Salmo 018

2¡Yo te amo, Señor, mi fortaleza!
3¡Señor, mi roca, mi defensa, mi libertador!,
¡Dios mío, mi roca de refugio!
¡Mi escudo, mi fuerza salvadora,
mi baluarte, digno de alabanza!
4Invoco al Señor y quedo libre del enemigo.

5Me cercaban lazos mortales,
torrentes destructores me aterraban,
6me envolvían lazos del Abismo,
me alcanzaban redes de muerte.
7En el peligro invoqué al Señor
pidiendo socorro a mi Dios;
desde su templo escuchó mi clamor,
mi grito de socorro llegó a él, a sus oídos.
8Tembló y retembló la tierra,
se tambalearon los cimientos de los montes
estremecidos por su furor.
9De su nariz se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz
y arrojaba carbones encendidos.
10Inclinó los cielos y bajó,
con nubarrones bajo los pies;
11volaba cabalgando en un querubín,
planeando sobre las alas del viento;
12se puso como velo un cerco de tinieblas,
como tienda un oscuro aguacero
y nubes espesas.
13Ante el resplandor de su presencia,
las nubes se deshicieron
en granizo y centellas;
14mientras el Señor tronaba en el cielo,
el Altísimo lanzaba su voz.
15Forjaba sus saetas y las dispersaba,
multiplicaba sus rayos y los esparcía.
16Apareció el cauce del mar
y afloraron los cimientos de la tierra,
ante tu bramido, Señor,
ante el resuello furioso de tu nariz.

17Desde arriba alargó la mano y me agarró
y me sacó de las aguas caudalosas;
18me libró de enemigos poderosos,
de adversarios más fuertes que yo.
19Me asaltaban el día de mi desgracia,
pero el Señor fue mi apoyo.
20Me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
21El Señor me pagó mi rectitud,
retribuyó la pureza de mis manos,
22porque seguí los caminos del Señor
y no me alejé de mi Dios;
23porque tuve presentes sus mandatos
y jamás rechacé sus preceptos,
24mi conducta ante él ha sido irreprochable
guardándome de toda culpa.
25El Señor recompensó mi rectitud,
la pureza de mis manos ante sus ojos.
26Con el leal eres leal,
íntegro con el hombre íntegro,
27con el sincero eres sincero,
y sagaz con el astuto.
28Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos altaneros.
29Tú, Señor, enciendes mi lámpara,
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
30Contigo corro con brío,
con mi Dios asalto la muralla.
31El camino de Dios es perfecto,
la palabra del Señor es acrisolada,
escudo para los que se refugian en él.
32Porque, ¿quién es Dios fuera del Señor?
¿Quién es Roca fuera de nuestro Dios?
33El Dios que me ciñe de valor
y hace irreprochables mis caminos;
34me da pies ligeros como de cierva
y me asienta en sus alturas,
35adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tensar el arco de bronce.
36Me prestaste tu escudo salvador,
tu derecha me sostuvo,
y tu triunfo me engrandeció.
37Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos.

38Perseguí al enemigo hasta alcanzarlo
y no volví hasta haber acabado con él;
39los aplasté y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.
40Me ceñiste de valor para la guerra,
doblegaste a mis agresores;
41pusiste en fuga a mis enemigos,
reduje al silencio a mis adversarios.
42Pedían auxilio, nadie los salvaba;
clamaban al Señor, no les respondía.
43Los trituré como polvo de la plaza,
los pisé como barro de la calle.
44Me libraste de las contiendas del pueblo,
pusiste al frente de las naciones;
un pueblo extraño fue mi vasallo
45por mi fama se me sometían.
Los extranjeros me adulaban,
46los extranjeros se desmoralizaban
y abandonaban temblando sus refugios.

47¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea mi Dios y Salvador!
48El Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos,
49que me libró del enemigo,
me levantó sobre los que resistían
y me libró del hombre violento.
50Por eso te daré gracias ante las naciones
y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre:

51Tú diste gran victoria a tu rey,
fuiste fiel con tu Ungido,
con David y su descendencia para siempre.

MEDITACIÓN

Introducción.- La primera parte del salmo tiene una construcción muy clara. Después de una invocación, describe el peligro mortal en que se encontraba, la teofanía del Señor y la liberación; después reflexiona sobre el motivo de esa liberación y enuncia un principio general sobre la conducta de Dios. En la segunda parte se repiten los mismos temas de modo irregular. Es posible descubrir un par de veces el siguiente esquema: acción de Dios en segunda persona, efecto en los enemigos, acción del salmista. El final empalma con el comienzo en la invocación, a la vez que repite el tema dominante.

