Salmo 054
INTRODUCCIÓN.- Esta composición poética es esencialmente una lamentación individual en el sentido clásico de otras análogas del Salterio. Puede dividirse en dos partes: a) súplica de ayuda contra unos despiadados enemigos que le atacan insolentemente, poniendo en peligro su vida (1-5); b) afirmación de fe y confianza en Yahvé, que le ha de defender y vindicar sus derechos, con promesa de ofrecer sacrificios de acción de gracias (6-9). Ambas partes están separadas por la palabra Seláh, de probable significación musical.
3 ¡Oh Dios, por el honor de tu nombre sálvame,
con tu poder defiende mi causa!
4 ¡Escucha, oh Dios, mi oración,
estate atento a mis palabras!
5 Se alzan contra mí extranjeros,
gente cruel desea mi muerte
sin tener presente a Dios. [ Pausa]
En su angustia el salmista descansó tanto en el nombre y el poder de Dios. El nombre habla de la naturaleza y carácter de Dios; el poder de Su gran fuerza. David sabía que el poder de Dios podía responder a su necesidad por lo que sabía del nombre de Dios.
El nombre de Dios es la garantía de salvación para los justos atribulados, porque simboliza al mismo Dios en sus atributos de justicia y fidelidad para con los suyos. Según la mentalidad israelita, el propio Dios estaba ligado con unas promesas de auxilio a los que cumplían sus mandamientos, y por eso la invocación de su nombre era ya un anticipo de victoria
El nombre, pues, de Dios era como el signo externo que sintetizaba su misteriosa naturaleza. El salmista, consciente de la realidad de las promesas divinas, pide que abra ponga a disposición su poder para hacer brillar su justicia, pues se siente injustamente perseguido.
Los enemigos perseguidores del justo atribulado son calificados como soberbios y violentos, sin escrúpulos religiosos, ya que no ponen a Dios ante ellos. Ateos prácticos, prescinden de la realidad de la Providencia divina, que dirige el curso de los acontecimientos y las vidas de los hombres, dando a cada uno lo merecido por sus actos virtuosos o pecaminosos. Los piadosos y justos en la sociedad son siempre una minoría y tienen que sufrir de la insolencia de los indiferentes e irreligiosos. El salmista simboliza en su persona esta clase de fieles a la Ley, perseguidos por los impíos.
¿Recurrimos al Señor en nuestras angustias?
6 Pero es Dios quien me ayuda,
mi Señor está con los que me protegen.
7 Que el mal se vuelva contra mis rivales
y tú, por tu fidelidad, hazlos perecer.
8 Te ofreceré sacrificios voluntarios,
alabaré tu nombre, Señor, porque es bueno.
9 Él me ha librado de todas mis angustias
y he visto a mis enemigos derrotados.
Como es ley en estos salmos deprecatorios, el poeta pasa de la súplica angustiosa y ardiente al estado de confianza en la salvación, pues Dios está siempre para ayudar a los suyos y no los abandona en los momentos críticos.
El salmista declara enfáticamente que Dios es el sostén de su vida, lo que da plena seguridad de salir de la situación de opresión actual. Llevado de este sentimiento de confianza, se atreve a pedir a su Dios que despliegue su poder enviando el mal contra sus adversarios, es decir, que intervenga castigando su insolencia y presunción. Y en un arranque de su espíritu atribulado, pide el exterminio para los que le procuran el mal, apelando a la fidelidad de su Dios para moverle a este castigo devastador contra los enemigos.
El salmista — simbolizando a la clase perseguida — apela a la justicia divina y a sus promesas de castigo de los impíos para que intervenga ahora contra los que le oprimen. Su frase extermínalos choca con nuestra sensibilidad evangélica, pero debe tomarse como desahogo oratorio para expresar la opresión en que se halla. Por otra parte, no hemos de perder de vista que los hagiógrafos y justos del A.T. estaban muy lejos de la panorámica de caridad del Evangelio. Las costumbres entonces eran mucho más rudas, y conforme al ambiente cultural-religioso de la época expresan sus ideas. La causa de ellos era la del propio Dios, y al pedir justicia a su favor, intentaban hacer brillar los atributos de la Providencia divina en la sociedad olvidada de Yahvé.
Como en otros salmos, el poeta termina prometiendo sacrificios de acción de gracias por la milagrosa liberación. En la asamblea pública religiosa alabará a Yahvé, porque se ha mostrado bueno con él al librarle de toda angustia y concederle poder contemplar a sus enemigos vencidos y humillados. La vindicación de los derechos del justo atribulado es la manifestación de la justicia divina, que castiga inexorablemente al impío que persiste en su pecado. Es una prueba de la manifestación providencialista en favor de los suyos.
¿Confiamos en el Señor, nuestro Padre?