06/07/2024 El Evangelio es la alternativa de Dios a unas viejas estructuras
¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 06 JULIO 2024
El Evangelio es la alternativa de Dios a unas viejas estructuras
Un «resto» de salvados sería el germen de un pueblo nuevo. Más allá del pecado y del juicio, Dios seguía amando a su pueblo que un día comenzó a amar. Dios permanece fiel a su primer compromiso con él. La historia continuaría más allá de la tremenda prueba histórica que Amós vio avecinarse.
La misericordia de Dios tiene la última palabra. Según esas palabra finales del libro, Amós, el profeta de vigorosas paabras de denuncia y de juicio, venía a ser, en último término, un profeta de esperanza, y su palabra, mensaje de un nuevo amor de Dios
La esperanza y la alegría del regreso se reflejan en este final de la profecía de Amós. En los dos versículos anteriores a los que hoy muestra la liturgia, el profeta expresa el designio del Señor, que dejará un resto de Israel que regresará a la tierra prometida y con el que cumplirá sus promesas
El pueblo se rehace y la vida fluye. Termina la pesadilla del exilio, pero ¿volverá el pueblo a sus andadas? ¿Volverá a abandonar la alianza con su Dios?
Primera lectura Am 9,11-15
El «resto» de Israel es de nuevo acogido e impulsado a soñar con un futuro próspero marcado y guiado por la comunión serena y armónica con la creación y con su Dios.
Haré volver los cautivos de Israel y los plantaré en su campo.
Así dice el Señor: Aquel día levantaré la choza caída de David, taparé sus brechas, levantaré sus ruinas como en otros tiempos. Para que posean las primicias de Edom y de todas las naciones donde se invocó mi nombre Mirad que llegan días, dice el Señor, en que el que ara sigue de cerca al segador; el que pisa las uvas, al sembrador los montes manarán vino, y fluirán los collados. Haré volver los cautivos de Israel, edificarán ciudades destruidas y las habitarán, plantarán viñas y beberán de su vino, cultivarán huertos y comerán de sus frutos. Los plantaré en su campo, y no serán arrancados del campo que yo les di, dice el Señor tu Dios.
Es el encuentro con el Señor el hecho capaz de llenar de alegría nuestro corazón; porque Él está siempre dispuesto a mostrarse, a reconstruir nuestra “tienda”.
Invita al pueblo a tener confianza en Dios, que, a pesar de ser exigente en el cumplimiento de su Alianza, es comprensivo con nuestra debilidad. Las imágenes están tomadas de la vida del campo: se levanta la choza caída, se reparan las ruinas, se suceden rápidamente las cosechas, se recoge vino abundante de las viñas, los cautivos vuelven a casa, se reedifican las ciudades.
Es una buena descripción de nuestra vida al lado del Señor, de cómo nuestra experiencia de fe puede llenar nuestro corazón de alegría y esperanza, y, con ellas, de amor y deseos de compartirlo con todos.
El salmo 85 es la oración de los repatriados de Babilonia, que durante los largos años del destierro habían suspirado por el retorno que ahora Dios les ha concedido. Su plegaria es, ante todo, un canto de acción de gracias al Dios que los ha salvado: Señor, has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob. Pero el retorno no ha sido tan glorioso como se habían imaginado durante los días del destierro: la ciudad está en ruinas, la sequía malogra los campos, los pueblos vecinos hostiles dificultan la reedificación del templo y de las murallas.
Por ello a la acción de gracias por la libertad obtenida hay que añadir una súplica pidiendo una restauración más plena: Restáuranos, Dios salvador nuestro, es decir, devuélvenos aquella gloria de la antigua Jerusalén y muéstranos tu misericordia, como lo hiciste antaño con nuestros padres. La contemplación de la libertad lograda y el deseo de una restauración más plena lleva al salmista a un tercer sentimiento: la esperanza en las promesas de Dios. La pequeña restauración lograda es sólo presagio e inicio de la salvación escatológica que Dios prepara para su pueblo. Hay que abrirse a la esperanza: Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz»; la salvación está ya cerca de sus fieles.
Salmo 85, 9.11 – 14
El Señor continúa caminando por la historia, precedido por la Justicia y seguido por la Belleza
Dios anuncia la paz a su pueblo.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos
y a los que se convierten de corazón.»
La misericordia y la fidelidad se encuentran, l
a justicia y la paz se han abrazado;
la fidelidad brota de la tierra
y la justicia mira desde el cielo.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos.
Si te escucháramos, Señor, nuestra vida se llenaría de paz; abre nuestros oídos, Señor, a tu Palabra, y nuestro corazón y nuestra mente a tus señales
Seremos así conscientes de tus anuncios, y podremos vivir la justicia y la paz que de Ti manan
Fidelidad y justicia, que traen como resultado la salvación, ese estado de alegría y paz que podemos empezar a vivir en esta tierra y que culminaremos contigo en tus moradas
El ayuno es una costumbre muy antigua, practicada por casi todas las religiones. Jesús mismo la practicó durante casi 40 días (Mt 4,2). Pero no insiste con los discípulos para que hagan lo mismo. Les deja libertad. Por esto, los discípulos de Juan Bautista y de los fariseos, que se veían obligados a ayudar, quieren saber por qué Jesús no insiste en el ayuno.
