Salmo 127
Introducción. - Sois edificio de Dios. (1Co 3,9). En este Salmo se destacan tres asuntos que a menudo son motivo de preocupación en cualquier persona común: la vivienda, la seguridad y la familia.
Si el Señor no construye la casa,
en vano se cansan los albañiles;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde,
que comáis el pan de vuestros sudores:
¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia que da el Señor son los hijos;
su salario, el fruto del vientre:
son saetas en mano de un guerrero
los hijos de la juventud.
Dichoso el hombre que llena
con ellas su aljaba:
no quedará derrotado cuando litigue
con su adversario en la plaza.
A. Bendición sobre la vida diaria.
1 La obra de Dios de edificar y proteger.
Si el Señor no edifica la casa,
En vano trabajan los que la edifican;
Si el Señor no guarda la ciudad,
En vano vela la guardia.
Salomón entendía que la obra del hombre tenía su lugar, pero era de poca utilidad sin la obra y la bendición de Dios. Sin la obra y la bendición de Dios, en vano trabajan los que la edifican.
La imagen del constructor es adecuada para revelar lo que éste hace cuando una casa ha sufrido los embates de un huracán o sismo o el propio desgaste del tiempo, y lo que cada persona puede hacer es solucionar el problema mediante las propias fuerzas o entregar el asunto a Dios.
Ninguna construcción de casas tiene éxito si no se tiene en cuenta a Dios. ¡Cómo hemos visto a hombres construir solo casas, con cuidado y a un gran costo, solo para verlas desmoronarse porque Dios fue olvidado!
Es posible que la casa edificada aquí sea en realidad una familia. “También puede significar la formación de una familia, especialmente porque esta sección precede a una unidad en la que se enfatiza la familia como una recompensa del Señor. En el Antiguo Testamento es habitual hablar de una familia como una ‘casa’ incluso cuando hablamos de una familia prominente como una ‘dinastía’.
Es un hecho que ben (un hijo), bath (una hija) y beith (una casa), vienen de la misma raíz banah, construir; porque los hijos e hijas construyen un hogar, o constituyen una familia, tanto y tan realmente como las piedras y la madera constituyen un edificio.
El guardia tiene su papel y debe permanecer en vela, pero la obra y la bendición de Dios son necesarias para proteger verdaderamente la ciudad. Es especialmente significativo que Salomón escribiera este salmo, porque sabía lo que era tanto construir una casa como proteger una ciudad. El sabio Salomón entendía que aunque Dios acogía e incluso ordenaba el esfuerzo y la participación humanos, Su obra y bendición eran más importantes.
Serían espléndidas palabras para cortar en granito la entrada de todas nuestras casas y para adornar con oro todos los lugares de reunión de los que tienen autoridad cívica. Pero mejor aún que se escriban en el corazón de los que hacen hogares y guardan y gobiernan las ciudades.
Nótese que el salmista no pide al constructor que deje de trabajar, ni sugiere que los guardias descuiden su deber, ni que los hombres deben mostrar su confianza en Dios sin hacer nada: es más, él supone que ellos harán todo lo que puedan, y luego les prohíbe que pongan su confianza en lo que han hecho, y les asegura que todo esfuerzo de las criaturas será en vano a menos que el Creador ejerza su poder.
Ellos, sobre todos los hombres, deben implorar la gracia y la bendición divinas, que se emplean en la construcción o en la defensa de la casa espiritual y la ciudad de Dios.
Tanto la “casa” como la “ciudad” se refieren a lo mismo: el objetivo de proveer bienes y seguridad para quienes hacen parte de ella. En última instancia, toda actividad económica busca permitir que los hogares prosperen. El pasaje afirma claramente que la labor diligente por sí sola no es suficiente. Más allá del punto evidente, hay un significado más profundo. El trabajo duro puede traer como resultado una casa grande y hermosa, pero no puede crear un hogar feliz. Un emprendedor entusiasta puede crear un negocio exitoso pero no puede crear una buena vida solamente por medio del trabajo. Solo Dios puede hacer que todo tenga sentido.
