Salmo 073
Introducción. – (Casi toda la meditación de este salmo es de San Agustín)
El tema central de este Salmo es el doloroso enigma que plantea a los justos la comparación entre sus propios sufrimientos (vs. 13-14) y la felicidad de que gozan los impíos (vs. 4-12). El mismo tema -característico de los escritos sapienciales- es tratado también en los Salmos 37; 49. Pero aquí el autor del Salmo no se expresa con la serena objetividad de los sabios. sino que da un testimonio de su experiencia personal: exasperado por lo que consideraba una injusticia de parte de Dios (vs. 21-22), estuvo a punto de extraviarse (v. 2), hasta que una visita al Santuario (v. 17) le hizo experimentar con extraordinaria intensidad la cercanía de Dios, y así comprendió lo que significa estar alejado de él (v. 27). El final del Salmo es de un contenido casi místico: el salmista manifiesta que su único anhelo es vivir en intimidad con Dios.
Vacilación frente al triunfo del mal
1 ¡Qué bueno es Dios para Israel,
para los limpios de corazón!
¡Qué bueno es el Dios de Israel! Pero ¿para quiénes? Para los rectos de corazón. Y para los perversos, ¿qué? Parece perverso. De hecho, se dice en otro salmo: Con el santo tú serás santo, con el inocente tú serás inocente, y con el perverso serás perverso18. ¿Qué significa esto último? Que el perverso te creerá a ti perverso. No que Dios se pervierta. No, en absoluto. Dios es lo que es. Pero a veces sucede como con el sol: se muestra apacible al que tiene los ojos sanos y vigorosos; y al que los tiene enfermos, le parece como si lanzara dardos irritantes, vigorizando al primero, al contemplarle, y atormentando al segundo, sin cambiar el sol; pero el que cambia es el hombre. Es lo que ocurre cuando tú te vuelves perverso: Dios te parece que también es perverso. Quien ha cambiado res tú, no él. Se te convertirá, pues, en castigo lo que es una alegría para los buenos. El salmista, recordando esto, dice: ¡Qué bueno es el Dios de Israel para los rectos de corazón!
2 Pero casi se desvían mis pasos,
faltó poco para que diera un traspié,
Y para ti, ¿qué será? Casi vacilaron mis pies. ¿Cuándo sucedió esto, sino cuando tu corazón no era recto? ¿Y por qué no era recto el corazón? Escucha: Por poco resbalaron mis pasos. Lo que antes dijo casi, ahora lo dice por poco; y la expresión vacilaron mis pies, ahora la expresa así: resbalaron mis pasos. Casi vacilaron mis pies; casi resbalaron mis pasos. Vacilaron mis pies; Pero ¿cómo es que vacilaron los pies, y resbalaron los pasos? Vacilaron los pies caminando hacia el error; y resbalaron los pasos para la caída, pero no llegó a caer, sólo fue casi. ¿Qué quiere esto decir? Que me dirigía al error, pero no había errado; que estaba cayendo, pero no había caído.
3 porque tuve envidia de los presuntuosos,
al ver la prosperidad de los malvados.
¿Y por qué todo esto? Porque me dieron envidia los pecadores, al ver la paz que tenían. Me fijé en los pecadores, y vi que tenían paz. ¿Qué paz? La temporal, la pasajera, la caduca, la terrena; pero, no obstante, era la que yo deseaba de Dios. Vi que los que no servían a Dios tenían lo que deseaba yo por servir a Dios. Y vacilaron mis pies, y por poco resbalaron mis pasos.
4 Para ellos no hay sufrimientos,
su cuerpo está sano y robusto;
5 no comparten las penas de los hombres
ni son golpeados como los demás.
Dice brevemente por qué tienen esto los pecadores: Porque no se libran de la muerte, y es duro su castigo. No se encuentran en los sufrimientos de los hombres, ni con los hombres serán castigados. Ya he entendido, dice, por qué tienen paz, y prosperan en la tierra: porque no se libran de la muerte, es decir, porque su muerte es segura y eterna, la cual no se aleja de ellos, ni ellos pueden alejarse de ella. Porque no se libran de la muerte, y es duro su castigo. Hay dureza en su castigo; no es temporal, sino severo y eterno. Y por estos males que les han de sobrevenir, ¿ahora cómo viven? No se encuentran en los sufrimientos de los hombres, ni con los hombres serán castigados. ¿Acaso el mismo diablo no ha de ser castigado con los hombres, a quien, sin embargo, le está preparado un suplicio eterno?
