Salmo 089
Introducción. –
Este salmo más que cualquier otro, debe orarse en tres tiempos inseparables, sin embargo, el uno del otro. Su carácter de oración escrita "por Israel" brilla en cada una de sus líneas. La situación humana evocada es la de una "entronización real" en la dinastía de David rey de Jerusalén. El cuadro de fondo del salmo, es el dramático fin de la realeza bajo los golpes de Nabucodonosor. El decorado es la geografía de la tierra de Palestina: se nombran los montes del Tabor y Hermón, las fronteras al occidente están marcadas por el Mar Mediterráneo y al oriente por los ríos Tigris y Eufrates. Cuando se desea éxito al rey en sus campañas, se hace decir a Dios: "Extenderé su poder sobre el mar y su dominio hasta el Gran río". El fondo cultural y religioso de este salmo es el de Israel, basado en "la Alianza" entre Dios y el pueblo elegido...
El favor y la fidelidad son el tema de este salmo. A lo largo de la biblia aparecen estas dos cualidades sobresalientes de Dios: Favor, o sea gracia, bondad, ternura, misericordia; Fidelidad, es decir, lealtad, verdad.
Después de grandes derrotas, el salmista recuerda las promesas de Dios. ¿Dónde está el rey salvador que debía dar gloria y prosperidad a su pueblo? A veces el creyente de hoy se siente impulsado a decir: “Señor, ¿dónde están tus promesas? ¿Por qué no hay pan para tus hijos? ¿Dónde está tu justicia? ¿Por qué tu Iglesia no vive según tu Evangelio?
1 Poema de Etam, el aborigen.
El Dios incomparable y Su pacto hacia David.
2 Cantaré eternamente el amor del Señor,
proclamaré tu fidelidad por todas las generaciones.
3 Porque tú has dicho: «Mi amor se mantendrá eternamente,
mi fidelidad está afianzada en el cielo.
Bello comienzo para un ataque frontal, ¿no te parece? ¿Adivinaste, Señor, lo que venia en este salmo después de esa obertura tan musical? Tu amor es firme, y tu fidelidad eterna. Son cosas que siempre te gusta oír. Alabanza sincera del pueblo que mejor te conocía, porque era tu Pueblo. Y además sobre un tema al que eres muy sensible: tu fidelidad. Siempre te has preciado de tu verdad que nunca falla y de tus promesas que nunca decepcionan. Pero desde este momento, Señor, estás atrapado por las mismas palabras que tanto te gusta oír. Eres fiel y cumples tus promesas. ¿Por qué, entonces, no has cumplido la promesa más solemne que diste a tu pueblo y a tu rey?
La gran misericordia de Dios dura para siempre, así que la alabanza de ella también debiera de durar eternamente.
Este es un salmo donde hay muchas aflicciones, pero la presencia de los problemas no silenció la alabanza del salmista; él cantó el amor de Dios. Nosotros no tenemos una, sino múltiples misericordias por las cuales nos podemos regocijar, y por lo tanto debemos de multiplicar las expresiones de nuestra gratitud.
Cuando pensamos que estamos en problemas tenemos algo de alivio al quejarnos; pero hacemos más, obtenemos gozo, al alabar. Entonces nuestras quejas sean convertidas en acciones de gracias.
Dios es fiel, y nuestra salvación descansa sobre la muerte de Cristo, y la fidelidad de Dios en salvar a aquellos que depositan su confianza en Él. Y lo importante es lo que Dios dice.
¿Proclamamos diariamente nuestro amor al Señor?
El pacto de Dios con David.
4 Yo sellé una alianza con mi elegido,
hice este juramento a David, mi servidor:
5 «Estableceré tu descendencia para siempre,
mantendré tu trono por todas las generaciones».
