Salmo 138


Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles te cantaré salmos,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor de mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Introducción
El salmista, habiendo recibido de Dios un gran beneficio o conjunto de beneficios, le da gracias en el templo. El beneficio es tan singular, que todos los reyes de la tierra alabarán a Yahvé cuando oigan la palabra de su boca. En verdad, esto sólo tuvo realización plena en el Mesías, cuya resurrección fue la salvación del mundo entero. Acción de gracias por los dones recibidos, y actitud de confianza esperando la protección de Dios en los nuevos peligros que nos acechan. En nuestro caminar, la eucaristía es, por excelencia, la acción de gracias y la nueva gracia
Tiene tres partes: una acción de gracias (vv. 1-3), una acción de gracias (vv. 4-6) y una confesión de confianza sin límites (vv. 7-8).

Acción de gracias por el pasado.
Te doy gracias, Señor, de todo mi corazón;
Delante de los dioses te cantaré salmos.
Me postraré hacia tu santo templo,
Y daré gracias a tu nombre
Empieza este canto con una declaración audaz que no retendría nada en su alabanza a Dios. Lo haría con todo su ser, con todo su corazón. Necesitamos un corazón quebrantado para lamentar nuestros propios pecados, pero un corazón completo para dar gracias al Señor
La eucaristía o acción de gracias arranca del corazón, y se va expresando hacia fuera: en las palabras, en el canto, en el acompañamiento de instrumentos, en el gesto corporal. Así el culto es sincero y entrañable. Esto sucede en el templo, lugar de la presencia del Señor, donde asiste su corte de «ángeles».
¡El crimen capital del pueblo de Dios es la esterilidad en la alabanza! ¡Oh, qué persuadido estoy de que una línea de alabanzas vale tanto como una página de oración, y una hora de alabanzas vale más que un día de ayuno y lamentación!
En estos días en que diariamente se inventan nuevas religiones y son establecidos nuevos dioses, es bueno saber cómo hay que obrar. El sentirse resentido es prohibido, y entablar controversia resulta en la propagación de la herejía el mejor método es seguir adorando personalmente al Señor con celo invariable, cantando con el corazón y la voz las alabanzas al Rey.
El salmista quiere declarar las alabanzas de su Dios ante los supuestos dioses [= delante de los ángeles] de las otras naciones. Esto no quiere decir que reconozca las divinidades de los pueblos gentílicos, sino que se dispone a cantar las alabanzas de Yahvé en medio de un ambiente idolátrico, declarando su superioridad sobre todo lo que es objeto de adoración por parte de los gentiles. La liberación del pueblo israelita es una prueba del poder del nombre del Señor. Por ella reconocerán su soberanía todos los reyes de la tierra. Al ver el cumplimiento de las antiguas promesas, le reconocerán como Dios único y salvador.
Incluso cuando el salmista no estaba en el templo, lo reconocía como el lugar designado por Dios para adorar y sacrificar. Adoraría según la dirección de Dios.
Dondequiera que estoy, el rostro de mi alma se volverá, como la aguja de un dial, por sagrado instinto, hacia ti, en el arca de tu presencia, en el Hijo de tu amor.
La persona de Jesús es el templo de la Deidad, y en él contemplamos la gloria del Padre, «lleno de gracia y de verdad». Es sobre estos dos puntos que es atacado en estos días el nombre de Jehová: su gracia y su verdad. Se dice que es demasiado severo, demasiado terrible, y, por tanto, el «pensamiento moderno» desplaza al Dios de Abraham, Isaac y Jacob y establece una deidad contemporizante que ellos mismos han compuesto.
En cuanto a nosotros, creemos firmemente que Dios es amor y que al ser consideradas todas las cosas se verá que el mismo infierno no es incompatible con la beneficencia de Jehová, sino que es en realidad una parte necesaria de su gobierno moral, una vez el pecado se ha introducido en el universo. Los verdaderos creyentes oyen el trueno de su justicia y, con todo, no dudan de su bondad. Pero no sólo atacan los hombres la bondad de Dios, sino que en estos días, al mismo tiempo, asaltan la verdad de Dios por todas partes. El cerdo está hollando las perlas, y nada le restringe; no obstante, las perlas quedan intactas, y no han sufrido daño alguno.
La madre puede sacar acopio de consolación al comprender la condescendencia de Dios. El se interesará por su hijo si ella se lo encomienda; y El, que hizo el universo, en su infinita inteligencia, pensará en su cuna y el niño inerme, al cual la madre procura dormir.