6 Por eso, el orgullo es su collar
y la violencia, el manto que los cubre;
Por tanto, ¿cómo les va a éstos, en este tiempo, en que no son castigados, ni se hallan en medio de las tribulaciones de los hombres? Se adueñó de ellos, dice, la soberbia. Observa a estos soberbios, indisciplinados; observa al toro destinado al sacrificio: se le permite vagar libremente y asolar lo que puede, hasta el día de su matanza. Está bien, hermanos que ya oigamos en las palabras del profeta, qué es lo que dice sobre el toro del que os acabo de hablar, y del cual lo recuerda también así en otro lugar la Escritura.
Dice que también los pecadores están como preparados para el sacrificio, y se les tolera el abuso de su libertad. Dice: La soberbia se ha adueñado de ellos. ¿Qué quiere esto decir? Que fueron envueltos por su maldad y su impiedad. No dice cubiertos, sino rodeados, envueltos por todas partes por su impiedad. Con razón ellos, miserables, ni ven ni son vistos, porque están cubiertos y rodeados; no se les ve su interior. Cualquiera que percibiese la interioridad de los hombres que viven como felices en la vida actual, cualquiera que viese sus borrascosas conciencias, cualquiera que pudiera observar sus almas, azotadas por tanta impiedad de deseos pasionales y de temores, los vería hechos unos desgraciados, aunque se llamen felices. Pero, puesto que están cubiertos por su maldad y su impiedad, ni ven, ni se les ve. Bien los conocía el Espíritu, que dijo de ellos estas cosas.
Por lo tanto, debemos mirar a éstos con el ojo, cuando de nuestra vista haya desaparecido el velo de la impiedad. Veámoslos, y al verlos felices, huyamos; y cuando son felices, no los imitemos. Ni anhelemos de nuestro Dios y Señor, como algo sublime, lo que llegaron a recibir quienes no le sirvieron. Otra cosa es la que Dios nos reserva; algo distinto es lo que hay que desear; escuchad cuál es esa otra realidad.
7 la malicia se les sale por los poros,
su corazón rebosa de malos propósitos.
Escuchad, hermanos; no podemos pasar por alto lo que ha dicho: Su maldad rebosará como de su gordura. Hay malos que lo son por escasez; son malos porque son pobres, es decir, porque están desprovistos de riquezas, viven en la penuria, se hallan afectados por cierta necesidad de gangrena indigente; son malos y dignos de ser condenados, pues debe soportarse alguna necesidad, que cometer alguna maldad.
Sin embargo, una cosa es pecar por necesidad, y otra distinta pecar por abundancia. El pobre mendigo hurta; su iniquidad procede de la penuria. El rico, que abunda en tantas riquezas, ¿Por qué arrebata los bienes ajenos? La iniquidad del primero procede de la escasez; la del segundo, de la abundancia. Por eso, cuando dices al indigente: ¿Por qué has hecho esto? Humildemente compungido y afligido responde: Me obligó la necesidad. ¿Por qué no temiste a Dios? Me forzó la pobreza. Di al rico, si es que eres tan valiente que te atreves a decírselo: ¿Por qué haces esto, y no temes a Dios? Mira a ver si se digna oírte; mira a ver si no pone de relieve su iniquidad contra ti, debido a su gordura. Ya comienzan a manifestarse las enemistades contra sus instructores y correctores, haciéndose enemigos de los que dicen la verdad, acostumbrados, como están, a los halagos de los aduladores, por el encanto del oído y la insensatez del corazón. ¿Quién dirá al rico: Hiciste mal, arrebatando los bienes ajenos? O si quizá alguien se atreviera a hablar, y es de tal categoría, que no pudiera oponérsele, ¿qué respondería? Todo lo que el rico diga será en desprecio de Dios. ¿Por qué? Porque es soberbio. ¿Por qué? Porque es gordo y grasiento. ¿Por qué? Porque está destinado al sacrificio. Su maldad brotará como de su gordura.
8 Se burlan y hablan con maldad;
desde lo alto, amenazan con prepotencia;
Pensaron y hablaron maldades. Los hombres hablan maldades con temor. Pero estos ¿cómo? Han gritado a voces la maldad. No sólo dijeron maldades, sino a voz en cuello, oyéndoles todos, con soberbia. Yo obro y lo manifiesto; te darás cuenta de con quién estás; no te dejaré vivir. Quizá llegues a pensar esto; no lo practiques, o al menos retén el mal deseo dentro de los límites del pensamiento, o, mejor, refrénale en su mismo pensamiento. ¿Por qué? ¿Se trata, acaso de un enflaquecido? Al contrario, rebosará, como de su grosura, su maldad. Han gritado a voces la maldad.
9 su boca se insolenta contra el cielo
y su lengua se pasea por la tierra.