Dios le prometió a David, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino (2 Samuel 7:12). Esta promesa fue parcialmente cumplida en Salomón, el hijo directo de David, e inmediato heredero de su trono. Sería cumplido de una manera más perfecta en Aquel conocido como el hijo de David– el Mesías, Cristo Jesús
Tú eres poderoso, Señor, tú lo puedes todo en el cielo que tú has hecho y en la tierra que has creado. Nada ni nadie puede resistirte, y si tú decides dejar de hacer algo, no es porque no tengas el poder de hacerlo. Y aparte de ser poderoso, eres fiel, cumples siempre las promesas que haces. Pues bien, tú le prometiste a David que sus descendientes gobernarían a Israel para siempre, y añadiste que tu promesa seguiría en pie aunque esos descendientes no fueran dignos. Declaraste que el trono de David en Israel sería tan firme como el sol y la luna en los cielos. Y sé muy bien que Israel es tu Iglesia, y David figura de tu Hijo Jesús. Y ahora escucha, Señor: el sol y la luna siguen en su sitio, pero el trono de David está en ruinas. Jerusalén ha sido destruida, e Israel derrotado. ¿Cómo es esto, Señor?
¿Nos sabemos elegidos por el Señor? ¿Sabemos apreciar este privilegio?
Dios es alabado por su fidelidad y poder.
6 El cielo celebre tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad en la asamblea de los santos,
7 porque ¿quién es comparable al Señor en las alturas?
¿quién como el Señor entre los hijos de Dios?
8 Dios es temible en el consejo de los santos,
más grande y terrible que cuantos están a su alrededor,
9 Señor, Dios del universo, ¿hay alguien como tú?
Tú eres fuerte y estás rodeado de fidelidad.
10 Tú dominas la soberbia del mar
y calmas la altivez de sus olas;
11 tú aplastaste a Rahab como a un cadáver,
deshiciste a tus enemigos con tu brazo poderoso.
Continúa el ritmo de alabanza. Tu poder y tu fortaleza. Tu dominio sobre tierra y mar. Todos lo reconocen, desde los ángeles en el cielo hasta los hombres en la tierra. Nada se te resiste. Tú eres el señor de la historia, el dueño del corazón humano. Tú dispones los sucesos y ordenas las circunstancias como asientas montañas y diriges las árbitas de los astros. Todo es obra de tus manos. Hemos visto tu poder y reconocemos tu soberanía absoluta sobre todo lo que existe. Nos sentimos orgullosos de ser tu pueblo, porque no hay dios como tú, Señor.
La tierra y el cielo son uno al admirar y adorar al Dios de pacto. Los santos de arriba ven con más claridad lo sublime y profundo del amor divino, por lo tanto, ellos alaban sus maravillas; los santos en la tierra, al estar conscientes de los múltiples pecados y las múltiples provocaciones del Señor, admiran su fidelidad
Ellos alababan las ‘maravillas’ de Dios, lo cual aquí significa, no tanto sus hechos maravillosos, más que lo maravilloso de su Ser, su incomparable grandeza y poder, y su Fidelidad, las dos garantías del cumplimiento de sus promesas.
La grandeza de Dios significa que Él también es incomparable. Él no debe de ser medido en la escala para medir la grandeza de los hombres o ni siquiera de los ángeles.
Lo incomparable de Dios es un aspecto de su santidad. El sentido de santo es estar apartado, que Dios es incomparablemente mayor que todas las cosas creadas; pero É no está solo. El universo bíblico no está vacío, sino que está poblado con miríadas de ángeles, los cuales aquí son llamados los santos, nuestros ángeles que nos ayudan y protegen.
El gobierno del mar embravecido, la bonanza de las olas revoltosas, y el quebrantamiento y dispersión del poder de Egipto son utilizados por el salmista para ilustrar la omnipotencia de Jehová, antes de la cual la monarquía más poderosa en la tierra no tuvo más poder que si hubiera sido un cuerpo inerte.
El nombre de Rahab significa el soberbio, y en la mitología de Canaán el dios del mar Yam fue subyugado y la serpiente de mar Rahab fue herido de muerte en la creación. Aquí, como en Job 26,12-13, esta mitología Cananea es captado y transformado.
