Salmo 079
Introducción. - Que Dios haga justicia a su pueblo. El Señor no nos debe nada, ya que somos pecadores.
Luego de varias sangrientas incursiones, finalmente, en el año 586 AC los Babilonios lograron tomar la ciudad de Jerusalén y no dejaron piedra sobre piedra ni en el templo ni en la ciudad.
El autor del salmo 79 fue testigo de esta masacre y en su salmo nos presenta la cruda realidad que tuvo que vivir el pueblo de Dios, y el clamor nacional que se elevó a Dios por parte de los sobrevivientes.
1 Oh Dios, los paganos han entrado en tu heredad,
han profanado tu santuario, y a Jerusalén la han dejado en ruinas.
2 Arrojaron los cuerpos de tus siervos
como carroña a las aves de rapiña
y la carne de tus fieles a las fieras.
3 Derramaron la sangre como el agua en torno a Jerusalén
y no había ningún sepulturero.
4 Somos una vergüenza ante nuestros vecinos,
objeto de risa y burla a nuestro derredor.
Aunque este Salmo era profético en el momento en que fue escrito, describe con precisión el sitio de Nabucodonosor a Jerusalén y el posterior cautiverio en Babilonia. Y también el período de los Macabeos, que trajo tantas calamidades al pueblo. El cumplimiento final tendrá lugar durante la gran tribulación.
Antes del cautiverio en Babilonia, los falsos profetas decían que Dios nunca permitiría su destrucción y cautividad. Sin embargo, la ciudad que ellos habían dicho que nunca podría ser tomada, fue conquistada, y sus habitantes fueron llevados al cautiverio. El templo que ellos habían dicho que nunca podría ser destruido, fue destruido. La ciudad, por supuesto, era Jerusalén y el pueblo, los israelitas. Y esto sucedió varias veces, e hizo que aquella gente clamara a Dios. Y nuevamente podemos ver aquí que el templo, el santuario, es el centro mismo de todo. Recordemos que esta sección corresponde al Libro de Levítico, cuyo tema es la adoración alrededor del tabernáculo, y más adelante, en el templo mismo.
El ejército que conquistó a Judá y destruyó a Jerusalén estaba bajo el mandato del Rey de Babilonia. Pero como los ejércitos de muchos imperios antiguos, estos eran conformados de soldados de muchas naciones conquistados por los Babilonios.
Tanto el templo, como la ciudad donde fue edificado, Jerusalén, eran considerados como algo sagrado por los judíos, pero como consecuencia de su pecado, las naciones no judías, en este caso Babilonia y seguramente sus aliados, profanaron la heredad de Dios, pisotearon lo sagrado y lo dejaron reducido a escombros.
Esta es una de las consecuencias de todo pecado. Una vez cometido el pecado, abre la puerta para que el destructor profane lo que pertenece a Dios. Cuidado con caer en las garras del pecado.
Es el clamor de asombro de una intrusión de sacrilegio; como si el salmista estuviera pasmado de terror. Los extraños contaminan tus sublimes cortes con su amenaza. El Salmista tenía la tierra de Israel en mente con las palabras, tu heredad. Los Babilonios que conquistaron llegaron en contra del pueblo de Judá, pero a la tierra de Israel. Esa tierra en particular era importante para Dios y, por lo tanto, el salmista notó la crisis de que esa tierra fuera invadida por el rey pagano Nabucodonosor y sus ejércitos.
El templo era santo, pero ahora estaba profanado. Jerusalén prosperó, pero ahora fue reducida a escombros. Los siervos de Dios fueron muertos y sus cuerpos profanados (Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos...no hubo quien los enterrase). Al parecer durante la destrucción de Jerusalén los Caldeos no enterraron los cuerpos de los que fueron muertos, y fueron dejados para ser devorados por las aves y las bestias de caza.
El ser expuesto, sin ser enterrado, era la humillación definitiva, como si uno hubiera partido sin ser amado y sin haber sido tomado en cuenta, desechable, como un animal.
El hallar alegría en la miseria de otros, y el exultar sobre las enfermedades de otros, esto es digno únicamente del diablo y de aquellos cuyo padre es él. Así que el caso es declarado delante del Señor, y es uno muy deplorable.
¿Tenemos conciencia de pecado? ¿Hacemos discernimiento de nuestra conducta cristiana? ¿Sabemos “traducir” el contenido del Salmo a nuestra vida actual?
5 ¿Hasta cuándo, Señor, durará tu cólera?
¿Tus celos quemarán siempre como fuego?
6 Descarga tu furor sobre los paganos,
sobre la gente que no te conoce,
sobre los reinos que no invocan tu nombre.
7 Pues devoraron a Jacob
y asolaron tu dominio.
El resto del salmo se ocupa del clamor ferviente del pueblo de Dios. Este es el clamor fervoroso del pueblo de Dios. En esta parte, el salmo se hace imprecatorio, es decir es una petición de castigo para las naciones que han traído aflicción al pueblo.
¿Hasta cuándo, oh Jehová? En medio de la catástrofe de la conquista de Judá y Jerusalén, el salmista hizo la pregunta que muchos afligidos de entre el pueblo de Dios hacen. Hasta cuando no cuestiona el porqué del sufrimiento, sino que en fe pregunta cuándo, y si durará para siempre.
