19/10/2024 El Señor nos dará un espíritu de sabiduría y conocimiento; sólo hay que pedirlo

 

 

 

 

¡BUENOS DÍAS NOS DÉ DIOS! 19 OCTUBRE 2024
El Señor nos dará un espíritu de sabiduría y conocimiento; sólo hay que pedirlo

Todo lo ha puesto Dios bajo los pies de Cristo. Estamos al comienzo de la carta a los Efesios. Pablo está contento de las noticias que le llegan de los cristianos de Éfeso y les escribe para alentarlos a seguir en el buen camino y también para prevenirlos de algunos peligros que los pueden desviar.
San Pablo sabe muy bien que todo nuestro buen hacer, no es obra nuestra sino que es Dios quien nos mueve interiormente a hacerlo. Por eso comienza dando gracias a Dios por la fe y caridad de los Efesios, y les recuerda que reza por ellos.
Pablo no pide para ellos nada material, sino un espíritu de sabiduría y una revelación para que conozcan plenamente a Dios Padre y su fuerza poderosa que se manifestó en la Resurrección de Cristo. Eso es todo lo que necesitan para ser felices. Y eso es lo único que necesitamos hoy nosotros para ser felices. ¿Nos lo creemos?
Hemos sido llamados a una esperanza y tenemos por herencia una gloria, pero son tantas las distracciones de este mundo que no disfrutamos de ello, y andamos mendigando la felicidad a quien no nos la puede dar.
Dios es nuestro Padre, nos ama y tiene poder para librarnos de todo mal. A este conocimiento y convencimiento hemos de llegar para vivir la vida plena a la que Él nos llama. Y sólo unidos a Cristo, que es nuestra cabeza, y a cuyos pies Dios ha puesto todo, podremos alcanzarla.
Primera lectura Ef 1, 15-23
Constantemente debemos de dar gracias al Señor
Dio a Cristo como cabeza, sobre todo, a la Iglesia, que es su cuerpo.
Hermanos: Yo, que he oído hablar de vuestra fe en Cristo y de vuestro amor a todo el pueblo santo, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para nosotros, los que creemos, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos y sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro. Y todo lo puso bajo sus pies, y lo dio a la Iglesia, como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo llena todo en todos.
Este trozo de Pablo está lleno de contenido. ¿Podría el apóstol regocijarse hoy en día de nuestra fe? ¿Recordamos a nuestros “cercanos” en nuestras oraciones? ¿Meditamos y pedimos el Espíritu para que sea sabiduría y revelación en nuestras vidas?
Por otra parte Pablo describe los pasos de la esperanza, esa virtud que sigue a la fe: conocer al Padre, tener el corazón dispuesto a esa esperanza, apreciar la herencia reservada a los santos, comprender la enorme fuerza de Dios que nos ha creado por amor y su generosidad entregándonos a su Hijo para mostrarnos el camino de la esperanza hacia el amor y la santidad; Jesucristo, superior a aquellos poderes sobrenaturales que judíos y cristianos creían que regían el mundo.
Y, por último, la Iglesia, presente ya allí donde reina Cristo, al mismo tiempo cuerpo, extensión y plenitud de Cristo en este mundo en el que estamos asentados, “que lo llena todo en todos”.
Ser el cuerpo de Cristo es, al mismo tiempo que una maravilla, una gran responsabilidad que tiene que aproximar a clérigo y seglar, eliminar esa barrera de autoritarismo e impedimento de una participación real del laico en la función sagrada.

