad a esa alianza que firmaste con tu pueblo.

El pasaje se abre con la solemne repetición, por parte de Jesús, del "amén" (v. 51: "En verdad, en verdad..."), siguiendo la afirmación de que su Palabra es vida y da vida a quien la acoge y la guarda. El fuerte contraste con el versículo conclusivo -"tomaron piedras para tirárselas "- es un signo inequívoco de que la Palabra ha sido rechazada.
Entre Padre e Hijo se da una comunión plena. Hacia esta comunión tiende la historia de salvación de la que Abrahán recibió la promesa y en la fe entrevió su cumplimiento. Para los judíos, descendientes de Abrahán según la carne, dicha afirmación es escandalosa. Sus palabras manifiestan burla y desprecio. El evangelista, con su fina ironía, muestra cómo precisamente los adversarios de Jesús proclaman, sin darse cuenta, la verdad sobre él en el mismo momento en que pensaban denigrarlo como pobre loco: "¿Eres tú más importante que nuestro padre Abrahán?". La pregunta es retórica, pero no en el sentido que pretenden los judíos, sino precisamente en el contrario. ¡Jesús es (v. 58) antes y por siempre, es decir, es Dios! (cf. Jn 1,1).
Jesús nos anuncia la vida eterna. Él vino a dar a conocer al Padre. Dios Padre es el que glorifica al Hijo, y desde que le hizo la promesa a Abrahán el Hijo ha estado en Él, pues es Él: Padre e Hijo, una sola persona. Los que creen pueden conocer al Padre a través del Hijo, que es el único que realmente lo conoce.
Nos quedan unos días todavía para poder prepararnos bien para celebrar el Triduo Pascual, momento definitivo de la glorificación del Hijo de Dios. Volvamos la mirada al Padre que desde su alianza con Abrahán ha cuidado a su pueblo. Busquemos en los rostros de la gente que está a nuestro alrededor los rostros de los hermanos que, como nosotros, están en camino, especialmente los rostros de aquellos que sufren, de aquellos que se sienten desamparados, que buscan en nosotros también el rostro de Dios y nuestra compasión y ayuda.
Evangelio Jn 8,51-59
Mantenerse fiel a la Palabra de Jesús da la Vida
Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día.
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «En verdad, en verdad os digo: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.» Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes? Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: “no lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.» Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?» Jesús les dijo: «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.» Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
1 Escena terrible ésta que hoy nos narra Juan. Humanamente difícil para aquellos judíos comprender lo que Jesús les decía.
2 Aceptar el testimonio de Jesús sobre el misterio de Dios es entrar en una relación totalmente nueva con el Padre, es iniciar esa vida eterna, ese “no morir para siempre”, que Jesús anuncia y que los judíos interpretan como “no morir jamás”, un morir humano, por supuesto y de ahí su razonamiento.
3 Están claras todas las circunstancias. Para creer en la vida eterna había que aceptar a Jesús por completo; aceptar a Jesús significaba cambiar de vida, dejar la influencia sobre el pueblo, hacer todo un ejercicio de humildad. Era más fácil tachar de escandaloso y poco a poco llevarlo hacia su condena.
4 Pero, ¿cómo actuamos nosotros?
5 Mantenerse fiel a la Palabra de Jesús da la Vida, tal como Jesús recibe la plenitud de la vida gloriosa del Padre, porque se mantiene obediente y guarda su Palabra.
6 Las autoridades judías, que eran las que habían de reconocer al Mesías y lo habían de presentar al pueblo, traman lo contrario, el complot que condenará a muerte al que es la Vida. Nuestra vida no se acaba con nuestra presencia en esta Tierra, sino que sigue en compañía del Señor.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: La vida eterna ya empieza aquí antes de la muerte; se trata de una forma de vivir en el amor que es más fuerte que la muerte y se manifestará plenamente más allá del tiempo. En la medida en que todos los seres humanos puedan satisfacer sus necesidades, puedan actuar libre y responsablemente, puedan vivir con dignidad, ya en este mundo está llegando el reino de Dios, se construye la nueva humanidad, se fragua la vida eterna.

¿QUÉ NOS DICE? : ¿Creemos y vivimos las promesas del Señor? ¿Le damos gracias por habernos enviado a su Hijo que nos reveló al Dios Padre misericordioso? ¿Vivimos las afirmaciones de Jesús, de forma que nuestra vida quede orientada hacia Él? ¿Somos conscientes de que somos herederos de un pueblo elegido y amado por Dios? ¿Cómo debe ser la transmisión de esta herencia que hemos recibido? ¿Qué Dios transmitimos?

LA ORACIÓN: Ilumínanos con tu palabra, Dios todopoderoso y compasivo, concédenos el espíritu de oración y de penitencia, y danos un verdadero deseo de amarte a ti y de amar a nuestros hermanos. Te lo pedimos, Señor

EXHORTACIÓN APOSTÓLICA C’EST LA CONFIANCE DEL SANTO PADRE
FRANCISCO SOBRE LA CONFIANZA EN EL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS (CON MOTIVO DEL 150.º ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ)
Querida santa Teresita,
la Iglesia necesita hacer resplandecer
el color, el perfume, la alegría del Evangelio.
¡Mándanos tus rosas!
Ayúdanos a confiar siempre,
como tú lo hiciste,
en el gran amor que Dios nos tiene,
para que podamos imitar cada día
tu caminito de santidad.
Amén.



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