Después el Profeta Isaías utilizaría la misma imagen y tono al hablar de la gran victoria de Yahvé sobre Rahab: ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? (Is 51, 9)
En los tiempos antiguos en Medio Oriente había muchas leyendas populares sobre los dioses que combatían las deidades hostiles con el fin de crear la tierra. Etán, Asaf, Job e Isaías tomaron algunas de estas historias e hicieron a Yahvéh el héroe de ellas. Por lo tanto, es Yahvé quien gobierna sobre la braveza del mar, cuando las antiguas leyendas decían que Tiamat (lo Profundo) fue la diosa del caos derrotada por el dios héroe Marduk (Bel), o Yam (el Mar) el cual fue derrotado por Baal. Es Yahvé quien corta a Rahab en pedazos,
Es importante el notar que las Escrituras Hebreas no simplemente creen o adoptan esta mitología Cananea, sino que la toman y la transforma, utilizándola para exaltar a Yahvé de una manera que los mitos Cananeos jamás pensaron hacerlo.
¿Sabemos alabar al Señor?
La gloria y poder de Dios en el cielo y en la tierra
12 Tuyo es el cielo, tuya la tierra:
tú cimentaste el mundo y todo lo que hay en él;
13 tú has creado el norte y el sur,
el Hermón y el Tabor aclaman tu Nombre.
14 Tu brazo está lleno de poder,
tu mano es fuerte, alta es tu derecha;
15 la Justicia y el Derecho son la base de tu trono,
el Amor y la Fidelidad te preceden.
Gira hacia todos los puntos del compás, y he aquí, el Señor está allí. Las regiones de nieve y los jardines del sol son sus dominios: tanto la tierra del amanecer y el hogar de la puesta del sol se regocijan para obtener su influencia.
Tu poder es nuestra garantía. Tu fortaleza es nuestra seguridad. Nos gloriamos de que seas nuestro Dios. Nos alegramos de tu poder, y nos encanta repetir las historias de tus maravilllas. Tu historia es nuestra historia, y tu Espíritu nuestra vida. Nuestro destino como pueblo tuyo en la tierra es llevar a cabo tu divina voluntad, y por eso adoramos tus designios y acatamos tu majestad. Tú eres nuestro Dios, y nosotros somos tu pueblo.
Fuerte es su mano, exaltada su diestra: La habilidad y fuerza del hombre es a menudo expresada en el brazo y las manos, especialmente la diestra. El salmista aplica este principio en una metáfora hacia Dios, expresando su habilidad y poder.
Hacia la iglesia Cristiana ‘el brazo de Jehová’ ha sido revelado de una manera más extraordinaria. Ella refleja las maravillas traídas por Jesús; una conquista sobre enemigos más formidables que el Faraón y sus egipcios; una redención de una servidumbre más cruel; salvación de los pecados y la muerte; nuevos cielos, y tierra nueva, una nueva Jerusalén, y un Sion espiritual.
El Salmista alabó el incomparable poder de Dios, pero no ignoró la grandeza moral de Dios. Yahvé tiene el derecho de gobernar solamente debido a su potencia, pero su naturaleza demanda que la justicia y juicio marquen su reinado, el cimiento de su trono y misericordia y verdad van delante de tu rostro.
El Amor y la Fidelidad te preceden y serán los heraldos que anunciaran la venida del Juez. Su verdad le ata a cumplir todas sus declaraciones; y su misericordia será mostrada a todos aquellos que han huido para refugiarse en la esperanza que es puesta delante de ellos en el Evangelio.
¿Admiramos la Creación? ¿Tratamos de imitar la Justicia y la Fidelidad de nuestro Dios?
La bendición de aquellos que conocen al Dios incomparable.
16 ¡Feliz el pueblo que sabe aclamarte!
