Salmo 086

 Introducción. - Bendito sea Dios, que nos alienta en nuestras luchas. (2Co 1,3.4). Oración en tiempo de aflicción. El servidor de Dios oprimido por el pecado y angustiado por la muerte, pide ayuda a Aquel que es todo bondad. El salmo proviene de alguien que se siente agotado por la oposición de aquellos que son más poderosos

1 Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
2 guarda mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva a tu siervo, que confía en ti.
El salmista empieza con un clamor: Escúchame. En los Salmos, los salmistas siempre están seguros de que Dios escucha. ¡Qué privilegio es la oración! El NT hace claro que el creyente tiene acceso directo al Padre por su identificación con Cristo. El porque es importante, Dios escucha a todo creyente, pero a través de la Biblia el pobre y necesitado tiene derecho especial al oído de Dios. Guarda mi vida, indica una petición importante. Hemos de pedir protección siempre, pues se nos oponen fuerzas malignas.
¿Confiamos en que el Señor nos escucha? ¿Dialogamos con Él? ¿Oramos?

3 Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
4 alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti;
5 porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
El salmista habla de su triple relación con Dios: 1) es piadoso (ligado a Dios por el pacto); 2) Dios mío enfatiza su relación personal con Dios; y. 3) tu siervo y en ti confía hace hincapié en su sumisión y fe en Dios.
Ten misericordia se repite muchas veces en los Salmos. El salmista da por sentado su misericordia. Aun así clama todo el día. Jesús habló de la perseverancia en la oración. A veces Dios espera contestar hasta que clamamos con todo nuestro ser. Es Dios que alegra el alma, y el salmista pide un cambio en su propio estado de ánimo.
La frase levanto mi alma indica sus anhelos de la comunión y socorro de Dios. Bueno y perdonador... . Lo que creemos acerca de Dios es de suma importancia en la oración. El salmista sabe que existen muy buenas razones para confiar en Dios
Generosamente perdonados, para perdonar con generosidad, AMOR FRATERNAL. Esta crucial sentencia está dirigida a cambiar la vida en ambos términos de la ecuación:1) en nuestra recepción del amor divino y su misericordioso perdón y 2) en nuestro reciprocar el perdón tal y como lo recibimos.
Las virtudes de la bondad y el perdón son atributos engendrados por nuestro Padre celestial, y deben hallarse en nuestras vidas. Dios espera que seamos como él, es decir, que estemos prestos a perdonar las transgresiones de nuestro prójimo con la abundante misericordia que nos ha mostrado. «Grande» viene del hebreo rab que significa «abundantemente, con exceso». Dios no quiere que racionemos nuestra misericordia y nuestro perdón. Está buscando gente que reparta misericordia y perdón ilimitadamente.
¿Imitamos la misericordia del Señor con los que nos rodean?

6 Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica.
7 En el día del peligro te llamo,
y tú me escuchas.
8 No tienes igual entre los dioses, Señor,
ni hay obras como las tuyas.
9 Todos los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor,
10 bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.»
Algunas veces nuestros problemas o dolores son tan grandes que lo único que podemos hacer es gritar a Dios: «Guarda mi alma». Y a menudo, cuando no vislumbramos alivio alguno, todo lo que podemos hacer es recordar la grandeza de Dios y aguardar que vengan días mejores. La convicción de que Dios responde las oraciones nos debe sostener en tiempos difíciles.
Con el corazón de Dios también nos volvemos misericordiosos, incluso con aquellos que se oponen a nosotros. La gracia significa misericordia no solo para nosotros, sino también para nuestros oponentes, para que Dios les muestre Su poder a Sus enemigos con el propósito de que Su nombre sea glorificado.
«Ninguno hay como tú entre los dioses» ¡El Dios de la Biblia es único! El vive y es capaz de obrar poderosos milagros para quienes lo aman. Todas las deidades que el hombre ha creado son impotentes ante El debido a que son simples invenciones de la mente, no seres vivientes. Solo el Señor es «digno [...] de recibir la gloria y la honra y el poder». Si bien la gente cree en muchos dioses, usted nunca tendrá que temer que Dios es uno entre tantos ni que adora al falso Dios. Solo el Señor es Dios.
¿Reconocemos que el Señor es nuestro único Dios? ¿Nos confiamos a Él con fe?

