Salmo 116
INTRODUCCIÓN. – “Tú me has librado de la muerte”. Andaré en presencia del Señor en la tierra de los vivientes. Con todos los que Dios salvó de la muerte, con Jesús nuestro Salvador, expresamos nuestra gratitud
1.Amo al Señor porque escucha el clamor de mi plegaria;
2.Inclinó hacia mí su oído el día en que lo llamé.
3.Me envolvían los lazos de la muerte, estaba preso en las redes fatales, me ahogaban la angustia y el pesar,
4.pero invoqué el nombre del Señor: "¡Ay, Señor, salva mi vida!"
5.El Señor es muy bueno y justo, nuestro Dios es compasivo;
6.El Señor cuida de los pequeños, estaba débil y me salvó.
Es digno de atención el versículo que abre el salmo y que explica la razón por la cual el salmista tiene una actitud de gratitud y amor hacia Dios, el Señor es alguien que escucha y lo hace atentamente. La expresión, tiende su oído hacia mí, nos deja ver una escucha concentrada, interesada y atenta. El cuerpo del oyente acompaña a su mente, está totalmente entregado y comprometido con aquel que habla.
Hoy en día es muy difícil encontrar gente que escuche. Es fácil, tremendamente fácil, encontrar gente buscando un oído en quien descargarse, alguien que oiga. Es interesante porque hay personas que no son muy exigentes, sólo esperan que alguien las oiga, ni siquiera piden ser escuchadas, tan sólo buscan poder descargar sus pensamientos, ideas, angustias o necesidades. Tan sólo necesitan hablar. Lo que el salmo me indica es que Dios no únicamente me oye (todos hemos aprendido a oír sin escuchar) sino que también me escucha, y lo hace atentamente, me da su atención concentrada, todo su interés. Nada de mi experiencia como ser humano le es indiferente.
Pero también es una maravilla de Dios que no únicamente escucha, sino que también entiende. Porque si es cierto que es difícil encontrar alguien que escuche, aún lo es más encontrar alguien que entienda. Todos hemos sentido en más de una ocasión la triste realidad de ver que, a pesar de todos sus esfuerzos, nuestro interlocutor no nos entendía en absoluto ¿No es cierto?
La ventaja con el Señor es que escucha y entiende. No se puede olvidar que ha sido un ser humano, ha pasado por todas las experiencias por las que yo he pasado, las ha vivido y sentido en sus propias carnes, por tanto, me puede entender cuando le hablo porque Él has estado allí.
Dios no está tan lejos como para no alcanzarlo. El se inclina y escucha sus oraciones. El amor de este escritor hacia el Dios creció debido a que experimentó respuestas a sus oraciones. Si está desalentado, recuerde que Dios está cercano, escuchando atento cada oración y respondiéndola para darle lo mejor de Él.
¡Qué privilegio poder contar con un Dios que escucha y entiende!
¿Cómo anda nuestra escucha de la Palabra?
7.Alma mía, vuelve a tu descanso, que el Señor cuida de ti.
8.Ha librado mi alma de la muerte, de lágrimas mis ojos y mis pies de dar un paso en falso.
9.Caminaré en presencia del Señor en la tierra de los vivos.
10.Tenía fe, aun cuando me decía: "Realmente yo soy un desdichado".
11.Pensaba en medio de mi confusión: "¡Todo hombre decepciona!"
El salmista se da un auto mandato de descansar en Dios. A menudo perdemos mucho esfuerzo por no descansar en Dios, aunque la Biblia está llena de promesas y exhortaciones para “echar todas nuestras ansiedades sobre él”. . Gráficamente el salmista indica que todo su ser está involucrado, habla de su vida, sus ojos y sus pies. Ya que Dios le preservó la vida quiere andar delante de él, en su presencia y también abiertamente, a la vista de toda la gente. A pesar de su gran aflicción, su desánimo y su desilusión de los seres humanos, el salmista seguía creyendo y confiando en Dios.
¿Tenemos al Señor en nuestra vida?
12.¿Cómo le devolveré al Señor todo el bien que me ha hecho?
13.Alzaré la copa por una salvación e invocaré el nombre del Señor,
14.cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo.
15.Tiene un precio a los ojos del Señor la muerte de sus fieles:
16."¡Mira, Señor, que soy tu servidor, tu servidor y el hijo de tu esclava: tú has roto mis cadenas!"
17.Te ofreceré el sacrificio de acción de gracias e invocaré el nombre del Señor.
18.Cumpliré mis promesas al Señor en presencia de todo su pueblo,
19.en los atrios de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.
Cuando uno siente gratitud, quiere expresarla; así el salmista busca cómo mostrar su gratitud a Dios. Primero dice que alzaré la copa de la salvación; vemos que la copa de salvación incluye todo que Dios nos ha dado en Cristo. A menudo no nos apropiamos de lo que Dios nos ha dado: la paz, el gozo, el reposo, la confianza, la victoria, la comunión con él. Una manera de mostrar gratitud a Dios es apropiarnos de toda la copa de la salvación.
El salmista no olvida los votos que ha hecho a Dios; si Dios es fiel a sus promesas, también debe ser el que Dios favorece. Y lo hace delante de todo su pueblo, pues la comunión con Dios y la alabanza no se pueden limitar a la vida individual privada porque todo creyente es parte del pueblo de Dios.
Dios toma en serio la muerte de sus fieles; le duele, él siente la dolencia de sus hijos, como Jesús mostró frente a la tumba de Lázaro. El salmista renueva su entrega como siervo de Dios. Ruega que Dios lo escuche, pues es importante que cuando uno se entrega a Dios crea que él lo acepta.
Se repite la afirmación de gratitud y alabanza. De nuevo el salmista recalca que esta alabanza de gratitud no es meramente privada; involucra dar testimonio a toda la congregación y unirse a ella para alabar a Dios. El salmista, lleno de gratitud, alaba fervientemente el nombre de Jehová, por la magnífica salvación que le ha otorgado. Catorce veces aparece el nombre sagrado. El “nuevo hombre”, es el hombre que sigue al Señor por la adhesión personal a él y a su causa. El Señor nos ha bendecido de una manera maravillosa al salvarnos; dándonos la vida eterna, y nombrándonos ciudadanos de los cielos.
¿Hacemos oración de alabanza y de acción de gracias?