Ellos caminarán a la luz de tu rostro;
17 se alegrarán sin cesar en tu Nombre,
serán exaltados a causa de tu justicia.
18 Porque tú eres su gloria y su fuerza;
con tu favor, acrecientas nuestro poder.
19 Sí, el Señor es nuestro escudo,
el Santo de Israel es realmente nuestro rey.
Misericordia y verdad van delante de tu rostro
Aquellos que conocen el buen sonido de esta verdad, de Dios en su incomparable poder, su justicia y juicio, y su misericordia y verdad, son un pueblo bienaventurado, feliz, y son bendecidos en muchas maneras.
· Éstos disfrutan del favor y compañerismo del rostro de Dios: Andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro
· Éstos se alegrarán todo el día en el nombre, el carácter y naturaleza, del Dios incomparable
· Éstos hallan fortaleza en Dios, especialmente en Su buena voluntad
· Éstos disfrutan de la protección de Dios: Porque Yahvé es nuestro escudo
- Es el deber de los cristianos, así como lo era de los Israelitas, el adscribir toda su potencia, su éxito, y su gloria, ya sea en asuntos de lo temporal o espiritual, solamente a Jehová.
- Una bendición más para el pueblo que conoce de lo incomparable de Dios es que Dios toma un interés particular en su rey. Las siguientes líneas del Salmo sugieren que este rey era David.
¿Somos conscientes de que nuestra felicidad está en el Señor, nuestro Padre?
La visión del santo de Dios en cuanto al pacto con David.
La ayuda de Dios con el rey.
20 Tú hablaste una vez en una visión a tu santo
y dijiste a tus amigos:
«Impuse la corona a un valiente,
exalté a un guerrero del pueblo.
21 Encontré a David, mi servidor,
y lo ungí con el óleo sagrado,
22 para que mi mano esté siempre con él
y mi brazo lo haga poderoso.
23 El enemigo no lo aventajará,
ni podrán oprimirlo los malvados:
24 yo aplastaré a sus adversarios ante él
y golpearé a los que lo odian.
25 Mi fidelidad y mi amor lo acompañarán,
su poder crecerá a causa de mi Nombre
En versículos anteriores se hablaba del interés especial de Dios en el gobernante de SU pueblo. Aquí algo del resultado de dicho interés es descrito. Hablando en visión hacia el rey (a tu santo), Dios prometió ayudar al gobernante.
El hijo de Isaí –David– no era de una familia noble o especialmente influyente, sino del pueblo. Sin embargo, Dios le halló y le tuvo como Su siervo. Aquí no hubo un rey hecho por sí mismo o un constructor de imperio, haciéndose una carrera para sí mismo.
Y el salmista pone en boca de Dios las múltiples bendiciones que Él colocó sobre David, el hombre tras Su corazón (1 Samuel 13:14).
Más importante que cualquier corona es el hecho de ser ungido y ser apartado para un cargo sagrado
Y estos versículos complementan el Salmo 2, donde el ungido del Señor recibe plena autoridad para subyugar toda la resistencia de los enemigos de Dios en la tierra. La verdadera fuente del poder y autoridad de David recae en la presencia y propósito del Señor.”
Es digno de señalar que David jamás fue destronado; él finalmente conquistó a cualquier enemigo que se levantaría en contra de él. La persecución de Saúl, la revuelta de Absalón, la conspiración de Seba, y la lucha hecha por los partidarios de la casa de Saúl después de su muerte, todo esto tendió a llamar la habilidad, coraje y poder de David, y esto le hizo permanecer con mayor firmeza sobre su trono.”
¿Nos damos cuenta de que el amor y la fidelidad del Señor nos acompañan?
Más bendiciones para el rey.
26 Extenderé su mano sobre el mar
y su derecha sobre los ríos.
27 El me dirá: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora».
28 Yo lo constituiré mi primogénito,
el más alto de los reyes de la tierra.
