Salmo 111

Introducción. - El salmo 111 es un canto hímnico a Yahvé en sus obras, con el artificio del alfabetismo por versículos. Tiene dos partes, a las que antecede una introducción litúrgica (v. 1) y les sigue una reflexión sapiencial (v. 10):

a) encomios generales a las obras de Yahvé, vv. 2-3;
b) encomios particulares a las obras de Yahvé por su pueblo, vv. 4-9.
Es tan pronunciada la influencia sapiencial que muchos lo clasifican como salmo sapiencial (este criterio hemos seguido aquí).

1:¡Aleluya!
Doy gracias al Señor de todo corazón
en la reunión de los justos y en la asamblea.
2: Grandiosas son las obras del Señor,
las profundizan los que en ellas se complacen.
3: Toda su obra es grandeza y generosidad
y su justicia dura para siempre.
¡Aleluya!: es una especie de subtítulo; es quizás un aviso para entonarlo bien.
Es una introducción en forma de auto exhortación. Subraya el fervor del cantor: de todo corazón, y la situación litúrgica: en compañía y asamblea son sinónimos.
Las grandes obras del Señor hacen pensar en la creación y providencia. El esplendor y la belleza corresponden a la creación; y la generosidad, en el aspecto de constancia o firmeza inquebrantable, a la providencia.
La fórmula "de todo corazón" procede de la predicación sobre la alianza.
"Generosidad" es la palabra que en tiempos antiguos significaba justicia, victoria, salvación; y al final del proceso semántico significará "limosna".
La memoria es la "tradición viva" de Israel, que mantiene consciente la identidad histórica del pueblo, y conserva vivos sus tesoros de revelación.
¿Sabemos darle frecuentemente gracias al Señor? ¿Sabemos admirar sus obras, respetarlas y usarlas en beneficio de todos?

4: Quiso que se recordaran sus milagros,
¿no es el Señor clemente y compasivo?
5: Dio el alimento a aquellos que le temen,
se acuerda para siempre de su alianza.
6: Mostró a su pueblo la fuerza de sus obras
al darle la tierra de los paganos.
7: Verdad y justicia son obra de sus manos,
todos sus decretos son seguros,
8: apoyados en una base inamovible,
portadores de verdad y rectitud.
9: Envió a su pueblo la liberación,
fijó con él una alianza para siempre;
santo y temible es su Nombre
Las maravillas memorables son las realizadas a favor de su pueblo y perpetuadas por la "tradición viva" de Israel. En ellas reluce el atributo de la misericordia divina, expresada por dos sinónimos, piadoso y clemente. El primero de esos portentos es el maná o alimento para los que le temen, sus fieles, los israelitas en el desierto (Ex 16). La Iglesia lo entiende de la eucaristía, antitipo del maná del cordero pascual. Así muestra acordarse siempre de su alianza o promesas hechas a los patriarcas. Otro hecho portentoso fue entregarles la tierra prometida. El salmista canta admirado los atributos de esas obras de Dios: fidelidad a sus promesas y justicia en castigar a las naciones pecadoras (Dt 9,4s); la duración y estabilidad de sus mandatos, que, a su vez, exigen ser cumplidos fielmente. Dos nuevos hechos de Dios menciona el v. 9: la liberación de Egipto y la alianza del Sinaí, que provocan nueva admiración en el salmista respecto de la santidad y del poder terrible de su nombre.
La entrega de la tierra prometida es el don fundamental.
Los preceptos son revelación de la voluntad divina, y, por ello, son fundamento sólido del orden humano. Por parte del pueblo se han de cumplir con exactitud.
Síntesis final: la redención como acto se ordena a la institución de la alianza. El nombre se puede invocar, pero se debe respetar.
El salmo termina con una fórmula clásica sapiencial. El temor de Dios es el principio de la sabiduría, porque es lo primero que el hombre religioso debe poseer o porque es la suma y compendio de la sabiduría religiosa. Practicar el temor de Dios es vivir según las normas de la ley de Dios, lo que comunica al fiel una inteligencia siempre alabada.
¿Sabemos de la misericordia y la fidelidad del Señor? ¿Nos sentimos libres en su Reino de bondad?