08/07/2024 Jesús llama a una vida nueva, a la Vida que lleva a la justicia y a la paz
¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 08 JULIO 2024
La liturgia en esta semana nos ofrece como Palabra de Dios las lecturas continuas. De lunes a viernes la primera lectura pertenece al libro del profeta Oseas. Profeta que coincide en el tiempo con Amós. Vive cuando Israel está avasallado por Asiria. Es el profeta que presenta la relación de Dios con su pueblo como de amor conyugal. El pueblo le es infiel. Merece el castigo, pero se impondrá el amor de Dios. El sábado comienza el libro de Isaías con la purificación de sus labios para que pueda profetizar. A lo largo de la siguiente semana nos seguirá hablando el profeta.
Los textos evangélicos siguen perteneciendo al evangelio de san Mateo. Nos presentan los primeros días al Jesús taumatúrgico y compasivo que atiende a enfermos. Luego nos narrarán la elección de los doce y el envío de ellos a proclamar el Reino de los cielos. En orden a esa misión les va catequizando estimulándoles a realizarla, si bien advirtiéndoles que no dejarán de encontrar dificultades. Pero siempre Dios estará de su parte.
Jesús llama a una vida nueva, a la Vida que lleva a la justicia y a la paz
La llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Osadía y libertad en el profeta Oseas. En su situación histórica, Oseas, sobre todo, denuncia la infidelidad del pueblo al Señor, a la cual debe seguir el correspondiente castigo (esquema que a veces también utilizamos nosotros). Pero de manera sorprendente, y a partir de su experiencia personal, Oseas da un salto en el vacío y es capaz de percibir la relación de Dios con su pueblo a través del símbolo conyugal. Pensándolo fríamente, ¿no parecería escandaloso a muchos para referirse a Dios?
Oseas, hombre del que nos separan más de 2.700 años. Viviendo en una cultura de la que formaban parte la violencia y la guerra. Y llega a poder intuir que la relación de Dios con nosotros es, esencialmente, una relación de amor. De un amor siempre fiel, que perdona y salva, que nos espera. Para Oseas, desde su experiencia, el amor entrañable y a toda prueba, del esposo a la mujer que le ha sido infiel.
Estremece situarse ante Dios tratando de asumir esa realidad. De hecho, nuestras celebraciones en algunos de los contextos en que vivimos, difícilmente pueden sugerir la certeza del amor como esencia de nuestra relación con Dios.
Primera lectura Os 2,16.17b-18.21-22
Éstas son experiencias personales que el profeta va trasladando a su predicación para que el pueblo pueda entender cómo están las cosas con Dios.
Me casaré contigo en matrimonio perpetuo.
Esto dice el Señor: Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Aquel día, dice el Señor, me llamará «Esposo mío», no me llamará «Ídolo mío». Me casaré contigo en matrimonio perpetuo; me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión; me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor.
1 Esta semana la liturgia nos presenta la lectura del libro de Oseas. Es el primero de los doce profetas menores, que presenta las relaciones de Yahvé con su pueblo; un pueblo que reconocía a Yahvé como su salvador, pero que realmente recurrían al dios cananeo Baal para pedir la fertilidad de su tierra y del ganado, y para el culto de la fertilidad sagrada
2 Oseas contrae matrimonio con una de las mujeres que iban a prostituirse en los bosques sagrados del culto pagano, y su relato va a representar las faltas del pueblo, las amenazas de Yahvé y el reencuentro final con un Dios verdaderamente misericordioso y fiel hasta el extremo
3 Es una preciosa historia con todos los elementos del eterno triángulo: Tenemos a un Dios de amor, al corazón humano infiel y el engañoso atractivo del mundo. En cierto sentido, es nuestra ocasiones intentamos satisfacernos a nosotros mismos con ídolos engañosos como la propia importancia, la riqueza o pasándonoslo bien.
4 Estas líneas generales deberán de presidir nuestra lectura de esta profeta, ya de, de lo contrario, me parece a mí que no llegaremos a comprender las parcelas que nos va ofreciendo la liturgia
5 Después de dar a luz a tres hijos, la esposa de Oseas se ha vuelto a la prostitución y caen sobre ella una serie de amenazas, que terminan con la esperanza de amor que expresa la lectura de hoy, y que, en las expresiones del marido engañado y capaz de perdonar y amar, es reflejo de la misericordia del Señor con su pueblo Israel
6 Dios, el esposo, intenta convencer a su esposa, Israel, para que vuelva a él. Dios la «corteja», como en el desierto, en la soledad, cuando seguía el enamoramiento, porque era reciente la liberación y el éxodo de Egipto. Dios la quiere de nuevo como esposa, para siempre. Y anuncia que aportará - ¿como dote, esta vez por parte del novio? - el derecho, la justicia, la misericordia, la compasión, la fidelidad.