29 Le aseguraré mi amor eternamente,
y mi alianza será estable para él;
Esto prometía un dominio que David jamás pareció cumplir. Ya que la sección anterior habló de las bendiciones que Dios le prometió a David, la promesa gradualmente se convirtió en una naturaleza que ve su perfecto cumplimiento en el gran hijo de David; la simiente de David
Mi padre eres tú: Esto fue verdadero de David, pero es más verdadero sobre Jesús el Mesías, quien hizo todas las cosas mirando y dependiendo de Dios el Padre (Juan 5:19,8:28).
Primogénito no siempre debe de ser entendido literalmente en la Escritura. En ocasiones significa simplemente alguien bien amado, o hijo amado
La misericordia hacia la casa de David fue prometida en el pacto que Dios hizo con él (2 Samuel 7:15). Con Jesús el pacto es ratificado tanto por la sangre del sacrificio y por el juramento de Dios; no puede ser cancelado o alterado, pero es una eterna verdad, descansando sobre la veracidad de uno que no puede mentir.
Esta promesa del pacto Davídico (2 Samuel 7:16) solamente es cumplida en el reinado eterno del Mesías, Cristo Jesús.
El pacto de Dios con David consistía en que Él enviaría a uno de Su linaje. Ese pacto tiene como figura central al Señor Jesucristo. De Él Dios dijo: "Yo también le pondré por primogénito, el más excelso de los reyes de la tierra". Cuando Dios envió al Señor Jesucristo a este mundo, Él vino como Su Hijo único, y por medio de Su encarnación en Belén, Él se reveló como el Hijo de Dios. Él fue revelado en Su vida de humillación, fue Dios manifestado en un cuerpo humano; y después de haber padecido una muerte de sacrificio, ya que ése era el propósito por el cual Él vino desde el cielo, Él llegó a ser las primicias de la resurrección, el primogénito de entre los muertos, y es el Cristo resucitado. Escuchemos lo que dice aquí: "Yo también le pondré por primogénito", el Cristo resucitado, el que regresó de entre los muertos después de haber muerto en la cruz. Y eso quiere decir sencillamente que el cetro de este Universo está en Sus manos, que habían sido perforadas por los clavos en la cruz.
Pero también se nos dice aquí que Él es el más excelso de los reyes de la tierra. Esto quiere decir que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores. El salmista estaba entonces hablando sobre el Señor Jesús.
¿Recurrimos al Señor como Padre nuestro que es? ¿Sabemos que contamos con su apoyo “incondicional?
Las promesas del pacto Davídico se repiten
30 le daré una descendencia eterna
y un trono duradero como el cielo.
31 Si sus hijos abandonan mi enseñanza
y no proceden de acuerdo con mis juicios;
32 si profanan mis preceptos
y no observan mis mandamientos,
33 castigaré sus rebeldías con la vara
y sus culpas, con el látigo.
34 Pero a él no le retiraré mi amor
ni desmentiré mi fidelidad;
35 no quebrantaré mi alianza
ni cambiaré lo que salió de mis labios.
36 Una vez juré por mi santidad
–¡jamás mentiré a David!–:
37 «Su descendencia permanecerá para siempre
y su trono, como el sol en mi presencia;
38 como la luna, que permanece para siempre,
será firme su sede en las alturas».
Todos aquellos en el linaje real de David tenían una parte de ese pacto Davídico. Algunos de ellos fueron reyes desobedientes, y Dios trajo una considerable corrección tanto a los reyes como en el reino. No con la espada, no con muerte y destrucción, mas con una vara que hiere, que estremece y causa dolor.
Pero, así como está descrito en el pacto Davídico, Yahvé jamás quitaría completamente su pacto de amor, de la casa de David (2 Sm 7:14-16). Yahvé permanecería fiel a su pacto y su palabra.
Dios promete la corona de su reino, la excelente belleza de su persona, la esencia de su naturaleza. Él de buenas a primeras dice que si cesa de ser veraz a su pacto él habrá perdido el derecho de su santo carácter. ¿Qué más puede decir? ¿En qué otro lenguaje fuerte puede él expresar la inalterable adherencia hacia la verdad de su promesa?