Lo que hemos dicho: Pusieron su boca en el cielo, significa lo mismo que pasó sobre la tierra, que sobrepasaron todas las cosas terrenas. ¿Y esto qué significa? Que no piensa que es hombre, y que puede morir en cualquier momento, mientras está hablando. Amenaza como si siempre fuera él vencedor. Su pensamiento atraviesa o traspasa la terrena fragilidad. Ignora de qué envoltura está cubierto, desconoce lo que de estos hombres se escribió en otro salmo: Saldrá su espíritu, y él volverá a su tierra; en aquel día perecerán todos sus pensamientos. Pero éstos, sin pensar en su último día, hablan con soberbia, ponen su grito en el cielo, y se pasan por encima de todas cosas de la tierra. Si el ladrón encarcelado no pensase en su último día, en el último día de su condena, nada sería para él más cruel, a pesar de que puede huir de la cárcel. ¿Adónde huirás para no morir? El día de su muerte llegará con toda certeza. ¿Qué duración tiene el tiempo, que por fin ha de llegar a su término? ¿Cuánto dura lo que tiene fin, por mucho que se prolongue? Pero en realidad esto no es así; no es perdurable, y además es incierto lo que llama durable. ¿Por qué no piensa esto? Porque puso su grito en el cielo, y su lengua atravesó por encima de la tierra.
10 Por eso, el pueblo de Dios va tras ellos,
porque en ellos sólo brilla el éxito;
11 Ellos dicen: “¿Acaso Dios lo va a saber?
¿Se va a enterar el Altísimo?”.
Y dijeron: ¿Cómo lo va a saber Dios? ¿Es que tiene conocimiento el Altísimo? Fijaos qué pensamientos se les pasan por la cabeza: Mirad, los malos son felices; Dios no se preocupa de las cosas humanas. ¿Sabe realmente lo que hacemos? Mirad lo que dicen. Os pedimos, hermanos que a los cristianos no se les ocurra decir: ¿Cómo lo va a saber Dios? ¿Es que el Altísimo tiene conocimiento de nuestras cosas?
¿Cómo es que te parece que Dios no sepa, y que tenga conocimiento el Altísimo? Responde el salmista: He aquí que los pecadores y los ricos de este mundo han conseguido riquezas. Sí, son pecadores, y han conseguido abundantes riquezas en este mundo. Confiesa que no quiere ser pecador para conseguir riquezas. Su alma carnal había vendido su justicia por las cosas visibles y terrenas. ¿Qué justicia es la que se tiene para conseguir oro? ¡Como si el oro valiera más que la justicia! O como si uno que ha recibido bienes prestados, y se niega a devolverlos, ¿no se causa a sí mismo un mal mayor que el que le causa a quien no se los devuelve? El uno perderá los vestidos, pero el otro pierde la fe. He aquí que los pecadores y los ricos de este mundo han obtenido riquezas. ¡Por eso Dios no sabe, y por eso no se entera el altísimo!
12 Así son esos malvados
y, siempre tranquilos, acrecientan sus riquezas.
El salmista estaba fuertemente tentado a envidiar la prosperidad de los impíos; una tentación común, que ha tratado las gracias de muchos santos. Pero él se establece el gran principio por el cual se decidió a cumplir. Es la bondad de Dios. Esta es una verdad que no puede ser sacudido. Los buenos pensamientos de Dios fortalecerán contra las tentaciones de Satanás.
La fe, incluso de creyentes fuertes puede ser muy agitado, y listo para fallar. Hay tormentas que tratarán los anclajes firmes. Los tontos y malvados tienen a veces una gran parte de la prosperidad hacia el exterior. Parece que tienen la menor parte de los problemas de esta vida; y parece que tienen la mayor parte de sus comodidades. Viven sin el temor de Dios, sin embargo, prospere y sea en el mundo. Los hombres malvados a menudo se pasan la vida sin mucha enfermedad, y terminan sin un gran dolor; mientras que muchas personas piadosas apenas saben lo que es la salud, y mueren con grandes sufrimientos.
A menudo, los malos no tienen miedo, ya sea por el recuerdo de sus pecados, o la perspectiva de su miseria, sino que mueren sin terror. No podemos juzgar el estado de los hombres más allá de la muerte, por lo que pasa a su muerte. Miró en el extranjero, y vio a muchos del pueblo de Dios en gran medida en una pérdida. Debido a que los malos son tan atrevidos, por lo tanto, su pueblo vuelve aquí; porque no saben qué decir a ella, y el lugar, porque beben profundamente de la copa amarga de la aflicción. Habló con sentimiento cuando hablaba de sus propios problemas; no hay ningún contendiente contra el sentido, sino por la fe. De todo esto surgió una fuerte tentación de deshacerse de la religión. Pero vamos a aprender que el verdadero camino de la santificación consiste en la limpieza de un hombre de toda la contaminación tanto del alma y del cuerpo.
