Salmo 097
Introducción. - Dios reina y desaparecen los ídolos. Este salmo canta la salvación del mundo y la conversión de todos los pueblos. (S. Atanasio)
El salmo es un canto al Dios de las grandes teofanías, sobre todo el Dios de la gran teofanía del Sinaí. El Señor reina y, con su presencia, aniquila a los falsos dioses, mientras su pueblo se alegra y amanece para él la luz de la esperanza. Israel con este salmo cantó más tarde su retorno de Babilonia: Delante de él -que encabezaba la procesión de los repatriados-, los montes se derriten como cera, mientras, viendo la procesión de los peregrinos, los que adoran estatuas se sonrojan. Con este salmo nosotros cantamos el reino de Cristo resucitado. También él encabeza ahora la larga comitiva de los que caminamos hacia la resurrección: Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos -la muerte y el pecado-, mientras todos los pueblos contemplan la gloria del Resucitado.
1 El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
El Señor reina: Empieza repentina y maravillosamente, con la proclamación del gobierno de Yahvé. Él no es un ídolo inútil o una deidad local. Jehová no es pasivo, tampoco es el “relojero” que creo todas las cosas y luego las abandona. Él reina; el Dios de Abraham, Isaac, y de Jacob activamente planea, actúa, y gobierna sobre le universo.
El Señor reina: “Aquí hay una proposición simple, que es un axioma autoevidente, y no requiere de ninguna prueba: Jehová es infinito y eterno; posee un poder ilimitado y una sabiduría que no falla; de la forma en que él es el hacedor, también debe de ser el gobernador de todas las cosas. Su autoridad es absoluta, y por lo tanto su gobierno es universal. En todos los lugares, en todas las ocasiones, y en todos los tiempos,
El reino del Señor trae alegría a toda la tierra. Podemos imaginarnos una deidad malvada u oscura cuyo reinado traería terror. Podemos ver tal cosa en un sentido limitado, donde hombres y demonios tienen espacio para ejercitar su malvada voluntad. Aun así entre más obvio es el reino de Jehová, hay un mayor regocijo, que se extiende a las muchas costas, los lugares más lejanos.
2 Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono.
3 Delante de él avanza fuego,
abrasando en torno a los enemigos;
4 sus relámpagos deslumbran el orbe,
y, viéndolos, la tierra se estremece.
5 Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
6 los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria.
Nubes y oscuridad alrededor de él: El salmista pudo haber tenido en mente la aparición de Dios en el monte Sinaí, que estaba marcada por una gruesa nube en la montaña y el humo de un horno (Éxodo 19:16-20).
Las nubes y una profunda oscuridad advierten de su inaproximable santidad y de que se oculta al hombre presuntuoso (pero este ocultamiento no se debe al capricho: 2b), mientras que el fuego y los truenos hablan de una santidad que también es devoradora e irresistible (cf. Heb. 12:29).” (Kidner)
Adam Clarke tiene un curioso pensamiento en lo concerniente a fuego irá delante de él: “Literalmente, este y el verso que sigue podrían referirse al fluir eléctrico, o a la manifestación del desagrado divino, en el cual, por medio de un fuego etéreo, Dios consume a sus enemigos.
Justicia y juicio son el cimiento de su trono: El trono de Dios no está basado en derechos hereditarios, en el engaño, en el soborno o en la sangre de la conquista. El cimiento de su trono no es nada más que la justicia y el juicio. Esta es la razón por la que la tierra se puede regocijar con su reino
Sabemos que en su gobierno no puede haber separación de la justicia, ni abandono de esta. Este es el secreto de nuestra confianza, y debe ser la perpetua inspiración para incontables canciones de incansable adoración.
Fuego irá delante de él: Esta es una descripción poética del mismo tipo de fenómeno que sucedió en el monte Sinaí (Éxodo 19:16-20). Este o recuerda lo que Dios hizo ahí o usa las mismas ideas para describir una futura demostración de la presencia soberana de Dios, delante del Señor de toda la tierra, cuando todos los pueblos vieron su gloria.