El enfermo puede sacar acopio de consolación del mismo origen, porque puede creer que Aquel que formó su cuerpo, pensará en los sufrimientos de este cuerpo y los aliviará o le dará fuerza para sobrellevarlos.
Su condescendencia marca todos los tratos de Dios con su pueblo. Leemos de grandes máquinas que pueden doblar barras de hierro, y que tocan tan suavemente que no quiebran la cáscara de un huevo; y lo mismo es para ellos la mano del Altísimo; puede triturar un mundo y sanar una herida.
Y tenemos gran necesidad de ternura en nuestro estado caído; poca cosa puede aplastarnos; tenemos almas tan débiles y magulladas que a menos que tengamos a uno que trate con ellas tiernamente pronto quedaremos destruidos.
Tú has engrandecido tu nombre y tu palabra sobre todas las cosas. Si Dios quiere puede hacer muchos otros mundos como éste; pero no puede hacer otra verdad, y, por tanto, no se va a perder una iota de la misma. Satanás, sabiéndolo, empeña todo su ingenio en la obra de desfigurarla por medio de doctrina falsa.
La Palabra es un espejo en el cual vemos a Dios, y viéndole somos cambiados a su semejanza por el Espíritu. Si este espejo está resquebrajado, las concepciones que tenemos de Dios serán alteradas; en tanto que la Palabra, en su claridad prístina, nos lo pone delante de los ojos en toda su gloria. William Gurnall
Dios nos ha enviado su Palabra como un espejo, para reflejar su gloria, como un estándar, al cual lo hemos de referir todo. No sabemos nada de la voluntad de Dios, excepto a través de su Palabra, como una fuente, de la cual emanan todas sus bendiciones. Si miramos por la superficie de toda la tierra, vemos que muchos que antes estaban bajo el dominio del pecado sin restricciones, ahora han sido transformados a la imagen de su Dios. Y luego ascienden al cielo y contemplan las miríadas de redimidos alrededor del trono de Dios, uniéndose a sus aleluyas a Dios y al Cordero; y a este estado fueron traídos todos por esta bendita Palabra, que es la única que podía realizar una obra tan grande.
Es así que Dios ha magnificado su Palabra; y así que Él la engrandecerá hasta el fin de los tiempos; sí, a través de la eternidad será reconocida como la fuente de todas las bendiciones que habremos disfrutado.
Vemos esto en la naturaleza. Aquí vemos que un hombre es tan fiel a su palabra que es capaz de sacrificarlo todo antes que desmentiría; que un hombre puede renunciar a sus propiedades, a su misma vida, antes que negarse a sí mismo. Así ha hablado Dios de engrandecer su Palabra y su nombre sobre todas las cosas. Antes renunciaría a todas sus demás perfecciones que a su Palabra.
Dios tiene mayor estima a las palabras de su boca que a las obras de su mano; los cielos y la tierra pasarán, pero ni una jota ni una tilde de lo que ha dicho caerá al suelo jamás. Algunos entienden que esto se refiere a Cristo, la Palabra o Verbo esencial, en quien ha puesto Mí nombre y a quien ha exaltado a tal altura, que le ha dado «un Nombre sobre todo nombre».

Razones para dar gracias
Por tu misericordia y tu fidelidad;
Porque has engrandecido tu nombre,
Y tu palabra sobre todas las cosas.
El día que clamé, me respondiste;
Me fortaleciste con vigor en mi alma.
Expone la razón y el tema del canto: de un modo algo genérico. El salmista ha experimentado en su propia vida esa cualidad universal de Dios: la misericordia.
La acción de gracias no era una adoración vacía. Tenía razones detrás, que eran la base para ella. Él salmista pensaba en la gran misericordia (hesed) de Dios hacia él, y en su fidelidad firmemente establecida. La meditación sobre esos dones de Dios le daban base para su espíritu de alabanza.
Habiendo mencionado la fidelidad de Dios en la línea anterior, ahora el salmista considera la forma principal en que la verdad de Dios se nos comunica – a través de su palabra.
El salmista también tenía razones muy prácticas para alabar y agradecer a Dios. El Señor había respondido y lo había rescatado muchas veces. Cuando las fuerzas de le fallaban, Dios lo fortalecía con vigor en su alma.
·Primero, dio gracias a Dios por quién Él es – un Dios de misericordia y fidelidad.
·Luego le dio gracias por Su revelación – la palabra, magnificada por encima de Su mismo nombre.
·Y, por último, dio gracias a Dios por lo que había hecho – la respuesta de Dios a David en un momento de crisis.
