Salmo 060
Introducción. - En esta lamentación, aparecen reflejados los diversos momentos de una acción litúrgica, celebrada con motivo de una grave derrota nacional. En la primera parte (vs. 3-7), la comunidad se queja ante el Señor por la dura prueba a que se vio sometida. Luego viene un oráculo del Señor (vs. 8-10), que promete a su Pueblo la total recuperación de sus antiguos dominios. Este oráculo divino se caracteriza por sus audaces antropomorfismos y por su estilo épico. La parte final del Salmo es una reiteración de la lamentación y de la súplica (vs 11- 13), y una profesión de confianza en el poder de Dios (v. 14).
1 Del maestro de coro. Según la melodía de “El lirio del testimonio”. Mictán de David. Para enseñar.
2 Cuando luchó contra Arám Naharaim y contra Arám de Sobá, y Joab volvió para derrotar a Edóm, en el valle de la Sal, dando muerte a doce mil hombres.
Queja por la ruina de la nación
3 ¡Tú nos has rechazado, Señor, nos has deshecho!
Estabas irritado: ¡vuélvete a nosotros!
4 Hiciste temblar la tierra, la agrietaste:
repara sus grietas, porque se desmorona.
5 Impusiste a tu pueblo una dura prueba,
nos hiciste beber un vino embriagador.
6 Diste a tus fieles la señal de retirada,
para que huyeran de los arqueros. Pausa
7 ¡Sálvanos con tu poder, respóndenos,
para que se pongan a salvo tus predilectos!
El pueblo ha sido humillado y le dice a Dios que fue por culpa de Él
Promesa de victoria
8 El Señor habló desde su Santuario:
“Yo repartiré triunfalmente a Siquém
y distribuiré el valle de Sucot.
9 Mío es Galaad, Manasés me pertenece;
Efraím es mi yelmo, mi cetro es Judá,
10 Moab es la vasija donde yo me lavo;
plantaré mis sandalias en Edóm
y cantaré victoria sobre Filistea”.
11 ¿Quién me llevará hasta la ciudad fortificada,
quién me conducirá hasta Edóm,
12 si tú, Señor, nos has rechazado
y ya no sales con nuestro ejército?
13 Danos tu ayuda contra el adversario,
porque es inútil el auxilio de los hombres.
14 Con Dios alcanzaremos la victoria
y él aplastará a nuestros enemigos.
Ante la queja expresada, un sacerdote o un profeta proclama una palabra de Dios reconfortante: el Señor sale a pelear; sus armas serán las tribus de Israel, y pisoteara a los países vecinos de Edom y Moab.
Los Edomitas fueron abrumadoramente derrotados y a partir de entonces, nunca más pudieron reunirse para atacar. Proféticamente, vemos la imagen de la liberación que Dios dará a Su pueblo, el remanente fiel de Israel, después de los sufrimientos de la gran tribulación.
Una vez demostrado el hecho de que no se puede esperar una ayuda humana que resulte fiable, Dios restaurará a sus fieles seguidores. Y esto ha sido y será una realidad en todas las épocas de la historia. Aunque los creyentes se encuentren acosados por enemigos o agobiados por las difíciles situaciones creadas en su contra, o incluso por el pecado, Dios les liberará y los restaurará. Esta verdad claramente enseñada en las Sagradas Escrituras constituye la esperanza para todos aquellos que hemos confiado en el Señor Jesucristo como Salvador. ¿Es ésta también nuestra esperanza?