El corazón es limpiado por la sangre de Cristo puesto sobre retención por la fe; y por las obras iniciadas por el Espíritu del Señor, que se manifiesta en la resolución abundante, el propósito, y el estudio de la santidad, y un curso de la vida libre de culpa y las acciones, las manos quedan limpios. No es en vano para servir a Dios y guarda sus ordenanzas.
La suerte final de los impíos
13 Entonces, ¿en vano mantuve puro mi corazón
y lavé mis manos en señal de inocencia?
14 Porque yo era golpeado todo el día
y cada mañana soportaba mi castigo.
Yo sirvo a Dios y no poseo estas riquezas; ellos, que no sirven a Dios, nadan en la abundancia: Luego en vano he justificado mi corazón, y he lavado mis manos con los inocentes. Inútilmente lo hice. ¿Dónde está la recompensa de mi buena vida? ¿Dónde el premio de mi servicio? Yo vivo bien, y me hallo necesitado. Y el malvado, sin embargo, nada en la abundancia. Y he lavado mis manos con los inocentes.
El salmista está como sorprendido: “Yo le sirvo fielmente, y soy castigado; el impío no le sirve, y es honrado”. Le ha surgido en su interior un gran conflicto. Siente el alma una crisis, está como desorientada, ella, que debe cambiar a despreciar lo terreno, y a suspirar por lo eterno.
En esta reflexión hay un cambio del alma misma, y se halla como fluctuando en una tempestad, hasta que llegue al puerto. Suele ocurrir esto con los enfermos que soportan una larga enfermedad, sin esperanzas de recuperar la salud, y que, al acercarse ésta, se sienten más molestos y agitados. Llaman a esto los médicos el acrecentamiento, o el momento crítico, por el que da el paso a la salud. Se siente mayor perturbación, pero conduce al enfermo a la salud. Hay un ansia mayor, pero la curación está próxima.
Y así parece arder pasionalmente aquí el salmista. Y el que así habla llega a alcanzar la salud a través del peligro. Escucha lo que ya dice sanado: Luego en vano he justificado mi corazón, y he lavado con los inocentes mis manos; he sido azotado todo el día, y reprendido desde la madrugada. La reprensión es una corrección; a quien se le reprende se le corrige. ¿Y qué quiere decir: desde la madrugada? Que no se difiere. Se retarda la corrección de los impíos, no la mía; la de ellos será tardía y sin resultado; la mía desde la madrugada. Y todo el día recibí azotes, y se me reprendió desde la madrugada.
15 Si hubiera dicho: “Voy a hablar como ellos”,
habría traicionado al linaje de tus hijos.
Y entonces, éste tal, deseando proferir ese atrevido pensamiento, se contiene. ¿Y qué dice? “Si yo dijera: Voy a hablar así, habría traicionado el linaje de tus hijos. Habría traicionado la generación de tus hijos, si les hubiera expresado estas cosas. Habría ofendido a la generación de los justos. Algunos códices escriben: He aquí la generación de tus hijos, junto con la cual he cantado, es decir, ¿con cuál de tus hijos habré cantado? En otras palabras: ¿Con quién habré estado de acuerdo? ¿Con quién de ellos habré estado en armonía? Habría disentido de todos, si hubiera enseñado de este modo.
Porque canta con otro el que se armoniza con él; quien no está en armonía, no canta. ¿Seré capaz de decir algo distinto de lo que dijo Abrahán, de lo que dijo Jacob, de lo que dijeron los Profetas? Porque todos ellos dijeron que Dios se cuida de las cosas de los hombres; ¿Y yo habré de decir que no se preocupa? ¿Es que soy yo más sabio y prudente que ellos? Una saludable autoridad le ha apartado el pensamiento de la impiedad.
16 Yo reflexionaba, tratando de entenderlo,
pero me resultaba demasiado difícil.
¿Y cómo continúa? Para no traicionar el linaje de tus hijos, ¿qué hizo? Reflexionar. Se esforzó por conocer: que Dios lo asista, para que aprenda. Mientras tanto, hermanos, evita una gran caída, al no presumir de sabio, sino que comienza a conocer lo que ignoraba. Quería dárselas de sabio, y divulgar que Dios no se preocupa para nada de los asuntos humanos. Se ha extendido, de hecho, esta perversa e impía doctrina, propia de los malvados.