El salmista usa una expresión notable al decir que el Señor lo había fortalecido.

Alabanza de los reyes de la tierra.
Te alabarán, oh Señor, todos los reyes de la tierra,
Porque han oído los dichos de tu boca.
Y cantarán de los caminos del Señor,
Porque la gloria de Jehová es grande.
Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde,
Mas al altivo mira de lejos.
La acción de gracias personal no basta, la invitación se extiende a los reyes de la tierra, que escuchan las palabras de Dios. El motivo del canto se hace más concreto, y tiene una punta de amonestación para los grandes de la tierra.
¡Qué propósito! Reunidos para oír las palabras de la boca del Señor. ¡Qué predicador! ¡Qué alabanza cuando todos ellos, en feliz unión, eleven sus cánticos al Señor!
Los reyes de la tierra no solo alabarían al Señor con palabras, sino también con cánticos. Esto era en respuesta a su entendimiento de que la gloria de Dios es grande.
El salmista entendía que Dios es grande en gloria y es excelso, sin embargo, Él tiene en alta estima a los humildes. Por otro lado, Dios se mantiene alejado de los altivos.
La declaración del salmista de que Dios atiende al humilde, mas al altivo lo mira de lejos es otra forma de decir una verdad de Pro 3, 34 que se repite dos veces en el Nuevo Testamento: Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes (Satg 4, 6, 1 Pe 5, 5).
Los hombres orgullosos se jactan en voz alta de su cultura y ‘la libertad de pensamiento’, e incluso se atreven a criticar a su Hacedor: pero él los conoce de lejos, y los mantendrá a distancia en esta vida, y los encerrará en el infierno en la próxima”.
La mansedumbre y humildad de espíritu se acomodan mejor al designio de Dios de exaltar lo gratuito de su gracia. No es el fariseo legalista y orgulloso, sino el publicano pobre y humilde, que se golpea el pecho y exclama: «Dios, sé propicio a mí, pecador», el que se somete a la revelación de la gracia

La firme confianza del salmista en el futuro.
Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás;
Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano,
Y me salvará tu diestra.
El Señor cumplirá su propósito en mí;
Tu misericordia, oh Dios, es para siempre;
No desampares la obra de tus manos.
Repite la experiencia personal, que adquiere un valor permanente, como indica el estilo sentencioso. La síntesis de dicha experiencia es «tu derecha me salva».
Apoyado en esta experiencia, puede mirar confiado al futuro, y formular esa última súplica admirable: toda mi vida es obra de Dios, él la ha comenzado, que él la concluya.
Cuando el salmista consideró la grandeza de Dios y su bondad para con los humildes, le dio confianza en que Dios lo vivificaría en su angustia presente. Comprender la grandeza y la bondad de Dios fortalece nuestra fe.
Queda clara David la confianza del salmista. Sabía que Dios tenía un plan para él, y este Dios de grandeza y bondad definitivamente cumplirá su propósito.
Esta es otra forma de expresar la gran promesa de Fil 1, 6: Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
El salmista podía pensar en la promesa particular (2 Sm 7) que Dios había hecho con respecto a él – que sus descendientes gobernarían para siempre, cumplida especialmente en el Mesías. El principio es cierto para todo creyente con respecto a la promesa y el curso de vida que Dios ha designado para él.
Si estoy andando en esa angustia, o lo he de hacer en el futuro, no tengo por qué temer; porque Dios está conmigo y me dará nueva vida. El estar en alguna dificultad es bastante malo, pero es peor penetrar en el centro de este oscuro continente y atravesarlo; con todo, en un caso así el creyente hace progreso, porque camina; no hace más que caminar, pero mantiene un paso sosegado y seguro; y no está sin la mejor compañía, porque su Dios está cerca para darle nueva vida. Si somos vivificados, no tenemos por qué lamentar la aflicción. Cuando Dios nos vivifica, la tribulación nunca nos perjudica.
La sabiduría de Dios se ve en la ayuda a los casos desesperados. Dios muestra su sabiduría cuando fallan la ayuda y la sabiduría de los hombres. Los casos difíciles no son obstáculo alguno para él.