    2¡Yo te amo, Señor, mi fortaleza!
3¡Señor, mi roca, mi defensa, mi libertador!,
¡Dios mío, mi roca de refugio!
¡Mi escudo, mi fuerza salvadora,
mi baluarte, digno de alabanza!
4Invoco al Señor y quedo libre del enemigo.
Estamos viviendo en una época en la que se está diciendo mucho acerca del amor, pero, a veces, con conceptos equivocados, con una dirección meramente sexual y no de expresión de entrega de vida. Vemos aquí una declaración de amor, nada menos que en el Antiguo Testamento que muchos piensan que únicamente tiene expresiones bélicas y crueles. Pero observemos como comienza este Salmo 18 en el versículo 1: "Yo te amo, Señor, mi fortaleza".
¿Cuándo fue la última vez que le dijimos a Dios que le amamos? Creemos que una de las cosas más maravillosas que podemos hacer es decirle que le amamos. La alabanza a Dios comienza porque Él nos ama y nos ha provisto la salvación. Él nos protege, y hoy por Su providencia, nos está cuidando. Observemos que Él es llamado "fortaleza mía".
El salmista llamó al Señor roca, defensa, libertador. En todos estos aspectos Él era su Salvador. Después dijo nuevamente que Él era su fortaleza y añadió que era su escudo, la fuerza de su salvación y su alto refugio.
Pero lo que nos interesa mucho aquí es el adjetivo posesivo mí, y el pronombre mío. David dijo, "oh Señor, Roca mía y castillo mío, mi libertador. Dios mío, fortaleza mía”. Una cosa es hablar sobre los atributos de Dios y decir que Él es omnipotente. Pero lo importante es poder decir que Él es mi fortaleza. Una cosa es decir que Dios es un pastor, y David podía haber dicho, el Señor es un pastor, y lo era. Pero es completamente diferente decir: El Señor es mi pastor.
La protección de Dios hacia su pueblo es ilimitada y puede tomar diversas formas. David caracterizó el cuidado de Dios con cinco símbolos militares. Dios es:
(1) Fortaleza o lugar seguro donde el enemigo no nos puede seguir.
(2) Roca que no podrá ser movida por nadie que quiera dañarnos.
(3) Escudo que se interpone entre nosotros y el peligro.
(4) Fuerza -cuerno en algunas versiones- de salvación, símbolo de poder y fuerza
(5) Alto refugio, por encima de mis enemigos. Si necesita protección, busque a Dios.
¿Podemos decir que el Señor es nuestro Pastor? ¿Qué es nuestra fuerza salvadora?
¿Invocamos al Señor en nuestros “apuros”? ¿Hacemos alguna oración de alabanza?

     5Me cercaban lazos mortales,
torrentes destructores me aterraban,
6me envolvían lazos del Abismo,
me alcanzaban redes de muerte.
7En el peligro invoqué al Señor
pidiendo socorro a mi Dios;
desde su templo escuchó mi clamor,
mi grito de socorro llegó a él, a sus oídos.
¡Cuántas veces a lo largo de nuestra vida nos vemos “acechados” por alguna desgracia familiar, disgusto, enfado… ¡
El miedo también a veces se apodera de nosotros en algunas situaciones en las que nos vemos en peligro, o metidos en algún “lío” de la complicada vida moderna… accidente, impuestos, deudas…
El rey David, al que se le atribuye este salmo (ver 2 Sam 22), recurre al Señor, a su Dios, a aquel al que, desde que Jesús nos lo descubrió, nosotros llamamos PADRE.
¿Recurrimos también nosotros a Él en nuestros momentos “malos”? ¿Creemos en la eficacia de la oración para ayudarnos en nuestra flaqueza? ¿Estamos seguros de que nos escucha? ¿Estamos seguros de que su solución será la mejor para nosotros?