La promesa de Dios a David en cuanto a su casa real y el reinado del Mesías por venir de dicha casa eran cosa segura como el sol y la luna, espléndido y glorioso Dispensando luz, calor, vida y salvación para toda la humanidad.
A la luz de la continua desobediencia de Israel en toda la historia, esta es una promesa sorprendente. Dios prometió que los descendientes de David siempre se sentarían en el trono (89.29), pero si el pueblo desobedecía, recibiría el castigo (89.30-32). Y aun así, con su desobediencia y castigo, Dios nunca dejaría de cumplir sus promesas (89.33). Israel sí desobedeció, el mal corrió con desenfreno, la nación se dividió, vino el exilio. Pero a pesar de todo, un remanente del pueblo de Dios permaneció fiel. Siglos después llegó el Mesías, el Rey eterno del linaje de David, tal y como Dios lo prometió. Todo lo que Dios promete, lo cumple. No se retractará de ninguna de las palabras que dice. También nosotros podemos confiar en que Dios nos salvará porque Él lo prometió (Heb 6:13-18). Dios es completamente confiable.
¿Sabemos de la lealtad del Señor? ¿Somos nosotros fieles y leales a su Espíritu?
El pacto y la crisis.
39 Pero tú te has irritado contra tu Ungido,
lo has rechazado y despreciado;
40 desdeñaste la alianza con tu servidor,
profanaste por tierra su insignia real.
41 Abrirse brechas en todas sus murallas,
redujiste a escombros todas sus fortalezas;
42 los que pasan por el camino lo despojan,
y es la burla de todos sus vecinos.
43 Alzaste la mano de sus adversarios,
llenaste de alegría a sus enemigos;
44 mellaste el filo de su espada
y no lo sostuviste en el combate.
45 Le quitaste su cetro glorioso
y derribaste por tierra su trono;
46 abreviaste los días de su juventud
y lo cubriste de vergüenza.
David tendrá un descendiente que se sentará en el trono de este universo. Ese hecho está tan firmemente establecido como la luna lo está en el espacio. Y parece que la luna va a estar allí por muchísimo tiempo. Y Dios cumplirá el pacto que hizo con David.
Los primeros 37 versículos del Salmo se elevan con confianza en la incomparable grandeza de Dios y su pacto con David. Aquí el tono repentinamente cambia y se considera alguna crisis presente, la cual parecía ser del todo peor al ser contrastada con su entendimiento de la grandeza y fidelidad de Dios hacia el pacto con David.
No conocemos la crisis que inspiró su clamor desesperante. Pudo haber sido la rebelión de Absalón (2 Sm 15-18). Pudo haber sido la declinación espiritual de Salomón (1 Re 11). Pudo haber sido la rápida y radical declinación después de la muerte de Salomón (1 Re 12). Pudo haber sido una crisis que no fue registrada.
Con una honestidad hallada en los salmos pero que a menudo falta en nosotros mismos, también describe una situación en la cual Dios pareciera no ser fiel, y él pregunta, ‘¿Dónde está tu fidelidad?
Tomado como un todo, este canto es una de los más finos en la colección como una revelación de cómo el hombre de fe es compelido a mirar la calamidad.
El renunciar puede ser una palabra muy decisiva para este verbo, cuyo significado debe de ser adivinado de sus términos paralelos, por ejemplo, profanar y ‘despreciado’ (Lam 2:7a). Quizás ‘desdeñado’ o ‘tenido en poco’ sería más certero. Es en cualquier caso el lenguaje de la experiencia, no una acusación de mala fe.
El pensar que Dios ha permitido tal desastre es doloroso. Y es aún más doloroso el pensar que Dios no tuvo nada que ver con ello y que estamos a la merced de eventos, del destino, de la suerte aleatoria.
