Salmo 088
Introducción. – Parece que los que conocemos a Cristo nunca deberíamos hundirnos en la desesperación. Sin embargo, hay días en que para nosotros el cielo está tapado, como lo estuvo para Cristo en su agonía.
¿Has sentido alguna vez que has tocado el fondo? El salmista está tan abatido que hasta perdió la esperanza en la vida misma. A pesar de que todo iba de mal en peor, fue capaz de contarle todo a Dios. Este es uno de los pocos salmos que no da respuesta ni esperanza. No piense que siempre debe estar alegre y positivo. La angustia y la depresión requieren de tiempo para sanar. No importa cuán deprimidos nos sintamos, siempre podemos llevar nuestros problemas a Dios y expresarle nuestra angustia.
La visión que el enfermo tiene del más allá, y que era compartida por los judíos, hasta poco antes de la venida de Jesús, no era ciertamente para animarlo. Tarde o temprano la muerte se nos presentará como un túnel sin salida y nos quedaremos son esa forma de fla fe que se ignora a sí misma porque parece que la desesperanza lo ha oscurecido todo. El Señor en la cruz quiso confiarnos a su madre para que noa aliviara en los días de angustia.
1 Canto. Para la enfermedad. Para la aflicción.
Plegaria inicial
2 ¡Señor, mi Dios y mi salvador,
día y noche estoy clamando ante ti:
3 que mi plegaria llegue a tu presencia;
inclina tu oído a mi clamor!
El verso de apertura nos conduciría a esperar un Salmo más optimista. Cuando el Salmista comienza exaltando a Yahvé como el Dios de mi salvación, esperamos que él experimente dicho rescate, dicha liberación en el momento. Este título era tanto en traer a memoria el pasado y el aferrarse hacia la esperanza futura. Es uno de los pequeños destellos de luz en un salmo que de otra manera parece oscuro.
Aunque todo el Salmo parece ser muy pesimista, por lo menos en el primer versículo hay una nota positiva: el salmista se dirige a Dios de mi salvación. Indica su fe y la base de una experiencia personal con Dios. Por eso puede clamar día y noche. A pesar de la gravedad de su crisis y la falta de respuesta de Dios, él persiste en la oración (vv. 1, 9, 13). Llegue mi oración e inclina tu oído (v. 2) son expresiones comunes en las súplicas. El v. 3 indica que el salmista está muy angustiado
El único rayo de esperanza de este salmo es que Él es el "Dios de mi salvación" y el salmista se aferra a esa verdad. Es una mera especulación, por supuesto, pero este salmo ha sido aplicado a Job, y a Uzías, que sufrió de lepra, y a Jeremías en el calabozo y a Ezequías, cuando estaba enfermo. Pero indiferentemente de a quién se refiera, este salmo describe un gran sufrimiento. Sin embargo, en todo este dolor y aflicción, el salmista mantiene su confianza en Dios como el Dios de su salvación. Éste es el gran tema del salmo.
“El dirigirse a Dios como el Dios de su salvación, el discernir Su mano en la aflicción de la tristeza, es la oración de la verdadera débil fe. ‘Aunque Él me haga morir, aun así confiaré en Él,’ este es el espíritu mismo de este salmo.” (Maclaren)
“Pero desde el principio al final no hay rastro de amargura, ni deseo de vengarse de sus enemigos, ninguna reflexión de ira sobre la bondad de Dios. EN lugar de eso, la referencia de Dios revela un sentido notable de Su gracia y bondad.” (Morgan)
La oración era hecha con pasión y constante. El Salmista estaba desesperado de que Dios se inclinara para escuchar y contestar su oración.
¿Tenemos la seguridad de que Dios nos escucha cuando nos dirigimos a Él?
Exposición de la situación del orante
4 Porque estoy saturado de infortunios,
y mi vida está al borde del Abismo;
5 me cuento entre los que bajaron a la tumba,
y soy como un hombre sin fuerzas.
6 Yo tengo mi lecho entre los muertos,
como los caídos que yacen en el sepulcro,
como aquellos en los que tú ya ni piensas,
porque fueron arrancados de tu mano.
Fluye el dolor de lo más profundo de las entrañas del salmista. La estrofa describe una enfermedad grave; el salmista está para morir. Ya está perdiendo la esperanza; le cuentan como muerto, apenas existe como sombra de un hombre.
¿Cómo de profunda es nuestra esperanza en la misericordia de Dios?
La profundidad de la aflicción.