     8Tembló y retembló la tierra,
se tambalearon los cimientos de los montes
estremecidos por su furor.
9De su nariz se alzaba una humareda,
de su boca un fuego voraz
y arrojaba carbones encendidos.
10Inclinó los cielos y bajó,
con nubarrones bajo los pies;
11volaba cabalgando en un querubín,
planeando sobre las alas del viento;
12se puso como velo un cerco de tinieblas,
como tienda un oscuro aguacero
y nubes espesas.
13Ante el resplandor de su presencia,
las nubes se deshicieron
en granizo y centellas;
14mientras el Señor tronaba en el cielo,
el Altísimo lanzaba su voz.
15Forjaba sus saetas y las dispersaba,
multiplicaba sus rayos y los esparcía.
16Apareció el cauce del mar
y afloraron los cimientos de la tierra,
ante tu bramido, Señor,
ante el resuello furioso de tu nariz.
La teofanía es la aparición o manifestación de un dios o de Dios al hombre. En concreto, "el semita tiende a concebir las fuerzas y los fenómenos de la naturaleza como resultado de una teofanía, algo por lo cual la divinidad se manifiesta al hombre".
Es decir, que la teofanía es una aparición de Dios, pero se usa para indicar una manifestación de Dios perceptible por, los sentidos, ora en figura humana, ora en grandiosos y terribles fenómenos de la naturaleza.
Esto es lo que el salmo expresa, como respuesta indudable a la invocación del Salmista.
Quizá hoy en día prefiramos hablar de señales, de las señales de un Dios que nos habla, que nos ofrece su Palabra, que nos muestra el camino de la felicidad y cuyas señales, si estamos atentos, veremos y notaremos en nuestra vida.
¿Vemos al Señor en la Naturaleza?
¿Le “culpamos” de nuestros “males”?
¿Lo vemos en nuestra vida?

17Desde arriba alargó la mano y me agarró
y me sacó de las aguas caudalosas;
18me libró de enemigos poderosos,
de adversarios más fuertes que yo.
19Me asaltaban el día de mi desgracia,
pero el Señor fue mi apoyo.
20Me sacó a un lugar espacioso,
me libró porque me amaba.
21El Señor me pagó mi rectitud,
retribuyó la pureza de mis manos,
22porque seguí los caminos del Señor
y no me alejé de mi Dios;
23porque tuve presentes sus mandatos
y jamás rechacé sus preceptos,
24mi conducta ante él ha sido irreprochable
guardándome de toda culpa.
25El Señor recompensó mi rectitud,
la pureza de mis manos ante sus ojos
El Señor siempre está pendiente de nosotros, listo para sacarnos de nuestras pequeñas miserias que normalmente agrandamos.
El cumplimiento de los preceptos cristianos no debe de ser confundido con el mero seguimiento de ritos y normas; debe de ir mucho más allá. Como decía San Pablo: “ama y haz lo que quieras”
Porque el amor a los demás nos llevará a cumplir con creces mandamientos y normas eclesiásticas
Mandamientos, normas y ritos deben llevarnos a una sincera oración que nos “obligará” a llenar nuestra vida con ese amor que es el que, realmente, nos hará entrar de lleno en el amor.
¿Sabemos que el Señor siempre nos está recompensando?
¿Nos interesamos por los que nos rodean?
¿Sabemos de gente necesitada cercana físicamente, o la ignoramos?

     26Con el leal eres leal,
íntegro con el hombre íntegro,
27con el sincero eres sincero,
y sagaz con el astuto.
28Tú salvas al pueblo afligido
y humillas los ojos altaneros.
29Tú, Señor, enciendes mi lámpara,
Dios mío, tú alumbras mis tinieblas.
La lealtad indica la cualidad interior de rectitud y franqueza, de fidelidad a la palabra dada, a las personas e instituciones y aun al propio honor personal.
La lealtad cruza toda la Escritura tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo.
Tu lealtad te llevará a dar respaldo a una persona o a una causa en las duras y en las maduras: cuando está de moda o cuando está mal visto.
La sinceridad es decir la verdad sin que importen las consecuencias. Es ser veraz incluso si conlleva admitir una verdad que nos cuesta reconocer o que defraude a alguien. Sinceridad es también no alardear para impresionar a los demás.
Ambas virtudes nos llevarán a llevar paz y justicia a nuestro alrededor, ayudar al necesitado, alumbrar la vida de los necesitados y proclamar siempre la salvación de Dios
¿Somos fieles con nuestro compromiso cristiano?
¿Eres fiel en la prosperidad y en la adversidad?
¿Comprendemos que la lealtad resplandece en la fidelidad a las promesas?

     30Contigo corro con brío,
con mi Dios asalto la muralla.
31El camino de Dios es perfecto,
la palabra del Señor es acrisolada,
escudo para los que se refugian en él.