11 Enséñame, Señor, tu camino,
para que siga tu verdad;
mantén mi corazón entero
en el temor de tu nombre.
Es hermosa esta petición de poder conocer la voluntad de Dios, así como esta invocación para obtener el don de un "corazón entero", como el de un niño, que sin doblez ni cálculos se abandona plenamente al Padre para avanzar por el camino de la vida.
Por supuesto, Dios no salva a nadie —ni a nosotros ni a nuestros enemigos— con el fin de que causemos daño. Con la gracia debe haber un cambio. Aceptar la gracia de Dios significa darle el primer lugar en nuestras vidas.
No hay manera de aplicar este versículo al Señor Jesús. Él nunca habrá necesitado pronunciar una oración como ésta, porque Él vino a cumplir la voluntad de Su Padre. Pero este versículo puede aplicarse a usted y a mí. Necesitamos que se nos enseñen Su camino y Su verdad. Y necesitamos tener corazones íntegros para temer Su nombre.
Cristo cumplió la voluntad del Padre, pero el caso nuestro es diferente. Un expositor Bíblico llamado Grant dijo lo siguiente. "Esto es ciertamente lo que se ve por todas partes como la gran carencia existente entre el pueblo de Dios. ¿Cuánto de nuestras vidas no se gasta en lo malo, o se malgasta en incontables diversiones mezquinas que arruinan efectivamente lo positivo de nuestro testimonio por Dios?
Estamos fuera del camino, en ninguna manera intencionalmente, pero nos detenemos a perseguir mariposas entre las flores, y no progresamos seriamente. Cómo se debe sorprender Satanás, cuando ve que nos apartamos de los reinos de este mundo y de su gloria, cuando los consideramos como su tentación, y sin embargo nos entregamos sin mucho pensar a cosas vanas, más livianas que una pluma, en las cuales el niño gasta todas sus fuerzas, y nosotros nos reímos de él.
Si examináramos nuestras vidas cuidadosamente en un interés como éste, cómo seríamos conscientes de la multitud de ansiedades innecesarias, de obligaciones imaginarias, de un relajamiento consentido, de tonterías inocentes, que sin cesar nos desvían de aquello en lo cual solamente hay provecho. Cuán pocos, quizás, se preocuparían de enfrentar tal examen día a día de la historia no escrita de sus vidas". Hasta aquí, la cita del profesor Grant.
Es una declaración bastante destacada. Encontramos que muchos cristianos en el presente, no están cometiendo abiertamente un pecado, digamos, pero sí que son perezosos. Están matando el tiempo haciendo esto y aquello. Están ocupados en cosas por aquí y por allá. Y lo principal de su obra se queda sin hacer. No están cuidando lo que debieran cuidar y no están vigilando ni protegiendo lo que debieran defender. No se mantienen alertas en el servicio del Señor. Por eso necesitamos dirigir a Dios está oración: "Afirma mi corazón para que tema tu nombre".
Ahora, lo que el salmista había dicho antes era: "Enséñame, oh Señor, tu camino", y creemos que esa es la solución para un corazón errante, dividido. Lo primero que dijo el apóstol Pablo cuando se convirtió fue: "Señor, ¿qué quieres que haga"? (Hechos 9:6) Y el salmista tenía la respuesta: "Enséñame, oh Señor, tu camino". Y el Señor ha prometido instruir a Sus hijos. ¡Cómo necesitamos eso, en estos días, amigo oyente! Y Él lo había prometido. Dice el Salmo 32:8, "te enseñaré el camino en que debes andar".
Y nuestra respuesta debería ser: "caminaré yo en tu verdad". Y eso quiere decir que nosotros debemos caminar en la luz y el conocimiento que la Palabra de Dios nos proporciona.
Entonces Él recibirá la alabanza de todo nuestro corazón. Cuando tenemos un corazón íntegro y dedicado a Él, nuestra alabanza es aún más completa
¿Ponemos nuestro corazón en el Señor?