Sabed, hermanos, que muchos defienden y propalan que Dios no se preocupa de las cosas humanas, que todo sucede por casualidad. Dicen que nuestras voluntades están sometidas al influjo de las estrellas, que cada uno obra arrastrado no por su libertad, sino por la necesidad de sus estrellas. ¡Doctrina perversa, doctrina impía! Hacia ella se encaminaba éste, cuyos pies casi tropezaron, y por poco resbalaron sus pasos. Hacia este error se encaminaba; pero al no cantar en armonía con la generación de los hijos de Dios, aceptó aprender, y condenó la ciencia que no estaba en armonía con los justos de Dios.
Escuchemos lo que dice, ya que comenzó a conocer, y fue ayudado, y aprendió algo que nos ha manifestado a nosotros. “Tratando de entenderlo, pero me resultaba demasiado difícil para mí”. ¡Claro que es una gran labor conocer cómo se preocupa Dios de las cosas humanas, siendo así que les va bien a los malos y los buenos sufren! Esto es algo muy difícil; por eso dice que es “demasiado difícil para mí”. Como si una muralla se hubiera levantado ante mí. Pero aquí tienes un salmo que te habla: Fiado en mi Dios asalto la muralla.
Dice bien que esto es difícil para mí. Pero ante Dios no hay cansancio. Ponte ante Dios, para quien no hay trabajo, y tampoco tú lo sentirás. Él hizo esto mismo, puesto que explica hasta cuándo sintió la fatiga: Hasta que entre en el santuario de Dios y comprenda las últimas realidades.
¡Grande cosa ésta, hermanos! Por mucho tiempo, dice, se está esforzando, y se abre ante su presencia un esfuerzo casi inenarrable, esperando conocer cómo Dios es justo y se ocupa de las cosas humanas, y no es injusto porque los pecadores y delincuentes gocen de felicidad en la tierra, y los que sirven a Dios estén, en cambio, casi siempre rodeados de tentaciones y de fatigas.
17 ¡Hasta que entré en el Santuario de Dios
y comprendí el fin que les espera!
Conocer esto es un gran trabajo, pero hasta que entres en el santuario del Señor. Y una vez que hayas entrado, ¿qué ayuda recibirás para poder aclarar la cuestión? Comprenderé, dice, sus últimas realidades, no las del presente. Yo, dice, en el santuario de Dios, dirijo la mirada al final; no me preocupa el presente. Todo esto que llamamos género humano, toda esta masa de mortalidad, ha de ser juzgada, ha de ser pesada en la balanza. Allí se pesarán las obras de los hombres. Ahora todo está como envuelto entre nubes, pero Dios conoce los méritos de cada hombre. Y comprenderé, dice, el final, pero no por mí, porque para mí es trabajoso. ¿Cómo comprenderé el final? Entrando en el santuario de Dios. Allí entendió, y, también, por qué ahora estos otros (malvados) son felices.
18 Sí, tú los pones en un terreno resbaladizo
y los precipitas en la ruina.
19 ¡Qué pronto quedan devastados
y acaban consumidos por el horror!
20 Son como un sueño al despertar, Señor:
al levantarte, disipas hasta su imagen.
Realmente los has puesto frente a la trampa. Porque son tramposos; son fraudulentos; y al ser engañadores, padecen engaños. ¿Qué significa esto? Ellos quieren defraudar al género humano con sus maldades, luego también ellos soportan el fraude, al elegir los bienes terrenos y despreciar los eternos. Sucede, hermanos, que en lo mismo que defraudan, son defraudados. ¿No os dije antes, hermanos, qué corazón tienen los que, para conseguir una vestidura, pierden la fe? ¿Quién padece el fraude: aquel a quien se le quita la vestidura, o el mismo que se la sustrae, perdiendo la fe? Si tuviera más valor un vestido que la fe, entonces lo sufriría el defraudado; pero, al contrario, si la fe excede, sin comparación, a todo el valor del mundo, al ver que el rimero perdió el vestido, se le dirá al segundo: ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si arruina su alma? ¿Qué le sucedió, pues, a los malvados? Les pusiste delante una trampa. Los derribaste cuando se levantaban. No dice: Los derribaste porque se habían levantado, como si después de haberse ensalzado, los hubieras derribado. No, sino que en el momento en que se engreían, los derribaste. Luego el alzarse de este modo, es caer: Se han desvanecido, han perecido por su iniquidad.
¡Cómo se han derrumbado de repente! Se admira de su suerte, al ver cómo han terminado. Se han desvanecido, como el humo, que al elevarse se desvanece; así perecieron éstos. ¿Cómo dice que se derrumbaron? Entendiendo cómo fue su final. Se desvanecieron, perecieron por su maldad.
