Salmo 134
1 ¡Ea, vamos! Bendigan al Señor
todos los servidores del Señor,
1 los que sirven en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
2 Alcen sus manos al Santuario
por las noches, y bendigan al Señor.
3 Que el Señor desde Sión te bendiga,
el que ha hecho los cielos y la tierra.
Introducción. - Este es el último de la serie de quince salmos con el título Cántico gradual. Es un llamado a los sacerdotes y levitas del templo para que continúen su servicio de alabanza, con la respuesta de una bendición al pueblo.
Podría ser la escena de peregrinos que partían de Jerusalén en la oscuridad de la madrugada, llamando a los sacerdotes y levitas que estaban de guardia en el templo. Luego, los peregrinos reciben la bendición de vuelta.
Puede, también, dirigrse a los guardias que protegían el templo y el énfasis se encuentra en los que estaban de noche. La noche siempre es propicia para dormir y olvidar las tareas obligatorias a realizar.
(Introducción adicional) Hemos alcanzado el último de los Salmos graduales. Los peregrinos regresan a sus casas y están cantando el último Salmo de su Salterio. Parten temprano por la mañana, antes que haya comenzado el día plenamente, porque la jornada será larga para muchos de ellos. En tanto que dura la noche ya están en movimiento. Pronto se hallarán fuera de las puertas, ven los guardas sobre el muro del Templo, y brillan las lámparas de las cámaras que rodean el santuario por tanto, conmovidos por la vista, cantan su despedida a los asistentes perpetuos del santo santuario.
A. La bendición pronunciada sobre el Señor.
1 Una llamada a los siervos a bendecir al Señor.
Mirad, bendecid al Señor,
Vosotros todos los siervos de Señor,
Los que en la casa de Señor estáis por las noches.
Como en varios otros lugares del Libro de los Salmos, esto no significa bendecir en el sentido de que un mayor otorga una bendición a un menor. Dios es infinitamente más grande que el hombre, y el hombre nunca podría darle una bendición a Dios. La idea es que bendice y honra a Dios cuando sus criaturas le alaban y le agradecen apropiadamente.
Es decir, hablad bien de su nombre; cotad las maravillas que ha hecho, y muestren que su nombre es exaltado.
Los siervos de Dios tienen una razón especial para bendecirlo y alabarlo. Si los siervos del Señor no lo alaban ¿quién lo hará?
·Ellos se asocian con Dios en Su obra, lo cual es un privilegio especial.
·Ellos disfrutan de la cercanía que viene con el trabajo conjunto con Dios.
·Ellos reciben fuerza y unción especiales mientras le sirven.
·Ellos tienen nuevos y emocionantes retos de fe.
Dado que esto está dirigido a los siervos del Señor, este salmo nos muestra que la alabanza debe agregarse a todo nuestro trabajo. Podemos imaginarnos a un guardia del templo preguntando: “¿No es suficiente que yo haga mi trabajo y vigile toda la noche?” La respuesta es: “No, eso no es suficiente. A toda tu obra, añade alabanza”
No debemos servirlo por obligación, sino que todos deben bendecirlo mientras lo sirven; sí, bendigámoslo por permitirnos servirle, por capacitarnos para servirle y aceptar su servicio
Los que se dirigieron a Jerusalén para adorar y completaron sus devociones, ahora regresan a casa cantando este cántico. No podrán volver a adorar en el templo hasta su próximo viaje. Al salir de la ciudad, se les anima a saber que los sacerdotes se quedarán atrás para representarlos en el templo y, por lo tanto, adorarán a Dios allí continuamente.
El cantor probablemente tenía en mente a los sacerdotes o levitas que tenían deberes especiales en el templo, incluidas las vigilias de noche en la casa del Señor.
Leemos en 1 Cro 9, 33, que los cantores levitas estaban ‘empleados en su trabajo día y noche’; hasta el final, sin duda, para que el santuario terrenal pudiera tener alguna semejanza con el de arriba, donde, nos dice San Juan, los redimidos ‘están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en el templo’. Ap 7, 15.
... no solo de día, sino también y especialmente de noche, cuando su vigilancia era más necesaria. (Ex 27, 21, Lv 8, 35, 1 Sam 3, 3. Así vigilan de noche cuando los demás duermen, también pronuncian las alabanzas de Dios cuando los demás están en silencio.
Es comparativamente fácil bendecir al Señor durante el día, cuando el sol brilla como Su sonrisa en la naturaleza, y todo el mundo está lleno de música, y nuestras vidas fluyen tranquila y pacíficamente. Entonces no se necesita mucha gracia para bendecir al Señor. Pero cuando la noche ha cubierto la tierra y silenciado los hogares de los hombres hasta la soledad, y nos encontramos entre las sombras que acechan a nuestro alrededor en el santuario, enfrentando los misterios inexplicables de la Providencia, de la historia, de la vida y la muerte; entonces el cántico flaquea en nuestros labios y ahoga nuestra expresión.
Si se trata de trabajo siempre es más difícil hacer las cosas con gusto y de corazón por la noche, el día va cansando al trabajador y cuando llega la noche generalmente no hay tanta euforia como por la mañana. El mandato es “alaben al Señor, todos sus siervos que trabajan por la noche en el templo." Siempre es un privilegio servir a Dios, ya sea de día o de noche, y a muchas personas Dios no les da ese privilegio por no tener aptitud o no merecerlo, o porque Dios quiere otra cosa para ellos. Quienes tienen el privilegio de trabajar en el templo no deben hacerlo por mera rutina o por costumbre, sino de corazón y con entusiasmo.