En muchas economías en la actualidad, la mayoría de trabajos no son como el de los campesinos y por lo general no se realizan en los hogares, sino en organizaciones más grandes. Sin embargo, el mensaje del Salmo 127 aplica para los lugares de trabajo institucionalizados en la actualidad de la misma manera en la que lo hace para los hogares antiguos. Para prosperar, todos los lugares de trabajo deben producir algo de valor. Dedicar horas no es suficiente —el trabajo tiene que resultar en bienes o servicios que otros necesiten.
Las familias edifican casas y hay centinelas que guardan una ciudad, pero estas dos actividades son fútiles a menos que Dios esté con ellas. Una familia sin Dios nunca experimentará el lazo espiritual que El crea en las relaciones. Una ciudad sin Dios se devastará por la maldad y la corrupción que haya adentro. No cometa el error de dejar a Dios fuera de su vida, si lo hace, habrá vivido en vano. Haga que Dios sea su máxima prioridad y permita que El sea el que lo edifique
2 La vanidad de confiar en la fuerza del hombre.
Por demás es que os levantéis de madrugada,
y vayáis tarde a reposar,
Y que comáis pan de dolores;
Pues que a su amado dará Dios el sueño.
Deducimos que Salomón no hablaba en contra del trabajo duro, porque varios de sus proverbios alaban al trabajador que se levanta temprano (Pro 6,6-11). Desde el primer versículo de este salmo, entendemos que Salomón se refería a la confianza que muchos ponían en su arduo trabajo y a la ansiedad que mostraba confianza en uno mismo, no en Dios.
Dirige su discurso a las personas antes mencionadas, los constructores o la guardia, de los cuales, hay muchos que siguen el siguiente rumbo.
Pero el salmista condena esto como una forma de vida inferior si el trabajo arduo es solo con el propósito de proporcionar comida y ropa a diario para uno mismo y la familia. La forma de vida más elevada comienza con confiar en el Señor en la obra de uno.
Las largas jornadas no significan un trabajo próspero. La comida de la noche puede posponerse para una hora tardía; y cuando el hombre fatigado se siente a comer, puede comer pan hecho amargo por el trabajo. Pero todo es en vano sin la bendición de Dios.
Los hombres que se ven afectados por la confianza en su propio trabajo experimentan la ansiedad que viene con él. La bendición de Dios es darles a sus amados el sueño. Pueden estar en paz sabiendo que la mano de Dios está trabajando y Su ojo vigila incluso mientras duermen.
El salmista no combate el trabajo personal, sino el trabajo hecho con ansiedad que hace a muchos esclavos de su trabajo. "Pierden el tiempo ustedes, que se levantan temprano y se acuestan tarde para comer un pan conseguido con sufrimiento porque Dios da a quien ama, aun mientras duerme." (V.PDT) ¿Por qué desesperar si Dios está tomando apuntes de nuestra vida?
Los resultados del esfuerzo humano siempre tendrán resultados limitados, pero lo que se hace por Dios y en las fuerzas de él, tendrá abundante fruto permanente. El salmista no habla solamente de construir la casa o la ciudad, sino también guardarla. “Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia”.
Dios no está en contra de los esfuerzos humanos. El arduo trabajo honra a Dios (Pro 31:10-29). Pero trabajar sin descanso u olvidar a la familia puede ser un disfraz para la incapacidad de confiar en que Dios suplirá nuestras necesidades. Todos necesitamos un descanso adecuado y momentos para refrescarnos espiritualmente. Por otro lado, este versículo no es una disculpa para ser flojos (Pro 18:9). Tenga cuidado en mantener el balance: trabaje arduamente mientras confía en Dios y también descanse confiando en El. 127.3-5 Muy a menudo se ve a los hijos como responsabilidades y estorbos y no como bienes. Pero la Biblia llama a los hijos "herencia de Jehová", una recompensa. También podemos aprender lecciones valiosas de sus mentes inquisitivas y de su sana ingenuidad. Quienes tienen a los hijos como simples distracciones o estorbos, deben verlos como una oportunidad de moldear el futuro. No debemos atrevernos a tratarlos como una molestia cuando Dios los valora tanto.