32Porque, ¿quién es Dios fuera del Señor?
¿Quién es Roca fuera de nuestro Dios?
33El Dios que me ciñe de valor
y hace irreprochables mis caminos;
34me da pies ligeros como de cierva
y me asienta en sus alturas,
35adiestra mis manos para la guerra
y mis brazos para tensar el arco de bronce.
36Me prestaste tu escudo salvador,
tu derecha me sostuvo,
y tu triunfo me engrandeció.
37Ensanchaste el camino a mis pasos
y no flaquearon mis tobillos.
Recordamos los caminos que el Salmo 1 nos indica: el camino de los dichosos, de los felices y el camino de los malvados. El primero es el camino del Señor, el camino de Dios, el camino del Padre. Con él iremos lejos en nuestra salvación terrena, en nuestro caminar ayudando a los oprimidos y necesitados.
La Palabra de Dios es el lugar del encuentro entre Dios y el hombre. “Esto quiere decir que toda la creación está pensada para crear el lugar del encuentro entre Dios y su criatura, un lugar donde el amor de la criatura responda al amor al amor divino, un lugar donde se desarrolle la historia de amor entre Dios y su criatura”. “La historia de la salvación no es un pequeño acontecimiento, en un pobre planeta, en la inmensidad del universo. No es una cosa mínima, que sucede por casualidad en un planeta perdido. Es el móvil de todo, el motivo de la creación: el encuentro de amor entre Dios y el hombre”. (Benedicto XVI)
Pero, desgraciadamente DEJAMOS que se fabrique un Dios para no creer:
- Desde la razón ilustrada, ya no es de recibo una divinidad que, instalada en su Olimpo, desde arriba ordena y manda reprimiendo la libertad y la autonomía de las personas y de los pueblos.
- Desde la razón científica, el progreso científico ya explica el dinamismo del cosmos con sus propias leyes y confirma la autonomía del ser humano a la hora de gestionar la creación y organizar la sociedad.
- Desde la situación de injusticia y pobreza, la Ilustración europea, que ha marcado a todo el proceso de la modernidad, fomentó la libertad, pero no así la igualdad fundamental de todas las personas.
Y el cristiano, siempre tendrá la fe del Padre
¿Cómo reafirma ese Dios que tan certeramente describe el Salmo? ¿El testimonio, el ejemplo, la vida que el cristiano lleva, ¿proclama ese Dios que es el Señor?
¿Escuchamos al Señor? ¿Dialogamos con Él? ¿Estamos encerrados en la razón, o implicamos nuestra fe en el proceso? ¿

     38Perseguí al enemigo hasta alcanzarlo
y no volví hasta haber acabado con él;
39los aplasté y no pudieron rehacerse,
cayeron bajo mis pies.
40Me ceñiste de valor para la guerra,
doblegaste a mis agresores;
41pusiste en fuga a mis enemigos,
reduje al silencio a mis adversarios.
42Pedían auxilio, nadie los salvaba;
clamaban al Señor, no les respondía.
43Los trituré como polvo de la plaza,
los pisé como barro de la calle.
Nuestro mayor enemigo es el pecado y Tú, Señor, me ayudas a vencerlo.
El Espíritu Santo es un don que Dios nos ha dado (a Su iglesia) para ser victoriosos en el vivir cristiano. En Gálatas 5, 16-25, Dios hace un contraste entre las acciones de la carne y el fruto del Espíritu. En ese pasaje, somos llamados a caminar en el Espíritu. Todos los creyentes ya poseen el Espíritu Santo, pero este pasaje nos dice que necesitamos caminar en el Espíritu, dejando bajo Su control nuestra voluntad. Esto significa que deberíamos llevar a la práctica lo que el Espíritu Santo nos induce a hacer en nuestras vidas, en lugar de seguir los deseos de la carne.
Se camina en el Espíritu tratando de no bloquear lo que él mismo nos induce a hacer (“sin apagar al Espíritu” como dice en 1Ts 5,19) y buscar más bien, ser lleno del Espíritu (Efe 5,18-21).
Gracias, Señor, por darnos los medios para enfrentarnos con nuestro egoísmo y vencerlo; acércanos siempre a tu Palabra, que nos has dado para “equiparnos para cada buena obra” (2 Tm 3, 16-17), que nos enseña cómo vivir y qué creer, nos revela cuando hemos escogido senderos erróneos, nos ayuda a regresar al sendero correcto, y nos ayuda a permanecer en ese sendero.
Como nos comparte Hb 4, 12, la Palabra es viva y eficaz, y capaz de penetrar en nuestros corazones, para arrancar los problemas más profundos que humanamente hablando no se pueden vencer.
¿Somos conscientes de nuestra inclinación a ciertas faltas?
¿Tratamos de evitar las ocasiones consiguientes?
¿Sabemos que el Señor SIEMPRE “está a la escucha”, listo para ayudarnos?
¿Recurrimos a Él? ¿Sabemos agradecerle su seguro apoyo?