Evangelio Mt 9,14-17
Con su Buena Noticia para los pobres, Jesús les abría a todos los oprimidos y marginados por la oficialidad religiosa la puerta de la alegría
¿Es que pueden guardar luto, mientras el novio está con ellos?
En aquel tiempo, los discípulos de Juan se le acercaron a Jesús, preguntándole: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan? Jesús les dijo: ¿Es que pueden guardar luto los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunarán. Nadie echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto y deja un roto peor. Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así las dos cosas se conservan.
El verdadero tema que está presente en esta lectura, es el deseo de Jesús de que el pueblo le reconozca y se convierta. Es como una continuación (en el fondo todo el Evangelio lo es), de su premisa inicial: “Convertíos, el Reino de Dios está cerca”
Jesús plantea entonces tres comparaciones, tratando de hacer consciente al pueblo de su divina presencia y de que, como consecuencia, cambie de vida
Él es el novio, el protagonista, el esperado; con Él presente no puede haber tristezas, todo debe de ser alegría y celebración, que debe de incluir a todo el pueblo
Él es el traje nuevo, que no admite remiendos viejos; es vida nueva que se vale por sí sólo
Él es el vino nuevo, que no puede echarse en odres viejos, porque con su fuerza los reventaría
La vida en Cristo es vida de novedad radical. Creer en él y seguirle no significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un traje viejo, ocultando sus rotos, o guardar el vino nuevo de la fe en los mismos pellejos en los que guardábamos el vino viejo del pecado.
Seguirle es cambiar el vestido entero, más aun, cambiar la mentalidad, no sólo el vestido exterior. Es tener un corazón nuevo. Seguir a Cristo afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas oraciones o prácticas piadosas.
La propuesta de Jesús es clara: no se puede recibir el Reino de Dios con la mente y la vida con la mente ocupada por esquemas ya caducos y por ritos externos que han puesto de lado la justicia y la misericordia. No se puede utilizar la fe en Dios para justificar la injusticia y la falta de caridad en medio del pueblo. No se puede echar vino nuevo (el Reino de Dios), en odres viejos (la ley, la exclusión y la falsedad religiosa).
Tenemos que llenarnos del Señor y correr a comunicar su amor a los más necesitados, a aquellos que ven limitada su alegría por sus preocupaciones de no tener que comer o que vestir; los cristianos tenemos que ser las manos del Señor que visten de alegría la vida de todos.
¿Cuáles son los conflictos entorno a las prácticas religiosas que hoy traen sufrimiento a las personas y son causa de mucha discusión y polémica? ¿Cuál es la imagen de Dios que está por detrás de todos estos preconceptos, normas y prohibiciones?
• ¿Cómo entender la frase de Jesús: “No colocar un remiendo nuevo en un vestido viejo?” ¿Qué mensaje saco de todo esto para mi comunidad, hoy?
LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: El Señor siembra la esperanza en nuestros corazones; y eso es lo que su Hijo ha venido a comunicarnos, eso es, a la postre, el Reino de Dios, esa novedad que mueve nuestros corazones a repartir esa esperanza llena de alegría que el Señor nos trajo
¿QUÉ NOS DICE?: ¿Sabemos celebrar la esperanza imbuidos en la nueva vida que Jesús nos ha traído? ¿Celebramos la paz que el Señor nos da?¿La admitimos? ¿Qué tal nos sienta nuestro “vestido nuevo”? ¿Cuántas veces hemos tenido la impresión de que todo lo que tiene que ver con nuestra fe parece, más bien, viejo, ajado, como fuera de este tiempo?
LA ORACIÓN.- Señor, Sol de justicia, que nos iluminaste en el bautismo, te consagramos este nuevo día. Que sepamos bendecirte en cada uno de los momentos de nuestra jornada y que glorifiquemos tu nombre con cada una de nuestras acciones; haz que, mientras vivimos aún en este mundo que pasa, anhelemos la vida eterna y, por la fe, la esperanza y el amor, gustemos ya anticipadamente las delicias de tu reino. Te lo pedimos, Señor
Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana 65. Cada persona individual y, al mismo tiempo, cada comunidad humana tiene, por tanto, la tarea de la realización concreta y efectiva de la dignidad humana, mientras que corresponde a los Estados no sólo protegerla, sino también garantizar las condiciones necesarias para que florezca en la promoción integral de la persona humana: «en la actividad política hay que recordar que “más allá de toda apariencia, cada uno es inmensamente sagrado y merece nuestro cariño y nuestra entrega”».