El desastre hizo que el salmista se preguntara, pero esto no le convirtió en un ateo. La pregunta aun llegó a Dios. No fue fácil el mantenerse firme por la realidad de la relación especial de Dios hacia una nación que aparentemente fue abandonada, pero la fe del salmista se mantuvo aun en tal tensión, y no fue desecha por algún rastro de duda. Tales momentos son la prueba y triunfo de la confianza. El mismo hecho del canto es una revelación de la confianza fundamental en Dios. En la angustia el corazón busca el camino de regreso hacia algún lugar secreto, y lo halla en el nombre de Dios.
En los años del ministerio de Jeremías muchos falsos profetas les habían dicho que la liberación llegaría. Debido a que ignoraron el verdadero mensaje de Dios *Jeremías), el juicio llegó sobre Su pueblo y ellos estaban completamente faltos de preparación para ello. Las buenas noticias eran que la ira y el celo de Dios no quemaría en contra de Su pueblo para siempre. Jeremías había dicho que el juicio llegaría, pero también dijo que le seguiría la restauración.
¿Echamos a los demás las culpas de nuestras faltas? ¿Cómo anda nuestro perdón?
8 No nos tengas rencor por faltas de nuestros padres,
que tu misericordia corra a nuestro encuentro,
pues ya no podemos más.
9 Ayúdanos, oh Dios, salvador nuestro,
en atención a la gloria de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
en honor a tu nombre.
10 ¿Quieres que digan los paganos:
«¿Dónde está su Dios?»
Que bajo nuestros ojos conozcan los paganos
cómo cobras venganza de la sangre derramada de tus siervos.
El pueblo estaba sufriendo la destrucción de toda su civilización políticamente, económicamente, socialmente y religiosamente. Pero la más leve sugerencia de que ellos en verdad no lo merecieran, o de que no lo merecieron continuó como si lo merecieran.
“Y perdona nuestros pecados”, esta era otra confesión de pecado apropiada y maravillosa y en la dependencia sobre Dios para su perdón. El salmista sabía que cualquier expiación hecha por el hombre no serviría; Dios debe de perdonar nuestros pecados. Cuando el Salmista oró esto, el templo y el altar habían sido destruidos. Los sacrificios normales eran imposibles. Él buscó un perdón mayor que Dios mismo podía proveer.
Los israelitas habían estado enorgulleciéndose de que Dios estaba entre ellos y los liberaría. Dios no les liberó y entonces quedaron expuestos al ridículo. Los paganos se estaban burlando de ellos.
A pesar del pecado, y a pesar de la disciplina de Dios a causa del pecado, el oído de Dios siempre está atento a la oración del pecador. Es verdad que cuando hemos pecado y cuando estamos recibiendo la justa disciplina por el pecado, pensamos que Dios no estará dispuesto a escucharnos, pero no es así. En la parábola del hijo pródigo vemos que el padre estaba esperando con los brazos abiertos a su hijo descarriado.
La oración es por lo tanto hecha aquí por los fieles, que Dios, y no para vindicar algún espíritu vengador de ellos, sino para vindicar Sus propios atributos, quebrantaría los dientes del opresor, y obraría una salvación pública y gloriosa a favor de sus escogidos.
Pero, ¿cómo podía Él borrar esas maldades y perdonar al pueblo? Solamente mediante la muerte de Cristo. Ahora, cuando Él es rechazado, ya sea la persona judía o no; ya sea una persona rica o pobre; libre o esclava; de raza blanca o negra o amarilla, ante ese rechazo, sólo queda el juicio. Usted solo se enfrentará a Cristo en juicio o en redención. Sólo hay dos caminos, dos opciones.
¿Confiamos en la misericordia del Señor? ¿Somos nosotros capaces de aplicarla a los que nos rodean?
11 Que hasta ti llegue la queja del prisionero;
con tu potente brazo salva a los condenados a muerte.
12 Paga a nuestros vecinos
siete veces los insultos que te lanzaron, Señor.
Se considera la miseria de muchos de los compatriotas que fueron prisioneros en Babilonia, pidiéndole a Dios que escuchara el gemido y que actuara a favor de ellos.
¿Atendemos a los necesitados? ¿Somos conscientes de que los tenemos muy cerca?
13 Y nosotros, tu pueblo, el rebaño de tu redil,
te daremos gracias para siempre;
de edad en edad diremos tu alabanza.
Después de orar por rescate, protección, y venganza, el salmo termina con una dependencia de gratitud sobre Dios, reconociendo el lugar de Dios como el Pastor sobre su pueblo, y ovejas, declarando la gratitud y alabanzas tanto ahora como en el futuro.
En el reino que vendrá sus aflicciones y lágrimas desaparecerán para siempre, y habrá una canción de alabanza de generación en generación.
Esto es una anticipación llena de fe por un día futuro más brillante cuando el pueblo de Dios de nuevo le alabará con un corazón pleno y con memorias nuevas de lo que él ha hecho por ellos.
Puede ser que alrededor la cruda realidad sea para llorar, pero en medio de esa cruda realidad podemos elevar a Dios un clamor ferviente y nos sorprenderemos al saber que el oído de Dios está esperando oír nuestra oración. Dios hará su obra para que su nombre sea glorificado y nosotros cantaremos alabanzas para él por siempre.
¿Reconocemos la bondad y fidelidad de nuestro Padre? ¿Nos acercamos a Él con humildad?