12 Te alabaré de todo corazón, Dios mío;
daré gloria a tu nombre por siempre,
13 por tu gran piedad para conmigo,
porque me salvaste del abismo profundo.
14 Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí,
una banda de insolentes atenta contra mi vida,
sin tenerte en cuenta a ti.
Ante el Señor los que todo lo poseen, los poderosos conforme a los criterios de este mundo, no tienen precedencia sobre los pobres y desvalidos. Sólo el hombre de corazón recto, fiel al Señor, es el más importante en su presencia. Pero, sabiendo que todos somos pecadores, no podemos vivir despreciando a los demás. Con todos hemos de ser misericordiosos como Dios lo ha sido para con nosotros. Pues la misma medida que utilicemos para con los demás, esa misma medida se utilizará para tratarnos a nosotros.
Si acudimos al Señor para que preste oídos a nuestras súplicas, para que nos proteja, para que nos salve, para que tenga compasión de nosotros, para que nos llene de alegría y para que dé respuesta a nuestras súplicas, antes tenemos que meditar si nosotros hemos hecho lo mismo con nuestro prójimo cuando acudió a nosotros cargado, oprimido por todos esos males y buscando socorro en nosotros. Tratemos no sólo de rogarle a Dios que se muestre como Padre compasivo para con nosotros; pidámosle también que nos ayude a convertirnos en un signo de su amor para nuestros hermanos, especialmente para quienes viven hundidos en la maldad o en la miseria.
¿Sabemos que al lado del Señor estamos a salvo y felices?

15 Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y leal,
mírame, ten compasión de mí.
16 Da fuerza a tu siervo,
salva al hijo de tu esclava;
17 dame una señal propicia,
que la vean mis adversarios y se avergüencen,
porque tú, Señor, me ayudas y consuelas
Tú, Señor, eres bueno e indulgente, rico en amor con los que te invocan; Yahweh, presta oído a mi plegaria, atiende a la voz de mi súplica. Nosotros no tenemos mérito alguno para llegar ante Dios exigentes ante lo que queramos pedirle, conforme a nuestras necesidades. Sólo su amor, lleno de misericordia, le hace inclinarse ante nosotros para compadecerse de nosotros, perdonarnos y levantarnos de nuestras miserias. Por eso cuando lo invocamos no damos como razones, para ser escuchados, nuestras buenas obras, pues toda bondad procede de Dios. Llegamos ante Él, humildes y confiados en que no nos tratará conforme a nuestros pecados, sino conforme a su infinita misericordia. Y Dios siempre será bondadoso con nosotros, pues nos tiene como hijos suyos por nuestra fe y nuestra comunión de vida con su Hijo, Cristo Jesús.
El salmo no declara rectitud, sino que se regocija en que Dios es “lento para la ira”. Solamente pide la gracia de Dios. “Vuélvete hacia mí, y tenme piedad”. “En el día de la angustia te invocaré, porque Tú me responderás”.
Hace cuatro peticiones: Mírame (poner atención), ten misericordia (que sienta la necesidad del salmista), da... fuerzas (que supla esta necesidad) y guarda (que lo proteja de peligros). Los salmos nos enseñan cómo orar
Todos enfrentamos oposición en el trabajo en algunas ocasiones. Algunas veces es directamente personal y peligrosa. Puede que otras personas nos agobien o que incurramos en alguna falta, o una mezcla de los dos. Posiblemente sentimos que no merecemos nuestro trabajo, que no recibimos amor en nuestras relaciones, que somos incapaces de cambiar nuestras circunstancias o a nosotros mismos. Sin importar la fuente de oposición que tengamos —incluso si el enemigo somos nosotros mismos—, podemos pedirle a Dios Su gracia para que nos salve. La gracia de Dios rompe la ambigüedad que rodea nuestra vida y el trabajo, y nos muestra una señal de Su bondad que va más allá de lo que merecemos.
Pide una respuesta palpable para que los enemigos de Dios se den cuenta de que él es poderoso y contesta a los suyos. Y el salmista no olvida de añadir de que Dios respondió: me ayudaste y me consolaste. Los salmistas nunca dudan de que Dios responde.
Es bueno orar pidiendo una señal de la bondad de Dios, quizás sea justo lo que necesitamos. Pero no debemos dejar pasar por alto las señales que ya nos ha dado. El apoyo de familia y amigos, la comunión con otros cristianos, la luz de cada nuevo día. Y podemos confiar en que El conoce nuestra situación, no importa cuán desesperada se vuelva. Él tiene cuidado de nosotros.
¿Sabemos de la compasión del Señor?