16/10/2024 Los que escuchan la Palabra de Dios tendrán la felicidad en esta vida y en la otra.

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 16 OCTUBRE 2024
Los que escuchan la Palabra de Dios tendrán la felicidad en esta vida y en la otra.

Si vivimos por el Espíritu, marcharemos tras el Espíritu. En este pasaje de Pablo a los Gálatas, en el que les está hablando de la libertad que da el seguir a Cristo, les previene en no confundir la libertad con el libertinaje, pues este último hace aflorar las apetencias de la carne, que se caracterizan por acciones que van contra la ley, como son: fornicaciones, impurezas, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, odios, rivalidades, etc., así pues, los que obran de esta forma, están excluidos del Reino de Dios.
Sin embargo, los frutos de los que actúan según el Espíritu son: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, dominio de sí, etc.; ninguno de estos frutos va en contra de la ley, por lo tanto, aquellos que siguen a Cristo han crucificado su carne junto a sus pasiones y deseos.
Lo que nos está trasmitiendo Pablo es que, si perseveramos en el seguimiento de Jesús, por medio del Espíritu, podemos vencer fácilmente todas las pasiones y seducciones de este mundo, evitando el actuar mal frente a los demás. De esta manera nuestras obras se regirán por aquello en que Jesús resumió los mandamientos “Amar a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos”.
Primera lectura Ga 5,18-25.
Atentos a esos frutos del Espíritu, prueba de nuestro andar cristiano
Los que son de Cristo han crucificado su carne con sus pasiones.
Hermanos: Si os guía el Espíritu, no estáis bajo el dominio de la Ley. Las obras de la carne están patentes: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, enemistades, contiendas, celos, rencores, rivalidades, partidismo, sectarismo, envidias, borracheras, orgías y cosas por el estilo. Y os prevengo, como ya os previne, que los que así obran no heredarán el Reino de Dios. En cambio, el fruto del Espíritu es: amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí. Contra esto no va la Ley. Y los que son de Cristo Jesús han crucificado su carne con sus pasiones y sus deseos. Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu.
1 Parece necesario resaltar que bajo el término "carne" designa aquí el Apóstol al hombre todo entero, también con sus facultades superiores, en cuanto dominado por la concupiscencia e inclinado al mal a causa del pecado de origen.
2 De hecho, varios de los pecados atribuidos a la "carne," como la idolatría y el odio (v.20), no son de tipo carnal, según nuestra concepción del cuerpo humano, sino de orden más bien intelectual
3 El agustino Padre Salas en su “Biblia para adultos” trata extensamente este importante tema; de allí copié esto hace tiempo: “El hombre en totalmente "uno" e "indivisible". Es al mismo tiempo carne, cuerpo, alma y espíritu. Sin embargo, en su total libertad, puede vivir de dos maneras diferentes: como hombre-carne o como hombre-espíritu, este es el reto que tiene delante. Si se contenta consigo mismo y se cierra a lo que le rodea, entonces vive como "carne"; si se orienta a Dios de quien recibe la existencia y la inmortalidad, vive como "espíritu".
4 Es un tema que se “toca” poco pero que considero importante. La tradición cristiana cimenta su visión del hombre sobre los postulados antropológicos del pensamiento griego, que concibió al hombre como un ser integrado por un doble elemento: alma y cuerpo. Alma digna y buena; cuerpo mazmorra.
5 No se corresponde con la concepción bíblica del hombre, que es semita, de mente concreta, a diferencia de la griega de especulaciones abstractas. Para el semita únicamente el hombre es capaz de pensar, elegir y amar. Para el cristianismo el hombre es un alma encarnada; para el semita el hombre es un cuerpo animado.
6 Muchas veces nos preguntamos o nos preguntan ¿cómo puedo saber si estoy en la senda de Cristo? Aquí tenemos, sino la respuesta completa, sí algo que forma parte indispensable de esa respuesta: los frutos del Espíritu.
7 Nuestro examen de conciencia diario puede, perfectamente, basarse en interrogarnos de cómo he sentido y practicado estos dones.
8 ¿He entregado amor? ¿He estado alegre?... ¿Cómo va mi servicialidad hacia mi prójimo más necesitado?... “Si vivimos por el Espíritu, marchemos tras el Espíritu”