La sabiduría de Dios nunca se halla apurada, sino que cuando las circunstancias son oscuras, entonces aparece la estrella de la mañana de la liberación. Algunas veces Dios hace que se derrita el ánimo de sus enemigos (Josué 2:24). Otras, halla otra tarea para ellos, y los hace retirar, como cuando Saúl perseguía a David. «Los filisteos han invadido el país.» «Dios se verá en el monte.» Cuando la iglesia parece estar sobre el altar, su paz y libertad a punto de ser sacrificadas, viene el ángel
Se habla, de modo sintético, de la «ira del enemigo» (v. 7), una especie de símbolo de todas las hostilidades que puede afrontar el justo durante su camino en la historia. Pero él sabe, como sabemos también nosotros, que el Señor no lo abandonará nunca y que extenderá su mano para sostenerlo y guiarlo. Las palabras conclusivas del Salmo son, por tanto, una última y apasionada profesión de confianza en Dios porque su misericordia es eterna. «No abandonará la obra de sus manos», es decir, su criatura (cf. v. 8). Y también nosotros debemos vivir siempre con esta confianza, con esta certeza en la bondad de Dios.
Se nota la conexión entre las frases “el Señor cumplirá” y “tu misericordia, oh Dios, permanece para siempre”: “Porque la misericordia del Señor permanece para siempre, todo hombre en quien Su Espíritu modelador ha comenzado a obrar, o Su gracia en cualquier forma ha otorgado sus dones, puede estar seguro de que no es posible el agotamiento o el cambio de estos”. No desampares la obra de tus manos: Con confianza en la misericordia eterna (hesed) de Yahveh, David sabía que Dios nunca lo abandonaría, quien pertenecía a Dios por creación y redención.
Sus manos creadoras formaron nuestras almas al principio; sus manos perforadas por los clavos los redimieron en el Calvario; sus manos glorificadas sostendrán nuestras almas y no las soltarán nunca.

Para la reflexión del orante cristiano. - El salmo expresa ese punto que define y articula el movimiento de la gracia: acción de gracias por la gracia recibida -reposo, conclusión-, súplica confiada de gracia continuada -comienzo, dinamismo-. Así es fácil trasponer el salmo a nuestra «eucaristía»: en la que nos volvemos a Dios para darle gracias dignamente, y recibimos de Dios toda gracia. [L. Alonso Schökel]
Otros comenarios
En el pasado, Dios vio la aflicción de su pueblo. Bajó para liberarlo del poder de los egipcios. Así se explica la confianza que respira este salmo: la diestra divina salva a su pueblo, aunque camine entre peligros. Israel puede mirar confiadamente el futuro. Dios completará sus favores. Puede suplicar con esperanza que Dios concluya lo que ha comenzado. Ha iniciado una historia de amor incomparable: Su presencia en nuestra carne, en el hombre. Es lógico que Jesús suplique de este modo: «Padre, que mis discípulos contemplen mi propia gloria, la que Tú me has dado, porque me has amado antes que existiera el mundo» (Jn 17,24). Los discípulos podrán experimentar el amor del Padre y responder a él como Jesús, gracias al Espíritu recibido. El discípulo sabe que la historia del amor de Dios para con él pide un desprendimiento, una heroicidad hasta el extremo. Por eso suplica: «No abandones, oh Dios, la obra de tus manos. Lleva a feliz término lo que has comenzado en nosotros».
Resonancias en la vida religiosa
Eucaristía de todo corazón: La experiencia de la gracia de Dios, de su benevolencia, de su generosidad superabundante, de su infinita capacidad de perdón, de su amor sin fronteras e insondable, de su encanto, genera en la comunidad religiosa la acción de gracias más sincera, una Eucaristía «de todo corazón». Eucaristía es entonces la existencia misma de la fraternidad religiosa, reflejo de la benevolencia, generosidad, perdón reconciliador, amor, encanto de Dios.
En nuestra desgracia, el Dios de la gracia nos ha escuchado: nos envió al «lleno de gracia y de verdad», Jesús. El Hijo, siendo Dios, se fijó en el humilde y se humilló a sí mismo para juzgar con su existencia toda soberbia; asumió en su propia carne nuestras desgracias, para compadecerse de nosotros, para que recobráramos la vida que por el pecado habíamos perdido; y en su muerte nos comunicó el Espíritu, que acrecienta el valor en nuestra alma.
Acción de gracias es nuestra comunidad cuando, siguiendo los pasos de Jesús, atiende prevalentemente a los humildes, se encarna en las situaciones desgraciadas, compadece el dolor humano y por amor está dispuesta a perder su vida para que otros la recobren. Acción de gracias es nuestra comunidad cuando expande su radio de acción e invita proféticamente a todos los poderosos a escuchar la Palabra y a cantar la gracia del Señor, esperando que un día la obra de sus manos, toda la creación, complete la gran canción de acción de gracias universal.