Salmo 075
Introducción. - Ya juzgó Dios al mundo por la cruz y la resurrección de Cristo, y dio a los justos la certeza de que triunfarán. Expresión exquisita de la conciencia del hombre, en el fondo de su corazón, del juicio de Dios
Este salmo revela de una forma elocuente y definitiva a Dios como el Juez supremo y soberano (v. 7). Juez en cuyas manos está la capacidad infalible de perdonar o condenar, cualquera que sea la posición o condición del hombre. Es, precisamente, este atributo moral de Dios lo que ha traído aliento y esperanza a su Pueblo a través de toda la historia en medio del sufrimiento a causa de la opresión y persecución del enemigo.
2 Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias,
cuenten tus prodigios los que invocan tu nombre.
El pueblo de Dios gustosamente da gracias para con su Dios. Debemos de alabar a Dios una y otra vez. Una pequeña gratitud es ingratitud. Para una bondad infinita debe de haber acción de gracias sin medida.
Nuestra gratitud hacia Dios tiene una base, una razón. Le damos gracias a Dios no solamente por sus maravillas, sino por lo que esas obras proclaman: que Dios, en todo su carácter y atributos está cercano a su pueblo.
Estamos agradecidos por las grandes obras de Dios entre nosotros, pero no solamente por las mismas obras. Estos son constantes recordatorios del amor, la bondad, la misericordia y la sabiduría de Dios hacia y entre Su pueblo. Es una cosa maravillosa el experimentar y conocer que cercano esta su nombre.
La razón por el regocijo recae en la presencia manifiesta de Dios proclamada y celebrada en las historias de los poderosos hechos de Dios. Al recordar y volver a contar la historia de la salvación está la afirmación reconfortante de la cercanía de Dios para con su pueblo.
El nombre de Dios es parte de darse a sí mismo: una revelación de quien es Él (Éx 34, 14) y una invitación para llamar a su nombre (Hechos 2:21).
¿Está presente en nuestras oraciones la gratitud al Señor?
3 «Déjenme fijar la fecha
y yo haré el juicio, yo impondré la justicia.»
4 Se derrumba la tierra con sus habitantes,
mas yo soy quien afianzó sus columnas.
En las líneas anteriores del Salmo hemos hablado desde la perspectiva del pueblo de Dios. Éstas son habladas desde la perspectiva de Dios mismo. Dios declara que Él juzgará y que juzgará rectamente. Así como Abraham lo entendió, el Juez de todo el Mundo hará rectamente.
En Sus juicios Dios se reserva el derecho de elegir el tiempo que señalará. A menudo sentimos que conocemos el tiempo apropiado para los juicios de Dios y que a menudo somos tribulados porque Dios no parece compartir nuestra perspectiva. El creyente debe de tener una confianza humilde en la justicio de los juicios de Dios y el tiempo señalado para ellos.
“Si el juicio fuera dejado en nuestras manos, probablemente la dejaríamos caer sobre todo aquellos que nos desagrade en cuanto lo veamos. Pero Dios deja que la iniquidad vaya sin ser refrenada en ocasiones por algún largo tiempo, sabiendo que él tiene un tiempo señalado cuando haya de ser llevado a cabo.” (Boice)
Se derrumba la tierra y sus moradores: Dios declaró el gran poder de Sus juicios. En Sus juicios los pueblos y las cosas son arruinadas o son establecidas firmemente.
La justicia, el tiempo, y el poder de los juicios de Dios, todos son dignos de nuestra profunda consideración. Eso quiere decir que cuando Él venga, lo hará en un tiempo que ya ha sido establecido. Cuando nuestro Señor anduvo por este mundo, ocupó un lugar de humillación que El mismo asumió. Y fue como un hombre sobre esta tierra que dijo, en Mt 24,36: “Pero del día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre”. El Señor vendrá en el momento que ha sido fijado. Nadie puede apresurarlo. El llegará a la hora que ha sido determinada. Nadie conoce la fecha o la hora, aunque algunos supuestos especialistas, que parecían tener una línea directa con el cielo han proclamado saber cuándo el Señor va a regresar. Lo importante es reconocer que El vendrá en el instante que ha sido fijado de antemano.
¿Ayudamos a nuestros hermanos a ver la justicia del Señor?
5 Digo a los arrogantes: «¡Ya basta de violencias!»
y a los incrédulos: «No alcen la cerviz,
6 no levanten tanto su cornamenta
ni lancen desafíos contra la Roca».
7 Pues, he aquí que viene, no del oriente ni del occidente,
ni del desierto ni de las montañas, viene el enaltecimiento
8 pero sí viene Dios, que es el juez,
para humillar a unos y ensalzar a otros.
“La palabra “enaltecimiento” aquí es utilizada en una manera muy expresiva; significa el deseo de avanzar uno mismo, (harim), lo cual nos enseña que todas nuestras tramas internas, y planes externos, no pueden obtener para nosotros enaltecimiento, a menos que estén basados sobre el temor y amor de Dios.
¿De dónde vendrá la ayuda? No vendrá del este, del oeste o del sur. Usted habrá observado que no se menciona al norte, porque esa es la dirección de donde vendrá el enemigo. Solo Dios podrá liberar a Su pueblo. El Salmo 75 es, pues, una oración de gratitud a Dios, incluso antes de que el evento de la liberación tenga lugar. Estimado oyente, esperamos que la esperanza del autor de este salmo sea la suya también. Y que su confianza en Dios también sea la suya, ante las circunstancias más difíciles, y en medio de las situaciones de mayor tristeza o angustia. Y que esa fe traiga la paz de Dios a su corazón
Cada persona exitosa, cada persona enaltecida de cualquier manera, debiera de buscar humildemente a Dios con gratitud. Es Dios quien a éste humilla, y a aquél enaltece. Una mente y corazón humildes es la respuesta apropiada, en lugar de palabras de enaltecimiento, la celebración de la fuerza propia, y resistencia en contra de Dios.
Esto no es para decir que el trabajo duro, la preparación, los buenos hábitos y otros aspectos humanos no contribuyen para el éxito – claramente si lo hacen. Aún estas cosas son dones y habilidades de parte de Dios y debieran de ser tenidas con humildad y gratitud hacia Él.
¿Evitamos la violencia, manteniendo la firmeza?
9 En su mano el Señor tiene la copa
¡vino espumante y embriagador!
La escancia y la vacían hasta la borra
al beberla todos los malos de la tierra.
Decía Jeremías (Jr 25, 15-17): “Yahvé, Dios de Israel, me habló de esta manera: 'Toma esta copa de vino y pásasela a todas las naciones a las que te voy a enviar, para que beban y se mareen”.
El vino embriagador puede ser la imagen de los castigos de Dios que comienzan por hacer perder la cabeza a los orgullosos.
10 Por esto me alegro,
Y canto salmos al Dios de Jacob:
11 Quebrantaré todo el poderío de los pecadores,
pero el poder del justo será exaltado
La justicia de Dios consumada. En el justo que anunciará, cantará y alabará a Dios y su poder será exaltado. El poder del impío será quebrantado