¡Qué visión tan hermosa y a la vez tan certera de la situación del ser humano en el transcurso de la vida y al final de la misma!
Las personas tienen que cuidar sus relaciones con los demás, ser conscientes de con quien se tratan y con quien “hacen tratos”; las n con gente poco deseable lleva a la deliberación para la ejecución de planes perversos. Su conciencia no está imbuida en la sabiduría, que será siempre la salvación del justo
Sal 1,1-2.3.4.6
Este primer salmo nos habla de la felicidad, al igual que el primer discurso de Jesús que comienza con la palabra: ¡Dichosos!
El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos;
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos,
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto a su tiempo y tiene su follaje siempre verde.
Todo lo que él hace le resulta.
No así los impíos, no así:
serán paja que arrebata el viento,
porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal.
1 El P. Eduardo Sanz de Miguel, carmelita descalzo, tiene unas preciosas consideraciones sobre este salmo.
2 Cito su concepto básico del Salmo 1: “En tres breves estrofas de dos versículos cada una, desarrolla tres imágenes complementarias: el camino de los sabios y el de los necios (vv 1-2), la comparación entre el árbol y la paja (vv 3-4) y el destino último de unos y otros (vv 5-6).
Un peculiar recurso literario nos subraya que el Salmo no está puesto aquí por casualidad. En su idioma original, la primera palabra comienza con la primera letra del alfabeto hebreo «aleph» y la última palabra comienza con la última letra del alfabeto hebreo «tab». Este salmo se presenta como un resumen de todo el libro y de toda la Sagrada Escritura. Es como si nos dijeran: «aquí tenéis un compendio de todo lo que tenéis que saber, de la "a" a la "z". Todos buscamos la felicidad, pero hemos de poner atención para no tomar el sendero equivocado. Hay un camino que nos lleva a la felicidad, a la plenitud de vida (simbolizada en un árbol siempre verde, plantado junto al manantial) y hay otros caminos que parecen más fáciles pero sólo llevan al sinsentido y a la nada (simbolizado por la paja que se lleva el viento). El justo es el único sabio, mientras que el malvado es un necio”.
3 Te alabamos, Señor, y te damos gracias porque siempre pones oportunamente en nuestra vida pistas para seguir tus huellas que marcan la senda de la persona justa.
4 Te rogamos, Señor, que seamos capaces de dar el fruto adecuado en cada momento de nuestra vida, asentado en el gozo de tus preceptos reflejados en las Bienaventuranzas que tu Hijo proclamó en su Evangelio, y siempre en la iniciativa de movimiento en beneficio de los que me rodean
¿Damos pasos procurando permanecer en el camino que nos lleva al Padre, camino que Jesús nos indica en su Evangelio? ¿Nos paramos de vez en cuando a examinar la senda por la que andamos? ¿Somos conscientes de la alegría que esto debe de proporcionarnos?

