Salmo 091
Introducción. - Oración del creyente que repite su certeza: Dios protege al que confía en él.
La seguridad de la protección de Dios.
La protección, consuelo y cuidado de Yahvé
1 Tú que habitas al amparo del Altísimo
y resides a la sombra del Omnipotente,
2 dile al Señor: «Mi amparo, mi refugio,
mi Dios, en quien yo pongo mi confianza»
El salmista invita a un creyente a que exprese en la oración su actitud vital de confianza absoluta en el Señor.
Hay muchos seguidores de Cristo Jesús que parecen conocer muy poco del abrigo del Altísimo o de lo que es el morar bajo Su sombra. Muchos parecen tomar esto solamente como algo místico o sobrenatural. Es cierto que la vida del espíritu parece llegar más fácilmente para algunos que para otros, pero hay un aspecto del abrigo del Altísimo que es para todos los que ponen su confianza en Él.
La Escritura habla de la sombra del Señor en varios textos:
- La sombra de la roca (Is 32, 2)
- La sombra del árbol (Cant 2, 3)
- La sombra de Sus alas (Sal 63, 8)
- La sombra de Su mano (Is 49, 2)
Esta cercana relación con Dios y todos los beneficios que vienen de ello son para aquellos que conocen a Yahvé como Dios, y para aquellos que verdaderamente confían en Él. AL mismo tiempo, al haber recibido de Su protección, consuelo y cuidado, el creyente le cree a Dios aún más, y de manera creciente le conoce a Él como su Dios.
Los hombres son lo suficientemente aptos para proclamar sus dudas, y aun el jactarse de ellas, y en verdad que hoy en día hay fiesta para los que pretenden audazmente tener la cultura y las ideas, los cuales se glorían de echar sospechas sobre todo; así que se vuelve en el deber de todos los verdaderos creyentes en hablar y testificar con calma y coraje hacia su propia confianza bien fundamentada sobre su Dios.
Son muchas las imágenes que se utilizan en este salmo para hablar de este rostro de Dios. ¿Con cuál plasmo yo hoy mi confianza en él?
Cómo Dios trae Su protección, consuelo y cuidado.
3 El te librará del lazo del cazador
y del azote de la desgracia;
4 te cubrirá con sus plumas
y hallarás bajo sus alas un refugio.
Siguiendo la declaración general de los primeros dos versículos, ahora el Salmista describe las maneras específicas en que Dios protege y cuida a Su pueblo – comenzando con el rescate de aquellos que atraparían al pueblo de Dios así como el cazador pone lazo sobre las aves.
El salmista se entrega a describir las “ventajas” de confiar en el Señor. Las expresa como acto de fe, no para convencer. Las imágenes utilizadas para expresar la protección de Dios son muy ricas y están tomadas de diversos ámbitos de la vida: del mundo militar, de la caza, de enfermedades y otras desgracias.
Somos necios y débiles como pequeñas pobres aves, y somos muy aptos en ser engañados hacia nuestra destrucción por enemigos astutos, pero si habitamos cerca de Dios, él mirará para que el engañador más hábil no nos atrape.
La característica más sorprendente de estos versículos (y los que les siguen) es el uso de la persona singular tú durante todo esto, lo cual es una manera de decir que estas verdades son para cada persona en lo individual. Estas son para ti si pones en verdad tu confianza o permaneces en Dios
En una metáfora, Dios es representado como un ave, cubriendo a sus polluelos debajo de sus alas. El águila, extendiendo sus temibles alas sobre sus aguiluchos, es un símbolo maravilloso de la unión de poder y gentileza. Sería una mano muy audaz la que quiera sacar a los aguiluchos del lugar cálido y secreto para atreverse a tener los terrores del pico y las garras.
¿He experimentado en mi vida a este Dios protector? ¿En qué circunstancias?
El resultado de la protección y cuidado de Dios.
5 No temerás los miedos de la noche
ni la flecha disparada de día,
6 ni la peste que avanza en las tinieblas,
ni la plaga que azota a pleno sol.