     44Me libraste de las contiendas del pueblo,
me pusiste al frente de las naciones;
un pueblo extraño fue mi vasallo
45por mi fama se me sometían.
Los extranjeros me adulaban,
46los extranjeros se desmoralizaban
y abandonaban temblando sus refugios.
Gracias, Señor, por la fuerza que pones en nuestra mente y en nuestra voluntad para seguirte y proclamar tu Reino en todo nuestro entorno.
Aunque la adulación ha sido siempre extraña en nuestras vidas, el carisma de acercamiento a los demás es factor que nos ayuda en esa proclamación de tu Palabra.
La fama, el prestigio nos ha acompañado a lo largo de nuestra vida, por lo que te damos gracias, siempre rogando que no permitas que nos lleve a un enorgullecimiento de nuestra actitud ante los demás, pero facilitando nuestra posibilidad de influencia hacia la paz y la justicia.
Y te pedimos, Señor, que no infundamos temor en otros, pero que seamos capaces de llevarlos hacia Ti, de convencerles de tu lealtad y misericordia, de forma que abandonen sus actitudes contrarias a aquellos que profesamos tu Fe.
¿Sé recurrir a Ti, Señor, para enfrentarme a mis debilidades y faltas?
¿Soy consciente de mis defectos para con otros y contengo cualquier afán de dominio?
¿Me gustan, busco la adulación de otros y “engordo” con ella?
¿Ejerzo el poder en lugar de la autoridad con aquellos que está subordinados a mí de alguna manera, sembrando miedo e inquietud?

     47¡Viva el Señor, bendita sea mi Roca!
¡Glorificado sea mi Dios y Salvador!
48El Dios que me dio el desquite
y me sometió los pueblos,
49que me libró del enemigo,
me levantó sobre los que resistían
y me libró del hombre violento.
50Por eso te daré gracias ante las naciones
y cantaré, Señor, en honor de tu Nombre:
Señor, Señor, soy de esos que te llaman y no hacen lo que dices. Dame una fe fuerte, segura, que pueda dar frutos de bondad, así estaré construyendo mi vida sobre la Roca firme de Tu Amor.
No nos puede faltar nunca la Roca del amor de Dios, la Roca de su Palabra inserta en nuestra vida, en nuestro corazón, en nuestra mente.
Establecidos sobre esa Roca nuestro andar por la vida será verdaderamente cristiano, con voluntad y fuerza para ayudar a los desvalidos, a los oprimidos, y, al mismo tiempo, vencer a nuestros “enemigos” que no son otros que la tendencia al protagonismo, a ser más que otros, a tener más prestigio, bienes o poder.
Todos esos “enemigos” se dispondrán de forma que se conviertan en bienes para los que nos rodean, y esa será nuestra victoria, que no es otra que la victoria del Señor.
La alabanza destaca a Dios. La senda de la alabanza. Aquí encontramos la razón más importante para alabar a Dios: «él es digno de ser alabado [del hebreo halal «alabar en voz alta»]. Halal significaba primitivamente «hacer que brille». Con nuestra alabanza centramos la atención sobre nuestro Dios, digno y merecedor de ser alabado y glorificado. Mientras más nos concentremos en Dios, más brillaremos
¿Sabemos dar gracias al Señor ante otras personas?
¿Viva el Señor y vive el Señor, son expresiones que ratificamos y confesamos?
¿Sabemos que nuestra oración nos lleva por el camino del Señor y nos libra de nuestros “enemigos”? Sí, sí, de esos que están tan dentro de nosotros.

     51Tú diste gran victoria a tu rey,
fuiste fiel con tu Ungido,
con David y su descendencia para siempre.
Y Dios extiende Su misericordia para con nosotros hoy. Este maravilloso Salmo concluye con una nota de alabanza a Dios.
Perfecto es el camino de Dios. Su camino es su manera de tratar con su pueblo, su manera de actuar. En Sinaí Dios mostró sus actos al pueblo, pero mostró su camino a Moisés.
El Dios cuyo camino es perfecto es el que hace perfecto el camino del salmista. Dios quiere hacer al cristiano conforme a la imagen de Cristo.
¿Nos sentimos integrados en el Reino de Dios? ¿Somos fieles a nuestro ser cristiano? ¿Extendemos nosotros la misericordia del Señor a los más necesitados?