El salmista contempla las maravillas de la creación: el cielo estrellado, el reflejo plateado de la luna, los animales al servicio del hombre, y las bocas de los tiernos infantes que, pendientes de los pechos de sus madres, proclaman la grandeza y providencia del Creador. Es como un comentario poético a la obra de la creación narrada en el cap. 1 del Génesis. El hombre es el representante de Dios en la obra de la creación.
Sal 8,2-7
¿Somos conscientes de la generosidad del Señor para con sus criaturas y le damos gracias por ello?
Diste a tu Hijo el mando sobre las obras de tus manos.
¡Señor, dueño nuestro,
qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Ensalzaste tu majestad sobre los cielos;
de la boca de los niños de pecho
has sacado una alabanza.
Cuando contemplo el cielo,
obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él,
el ser humano, para darle poder?
Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad;
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Alabo y bendigo tu nombre, Señor, admirable dueño de mi vida, que, sin embargo, no pretendes gobernar, sino que me das una total libertad para orientar mis actos.
Pero, Señor, si contemplo con ojos de ver, y no de tan sólo mirar, todo lo que has creado me quedo anonadado haciéndome consciente de tu generosidad para con el hombre a cuya disposición lo has puesto todo. Gracias, Señor.
Te ruego que nos des la fuerza para gobernar con acierto tus dones, o, más bien, que nos hagas conscientes de que, en tu bondad, nos has dado elementos suficientes para el acierto en ese mandato. Saber o no saber aprovecharlo es nuestra responsabilidad... pero ayúdanos, Señor, porque sin Ti poco podemos.

El Espíritu Santo os enseñará lo que debéis decir. Las lecturas de este día nos están instruyendo sobre la importancia para nuestra vida cristiana de la acción del Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, y que es denominado como el gran desconocido.
Si en la primera lectura Pablo pedía el Espíritu para los Efesios, a fin de que conocieran a Dios y su acción poderosa, ahora es Jesús mismo quien dice a sus apóstoles, que no teman cuando tengan que dar testimonio que el Espíritu pondrá en sus bocas las palabras oportunas.
Queramos o no queramos, muchas veces tenemos que dar testimonio de Jesús en nuestro entorno. A veces callamos por vergüenza, por cobardía, por no quedar mal, por comodidad... Jesús en estos versículos es claro, el que no se ponga de su parte ante los hombres, que no cuente con Él ante los ángeles de Dios. Son palabras fuertes, pero es que ser cristianos no es un juego.
Nunca es fácil ir contracorriente, por eso Dios no nos deja solos y nos manda su Espíritu para que nos fortalezca en nuestra tarea evangelizadora. A nosotros sólo se no pide que creamos en su fuerza poderosa, que confiemos en Él. Él lo hará todo.
¡Seamos valientes!
Evangelio Lc 12, 8-12
Tenemos que quitarnos de encima el miedo a no saber cómo hablar de nuestro Dios
El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del Hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del Hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.
No debemos de tener miedo de intervenir cuando la ocasión o la oportunidad se presente de proclamar el Reino de Dios, exponiendo opinión o criticando opiniones, dando razón de nuestra fe.
El Espíritu del Señor estará con nosotros y sabremos decir lo adecuado. Como dice Pablo en la primera lectura el espíritu de sabiduría y revelación nos acompañará y asistirá

LA MEDITACIÓN, ¿QUÉ DICE?: La fe nos lleva a la esperanza y la esperanza al amor, siempre seguros del amor de Dios que nos da la seguridad de haber sido creados por ese amor, con la esperanza de estar ya salvados lo cual constituye nuestra fe. La contemplación del mundo, en general, debe incrementar esa esperanza, al ver la magnitud de lo creado. Nuestra proclamación del Reino, de ser el Cuerpo de Cristo, de su Resurrección siempre estará apoyada por el Espíritu del Señor que dictará nuestra mente y nuestra lengua para dar respuestas o afirmaciones apropiadas.

¿QUÉ NOS DICE?: ¿Nos damos cuenta de que somos cuerpo de Cristo? ¿Se da cuenta la jerarquía eclesiástica de que los laicos estamos ahí? ¿Nos damos cuenta de lo que nos rodea, que ha sido creado por Dios? ¿Sino, por quien? ¿Tenemos miedo de manifestar nuestra fe?

LA ORACIÓN: Danos, Señor, un corazón grande para amar, grande para cobijar a todo aquel que lo necesite, grande para manifestar nuestra fe sin tapujos ni sonrojos, grande para que el prójimo se sienta atendido y querido. Gracias, Señor.

ENCÍCLICA PACEM IN TERRIS DE SU SANTIDAD JUAN XXIII
Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de fundarse
en la verdad, la justicia, el amor y la libertad
17. A los padres, sin embargo, corresponde antes que a nadie el derecho de mantener y educar a los hijos.



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