Como el sueño del que se despierta. ¿Cómo se desvanecieron? Como el sueño del que se despierta. Imagínate a un hombre, que en sueños le parece haber encontrado unos tesoros: es rico, pero hasta que se despierta. Como el sueño de quien se despierta, así se han venido abajo. Busca el tesoro y no lo encuentra, nada hay en sus manos, nada en su lecho. Se acostó pobre, en sueños se hizo rico. Si no hubiera despertado, continuaría siendo rico; despertó y se encuentra con la miseria que había dejado al dormirse. Así éstos: se encontrarán con la miseria que merecieron. Cuando despierten de esta vida, desaparecerá lo que se tenía como en sueños. Como el sueño del que se despierta. Y no sea que alguien pueda decir: Pues ¿qué? ¿Te parece poca cosa la fama que tenían, la pompa con que vivían; te parece poco los títulos que tenían, los cuadros, las estatuas, los elogios, el tropel protegido de su clientela?
21 Cuando se agriaba mi corazón
y me torturaba en mi interior,
22 yo era un necio y no comprendía,
era como un animal ante ti.
¿Qué quiere decir no he comprendido? Soy como un animal ante ti; y yo siempre estoy contigo. Hay mucha diferencia entre éste y los otros. Éste se hizo como un animal, deseando lo terreno, cuando fue reducido a nada y no conoció lo eterno. Pero no se apartó de Dios, porque su deseo de tales bienes no era de los demonios o del diablo. Ya os recordé que esta voz que habla es de la sinagoga, es decir, de aquel pueblo que no sirvió a los ídolos. Me he convertido en un animal, cuando he deseado de mi Dios los bienes terrenos; pero jamás me aparté de mi Dios.
Y aunque me hice un animal, no me aparté de mi Dios, continúa diciendo: Tomaste la mano de mi derecha. No dice mi mano derecha, sino la mano de mi derecha. Si es la mano de la derecha, cada mano tiene su poder. Me tomaste la mano de mi derecha para guiarme. Dijo mano en lugar de "poder". De hecho, decimos que alguien tiene a cualquiera en sus manos, significando que lo tiene en su poder, o bajo su dominio, como cuando el diablo dijo a Dios refiriéndose a Job: Ponle tu mano y quítale lo que tiene. ¿Qué significa Ponle tu mano? Extiende tu poder. Dijo la mano de Dios, por "el poder de Dios"; como en otro lugar está escrito: La muerte y la vida están en manos de la lengua. ¿Tiene, acaso, manos la lengua? ¿Y qué significará: en poder de la lengua? Por tu boca te justificarás, y por tu boca te condenarás. Has tomado, pues, la mano de mi derecha, el poder de mi diestra. ¿Cuál era su diestra? Yo siempre estuve contigo. A su izquierda le pertenecía el haberme hecho un animal, o sea, el haber deseado las cosas temporales; pero mi diestra consistía en estar siempre contigo. Me tomaste la mano de esta diestra mía, es decir, guiaste mi poder. ¿Qué poder? Les dio la potestad de ser hijos de Dios33. He comenzado ya a ser hijo de Dios perteneciendo al Nuevo Testamento. Mira cómo sostuvo la mano de su derecha. Me condujiste según tu voluntad. ¿Qué significa según tu voluntad? Escucha lo que dice el Apóstol, que fue primero un animal, deseando las cosas temporales, y viviendo según el Antiguo Testamento: Yo fui primero un blasfemo, un perseguidor y un ofensivo, pero alcancé misericordia. ¿Qué significa según tu voluntad? Por la gracia de Dios soy lo que soy35. Y con gloria me has recibido. ¿Quién explicará dónde fue recibido, y en qué gloria? ¿Quién lo aclarará? Esperemos esto, porque será en la resurrección. Al final tendrá lugar esto que dice: Me has recibido con gloria
La verdadera felicidad
23 Pero yo estoy siempre contigo,
tú me has tomado de la mano derecha;
24 me guiarás con tu consejo
y después, me recibirás con gloria.
Y comienza a pensar en esa felicidad celeste, y a reprocharse por haberse hecho un animal, deseando los bienes terrenos: Porque ¿qué hay para mí en el cielo; y qué he esperado de ti en la tierra? Por vuestras exclamaciones veo que habéis comprendido. Hace una comparación entre sus deseos terrenos, y el premio celeste que había de recibir, y vio lo que allí se le reservaba, y, recapacitando, y ardiendo en deseos de lo inefable, que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni ha llegado a imaginar la mente humana, no dijo: Esto o lo otro me está reservado en el cielo, sino: ¿Qué hay para mí en el cielo? ¿Qué es lo que tengo en el cielo? ¿Qué es? ¿Cuán grande es? ¿Cómo es? Y ya que no es transitorio lo que tengo en el cielo, ¿qué es lo que he deseado de ti en la tierra? Tú te reservas para mí. Os diré esto como puedo, pero dadme permiso. Comprended mi intención, mi deseo de aclararlo, porque no hay modo de explicarlo. Tú me reservas — dice — en el cielo riquezas inmortales: a ti mismo. Y yo pretendía de ti lo que tienen los impíos en la tierra, lo que poseen los malvados, lo que consiguen los delincuentes: dinero, oro, plata, joyas, servidumbre, lo que tienen muchos malhechores, muchos hombres y mujeres de mal vivir. Estas cosas deseé de mi Dios como algo grande en la tierra, siendo así que me estaba reservado mi Dios en el cielo. ¿Qué hay para mí en el cielo? Mostrará después de qué se trata. ¿Y qué he esperado de ti en la tierra?