B. Bendición para la familia.
Los trabajos de la humanidad, primero en la construcción de casas y ciudades, y luego en la protección y seguridad de sus posesiones, se llevan a cabo, no solo con miras a ellos mismos, sino a sus familias, a las que establecerían y perpetuarían.
3 La recompensa de los hijos.
He aquí, herencia del Señor son los hijos
Cosa de estima el fruto del vientre
Salomón considera la sabiduría de confiar en Dios al construir una casa (versículo 1), pero también entendía que una casa se construye con más que ladrillos y madera. Él llama a todos a ver que los hijos son una bendición.
El judío preguntaba, ¿por qué se está construyendo la casa si no es para la familia? ¿Y por qué la guardia protege la ciudad si no es por las familias que viven en ella? Entonces, como ahora, la familia era la unidad básica y el elemento más importante de la sociedad.
Que la familia fructífera, por pobre que sea, tenga esto en cuenta; ‘Los hijos son una herencia del Señor; y el fruto de la matriz es su recompensa’. Y el que los dio, los alimentará; porque es un hecho, y la máxima formada en él nunca ha fallado, ‘Dondequiera que Dios envía bocas, envía carne’.
Él da hijos, no como castigo ni como carga, sino como un favor. Son una muestra del bien si los hombres saben recibirlos y educarlos. Son ‘bendiciones dudosas’ solo porque somos personas dudosas.
Esta última era una lección adecuada para Salomón, quien, con tantas esposas y concubinas, dejó un solo hijo del que leemos, y no es de los más sabios.
Como gran parte de la sabiduría de Salomón, las lecciones de este salmo, por relevantes que fueran para su situación, se perdieron en su mayoría. Su edificio, tanto literal como figurado, se volvió imprudente (1 Re 9,10 y sig., 19), su reino en ruinas (1 Reyes 11:11 y sig.) y sus matrimonios en una negación desastrosa de Dios (1 Re 11, 1 y sig.)
4-5 Los hijos como saetas.
Como saetas en manos del valiente,
Así son los hijos habidos en la juventud.
Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos;
No será avergonzado,
Cuando hable con los enemigos en la puerta.
En muchos sentidos, los hijos son como saetas en manos del valiente.
·Deben moldearse y formarse con cuidado.
·Deben ser guiados con habilidad y fuerza.
·Deben recibir cuidado o no volarán en línea recta.
·Deben ser dirigidos y orientados; no encontrarán la dirección por sí mismos.
·En algunos aspectos, solo son lanzados una vez.
·Son una extensión de la fuerza y los logros del guerrero.
·Tienen potencial para mucho bien o para mal.
Esta semejanza implica que los niños deben tener más en ellos que la naturaleza; porque las flechas no son flechas por crecimiento, sino por arte; por lo tanto, debe ser así con los niños, cuya naturaleza se refina y se reforma, y se suaviza por la gracia; y luego reciben cuidado. ...alas preparadas con deber y amor, para volar a la marca; pulidos y entusiastas, para honrar y mantener la causa de sus padres
Los veremos disparados a la vida para nuestro consuelo y deleite, si nos preocupamos desde el principio de que se dirijan al punto correcto.
Si es un acto vano construir una casa sin Dios o velar por una ciudad sin depender de Dios para preservarla, entonces es una locura aún mayor tratar de formar una familia sin Dios.
Muchos hijos hacen muchas oraciones y muchas oraciones traen mucha bendición.
La puerta de una ciudad antigua era un lugar de negocios y justicia. Este versículo habla de los hijos de los piadosos que tienen lugares de prominencia e influencia en sus comunidades.