Hay una anécdota célebre de un inglés, Lord Craven que reza así: “Lord Craven, un cristiano, era un nombre que estaba viviendo en Londres cuando la plaga devastó la ciudad en el siglo XV. Para escapar del esparcimiento de la plaga Craven se determinó a dejar la ciudad hacia su casa de campo, así como lo hicieron otros de su misma posición social. Él pidió su coche y maletas para que estuvieran listas. Pero mientras iba caminando por uno de los pasillos de su hogar, a punto de entrar al carruaje, él escuchó a uno de sus siervos que le dijo a otro, ‘Supongo, ya que mi Lord abandona Londres para evitar la plaga, que su Dios vive en el campo y no en la ciudad.’ Fue una nota directa y aparentemente inocente. Pero se quedó en Lord Craven de una manera tan profunda que canceló su viaje diciendo, ‘Mi Dios vive en cualquier lugar y me puede preservar en la ciudad así como en el campo. Me quedaré donde estoy.’ Así que él se quedó en Londres. Él ayudó a las víctimas de la plaga, y él mismo no contrajo la plaga”
También hay un entendimiento espiritual y una aplicación de esto. “El alma tiene de manera similar sus enemigos, listos para atacar y sorprenderla en todas horas. La avaricia y la ambición están mirándola durante el día; mientras que la concupiscencia, como una pestilencia, ‘camina en la oscuridad.’ En la adversidad ella es molestada por terrores; en la prosperidad, aun en mayor peligros de los placeres.
No temerás al tener a Dios como esperanza y refugio esto da fuerza y coraje al pueblo de Dios. Cuando el pueblo de Dios está atrapado en el temor, esto es una indicación de que ellos están faltos de la confianza apropiada en Dios, como su protector y consolador.
Y es que no tener temor es en sí mismo una bendición que no tiene palabras, ya que cada sufrimiento que soportamos de una verdadera herida somos atormentados por mil dolores las cuales se levantan solamente del temor.
El Salmista representó todos los tipos de destrucción que podían venir en todo tipo de circunstancias. Podría ser de noche o de día; en la oscuridad o en mediodía. Podría llegar como un terror o como una saeta, como pestilencia o como mortandad. De la manera o forma que llegue, Dios es capaz de defender a Su pueblo.
¿A qué me compromete la lectura, meditación, oración y contemplación de este salmo?
Seguridad para el creyente
7 Aunque caigan mil hombres a tu lado
y diez mil, a tu derecha,
tú estarás fuera de peligro:
su lealtad será tu escudo y armadura.
8 Basta que mires con tus ojos
y verás cómo se le paga al impío.
El Salmista describió cómo la protección de Dios podía conquistar cualquier probabilidad o posibilidad. La protección y cuidado de Dios puede estar enfocada específicamente que puede preservar a uno entre diez mil.
Es imposible que cualquier mal le deba de pasar al hombre que es amado del Señor; las calamidades más aplastantes únicamente pueden hacer más corto su viaje y apurarle hacia la recompensa. La enfermedad para él no es enfermedad, sino un bien de una forma misteriosa. Las pérdidas le enriquecen, la enfermedad es su medicina, el reproche es su honor, la muerte es su ganancia. Ningún mal en el sentido estricto de la palabra le puede suceder, pues todo es anulado por el bien.
En contraste a la protección de Sus escogidos, Dios también ha señalado una recompensa para los impíos. El pueblo de Dios es animado a mirar a esta verdad y considerarla cuidadosamente.
¿Sabemos que el Señor nos cuida constantemente? ¿Respondemos adecuadamente a ese cuidado?
La seguridad repetida por segunda ocasión.
Repitiendo la promesa de liberación y seguridad de la victoria.
9 Pero tú dices: «Mi amparo es el Señor»,
tú has hecho del Altísimo tu asilo.
10 La desgracia no te alcanzará
ni la plaga se acercará a tu tienda:
11 pues a los ángeles les ha ordenado
que te escolten en todos tus caminos.
12 En sus manos te habrán de sostener
para que no tropiece tu pie en alguna piedra;
13 andarás sobre víboras y leones
y pisarás cachorros y dragones.
Los siguientes principios y promesas son aptas para aquellos que confían en el Señor, al hacerle a Él su habitación, su fuente de vida y satisfacción.
Las promesas anteriores (Salmo 91,5-8) de seguridad y protección aun en el tiempo de la plaga se repiten. De nuevo, esto no es tenido como una absoluta promesa para cada creyente en cualquier circunstancia, porque gente amada de Dios han caído hacia el mal o muerto en la plaga. Es una feliz observación del Salmista, y una expresión en general de la protección, consuelo y cuidado de Dios para con Su pueblo.
Martín Lutero escribió que esto se refiere a “aquel que verdaderamente habita y que no solamente aparenta habitar y que no solamente se imagina en que él habita en Dios”.