7 Me has puesto en lo más hondo de la fosa,
en las regiones oscuras y profundas;
tu indignación pesa sobre mí,
y me estás ahogando con tu oleaje.
9 Apartaste de mí a mis conocidos,
me hiciste despreciable a sus ojos;
estoy prisionero, sin poder salir,
10 y mis ojos se debilitan por la aflicción.
Me has puesto..., tu ira..., me has afligido... destacan que Dios hace esto, o lo permite. Nada sucede por la suerte. Algunos ven detalles que indicarían la lepra, pero puede ser otra enfermedad. El salmista se siente muy solo, aun sus conocidos le han abandonado.
Parece que no hay respuesta por parte de Dios que pueda iluminarle acerca del mal que se ceba en él. Su situación no puede ser más aplastante. Quizás lo peor de todo, el Salmista se sentía como si no tuviera escape. La vida estaba siendo drenada de él y si Dios no respondía, parecería que no había ningún remedio.
¿Cómo de profunda es nuestra confianza en el Señor?
Invocación insistente.
Yo te invoco, Señor, todo el día,
con las manos tendidas hacia ti.
El salmista quiere encontrar al Señor, quiere encontrar respuesta a su aflicción, a su enfermedad; invoca al Señor, se ve angustiado y se encuentra solo.
¿Somos constantes en la oración?
Cuestionamiento de la conducta de Dios
11 ¿Acaso haces prodigios por los muertos,
o se alzan los difuntos para darte gracias?
12 ¿Se proclama tu amor en el sepulcro,
o tu fidelidad en el reino de la muerte?
13 ¿Se anuncian tus maravillas en las tinieblas,
o tu justicia en la tierra del olvido?
Tres importantes preguntas con las que el salmista ¿increpa? al Señor. Y es que la ausencia de respuesta intriga y solivianta a la persona que se ve angustiada.
¿Cómo de profunda es nuestra esperanza en la resurrección?
Invocación apremiante
14 Yo invoco tu ayuda, Señor,
desde temprano te llega mi plegaria:
Y persiste en su oración. Aunque el salmista está triste y sin esperanza, persiste en la oración; sigue levantándose en la mañana para orar y buscar a Dios. En esto es un ejemplo para todos los creyentes.
¿Cómo de sincera es nuestra oración? ¿Atenta con los que nos rodean?
Extrañeza ante las acciones de Dios
15 ¿Por qué me rechazas, Señor?
¿Por qué me ocultas tu rostro?
Los ¿por qué? del v. 15 encuentran eco en muchas vidas, pues Dios no ha prometido no permitir sufrimiento a sus hijos. El que deriva de las Escrituras una filosofía que dice que todo siempre va bien a los creyentes, tiene que quitar esta página de su Biblia. Perece que tales preguntas indican duda; por lo menos el salmista es franco con Dios. Dios quiere que abramos nuestro corazón a él. El saneamiento de Jeremías empezó cuando habló francamente con Dios (Jer. 15)
La triste idea que anteriormente se menciona en el Salmo es repetida. La peor de las aflicciones del Salmista era el sentido de que Dios de alguna manera le había abandonado; que su alma fue desechada de Dios. Él simplemente cantó: he llevado tus terrores, he estado medroso.
¿Cómo de profunda es nuestra fe en la presencia del Señor en nuestras vidas?
Acusación final del orante
16 Estoy afligido y enfermo desde niño,
extenuado bajo el peso de tus desgracias;
17 tus enojos pasaron sobre mí,
me consumieron tus terribles aflicciones.
18 Me rodearon todo el día como una correntada,
me envuelven todos a la vez.
19 Tú me separaste de mis parientes y amigos,
y las tinieblas son mis confidentes.
Continuando con el pensamiento de las líneas anteriores, el Salmista entendió de que alguna manera Dios era la fuente de su presente aflicción. Si él sufría terrores, él podía decir a Dios que eran “tus terrores.”
Esta es una crisis, pero es una crisis de fe, no de incredulidad.
Tus enojos: La palabra para enojo está en el plural, para expresar las múltiples explosiones de esa mortal indignación. La palabra literalmente significa calor; y podríamos representar el pensamiento del salmista como si el enojo fuera disparado por múltiples lengüetas de fuego, o como un flujo de lava la cual se ramifica.
Afligido y solitario, el Salmista se sintió abrumado, como si estuviera a punto de ahogarse en su miseria. El Salmista aquí termina sin tener una respuesta y con un continuo clamor hacia Dios, quien le puede rescatar de tal angustia y desesperación.
¿Sabemos acudir al Señor en nuestras angustias?