2 Bendecir a Dios con las manos levantadas.
Alzad vuestras manos al santuario,
Y bendecid al Señor.
Levantar las manos no era solo la postura común para la oración entre los antiguos hebreos; también era apropiado para elogios. Mostraba la anticipación de recibir con gratitud de Dios, y el sentido de entrega a Él.
El alzar las manos era un gesto de oración, era un indicio de su expectativa de recibir las bendiciones del Señor, y también era un reconocimiento de haber recibido las mismas.
Puede ser que santuario se use de manera más general aquí, refiriéndose al área del templo como un todo. Sin embargo, solo los sacerdotes o levitas tenían acceso al santuario (edificio del templo) en sí.
Entonces puede hablar de adorar ‘en santidad’... y ser el pasaje subyacente a 1 Tim 2, 8, ‘levantando manos santas´.
La idea se repite para enfatizar. El pueblo de Dios debe darle gracias, honra, alabanza y gloria.
Se les exhorta a que llenen la noche con oración y con vigilia, y a dejar que sus corazones se eleven en bendición a Jehová. La voz de alabanza debe resonar en la noche silenciosa y flotar sobre la ciudad dormida.
Muchos pueden argumentar que si ya están en el santuario no es necesario alzar las manos. La traducción del verso podría corresponder a levantar las manos “a lugares santos” o “a cosas santas”, o “en santidad”, y otros pueden pensar en el santuario celestial. Yo me atrevo a creer que debían levantar las manos hacia el lugar santísimo o hacia el santuario celestial. El acto de levantar las manos es sacrificial y demuestra honra hacia Dios. Una acción de alabar a Dios en donde él está, reverenciándole, honrándole mediante la calidad del trabajo y la actitud de servicio que cumple.
B. La bendición recibida del Señor.
3. La bendición del Creador.
Desde Sion te bendiga el Señor,
El cual ha hecho los cielos y la tierra.
El salmista veía a Dios como Creador de todas las cosas, y apela al Dios de todo poder, diseño y sabiduría con la oración que sigue.
La bendición se extiende a toda la vida, dondequiera que el pueblo de Dios vaya o viva, porque Yahveh, el Dios del pacto (“Señor”), es “el Hacedor del cielo y de la tierra”, es decir, el Gran Rey del universo
¿Es posible que Él haya hecho los cielos y la tierra, y no pueda bendecir el alma que no solo creó, sino que redimió? Él no puede fallar en bendecir a los que bendicenLa idea es que la bendición del Dios de toda la creación fluye desde Sion a cada uno de Su pueblo dondequiera que esté. Este es un cierre hermoso y apropiado de los Cánticos graduales. El pueblo iba a Sion en peregrinación para bendecir al Señor, cantando los cánticos de los Salmos 120-134. Los Cánticos graduales terminan con la idea de que la bendición de Dios era con cada uno de ellos desde Sion. La bendición no permanece en Jerusalén, sino que fluye desde allí.
i. Bendiga utiliza el singular, no el plural. Esto se debe a que la idea se extrae de Nm 6, 23-27, y también a que la bendición de Dios nos llega no solo como comunidad, sino también como individuos. Nos ama y nos bendice a cada uno.
Esta concepción espiritual de Dios era diferente a las ideas paganas. El salmista entendía que el poder y la influencia de Dios no se limitaban a Jerusalén. El Dios que tenía el derecho del Creador a todos los cielos y la tierra no era una deidad local; Él podía bendecir en Sion y desde Sion.
Entonces, la idea es que si bendecimos a Dios en nuestra adoración, como debemos, entonces Dios también nos bendecirá abundantemente en nuestra vida diaria. Este es el único objetivo final de cualquier cristiano: bendecir a Dios y ser bendecido por él”.
Es notable descubrir un gran secreto que refleja el texto. El salmista pide que Dios bendiga desde Sión, cuando el santuario de Dios es el infinito y él puede bendecir desde cualquier lugar porque es Dios y está en todo lugar y él no tiene ni espacio ni límites, porque los cielos de los cielos no pueden contenerle (1 Re 8, 27) y por su omnipresencia podemos recurrir a él desde cualquier parte de nuestro mundo, como lo vimos expresado en salmo 132, 6 “He aquí en Efrata lo oímos; lo hallamos en los campos del bosque..” Dios está con todos y con cada uno de nosotros, para ayudarnos, para compadecerse de nosotros, para que nos refugiemos en él y para comunicarnos con él en oración.
Cabe preguntarnos ¿Por qué el salmista dice que desde Sión sea la bendición entonces? Sión es Jerusalén y dice que desde ese mismo lugar te bendiga Dios, desde donde ahora se encuentra, desde el mismo santuario. Dios nos bendice desde el lugar en donde estamos y en el momento oportuno en el que estamos. Se cierra el salmo acertadamente con la bendición de los peregrinos que han viajado a Jerusalén para las fiestas y allí recibirían la bendición de Dios. (Pro 15, 3) “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos”.
Podríamos decir que es posible que el servicio religioso sea actualmente demasiado formal. Por supuesto que no debería haber en estas reuniones de adoración arranques puramente emocionales, que no tienen nada que ver con el control del Espíritu Santo. Pero el excesivo formalismo disuade a muchos de expresar lo que sienten realmente al exaltar el nombre de Dios y destacar lo maravilloso que Él es y lo que ha hecho y hace por nosotros. Por otra parte, hay que reconocer que en otras congregaciones cristianas, los creyentes se expresan con libertad y uno es consciente que están sintiendo lo que dicen y cantan, a la vez que son conscientes de la presencia del Señor.