Esta y otras promesas similares no deben de ser entendidas de una manera absoluta y universal, como si verdaderamente ningún buen hombre pueda ser cortado por la plaga u otras calamidades comunes, las cuales son presentadas por otros textos llanos de la Escritura, y por la incuestionable experiencia.
Pues puede que caiga sobre un santo para que comparta una calamidad en común; así como es cortada el trigo y la cizaña juntos, pero para un diferente fin y propósito.
Cuenta un pastor anglicano: “En el año de 1854, cuando apenas estuve en Londres doce meses, el vecindario en el cual laboraba fue visitado por el cólera Asiático, y mi congregación sufrió en sus incursiones. Familia tras familia me invocaron a estar al lado del herido, y casi cada día era llamado para visitar la tumba. Me entregue hacia la ferviente joven labor de las visitas a los enfermos, y fui enviado a todas las esquinas del distrito por personas de todos los rangos y religiones. Me cansé en mi cuerpo y enfermé en el corazón. Mis amigos parecían caer uno a uno, y me sentí o creí que estaba enfermando como aquellos alrededor de mí. Un poco más de trabajo y llanto me hubiera llevado al desánimo así como los demás; sentía que mi carga era más pesada de lo que podía soportar, y estaba a punto de hundirme debajo de ella. De la manera como Dios dispuso, estaba regresando de una casa en luto del funeral, cuando mi curiosidad me condujo a leer un papel el cual estaba sobre la ventana de un zapatero en la Calle Dover. No parecía como un anuncio del comercio, ni tampoco lo era, pues llevaba en una buena letra de molde estas palabras:–‘Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al Altísimo por tu habitación, No te sobrevendrá mal, Ni plaga tocará tu morada.’ El efecto sobre mi corazón fue inmediato. La fe se apropió de este pasaje como propio. Me sentí seguro, refrescado, lleno con inmortalidad. Fue hacia la visita del moribundo con calma y con un espíritu en paz; no sentí temor ni mal, y no sufrí ningún daño. La providencia la cual movió al comerciante a colocar esos versículos en su ventana los cuales agradecidamente reconocí, y en la memoria de su maravilloso poder, yo adoré al Señor mi Dios”.
Los ángeles de Dios tendrán un encargo especial de acompañarnos, defendernos, y preservarnos; y en contra de su poder, la influencia de espíritus malvados no puede prevalecer. Estos harán, cuando sea necesario, cambiar tus pasos fuera del camino del peligro, los alejarán cuando venga en tu camino normal.
No un ángel guardián, como algunos añoran profundamente, sino todos los ángeles son aludidos aquí. Ellos son los guardaespaldas de los príncipes de la sangre imperial del cielo, y han recibido la comisión de parte de su Señor y el nuestro para guardar de manera cuidadosa sobre todos los intereses de los fieles.
No podemos saber cómo es que los ángeles nos guardan. Ya sea que alejen a los demonios, o contraataquen tramas espirituales, o que alejen las sutiles fuerzas físicas de la enfermedad, no lo sabemos. Quizás un día estaremos de pie asombrados en los múltiples servicios que han hecho las bandas invisibles para con nosotros.
Debemos de recordar que es de Dios de quien son estos ángeles; Él les manda, de Él reciben la comisión, para Él éstos son responsables por su orden. De parte de Dios debemos de esperarlos; y por la ayuda de ellos solamente Él debe de recibir alabanza. Se dice de manera expresiva, Pues a sus ángeles mandará; para mostrar que éstos no deben de ser alabados, sino solamente Dios, de quien son estos siervos.
De una extraña manera estamos agradecidos por el intento de Satanás en Mateo 4, ya que nos ayuda a entender de una mejor manera el Salmo 91. Vemos que no da una absoluta promesa para cada creyente en cualquier circunstancia, sino hermosas promesas de la protección, consuelo y cuidado de Dios, que son específicamente recibidas y aplicadas en el creyente por medio del Espíritu Santo.
Hay otra interesante conexión con la tentación de Jesús en el desierto. “La confianza del Señor en su Padre también resulto en la derrota de Satanás, otra parte del salmo que el diablo omitió.
¿Confiamos en la protección del Señor ante nuestras tentaciones y angustias?
La promesa de Dios de bendición sobre aquel que le ama
14 «Pues a mí se acogió, lo libraré,
lo protegeré, pues mi Nombre conoció.
15 Si me invoca, yo le responderé,
y en la angustia estaré junto a él,
lo salvaré, le rendiré honores.