Así como las flechas protegen al guerrero, el hombre piadoso no debe tener miedo cuando es bendecido con hijos... Una casa llena de niños, nacidos antes de que uno envejezca... es una protección contra la soledad y el abandono en la sociedad.
La puerta era el lugar donde se administraba la justicia, y donde estaba el principal lugar de concurrencia. Por tanto, es improbable que se trate de una guerra real; más bien, en las disputas que pudieran surgir con los vecinos, y en las relaciones de la vida de la ciudad, que engendrarían enemistades suficientes, el hombre con sus hijos a su alrededor podía defenderse. Y esa bendición es un regalo de Dios.
Uno puede descubrir el ideal del salmista a través de su cántico. Es el de una ciudad próspera, sus enemigos se mantienen fuera de sus puertas; y es el del secreto de su prosperidad, como la casa bien construida, en el sentido espiritual y moral; y de las familias que habitan dentro de esas casas, como capaces de lidiar con sus enemigos en la puerta.
LECTURA CON NUESTRO TIEMPO
*** Adorar... Ir por el camino de Dios... El Padre Teilhard de Chardin tiene un capítulo admirable sobre las reglas fundamentales de la "felicidad", que resume en tres palabras: "ser", "amar", "adorar".
-SER. Para ser felices, primeramente, hay que reaccionar contra la tendencia al menor esfuerzo... El espíritu construye laboriosamente, mediante y más allá de la materia. Tal es el sentido del "trabajo"...
-AMAR. En segundo lugar para ser felices, hay que reaccionar contra el egoísmo que nos lleva a encerrarnos en nosotros mismos, a someter a los demás bajo nuestro dominio. Tal es el sentido de la "familia" .
-ADORAR. Para ser felices, perfectamente felices, hay que transferir el polo de nuestra existencia al "más grande" que nosotros, para alcanzar la zona de las grandes alegrías estables... Discernir el Inmenso que se hace y que nos atrae... Subordinar nuestra vida a la vida mayor que la nuestra: ¡adorar! "Incorporarnos y subordinarnos" a una totalidad organizada de la cual somos, cósmicamente tan sólo partículas conscientes. Un centro de orden superior nos espera -y ya ha aparecido- más allá y sobre nosotros mismos. El ideal del hombre es pues, primero "desarrollarse" uno mismo... Luego entregarse a otro igual a uno mismo... Y finalmente someterse y orientar la vida a alguien mayor que uno mismo: ser. amar, adorar... Tales son las fases de nuestra felicidad.
Noviazgo... Amor conyugal. Realidades divinas. Bendiciones divinas. El amor humano es algo bueno, creado por Dios, querido por Dios.
Recitemos este salmo pensando en los que amamos, orando por su felicidad, pidiendo que ellos aprendan a "amar". Las dos imágenes, la viña y el olivo, evocan la alegría: dos árboles frutales típicos del oriente... que dan el vino y el aceite. La imagen de los "hijos alrededor de la mesa" nos invita a orar por los niños, por su unión fraternal, porque las oposiciones entre padres e hijos no se agudicen.
El trabajo profesional... La humanidad... La Sociedad, la felicidad de Jerusalén condiciona la felicidad de cada familia judía. Ningún hombre, ninguna mujer, ninguna familia, ningún grupo particular construye su felicidad en contra de la felicidad de los demás. La dimensión social de la existencia humana es constantemente subrayada por la Biblia: oro por mi país, por los organismos en que estoy comprometido, por la ciudad en que vivo, por mis conciudadanos.
La felicidad... Tenemos marcada tendencia, a pensar en Dios sólo cuando "algo va mal", como si fuera el "tapa-huecos" de nuestras debilidades, de nuestros fracasos. Damos una imagen muy mezquina de Dios, cuando hacemos de Él "motor auxiliar" de nuestras incapacidades. Descubramos la alabanza, y la oración festiva: que se alegra cuando "algo va bien", y que dice "¡gracias!"