25 ¿A quién sino a ti tengo yo en el cielo?
Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra.
26 Aunque mi corazón y mi carne se consuman,
Dios es mi herencia para siempre
y la Roca de mi corazón.
Ha desfallecido mi corazón y mi carne, ¡Oh Dios de mi corazón! Luego es esto lo que me está reservado en el cielo: El Dios de mi corazón, y mi porción es mi Dios. ¿Qué es esto, hermanos? Tratemos de encontrar nuestras riquezas; que cada hombre elija para sí lo que le está reservado. Veamos cómo los hombres se despedazan por la diversidad de sus inclinaciones: elijan unos la milicia, otros la abogacía, otros las diversas ciencias, otros los negocios, otros la agricultura; aprópiense de estas porciones de las realidades humanas; y el pueblo de Dios que clame: Mi porción es mi Dios. Pero no por un tiempo, sino: Dios será mi porción eternamente. Y aunque llegue a tener oro siempre ¿qué es lo que tengo? Y aunque no tuviese a Dios siempre, ¡Qué gran tesoro tendría! Y a esto se añade el que se me promete a sí mismo, y me promete que lo he de tener eternamente. Tengo este gran bien, y nunca dejaré de tenerlo. ¡Qué inmensa felicidad! Mi porción es Dios. ¿Por cuánto tiempo? Eternamente. Y ahora fíjate en cómo ha amado a Dios; le hizo un corazón puro: Dios de mi corazón, y mi porción es Dios eternamente. Se le ha hecho casto su corazón; ahora ya ama a Dios gratuitamente, no le pide otra recompensa distinta de él. Quien pide a Dios otra recompensa distinta, queriendo servir a Dios sólo por ella, estima más la recompensa que al mismo Dios, de quien la quiere recibir. Luego entonces, ¿ningún premio hemos de recibir de Dios? Ninguno fuera de él mismo. La recompensa de Dios es Dios mismo. Esto es lo que ama, lo que quiere. Si amase otra cosa, no sería un amor puro. Si te apartas del fuego inmortal, te congelas, te corrompes. No te apartes: sería tu ruina, sería como una fornicación tuya. Este que habla, ya está volviendo, ya se arrepiente de esto, ya elige la penitencia, y dice: Mi porción es Dios. ¡Y cómo se deleita en aquel a quien eligió como su porción!
27 Los que se apartan de ti terminan mal,
tú destruyes a los que te son infieles.
28 Mi dicha es estar cerca de Dios:
yo he puesto mi refugio en ti, Señor,
para proclamar todas tus acciones.
Los que de ti se apartan, perecerán. Este mismo se apartó de Dios, pero no mucho; porque dice: Fui como un animal, pero yo siempre estuve contigo37. En cambio, los otros se fueron lejos, porque no sólo ambicionaban lo terreno, sino también le pidieron cosas a los demonios y al diablo. Los que se alejan de ti, se pierden. ¿Qué es alejarse de Dios? Acabaste con todo el que fornica lejos de ti. Esta fornicación es lo contrario del amor casto. ¿Y qué es el amor casto? Que el alma ya como a su esposo; ¿Qué le pide a él, al esposo s quien ama? ¿Tal vez se comportará como algunos hombres, que buscan yernos para sus hijas, o las mujeres que buscan esposo, y eligen a veces sus riquezas, o aman su oro, sus tierras, su plata, su dinero, sus caballos, sus siervos, etc.? No, en absoluto. Éste lo ama a él solo; lo ama gratuitamente; porque en él lo tiene todo, ya que por él fueron creadas todas las cosas38. Acabaste con todo el que fornica lejos de ti.
28 Para mí lo mejor es estar junto a Dios,
He puesto mi refugio en el Señor;
Proclamaré tus obras en las puertas de Sión
¿Y tú qué haces? Para mí lo bueno es estar junto a Dios. Esto es todo mi bien. ¿Queréis algo más? Me da pena de los que sí lo quieren. Hermanos, ¿qué más queréis? Nada mejor hay que estar junto a Dios, cuando le veamos cara a cara. Pero ¿mientras tanto qué? Como hablo, siendo aún peregrino, lo bueno es estar junto a Dios, dice; pero ahora, como todavía me hallo en el exilio, y no ha llegado todavía la realidad, pongo en Dios mi esperanza. Mientras no estés unido a Dios, pon en él tu esperanza.