7 Sea cual sea nuestra situación personal, Dios nos invita a recomenzar de nuevo, a iniciar una nueva etapa de amor y fidelidad. Evitando los devaneos y las idolatrías con las que nos tienta el mundo de hoy, que el profeta considera como «aventuras extramatrimoniales» y, por tanto, adulterios.
Y yo, personalmente, ¿anhelo la capacidad de exponerme a su mirada con la gozosa emoción con que se espera a quien nos ama? ¿estoy en camino hacia esa relación de amor que nos constituye y configura?
El riesgo de nuestros muchos quehaceres que ocupan el tiempo y la mente, la tentación de centrarnos en nosotros y nuestras cosas, la inconsciente ilusión de controlar la vida, el olvido de que la posibilidad de “ser” implica la relación... pueden convertirse en murallas que nos impiden transitar hacia el Amor que se ofrece y espera.
Seguramente necesitamos, nosotros también, que Él nos lleve al desierto y nos hable al corazón. Y recuperar el amor primero que, madurando a lo largo de la vida, deseamos que sea también nuestro amor último. Y disfrutar de tener un Dios que se define desde el Amor.
8 El salmo nos ayuda a emprender este camino de vuelta con confianza: «El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad: el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas».
La liturgia judía reza el salmo 145 dos veces al día: al final de la plegaria litúrgica de la mañana y al inicio de la plegaria litúrgica del mediodía. Hay quien lo ha calificado de «colección de jaculatorias»; de hecho, muchos de sus versículos tienen sentido por sí mismo y podrían ser utilizados como breve oración personal a lo largo de nuestra jornada laboral.
Sal 145, 2 – 9
Desterremos para siempre ese concepto que corre por la creencia católica de un Dios vengativo y duro
El Señor es clemente y misericordioso.
Día tras día te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor y merece toda alabanza,
incalculable su grandeza.
Una generación pondera tus obras a la otra
y le cuenta tus hazañas;
alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas.
Encarecen ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa bondad,
y aclaman tus victorias.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
Y es que tu misericordia y tu fidelidad merecen que día tras día, hora tras hora recordemos tu santo Nombre para alabarte y bendecirte
En tu grandeza, Señor, sabes allegarte a todos nosotros, sin soberbia, solamente con ansias de servirnos, de ser nuestro Padre; ¿seremos nosotros capaces de imitarte en nuestro comportamiento con el prójimo necesitado, más humilde, pero de igual dignidad que nosotros?
Quizá no hemos sabido transmitir a nuestros hijos ese amor que Tú nos tienes y que pones en nosotros; pero sabemos, Señor, que Tú los acogerás con la misma bondad que con nosotros lo haces, porque, realmente, en el fondo de nuestro corazón, tenemos la esperanza de que se abrirán a tu amor
Porque, Señor, tenemos que saber reconocer tu clemencia y agradecerte todo lo que para el ser humano has creado.
Alabad, bendecid, proclamad, dad gracias. Si, según costumbre de la Sinagoga, utilizamos frecuentemente este salmo, surgirá poco a poco en nosotros una actitud esencial: el sentido de la "alabanza".
Con frecuencia tenemos ante Dios la actitud del pedigüeño. Nuestras oraciones se aíslan con frecuencia en la petición, a riesgo de transformar a Dios en simple "motor auxiliar" de nuestras insuficiencias: cuando todo va bien, prescindimos de El. Si algo va mal, pedimos su ayuda...
Releamos este salmo, descubriremos otra forma de oración. No hay una sola línea de "petición". Por el contrario, el vocabulario de alabanza es de una intensidad y de una variedad admirables, que pueden elevarnos paulatinamente a la trascendencia de Dios.
Mateo nos relata, en versión abreviada respecto a los relatos de Marcos y Lucas, dos intervenciones de Jesús en las que subraya la FE, como clave de acceso a la vida en su sentido más hondo y pleno.