El rey mismo – David, Salomón, o un rey posterior – fue afectado y debilitado personalmente por la crisis. La promesa de Dios por medio del pacto Davídico parecía vacía en el momento.
¿Sabemos reconocer nuestros fallos, nuestra falta de apoyo a los necesitados, nuestro egoísmo...?
Un ruego por un rescate rápido
47 ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Te ocultarás para siempre?
¿Arderá tu furor como el fuego?
48 Recuerda, Señor, qué corta es mi vida
y qué efímeros creaste a los hombres.
49 ¿Quién vivirá sin ver la muerte?
¿Quién se librará de las garras del Abismo?
El salmista no podía soportar la idea de que la crisis durara aún más. Él derramó su ruego hacia Dios, el cual parecía esconderse, y parecía estar enojado con Israel y su rey.
Quizás el salmista oró esto por parte del rey abatido o quizás anhelaba ver al rey y su reino vindicados en su vida, quizás en su vejez. La mención de lo corto del tiempo y de lo vano de la vida añade un sentido de urgencia y aun de desesperación a la petición.
¿Quién se librará de las garras del Abismo? La respuesta a esa pregunta retórica es por supuesto que no. Ningún simple hombre puede librar su propia vida del sepulcro y su poder. Los hombres a menudo desean olvidar su completa dependencia sobre Dios en cuanto a la vida por venir.
Ha habido únicamente Uno con el poder de librar Cristo Jesús. Jesús prometió el levantar su propio cuerpo después de tres días en la tumba (Jn 2, 19).
Todos los hombres, en su mejor estado, son mortales y miserables, los reyes y las personas deben de morir inevitablemente por la condición de sus naturalezas; y por lo tanto, Señor, no incrementes nuestra aflicción, la cual en sí mismo es más que suficiente; ni tampoco procedas en estos cursos violentos sobre nosotros, que, sin tal severidad, debe de perecer en y de nosotros mismos.
¿Somos capaces de vivir sin tener en cuenta a nuestro Padre?
Una oración por restauración de las misericordias anteriores
50 ¿Dónde está, Señor, tu amor de otro tiempo,
el que juraste a David por tu fidelidad?
51 Recuerda, Señor, las afrentas de tu servidor:
yo tengo que soportar los insultos de los pueblos.
52 ¡Cómo afrentan las huellas de tu Ungido!
El salmista le pide a Dios que notara su estado humillante y despreciado, y que actuara con misericordia a la luz del aparente triunfo de los propios enemigos de Dios, quienes también eran los enemigos del ungido rey de Dios.
Finalmente, la oración la cual el salmo ora por el nombre exiliado del rey comienza a acostumbrar nuestros ojos a la combinación de siervo y Mesías, el receptor de las promesas de Dios y los insultos del hombre.
¿Sabemos ser humildes, o, a veces nos sentimos humillados? ¿Sabemos “poner la otra mejilla” con dignidad y confianza en el Señor?
Una conclusión de alabanza.
53 ¡Bendito sea el Señor eternamente!
¡Amén! ¡Amén!
El Salmista concluye este canto con una declaración de fuerte lucha en alabanza. Esto provino de un hombre que conocía la promesa de Dios y confiaba en ella, mientras que derramaba de una manera honesta su dolor delante de Dios en su problema presente.
Él termina donde él comenzó; él ha zarpado alrededor del mundo y ha alcanzado el puerto de nuevo. Permitámonos bendecir a Dios antes de que oremos, y mientras oramos, y cuando hayamos acabado de orar, pues él siempre lo merece de nosotros. Si nosotros no podemos entenderle, no desconfiaremos de él
¿Sabemos que nuestra oración de alabanza y bendición es “una oración de alegría”, después “una oración de memoria? ¡lo que ha hecho el Señor por mí! ¡con cuánta ternura me ha acompañado, como se ha abajado, se ha inclinado como el papá con el niño para ayudarle a caminar’” (Papa Francisco)