Si tu barca fluctúa, echa a tierra el áncora. No te has unido aún por la presencia: únete por la esperanza. Pondré en Dios mi esperanza. ¿Y qué harás, mientras pones en Dios tu esperanza? ¿A qué te dedicarás, sino a alabar a quien amas, y a conseguir amadores que le amen contigo? Supongamos que tienes predilección por un auriga; ¿no arrastrarías a los demás para que lo aclamen contigo? El fanático de un auriga, dondequiera que esté habla de él, para conseguir nuevos aficionados. ¡Gratuitamente se ama a los hombres disolutos; y se exige premio de Dios para amarle! ¡Ama a Dios gratuitamente! No prives de Dios a nadie. No rehúses llevar a Dios a cuantos puedas. Arrastrad hacia él a cuantos podáis, a cuantos anheláis de poseerlo. Él no empequeñece, no tiene límites: ¡no se los pongáis vosotros! Cada uno lo poseerá por completo, y lo tendréis todos enteramente.
Tienes que hacer esto mientras estás aquí, es decir, cuando tienes puesta en Dios tu esperanza. ¿Y cómo continúa? Para anunciar todas tus alabanzas; ¿Pero dónde? En los atrios de la hija de Sión. Porque predicar a Dios fuera de la Iglesia, es cosa inútil. Alabar a Dios, y anunciar todas sus glorias, es poco. Hazlo en los atrios de la hija de Sión. Tiende siempre a la unidad, no dividas al pueblo. Empuja hacia la unidad, y construye la unidad. Ya no sé cuánto tiempo os llevo hablando.
Así pues, hermanos míos, hablándoos con franqueza, o como se nos permite de este pasaje, en el nombre de Cristo y en su temor, os exhorto a no anhelar estas cosas terrenas a quienes no las tengáis; y a quienes las tenéis, a no poner en ellas vuestro orgullo. ¡Cuidado con lo que os he dicho! No os estoy diciendo que os vais a condenar porque tenéis riquezas, más bien os digo que os condenaréis, si presumís de ellas, si por ellas os engreís, si por ellas os creéis grandes, y si por ellas os olvidáis de los pobres; y si por una inflada vanidad, os olvidáis de vuestra común condición humana como la de los demás hombres.
Entonces necesariamente Dios os retribuirá al final de vuestros días, y en su ciudad reducirá a la nada la imagen de esta gente. El que es rico, que lo sea como dice el Apóstol, escribiendo a Timoteo: A los ricos de este mundo insísteles en que no se ensoberbezcan, ni pongan su esperanza en lo incierto de sus riquezas, sino en Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para disfrutarlas.
Elimina la soberbia de los ricos, y les da un consejo. Como si ellos le dijeran: Somos ricos; nos prohíbes el orgullo; nos impides jactarnos de la magnificencia de nuestras riquezas. ¿Qué vamos a hacer, entonces, de estas riquezas? ¿Será verdad que no hay ningún modo de emplearlas? Que sean, dice, ricos en buenas obras; que den con generosidad y con sentido social. Y esto, ¿qué les aprovecha? Que atesoren para sí un bien estable para el futuro, y así alcanzarán la verdadera vida. ¿Dónde deben atesorar para sí? Allí donde éste ha puesto su mirada al entrar en el santuario de Dios. Que se horroricen todos nuestros hermanos ricos, con abundante dinero, oro, plata, servidumbre, honores; estremézcanse por lo que se ha dicho ahora: Señor, en tu ciudad reducirás a la nada la imagen de ellos. ¿No serán tal vez éstos dignos de que Dios en su ciudad reduzca la imagen de ellos a la nada, dado que ellos en su ciudad terrena anularon la imagen de Dios? En tu ciudad reducirás a la nada su imagen.
También yo he sido reducido a nada, y no he comprendido. Yo mismo, el que ahora digo estas cosas de los ricos, en otro tiempo he deseado estas cosas; y por eso también yo he sido reducido a la nada, cuando casi resbalaron mis pasos. También yo he sido reducido a nada, y no he comprendido; por eso no hay que desesperar de aquellos de quienes os decía tales cosas
El salmo se ha terminado, y por este olor (rumor) que siento, deduzco que mi sermón se ha alargado. Pero no he satisfecho vuestros deseos. Os veo demasiado ansiosos. ¡Ojalá que con esta violencia arrebatéis el reino de los cielos!