Jesús devuelve a la vida. Son dos mujeres. Vulnerables por su condición de tales (sin derechos), pero también por su situación vital. La niña está a las puertas de la muerte. La mujer lleva muchos años padeciendo una enfermedad que no sólo afecta a su salud física, sino que la convierte en marginada social por su condición de impura.
La niña no tiene capacidad para acudir a Jesús. Su padre, jefe de sinagoga según los relatos de Marcos y Lucas, lo hace. Elige la posibilidad de la vida aunque le cueste la desaprobación o la condena de los suyos.
La mujer ha agotado las posibilidades de curación que estaban a su alcance. Jesús aparece en su vida en un momento clave: las puertas se cerraban y parecía no haber curación para su mal. E intuye, ¡por fin!, dónde puede encontrar su sanación. Tocar la orla de su manto será suficiente.
Precioso relato para ayudarnos a encontrar “nuestro lugar”. Aquí no podemos colocarnos en el lugar de Jesús, como tantas veces intentamos al escuchar el evangelio. Nuestra pretensión de “salvadores” nos lleva a olvidar que, fundamentalmente, somos “salvados”.
Evangelio Mt 9,18-26
El dolor de este padre y la vergüenza de esta mujer pueden ser un símbolo de todos nuestros males personales y colectivos
Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, y vivirá.
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá. Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría. Jesús se volvió, y al verla le dijo: ¡Animo, hija! Tu fe te ha curado. Y en aquel momento quedó curada la mujer. Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: ¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida. Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca.
1 Con el ejemplo de la hemorroisa, tocar a Jesús es encontrar la fuerza que necesitamos para liberarnos del mal que siempre nos tienta. La mujer toca el manto de Jesús y, al hacer esto, siente que su cuerpo se ha curado. Seguidamente nos encontramos con el dialogo que Jesús establece con la mujer y que tiene como objetivo mostrar el poder purificador de su palabra que salva, libera y reincorpora, con dignidad, en la vida de la sociedad.
2 Y es que la Palabra del Señor si la escuchamos con atención, si nos hacemos conscientes a sus señales, puede dirigir nuestra vida hacia la felicidad que la salvación significa
3 La acción de revivir a la niña es un anticipo de la victoria de Jesús sobre la muerte; señales de Jesús, del Señor, que se nos presentan, más o menos espectaculares, diariamente
4 Sólo la adhesión a Jesús, que conlleva la superación del exclusivismo de las instituciones se presenta como posibilidad de vida. Esto vale tanto para lo que está muerto como para lo que está enfermo según aparece en los dos hechos relatados. Y esta adhesión, único camino para la salvación de Israel, se presenta también hoy como único camino para la humanidad
LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Misericordia y fe son los factores comunes que subyacen en las lecturas de hoy
¿QUÉ NOS DICE?: ¿Somos capaces de perdonar y amar con intensidad? ¿Sabemos o hemos sabido transmitir a nuestros hijos y nietos la maravilla que es el Señor? ¿Vemos sus señales?
LA ORACIÓN. - Padre nuestro, te damos gracias por la preciosa historia del Antiguo Testamento que hoy nos presenta la liturgia, y te pedimos que toque nuestro corazón y nos haga ser más sumisos. Vemos la ternura de tu amor, la irresistible naturaleza de un amor que espera, que sufre, que anhela y que nos sigue. Señor, te pedimos que nos hagas reaccionar, que podamos entender que no hay ninguna otra respuesta que nos pueda satisfacer, ningún otro poder que pueda suplir nuestra necesidad, ningún otro amor que pueda sanarnos. Ayúdanos a regresar a ti. Señor, al igual que un día Israel volverá a ti, recordando que si caminamos en luz como él es luz, la sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpiará de todas nuestras injusticias y nos restaurará por medio de tu gracia. Te lo pedimos en su nombre.
Declaración Dignitas infinita sobre la dignidad humana 66. También hoy, ante tantas violaciones de la dignidad humana, que amenazan gravemente el futuro de la humanidad, la Iglesia no cesa de alentar la promoción de la dignidad de toda persona humana, cualesquiera que sean sus cualidades físicas, psíquicas, culturales, sociales y religiosas. Lo hace con esperanza, segura de la fuerza que brota de Cristo resucitado, que ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer. Esta certeza se convierte en un llamamiento en las palabras del Papa Francisco a cada uno de nosotros: «a cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle»