Salmo 050
Introducción.- Este salmo no es una oración dirigida a Dios por el hombre mismo, sino que es Dios quien se dirige a su pueblo. El pueblo de Israel no ha cumplido la alianza que Dios le dio, y el Dios juez le recuerda las cláusulas de esa alianza, tras haberle convocado a su presencia. Cuando examinamos nuestra vida, es fácil justificarnos, pero cuando sometemos todo a la luz de la Palabra de Dios, no podemos guardar en nosotros dioses falsos. La Iglesia debe escuchar siempre con interés este salmo para alejar de sí a los falsos dioses. El verdadero culto tiene sus exigencias. Escuchar la Palabra de Dios así, también es hacer oración.
REPROCHE DEL SEÑOR POR LA INFIDELIDAD A LA ALIANZA
1 Salmo de Asaf.
El Señor, Juez de su Pueblo
El Dios de los dioses, el Señor,
habla para convocar a la tierra
desde la salida del sol hasta el ocaso.
2 El Señor resplandece desde Sión,
que es el dechado de toda hermosura:
3 ya viene nuestro Dios, y no callará;
un fuego devorador lo precede,
la tempestad ruge a su alrededor.
4 Él llama desde lo alto al cielo y a la tierra,
para entablar un juicio contra su pueblo:
5 "Reúnanme a mis amigos,
a los que sellaron mi alianza con un sacrificio".
6 ¡Que el cielo proclame su justicia,
porque el Señor es el único Juez!
La manifestación de Dios y la llamada a juicio. Dios asigna como testigo de su lealtad a la naturaleza.
La introducción a este salmo proclama que "el Dios poderoso viene". ¡Qué anticipación más gloriosa debería ser este futuro acontecimiento para el Hijo de Dios! Algún día, veremos a nuestro Señor. Esa es la perspectiva y esperanza de todo creyente en el día de hoy.
Cuando Dios esté listo para juzgar, Él querrá tener muchos testigos para que puedan asegurarse de que lo que Él será justo en todo lo que haga.
Aquí los santos, o consagrados, que han hecho un pacto con Dios mediante un sacrificio son los judíos, los israelitas.
El Señor Jesucristo va a ser el juez. En Juan 5:22 el Señor dijo que El Padre no juzgaría a nadie, sino que todo juicio lo había delegado en el Hijo.
Ineficacia del culto puramente exterior
7 "Escucha, pueblo mío, yo te hablo;
Israel, voy a alegar contra ti:
yo soy el Señor, tu Dios.
8 No te acuso por tus sacrificios:
¡tus holocaustos están siempre en mi presencia!
9 Pero yo no necesito los novillos de tu casa
ni los cabritos de tus corrales.
10 Porque son mías todas las fieras de la selva,
y también el ganado de las montañas más altas.
11 Yo conozco los pájaros de los montes
y tengo ante mí todos los animales del campo.
12 Si tuviera hambre, no te lo diría,
porque es mío el mundo y todo lo que hay en él.
13 ¿Acaso voy a comer la carne de los toros
o a beber la sangre de los cabritos?
14 Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza
y cumple tus votos al Altísimo;
15 invócame en los momentos de peligro:
yo te libraré, y tú me glorificarás".
La petición de Dios.
Obedecer es mejor que los sacrificios, y amar a Dios y a nuestro prójimo es mejor que todos los holocaustos. Aquí se nos advierte que no debemos descansar en tales obras. Cuidémonos de descansar en ellas en ninguna forma. Dios pide el corazón, ¿cómo podrían complacerlo las invenciones humanas, cuando se desprecia el arrepentimiento, la fe y la santidad? -En el día de tribulación, debemos acudir al Señor en oración ferviente. Nuestros problemas deben llevarnos a Él, y no alejarnos de Él, aunque veamos que vienen de la mano de Dios. Debemos reconocerle en todos nuestros caminos, confiar en su sabiduría, poder y bondad, y remitirnos completamente a Él y, así, darle gloria. De esta manera debemos mantener la comunión con Dios; reunirnos con Él mediante la oración cuando estamos en pruebas, y con alabanzas cuando somos liberados. El que suplica con fe no sólo tendrá la respuesta por gracia para su pedido y, tendrá motivos para alabar a Dios, también tendrá gracia para alabarle.
Si hubiéramos estado en Jerusalén cuando el templo se encontraba allí, quizás nos habríamos preguntado por qué el Señor criticaba a esa gente. Ellos asistían regularmente a los servicios religiosos del templo (equivalentes a nuestros servicios religiosos de hoy). Estaban muy ocupados con el servicio del templo. Pero, así como en la actualidad, la asistencia y participación en las actividades de la iglesia no es el tema más importante. Por supuesto que tiene su importancia, pero esa actitud, por sí misma, no establece necesariamente una relación con Dios. Sería mejor que estableciéramos esa relación por medio del Señor Jesucristo, para que nuestra asistencia a la iglesia fuera del agrado de Dios.
Dios les estaba diciendo que no creyeran que le estaban dando algo cuando le traían sacrificios, porque todos los animales, de cualquier manera, ya le pertenecían. Esto nos recuerda lo que dijo el profeta Jeremías 7, 22 y 23: “Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. 23Pero esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien”.
La naturaleza moral perfecta de Dios demanda el juicio del pecado con la muerte. Una persona podía ofrecer un animal a Dios como un sustituto de sí mismo, simbolizando así su fe en la misericordia y el perdón de Dios. Sin embargo, ¡el pueblo ofrecía sus sacrificios y se olvidaba de su significado! El propio acto del sacrificio mostraba que alguna vez estuvieron de acuerdo en seguir a Dios con todo el corazón. Pero ahora sus corazones ya no estaban allí. Nosotros podemos caer en este mismo patrón cuando participamos en actividades religiosas, diezmos, o asistimos a la iglesia por hábito o por conformismo y no por obediencia y amor sinceros. Dios quiere justicia y no rituales vacíos
Si el Creador tuviera hambre, seguramente no tendría necesidad de contárselo a sus criaturas. Dios le pide a Su pueblo que se acerque a Él. Pero Dios también dice que Él tiene la intención de juzgar a los malvados y que ellos no se saldrán con la suya; no podrán evitar las consecuencias.
El motivo de la acusación divina
16 Dios dice al malvado:
"¿Cómo te atreves a pregonar mis mandamientos
y a mencionar mi alianza con tu boca,
17 tú, que aborreces toda enseñanza
y te despreocupas de mis palabras?
18 Si ves a un ladrón, tratas de emularlo;
haces causa común con los adúlteros;
19 hablas mal sin ningún reparo
y tramas engaños con tu lengua;
20 te sientas a conversar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu propia madre.
Algunas personas recitan sin reflexión las leyes de Dios, pero están llenas de engaño y maldad. Reclaman las promesas de Dios, pero se niegan a obedecer sus leyes. Esto es pecado y Dios las juzgará por ello. También nosotros somos hipócritas cuando no vivimos conforme a lo que decimos ser. Permitir que esto suceda muestra que no somos verdaderos seguidores de Dios.
La hipocresía es iniquidad que Dios juzgará. Es muy común que los que declaran los estatutos del Señor a los demás, vivan en desobediencia. Este engaño surge de abusar de la paciencia de Dios y de errar voluntariamente en cuanto a su carácter y a la intención de su evangelio. Los pecados de los pecadores les serán plenamente probados en el gran día del juicio. Viene el día en que Dios pondrá en orden sus pecados, los pecados de la infancia y de la juventud, de la edad madura y de la vejez, para vergüenza y terror eternos de ellos. Los que hasta ahora olvidan a Dios, que están entregados a la maldad o de alguna manera desprecian la salvación, consideren su urgente peligro. La paciencia del Señor es muy grande. Es por demás maravillosa, porque los pecadores hacen tan mal uso de ella; pero si no se vuelven, hará que vean su error cuando sea demasiado tarde. Quienes olvidan a Dios, se olvidan a sí mismos; y nunca estarán bien consigo mismos hasta que recapaciten. El fin principal del hombre es glorificar a Dios: quien ofrezca alabanza, le glorifica, y sus sacrificios espirituales serán aceptados. Debemos alabar a Dios, sacrificar alabanza, ponerla en las manos del sacerdote, nuestro Señor Jesús, que también es el altar: debemos ser fervientes de espíritu, alabando al Señor. Aceptemos agradecidos la misericordia de Dios y dediquémonos a glorificarle por palabra y obra.
21 Haces esto, ¿y yo me voy a callar?
¿Piensas acaso que soy como tú?
Te acusaré y te argüiré cara a cara.
22 Entiendan bien esto, los que olvidan a Dios,
no sea que yo los destruya sin remedio.
Porque no han cumplido el compromiso o la alianza, Dios acusa a su pueblo.
Dios le pide a Su pueblo que se acerque a Él. Pero Dios también dice que Él tiene la intención de juzgar a los malvados y que ellos no se saldrán con la suya; no podrán evitar las consecuencias.
"Estas cosas hiciste y yo he callado; pensabas que de cierto sería yo como tú; ¡pero te reprenderé y las pondré delante de tus ojos! Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios, no sea que os despedace y no haya quien os libre".
Dios no estaba hablando solo para los israelitas. También nos está hablando hoy a nosotros. El desenmascara la hipocresía. El que Dios permanezca en silencio no significa que apruebe algo. Llegará el día de ajustar las cuentas. Dios dice aquí que reprenderá al ser humano sus maldades y le denunciará cara a cara. Pero Dios nunca deja de mostrar compasión, gracia y misericordia.
"El que ofrece sacrificios de alabanza me honrará, y al que ordene su camino, le mostraré la salvación de Dios".
Esos sacrificios no debían ser la mera realización de un ritual externo. No debían ser ofrecidos a menos que el que los presentara hubiera experimentado por la fe y personalmente la obra de Dios en su vida. Aquí El prometió la salvación a quien que reconozca ante El, su condición, su conducta, y habiendo experimentado la gracia de Dios a su favor, entonces podrá alabar al Señor como una expresión espontánea de lo que Dios ha hecho en su vida. ¿Estimado oyente, es esa su relación con Dios?
En ocasiones pareciera que Dios guarda silencio. Este silencio no significa que pasa por alto el pecado o es indiferente ante él. En realidad retarda el castigo merecido, dando tiempo para que la gente se arrepienta (2Pe 3:9). Dios no se agrada de la muerte del impío y quiere que se vuelva de su mal (Eze 33:11). Pero este silencio no es para siempre, llegará el momento del castigo
23 El que ofrece sacrificios de alabanza,
me honra de verdad;
y al que va por el buen camino,
le haré gustar la salvación de Dios".
Porque no han cumplido el compromiso o la alianza, Dios acusa a su pueblo.
Resumen del salmo: De la misma forma que la palabra de Dios acusa el pecado, salva al pecador. Esa manera de actuar difiere mucho de la manera de actuar del hombre.