¡Ay de vosotros que sois como tumba sin señal! Duro, muy duro el relato que Lucas nos hace de este episodio, en el que Jesús, dirigiéndose a los fariseos, que presumían de ser justos y cumplidores de la ley, les reprocha que sus actos estén dirigidos realmente de cara a la galería, olvidándose de lo realmente importante.
Les echa en cara que se preocupen tanto de pagar el diezmo de la cosecha, que está bien, pero olvidan el derecho y el amor de Dios. Los fariseos buscan el reconocimiento humano, que los sienten en sitios preferentes, o que les hagan reverencias por la calle, pero, sin embargo, son como sepulcros que no están señalados y la gente pisa sin saberlo, algo que en el mundo judío se consideraba como deleznable.
Incluso a los maestros de la ley, les recrimina el que abrumen a la gente con cargas insoportables y que sean incapaces de ayudar lo mas mínimo.
Este duro discurso de Jesús, se puede extrapolar también a hoy día; cuántos de nosotros nos convertimos en “Cristianos de Escaparate”, nos gusta aparentar lo buenos que somos, colocarnos en sitios destacados para que nos vean, que la gente nos admire por lo que aparentamos ser y no somos.
¡Qué gran error! Ya Jesús lo dijo claramente, “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha” refiriéndose a la caridad. La humildad cristiana es todo lo contrario a la actitud farisaica. Estemos más preocupados por atender al necesitado, amar a nuestros semejantes, sin necesidad de alardear de ello y sin buscar el reconocimiento humano. Es Dios quien debe juzgar nuestros actos, no los hombres.
¿Nos dejamos guiar por el Espíritu o nos mueven nuestras pasiones?
¿Somos cristianos de escaparate?
Evangelio Lc 11,42-46
Un buen examen de conciencia
¡Ay de vosotros, fariseos! ¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley!
En aquel tiempo, dijo el Señor: ¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo! Un jurista intervino y le dijo: Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros. Jesús replicó: ¡Ay de vosotros también, juristas, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!
1 Jesús critica el estricto cumplimiento de la ley reflejado en ritos y sacrificios pero exento de amor a nuestro prójimo, al que se carga con numerosas normas multiplicadas por los fariseos, imposibles de cumplir para la gente humilde.
2 La falta de humildad y el ansia de ser siempre tratado excepcionalmente es muestra de poder que los dirigentes religiosos judíos practicaban.
3 El judío se volvía impuro si tocaba un cadáver y lo mismo pasaba si pisaba una piedra plana que cubría una tumba. A eso alude Jesús en esta lectura.
4 La Palabra de Dios cada día “está más escasa” en aldeas y pueblos pequeños con la ausencia de sacerdotes y la falta de iniciativa de la jerarquía eclesiástica en dar a los seglares una mayor intervención en la vida espiritual de la gente.
5 Y lo que se enseña muchas veces en las catequesis, cuando existen, es esa Ley pura y dura que más que atraer separa.

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: Fijémonos y reflexionemos sobre los frutos del Espíritu; son una referencia clara y significativa. Pensemos también en el hombre justo del que nos habla el salmo, hombre que está en esa línea de disfrute de los dones del Espíritu. A pesar del protagonismo que el Concilio Vaticano II da a los seglares, parece que la Jerarquía eclesiástica no “está por la labor”.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Damos amor y no preceptos difíciles de cumplir? ¿Estamos en el camino del hombre justo, dando fruto a tiempo? ¿Vemos más la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio?

LA ORACIÓN: Te rogamos, Señor, que nos hagas conscientes de nuestra responsabilidad cristiana en la proclamación del Reino de Dios, en la seguridad de que, haciéndolo así, veremos crecer los frutos del Espíritu en nosotros. Te lo pedimos, Señor

ENCÍCLICA PACEM IN TERRIS DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse
en la verdad, la justicia, el amor y la libertad
Derecho al culto divino
14. Entre los derechos del hombre dé bese enumerar también el de poder venerar a Dios, según la recta norma de su conciencia, y profesar la religión en privado y en público. Porque, como bien enseña Lactancio, para esto nacemos, para ofrecer a Dios, que nos crea, el justo y debido homenaje; para buscarle a El solo, para seguirle. Este es el vínculo de piedad que a El nos somete y nos liga, y del cual deriva el nombre mismo de religión. A propósito de este punto, nuestro predecesor, de inmortal memoria, León XIII afirma: Esta libertad, la libertad verdadera, digna de los hijos de Dios, que protege tan gloriosamente la dignidad de la persona humana, está por encima de toda violencia y de toda opresión y ha sido siempre el objeto de los deseos y del amor de la Iglesia. Esta es la libertad que reivindicaron constantemente para sí los apóstoles, la que confirmaron con sus escritos los apologistas, la que consagraron con su sangre los innumerables mártires cristianos



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