16 Alargaré sus días como lo desea
y haré que pueda ver mi salvación».
Estos últimos tres versículos son puestos en la primera persona, como Dios hablando de la promesa y bendición sobre su pueblo. Él habla específicamente de aquellos que han puesto su amor en Él. Se ha hecho notar de una manera maravillosa que la última palabra de este Salmo no es hablada por el pueblo de Dios, sino al pueblo de Dios.
Este conocimiento de su Nombre es un don de la gracia, y el Señor lo convierte en la razón por la que Él concede otro don de la gracia, es decir, poner en alto. Colocarnos en las alturas, nos permite escapar de la tentación, de las trampas del cazador, de la peste destructora, de la oscuridad. Esto es gracia sobre gracia. Cuando Dios nos pone en alto, el mismo enemigo no puede derribarnos.
El poner el amor en Dios significa en hacerlo por elección. No espera a que el sentimiento de amor llegue o no, sino que simplemente elige en pensar y actuar hacia Dios en maneras para expresar y construir amor. Esto podría incluir:
· Pasar tiempo con Dios
· Escuchar a Dios
· Leer lo que Dios ha escrito hacia el amado
· Hablar con Dios
· Pensar en Dios en tiempos no afanados
· Adorar a Dios
· Hablando de Dios hacia otros
Nuestra cultura actual a menudo piensa del amor como algo que le sucede a las personas, no como algo que se elige. La frase por cuanto en mí ha puesto su amor nos recuerda que un significante aspecto de amor es en verdad una elección, y esto describe en parte el amor que debemos de dar hacia Dios.
“Yo también lo libraré”: Las promesas y principios declaradas previamente en este Salmo son repetidas de nuevo, pero este tiempo como estando en la boca de Dios mismo. Dios protegerá a Sus amados y les pondrá en alto– y lo hará por cuanto ha conocido mi nombre, teniendo una verdadera relación con Dios.
Le pondré fuera del alcance de todos sus enemigos. Le honraré y le ennobleceré, por cuanto ha conocido mi nombre – porque me ha amado, honrado y servido, y ha rendido la adoración que debe de entregarme. Ha conocido que soy el Dios de amor y misericordia infinita.
Estas son bendiciones que algunos creyentes pierden de vista, simplemente porque siempre están aturdidos y no confían en Dios como debieran. Aquí el salmista cita a Dios como diciendo que las bendiciones son para aquellos que aman a Dios y reconocen su nombre, le invocan y buscan satisfacción en lo que únicamente él puede proveer. Dios promete contestar la oración de aquel que le ama, y de aquel que genuinamente le conoce.
Con él estaré: En las últimas líneas del salmo Dios habló de bendiciones personales y maravillosas sobre aquel que le ama y le conoce:
· La bendición de su presencia: Con él estaré yo en la angustia
· La bendición de su protección: Lo libraré
· La bendición de su promoción: Le glorificaré
· La bendición de su prosperidad: Lo saciaré de larga vida
· La bendición de su preservación: Y le mostraré mi salvación
Con él estaré yo en la angustia: “De nuevo Dios habla y actúa como una madre con un corazón de ternura hacia su hijo enfermo. Cuando el hijo está en perfecta condición de salud puede dejarlo ella en las manos de la nodriza; pero cuando está enfermo ella misma lo atenderá; le dirá a la nodriza, ‘Puedes ir y atender otros negocios, yo misma cuidare al niño”.
El conocimiento del Señor mediante su palabra y en oración nos conduce a la liberación que sólo él nos concede. Es un premio que él nos otorga como respuesta a nuestra fe.
El versículo 16 expresa la convicción veterotestamentaria de que una larga vida es señal de la bendición de Dios. No te pierdas los verbos: Dios no sólo llena: sacia; no sólo muestra la salvación, sino que además permite experimentarla y gozar de ella.
El salmo 91 es por sí mismo hermoso, y este último último versículo mucho más al ser la voz de Dios mismo confirmando las palabras que el salmista ha desarrollado a lo largo del capítulo: el amor que entregamos a Dios es devuelto y multiplicado en consecuencia, con paz renovadora, misericordia, bondades, guía paternal, cuidado incondicional.
¿Cuál es la imagen de Dios que refleja este salmo?
¿Qué dice respecto a Dios, a su ser, a su actuar para con el ser humano?
Cuando medites: ¿Cuál es la experiencia del salmista? ¿En qué medida me siento identificado con ella?