Salmo 131
Sal 131 Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor.
Introducción. – Oración sencilla y humilde, llena de confianza, que hace pensar en la tranquilidad de un niño en brazos de su madre,
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
Danos, te rogamos Señor, esa actitud humilde y confiada ante Ti, basada en una actitud de renuncia a toda aspiración desmedida, y que tan bien está representada por el niño descansando tranquilo en brazos de su madre.
Extiende, Señor, esa confianza a todo nuestro pueblo, ante el que los creyentes sepamos dar testimonio de tu misericordia y fidelidad.
Y para volver a las fuentes de las primeras comunidades, uno de los caminos es la austeridad, austeridad que es falta de ambición de bienes materiales, moderación en la forma de vivir, de tratar de hacer el bien - y hacer bien - en todas las acciones de la vida: trabajo, ocio, familia...
Con ello seremos capaces de compartir más y mejor, de mirar y ver, de escucha y oír (Mt 13, 13), al prójimo necesitado.
Esperaremos así que el Señor esté siempre en nuestras vidas, necesitando siempre de Él “como un niño en brazos de su madre” (¡qué preciosidad de comparación!).
En el Señor colocamos nuestra esperanza.