El Señor de toda la tierra’ es una designación inusual, primero encontrada en una conexión significativa en Josué 3:11; Josué 3:13, al enfatizar su triunfo sobre los demás dioses, al guiar al pueblo a la tierra de Canaán.” (Maclaren)
Los relámpagos buscan expresar lo repentino, la rápida demostración del poder de Dios, que asombra al mundo, mientras las colinas se derriten como cera delante de su rostro solemnemente proclamando lo terrible de su resplandor, y que tan fácilmente su pura presencia aniquila todas las cosas que se le oponen.” (Maclaren)
Los montes se derritieron como cera: “Los hombres no pueden mover las colinas, con dificultad las escalan, con increíble esfuerzo logran penetrar a través de su gordura, pero no sucede así con el Señor, su presencia abre un camino claro, los obstáculos desaparecen, y una carretera es hecha, y todo eso no por medio de sus manos como si le costara algún tipo de esfuerzo, sino por su mera presencia, porque el poder va delante de Él con un simple vistazo o palabra.” (Spurgeon)
Todos los pueblos vieron su gloria: “Y esto será aún más evidente en el caso de su segunda venida, cuando la trompeta del arcángel proclamará su llegada en las nubes del cielo, y todas las tribus de la tierra verán su venida en la gloria de su padre, con sus santos ángeles.”
7 Los que adoran estatuas se sonrojan,
los que ponen su orgullo en los ídolos;
ante él se postran todos los dioses.
8 Lo oye Sión, y se alegra,
se regocijan las ciudades de Judá
por tus sentencias, Señor;
9 porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses.
Considerando la grandeza y la maravilla de Jehová, aquellos que sirven a las imágenes de talla deberían de avergonzarse. Poéticamente hablando, incluso los dioses de las naciones se postrarán. Así que los dioses mismos son convocados a doblar rodilla delante del triunfante Yahvé,
Toda la tierra se beneficia de la grandiosa y maravillosa revelación de Dios, pero su pueblo está especialmente alegre. Sus justos juicios hacen a las hijas de Judá alegrarse.
Previamente el salmista habló de Dios y del mundo. Aquí el gira su atención hacia Dios directamente, alabándolo y adorándolo como exaltado sobre todos los dioses.
10 El Señor ama al que aborrece el mal,
protege la vida de sus fieles
y los libra de los malvados.
11 Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
12 Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre
Los que amáis a Jehová, aborreced el mal: A pesar de la transición aparentemente abrupta, el salmista sensiblemente conecta la aparición de Dios cuyo mismo trono está cimentado en la justicia y una justicia con un corazón por la justicia, una justicia que su pueblo también tendrá.
Puede ser que este mandamiento sea uno de los más comúnmente rotos por el pueblo de Dios. Encontramos demasiado fácil el ser demasiado amorosos, o mejor dicho expresar un amor retorcido que parece demostrar tanto amor al Señor y amor y aceptación por las cosas que Él odia.
Hay distinción entre estar enojado con el pecado o el mal y el odiar al pecado y al mal. “Un hombre natural puede estar enojado con su pecado, tal y como un hombre lo está a veces con su esposa o con su amigo debido a alguna situación reciente; pero odiarlo no puede hacerlo; sí, él puede abandonarlo (debido a las terribles consecuencias de este), pero no odiarlo.
El salmista describe muchas maneras en las que Dios bendice y protege a su pueblo.
Él se preocupa por sus almas. Él los libra de los impíos. Él envía luz delante de su camino. Él les da su alegría
Es una promesa para la protección y la cuidadosa vigilancia de parte de Dios, no una garantía en contra de las casualidades.
Él puede dejar los cuerpos de sus santos perseguidos en las manos de los impíos, pero no sus almas, estas le son muy valiosas, así que Él las guarda en su regazo.
No te das cuenta, pero tú estás sembrando luz. Cada acto de auto-negación, en el que tú te lanzas al suelo para morir, es una semilla que florecerá en la cosecha de la alegría.
Cada gracia de Dios es una semilla, cuyas intenciones son el de producir mil veces más en los corazones de los creyentes auténticos. Nosotros realmente no requerimos más gracia de Dios, sino la cultivación de la que ya hemos recibido. Dios no nos dará más, a menos que mejoremos la que ya tenemos. Recuerden la parábola de los talentos. Dejen que la luz y la alegría sean fielmente cultivadas, y ellas mismas se multiplicarán hasta que todo el cuerpo esté lleno de luz, y toda el alma de felicidad.
Alegraos, justos, en Jehová: Consideren la grandeza de Dios y su bondad para su pueblo, es apropiado para ellos el alegraos en Él. La alegría no debe de estar primordialmente en lo que nos da, sino en el Señor mismo – con muchas acciones de gracias incluso alabad la memoria de su santidad.
Empieza llamando a los pueblos de toda la tierra a que se regocijen en el gobierno de Dios (v. 1). Y termina llamándonos a dirigir la adoración.” (Boice)
Él comienza llenando atando el mundo de alegría. Después nos ordena a cada uno de nosotros que concentremos esa alegría universal en nuestros corazones.